OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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2 participantes
Hago girar las ruedas de la silla para deslizarme hacia el hombre que acaba de entrar a la sala donde un par de ordenadores ocupaban todas las superficies de trabajo de las mesas metálicas, abandono la pantalla que estoy analizando y mis ojos se posan sobre su rostro, aun sentada tengo esa actitud de mirar de frente a las personas como si estuviéramos a la misma altura. — Lara Scott — me presento con la formalidad de mi nombre, la sonrisa que llena mis labios hace que el gesto de tenderle mi mano sea más ameno. — ¡Ven! ¡Te presentaré al Arquitecto! — lo hago parte del buen ánimo que me ronda estos días desde que tenemos a este nuevo miembro del equipo y, ahora, otro más. Nunca hubiera ido por mis propios pies hacia un psicólogo y, de hecho, no lo hice tampoco en este momento, pero no se debe a ningún desdén particular, en verdad me agrada poder sumar al psicólogo Schümer a este proyecto.
Las ruedecillas me llevan a la otra punta de la mesa, pasamos por donde se ve un cerebro inmóvil dentro de una caja de cristal con un escáner que barre cada cara del cubo, y apunto hacia donde quiero que su atención se centre. La pantalla con gráficos de curvas cambiantes, hay otras dos que están actuando al mismo tiempo controlando otros valores, así que limpio la principal para ir hacia la ventana principal del programa donde el logo se mueve mostrando como líneas de un croquis de edificios va mutando todo el tiempo. — Este es el Arquitecto, a él también le da gusto conocerlo — bromeo, se ve bastante serio así que yo tengo que dar el toque de humor. — Es un prototipo en el que venimos trabajando, hay muchas, muchas cosas que solucionar… pero es un comienzo y todo se trata de comenzar — lo introduzco a la razón que lo trajo aquí este día, y para que no crea que es para cálculos matemáticos, paso a explicarle por qué esto lo involucra. — Conocer el interior de las mentes es algo que desde la medicina y la magia trata de hacerse desde hace mucho, tenemos psicomagos, legeremantes… pero la mente sigue siendo tan abstracta, tan imprecisa, ¿no? Digo, no hay una hoja de ruta que nos diga bien claro “usted está aquí” y muestre las salas habitadas — parece un chiste, lo secundo con una sonrisa, pero no lo es. Mis dedos golpean las teclas del ordenador para abrir uno de los archivos guardados en el almacén del arquitecto y los datos se van procesando. Espero a que la barra se va llenando al ponerme de pie y subir el cierre de mi chaqueta, hace un poco de frío al lugar donde vamos. — ¿Trajo su linterna?— más bromas. Hago el camino hacia la puerta de metal blanco que se abre cuando la computadora termina con su tarea, el tablero a un lado va dando los valores que nuestros colegas necesitan para saber que todo va tranquilo dentro, de lo contrario espero que el rojo de alarma baste para que hagan algo al respecto.
El vestíbulo al que entramos tiene paredes de madera blanca, una mesa de madera gastada tiene un platillo donde se pueden dejar las llaves y me encuentro con nuestras figuras cuando volteo hacia el espejo oval que está sobre esta. La puerta a mi espalda no es la de metal, sino otra, también de madera. — Tenga cuidado si quiere subir la escalera, deje que yo vaya por delante para mostrarle el camino, suele haber… sombras debajo de los peldaños que impiden a ciertas personas subir al piso de arriba— indico, la planta baja son cuatro habitaciones bien iluminadas y de umbrales abiertos que las conectan, el recorrido se hace en minutos. Lo interesante está en la segunda planta, la conozco bien. — El Arquitecto se encarga de construir una materialización del “contenido” de la mente, es magitecnología aplicada. Solo un prototipo… si se encuentra con baldosas sueltas, saltelas, suelen ser baches del sistema y nos expulsa fuera.
Las ruedecillas me llevan a la otra punta de la mesa, pasamos por donde se ve un cerebro inmóvil dentro de una caja de cristal con un escáner que barre cada cara del cubo, y apunto hacia donde quiero que su atención se centre. La pantalla con gráficos de curvas cambiantes, hay otras dos que están actuando al mismo tiempo controlando otros valores, así que limpio la principal para ir hacia la ventana principal del programa donde el logo se mueve mostrando como líneas de un croquis de edificios va mutando todo el tiempo. — Este es el Arquitecto, a él también le da gusto conocerlo — bromeo, se ve bastante serio así que yo tengo que dar el toque de humor. — Es un prototipo en el que venimos trabajando, hay muchas, muchas cosas que solucionar… pero es un comienzo y todo se trata de comenzar — lo introduzco a la razón que lo trajo aquí este día, y para que no crea que es para cálculos matemáticos, paso a explicarle por qué esto lo involucra. — Conocer el interior de las mentes es algo que desde la medicina y la magia trata de hacerse desde hace mucho, tenemos psicomagos, legeremantes… pero la mente sigue siendo tan abstracta, tan imprecisa, ¿no? Digo, no hay una hoja de ruta que nos diga bien claro “usted está aquí” y muestre las salas habitadas — parece un chiste, lo secundo con una sonrisa, pero no lo es. Mis dedos golpean las teclas del ordenador para abrir uno de los archivos guardados en el almacén del arquitecto y los datos se van procesando. Espero a que la barra se va llenando al ponerme de pie y subir el cierre de mi chaqueta, hace un poco de frío al lugar donde vamos. — ¿Trajo su linterna?— más bromas. Hago el camino hacia la puerta de metal blanco que se abre cuando la computadora termina con su tarea, el tablero a un lado va dando los valores que nuestros colegas necesitan para saber que todo va tranquilo dentro, de lo contrario espero que el rojo de alarma baste para que hagan algo al respecto.
El vestíbulo al que entramos tiene paredes de madera blanca, una mesa de madera gastada tiene un platillo donde se pueden dejar las llaves y me encuentro con nuestras figuras cuando volteo hacia el espejo oval que está sobre esta. La puerta a mi espalda no es la de metal, sino otra, también de madera. — Tenga cuidado si quiere subir la escalera, deje que yo vaya por delante para mostrarle el camino, suele haber… sombras debajo de los peldaños que impiden a ciertas personas subir al piso de arriba— indico, la planta baja son cuatro habitaciones bien iluminadas y de umbrales abiertos que las conectan, el recorrido se hace en minutos. Lo interesante está en la segunda planta, la conozco bien. — El Arquitecto se encarga de construir una materialización del “contenido” de la mente, es magitecnología aplicada. Solo un prototipo… si se encuentra con baldosas sueltas, saltelas, suelen ser baches del sistema y nos expulsa fuera.
No era la primera vez que visitaba el ministerio, estaba familiarizado con el departamento de bienestar por algunos de los casos de menores que había llevado y en sí el edificio no se me hacía extraño. Incluso luego de la remodelación que había sufrido la estética se mantenía en cierta forma bastante similar y creía que no me encontraría con grandes sorpresas. Eso es claro, hasta que me veo en el interior del departamento de tecnología. ¿De verdad estoy preparado para esto? Mi diván y mi tableta con casos se sienten casi que prehistóricos en comparación. - Wilhelm Schumer, pero puede decirme Will si le apetece. - Es mi presentación básica, esa que trata de mostrarme confiado y que evita a la gente el tratar de aprender cómo pronunciar mi nombre. - Encantado. - Agrego mientras estrecho su mano para luego seguirla por donde me guía.
Quiero preguntar quién es el arquitecto y por qué es tan importante que lo conozca de buenas a primeras, sobre todo cuando literalmente soy nuevo en el lugar. Me toma poco el descubrir realmente qué es lo que quiere decir y para cuando lo hago, debo admitir que me siento un poco idiota. Bien, juerga de oficina, podía con esto. - Me está queriendo decir, ¿que este aparato hace mediciones…? - No… Un segundo, ¿qué? A ver, amaba mi profesión, de verdad lo hacía. Pero el pensar que existía un aparato de este tipo, capaz de analizar mentes y no el cerebro como un órgano en sí mismo. Mente, el segundo concepto más complejo y abstracto que podía existir… No, debía haber entendido mal. O me estaría jugando una mala broma al ser el recién llegado. - Me temo que no es algo con lo que suela salir desde que puedo usar la varita con libertad, pero espero que no sea un impedimento para lo que quiere mostrarme. - Trato de seguir su broma con la poca gracia que manejo y vuelvo a seguirla esta vez con una intriga que apenas y puede ser contenida dentro de mi cuerpo.
Y tengo razón al casi no poder conmigo mismo, porque en el momento en el que nos encontramos en un nuevo entorno, puedo entender que lo que nos rodea no es la más estricta de las realidades. He estudiado la psicomagia y los que puede ser la materialización de ideas en la formulación de los encantamientos, ¿pero esto? Camino los pasos que me separan de la mesa, y tengo el impulso de inclinarme hasta que mis yemas acarician la madera. - Voy a suponer que el proceso que realizó antes de entrar corresponde al procesamiento de datos necesarios para aplicarlo a este tipo de magitecnología, ¿pero cuáles son las bases del mismo? Puedo entender la lógica detrás de un recuerdo y el funcionamiento de un pensadero, pero esto se siente tangible hasta el punto en el que dudo de que pueda ser real… En el sentido figurativo de la palabra, no sé si me explico. - No es que estuviese inseguro con mi decisión de tomar este empleo, pero ahora mismo lo único en lo que puedo pensar es en qué me llevó a demorarme tanto.
Quiero preguntar quién es el arquitecto y por qué es tan importante que lo conozca de buenas a primeras, sobre todo cuando literalmente soy nuevo en el lugar. Me toma poco el descubrir realmente qué es lo que quiere decir y para cuando lo hago, debo admitir que me siento un poco idiota. Bien, juerga de oficina, podía con esto. - Me está queriendo decir, ¿que este aparato hace mediciones…? - No… Un segundo, ¿qué? A ver, amaba mi profesión, de verdad lo hacía. Pero el pensar que existía un aparato de este tipo, capaz de analizar mentes y no el cerebro como un órgano en sí mismo. Mente, el segundo concepto más complejo y abstracto que podía existir… No, debía haber entendido mal. O me estaría jugando una mala broma al ser el recién llegado. - Me temo que no es algo con lo que suela salir desde que puedo usar la varita con libertad, pero espero que no sea un impedimento para lo que quiere mostrarme. - Trato de seguir su broma con la poca gracia que manejo y vuelvo a seguirla esta vez con una intriga que apenas y puede ser contenida dentro de mi cuerpo.
Y tengo razón al casi no poder conmigo mismo, porque en el momento en el que nos encontramos en un nuevo entorno, puedo entender que lo que nos rodea no es la más estricta de las realidades. He estudiado la psicomagia y los que puede ser la materialización de ideas en la formulación de los encantamientos, ¿pero esto? Camino los pasos que me separan de la mesa, y tengo el impulso de inclinarme hasta que mis yemas acarician la madera. - Voy a suponer que el proceso que realizó antes de entrar corresponde al procesamiento de datos necesarios para aplicarlo a este tipo de magitecnología, ¿pero cuáles son las bases del mismo? Puedo entender la lógica detrás de un recuerdo y el funcionamiento de un pensadero, pero esto se siente tangible hasta el punto en el que dudo de que pueda ser real… En el sentido figurativo de la palabra, no sé si me explico. - No es que estuviese inseguro con mi decisión de tomar este empleo, pero ahora mismo lo único en lo que puedo pensar es en qué me llevó a demorarme tanto.
—Un gusto, Will— me apropio de su apodo al mismo tiempo que mi palma se cierra alrededor de su mano en un acuerdo entre nosotros que, espero, sea el de poder trabajar juntos en un proyecto como este que ha llevado un par de meses y relegar otros, tras unos primeros intentos fallidos y, como muchas cosas en este lugar pueden llegar a ser, también un poco riesgosas. No te metas a espacios de misterios por una puerta y esperas llegar indemne a la que te espera en la pared contraria, en este caso, tal vez esas palabras se vuelvan más literales de lo que pueda tratar de explicarle a alguien, así que mejor que lo vea por sí mismo. —Hay una cuestión con la varita una vez que estemos dentro— le prevengo, —tenga cuidado cómo la usa y contra qué— por la lista cada vez más larga de precauciones que le digo que tenga, no parezco yo mismo. Y pese a tantos llamados de atención para que tenga cuidado, no hay ninguna cinta roja y negra cruzando el pasillo del recibidor al que entramos.
La familiaridad que siento al poner un pie dentro de la casa engaña a mis sentidos hasta el punto de creer que puedo reconocer el oler en el ambiento, lo que no es posible, no se huele nada. —Es una proyección bastante precisa, cada cosa está en el lugar que le corresponde por cálculos matemáticos que si tuviéramos que transcribir ocuparían todo el departamento. Por eso el Arquitecto lo hace para nosotros, ofrecemos a sus escáners las mentes que debe analizar, hasta ahora casi todos han sido pruebas de los cerebros que se encuentran en la pecera. Eso le ha permitido trabajar sobre mentes no tan ¿dinámicas? Y como es un programa de inteligencia artificial, con cada experiencia que se le dio, fue haciendo que sus… construcciones sean cada vez más firmes— recorro con mi mirada cada una de las paredes que nos rodean, desprovistas de fotografías que indiquen a quien pertenece. —Hasta comenzar las pruebas con casos más complejos. ¿Quiere ir al piso de arriba? Recuerde, pise por donde yo piso…— cambio de tema al ir marcando mis pasos en cada peldaño, se escucha por debajo de los tablones los susurros de sombras escondiéndose.
Lo espero al final del recorrido para ir a la primera puerta que tenemos enfrente, madera lisa, un picaporte simple. Dentro, mis pies se cubren con la marea, puedo ver las piedras marrones porque el agua sigue siendo transparente, la espuma blanca cada tanto las tapa de mi vista. Cruzo la habitación en tres zancadas hasta dar con otra puerta, tengo que forzar un poco más la manija para poder abrirla, salimos a un falso pasillo. Hay otra puerta al frente, también cerrada, y en cada lado del corredor, una pared. Voy hacia una de estas aguardando a que Will me siga y una manija aparece bajo mi mano cuando me detengo frente al muro, se trazan las líneas de una puerta y al mover la perilla, puedo abrirla. Un recorrido en forma de L termina abruptamente en un acantilado, es tan real y ensordecer el golpe de las olas contra los riscos. —Recuerda lo que le dije de que tenga cuidado al usar su varita, solo use hechizos para protegerse a sí mismo o podría… dañar algo—. El suelo bajo nosotros comienza a temblar, se remueve, no hago el amago de mover. Busco la mirada del hombre en el momento en que un siseo se percibe y trepan unos brazos en carne viva por el borde, se arrojan a los pies de Will para tirar de él hacia el vacío.
La familiaridad que siento al poner un pie dentro de la casa engaña a mis sentidos hasta el punto de creer que puedo reconocer el oler en el ambiento, lo que no es posible, no se huele nada. —Es una proyección bastante precisa, cada cosa está en el lugar que le corresponde por cálculos matemáticos que si tuviéramos que transcribir ocuparían todo el departamento. Por eso el Arquitecto lo hace para nosotros, ofrecemos a sus escáners las mentes que debe analizar, hasta ahora casi todos han sido pruebas de los cerebros que se encuentran en la pecera. Eso le ha permitido trabajar sobre mentes no tan ¿dinámicas? Y como es un programa de inteligencia artificial, con cada experiencia que se le dio, fue haciendo que sus… construcciones sean cada vez más firmes— recorro con mi mirada cada una de las paredes que nos rodean, desprovistas de fotografías que indiquen a quien pertenece. —Hasta comenzar las pruebas con casos más complejos. ¿Quiere ir al piso de arriba? Recuerde, pise por donde yo piso…— cambio de tema al ir marcando mis pasos en cada peldaño, se escucha por debajo de los tablones los susurros de sombras escondiéndose.
Lo espero al final del recorrido para ir a la primera puerta que tenemos enfrente, madera lisa, un picaporte simple. Dentro, mis pies se cubren con la marea, puedo ver las piedras marrones porque el agua sigue siendo transparente, la espuma blanca cada tanto las tapa de mi vista. Cruzo la habitación en tres zancadas hasta dar con otra puerta, tengo que forzar un poco más la manija para poder abrirla, salimos a un falso pasillo. Hay otra puerta al frente, también cerrada, y en cada lado del corredor, una pared. Voy hacia una de estas aguardando a que Will me siga y una manija aparece bajo mi mano cuando me detengo frente al muro, se trazan las líneas de una puerta y al mover la perilla, puedo abrirla. Un recorrido en forma de L termina abruptamente en un acantilado, es tan real y ensordecer el golpe de las olas contra los riscos. —Recuerda lo que le dije de que tenga cuidado al usar su varita, solo use hechizos para protegerse a sí mismo o podría… dañar algo—. El suelo bajo nosotros comienza a temblar, se remueve, no hago el amago de mover. Busco la mirada del hombre en el momento en que un siseo se percibe y trepan unos brazos en carne viva por el borde, se arrojan a los pies de Will para tirar de él hacia el vacío.
Te toca tirar un dado de azar y te deseo que la suerte esté a tu favor... o esto se pondrá feo.
La advertencia que me da suena tan simple como compleja. Podía entender el por qué no debía usar la varita en un entorno completamente desconocido, pero siendo que hablábamos de la mente… ¿hasta qué punto se podía estudiar un concepto tan abstracto dentro del aparato? Bien, puedo entender la precaución, aún así acabo metiendo la mano en mi bolsillo y cerrando los dedos entorno a la madera. No estaba precisamente asustado, pero si tomaba en serio sus palabras, siempre que fuese cuidadoso la varita era más bien un elemento de seguridad.
- No sé ni por qué me sorprendo, pero ¿los cerebros del tanque todavía tienen pulsos nerviosos que permitan este tipo de recreación? - Los impulsos neuronales y las conexiones que se generaban en las personas vivas era una cosa, pero el trasladarlos a cerebros por fuera de un ente… No solo en un sentido filosófico, este aparato podría ser una revelación para la medicina en sí misma. - Recién estamos ingresando, y aún así no sé si mi cerebro está yendo a mil revoluciones por segundo, o si está parado del shock mismo. Trataré de hacerle caso. - Seguir sus pasos era una instrucción sencilla, una que no sería difícil seguir sino fuese porque mi vista se pasea de un lado a otro tratando de entender las diferencias que podían generarse con el exterior.
- No, en definitiva es el shock. - Porque no esperaba que hubiese agua hasta el punto de sentirla entre los dedos de mis pies. Ni me preocupo porque se arruinen mis zapatos, o incluso mis medias de hipogrifo, a estas alturas no sé si me sorprende más la magia o el cerebro humano… o la combinación de ambas. - ¿Pero qué? - Mi varita se eleva en alerta cuando ella termina de hablar, no por sus palabras, sino porque no me espero el temblor bajo nuestros pies. - ¿QUÉ ES ESO? - Tengo que refrenar el impulso de atacar porque es justamente la única instrucción que debería seguir, así que trato de echarme para atrás y librarme del agarre de… lo que sea.
- No sé ni por qué me sorprendo, pero ¿los cerebros del tanque todavía tienen pulsos nerviosos que permitan este tipo de recreación? - Los impulsos neuronales y las conexiones que se generaban en las personas vivas era una cosa, pero el trasladarlos a cerebros por fuera de un ente… No solo en un sentido filosófico, este aparato podría ser una revelación para la medicina en sí misma. - Recién estamos ingresando, y aún así no sé si mi cerebro está yendo a mil revoluciones por segundo, o si está parado del shock mismo. Trataré de hacerle caso. - Seguir sus pasos era una instrucción sencilla, una que no sería difícil seguir sino fuese porque mi vista se pasea de un lado a otro tratando de entender las diferencias que podían generarse con el exterior.
- No, en definitiva es el shock. - Porque no esperaba que hubiese agua hasta el punto de sentirla entre los dedos de mis pies. Ni me preocupo porque se arruinen mis zapatos, o incluso mis medias de hipogrifo, a estas alturas no sé si me sorprende más la magia o el cerebro humano… o la combinación de ambas. - ¿Pero qué? - Mi varita se eleva en alerta cuando ella termina de hablar, no por sus palabras, sino porque no me espero el temblor bajo nuestros pies. - ¿QUÉ ES ESO? - Tengo que refrenar el impulso de atacar porque es justamente la única instrucción que debería seguir, así que trato de echarme para atrás y librarme del agarre de… lo que sea.
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Estuve en el mismo lugar de Will hace unas semanas para saber a dónde lo llevaran esas manos lastimadas que se aferran a sus tobillos y tiran de él para que resbale por el borde de lo que simula ser un acantilado, la caída no dura el tiempo real que precisa una caída desde la falsa altura en la que nos encontramos y su cuerpo se estrella al cabo de medio segundo contra el agua furiosa del mar que lo arrastra hacía su profundidad. La criatura no tiene una raza definida, lo más fácil sería clasificarla como una sirena, yo no estaría muy segura, el rojo de su carne expuesta se vuelve negra cuando se hunde en el agua con el psicólogo y lo obliga a seguir hundiéndose en la oscuridad hasta que debajo del agua, como un farol blanco, se encuentra el cadáver pálido de una muchacha, cuyos pies están atrapados entre las algas que han servido de grilletes para retenerla allí hasta que se ahogara.
Me zambullo detrás del hombre para disparar con mi varita contra la espeluznante criatura, no es un daño real, solo la fuerza de un impulso que la empuja varios metros y la hace huir de nosotros. Busco con mi mano sujetarme a la muñeca de Will para llevarlo conmigo varios metros entre una flora acuática que se torna espesa cerca de unas rocas que esconden una entrada subterránea, lo curioso es que al atravesarla, el umbral funciona como una barrera invisible para el agua y nos encontramos de pie dentro de una cueva, si bien húmeda, al menos dónde podemos pararnos sobre nuestros pies. —Tendencias suicidas— le explico, sacudo mi cabello con los dedos para quitarle lo mojado, aunque sé que no es real y cuando salgamos de la simulación del arquitecto, nuestras medias estarán secas. —Esa criatura— aclaro, —era una tendencia suicida. Te paras en un borde y tira de ti para que caigas, es el mismo impulso que algunas personas imprudentes sienten al manejar a toda velocidad o la adrenalina que algunos experimentan y les anula totalmente el sentido del peligro. No sé bien como lo abordan en la psicomagia, es lo que logré descifrar por mi cuenta.
Coloco una mano en su hombro para mostrarle mi preocupación por su estado, real o no, necesito saber si su corazón no va a sufrir un paro. —¿Está bien? ¿Quiere descansar? Puedo llevarlo a un sitio más agradable— palmeo su espalda para darle ánimos y le guiño un ojo. —Llamemos a nuestro guía— bromeo. Atrapo mis labios entre mis dedos índice y pulgar para dar un silbido, un perro negro de piernas largas, parecido a un galgo ruso aparece por unos de los huecos de la cueva con su cuerpo rebosando de entusiasmo hasta que ve al hombre y se para en seco.
Me zambullo detrás del hombre para disparar con mi varita contra la espeluznante criatura, no es un daño real, solo la fuerza de un impulso que la empuja varios metros y la hace huir de nosotros. Busco con mi mano sujetarme a la muñeca de Will para llevarlo conmigo varios metros entre una flora acuática que se torna espesa cerca de unas rocas que esconden una entrada subterránea, lo curioso es que al atravesarla, el umbral funciona como una barrera invisible para el agua y nos encontramos de pie dentro de una cueva, si bien húmeda, al menos dónde podemos pararnos sobre nuestros pies. —Tendencias suicidas— le explico, sacudo mi cabello con los dedos para quitarle lo mojado, aunque sé que no es real y cuando salgamos de la simulación del arquitecto, nuestras medias estarán secas. —Esa criatura— aclaro, —era una tendencia suicida. Te paras en un borde y tira de ti para que caigas, es el mismo impulso que algunas personas imprudentes sienten al manejar a toda velocidad o la adrenalina que algunos experimentan y les anula totalmente el sentido del peligro. No sé bien como lo abordan en la psicomagia, es lo que logré descifrar por mi cuenta.
Coloco una mano en su hombro para mostrarle mi preocupación por su estado, real o no, necesito saber si su corazón no va a sufrir un paro. —¿Está bien? ¿Quiere descansar? Puedo llevarlo a un sitio más agradable— palmeo su espalda para darle ánimos y le guiño un ojo. —Llamemos a nuestro guía— bromeo. Atrapo mis labios entre mis dedos índice y pulgar para dar un silbido, un perro negro de piernas largas, parecido a un galgo ruso aparece por unos de los huecos de la cueva con su cuerpo rebosando de entusiasmo hasta que ve al hombre y se para en seco.
Dado 1:
Lo tiro yo.
FALLO: el perro ataca a Will.
AZAR: el perro nos guía fuera de la cueva, a una puerta que nos devuelve a uno de los pasillos.
Dado 2:
Lo tira Will.
FALLO: próximo escenario no será bonito.
AZAR: el próximo escenario será... no tan malo.
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No estaba completamente ajeno a la sensación de desesperación, pero nunca la había sentido de esta forma. Si iba al caso tampoco había tenido una criatura desconocida arrastrándome del tobillo hasta las profundidades de un mar bravo. ¿Era buen momento para gritar que no sabía nadar? No lo sabía, pero tampoco tengo la oportunidad de hacerlo porque la caída dura lo que parece un segundo antes de hallarme sumergido bajo las olas. ¿Pero qué clase de magia era esta? Porque no me había ahogado jamás, pero la sensación de impotencia se sentía bastante real.
En el momento en que la criatura me suelta, y es Lara Scott la que se encarga de llevarme a una zona segura es que puedo respirar con normalidad. Ni siquiera sabía que no lo estaba haciendo hasta que el aire llena mis pulmones, pero me encuentro agitado como llevo años sin estarlo. - Desde la psicomagia lo tratamos como un trastorno mental. Supongo que más que una tendencia eso debió haber sido el impulso del acto en sí mismo. La tendencia tiene que ver más con los preparativos, pero puedo entender el punto. El por qué había decidido arrastrarme a mí era algo que me hacía pensar en que tenía que dejar de atrasar el conseguirme un terapeuta. “En casa de herrero, cuchillo de palo”, ¿no? - ¿Les sucede a todos los que entran aquí, o es un comportamiento aleatorio? - ¿Hasta qué punto esto era una simulación medida, y hasta cual era un desarrollo constante en base a impulsos nerviosos de una mente real?
- Si no es mucha molestia, creo que me gustaría ver algo más agradable. - No es que necesitara descansar precisamente, pero prefería ir alternando entre conductas y escenarios para no sufrir un ataque cardíaco si lo próximo que nos ocurría era algo peor.
En el momento en que la criatura me suelta, y es Lara Scott la que se encarga de llevarme a una zona segura es que puedo respirar con normalidad. Ni siquiera sabía que no lo estaba haciendo hasta que el aire llena mis pulmones, pero me encuentro agitado como llevo años sin estarlo. - Desde la psicomagia lo tratamos como un trastorno mental. Supongo que más que una tendencia eso debió haber sido el impulso del acto en sí mismo. La tendencia tiene que ver más con los preparativos, pero puedo entender el punto. El por qué había decidido arrastrarme a mí era algo que me hacía pensar en que tenía que dejar de atrasar el conseguirme un terapeuta. “En casa de herrero, cuchillo de palo”, ¿no? - ¿Les sucede a todos los que entran aquí, o es un comportamiento aleatorio? - ¿Hasta qué punto esto era una simulación medida, y hasta cual era un desarrollo constante en base a impulsos nerviosos de una mente real?
- Si no es mucha molestia, creo que me gustaría ver algo más agradable. - No es que necesitara descansar precisamente, pero prefería ir alternando entre conductas y escenarios para no sufrir un ataque cardíaco si lo próximo que nos ocurría era algo peor.
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—¿Un trastorno? Vaya, no pensé que fuera tan grave…— murmuro, en serio impactada por el uso de esa palabra, que en general a todos nos remite a algo malo porque eso que solo dábamos por hecho que no estaba bien, en verdad estaba bastante mal. Tomo nota mental de las diferencias que hace entre tendencias e impulsos, cuando llega mi momento de darle una explicación, decido ser honesta en vez de explayarme en teorías psicológicas que desconozco. —Depende de si es lo que hay en la mente de la persona que estamos visitando—. Sigo caminando para dar con una salida de la cueva con la ayuda del perro que sabe de estos corredores mejor que nosotros, quizás porque ha vivido aquí toda la vida, si es que se puede considerar “vida”. Lo pierdo al cruzar una abertura entre las rutas, de repente todo se ha puesto oscuro otra vez. —¿Tesla? ¡Tesla!— sacudo mi varita para echar un poco de luz sobre los muros húmedos y logro identificar al perro esperándonos debajo de otro umbral que se ve como el de una puerta que nos puede devolver a una normalidad… falsa normalidad.
Mis dedos trazan la pared seca del corredor por el que avanzamos y se encuentran con el vidrio que cubre lo alto de la misma, como un muro transparente a través del cual podemos ver la sala de la misma casa por la que entramos al comienzo del experimento, en esta hay una niña arrodillada sobre la alfombra para poder inclinarse sobre la mesa ratona y garabatear en unos papeles que luego con todo orgullo va a mostrar a la muchacha rubia que está sentada en uno de los sillones con las rodillas subidas contra su pecho, para bosquejar sobre el cuaderno que ella también tiene. —Estos cuartos son los más peligrosos— le explico a Will, —porque ellos están todas nuestras expectativas y sueños a futuro, a veces también recuerdos que guardamos con mucho celo, entonces en un mal día, estas habitaciones se llenan de monstruos. Nuestros recuerdos nos atacan. Nuestras expectativas se destruyen. Y a veces, tienes que verlo todo a través de un muro de vidrio que no te deja hacer nada…
Mis dedos trazan la pared seca del corredor por el que avanzamos y se encuentran con el vidrio que cubre lo alto de la misma, como un muro transparente a través del cual podemos ver la sala de la misma casa por la que entramos al comienzo del experimento, en esta hay una niña arrodillada sobre la alfombra para poder inclinarse sobre la mesa ratona y garabatear en unos papeles que luego con todo orgullo va a mostrar a la muchacha rubia que está sentada en uno de los sillones con las rodillas subidas contra su pecho, para bosquejar sobre el cuaderno que ella también tiene. —Estos cuartos son los más peligrosos— le explico a Will, —porque ellos están todas nuestras expectativas y sueños a futuro, a veces también recuerdos que guardamos con mucho celo, entonces en un mal día, estas habitaciones se llenan de monstruos. Nuestros recuerdos nos atacan. Nuestras expectativas se destruyen. Y a veces, tienes que verlo todo a través de un muro de vidrio que no te deja hacer nada…
ACIERTO: todo se mantiene como está.
FALLO: la habitación se destruye.
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- En realidad la palabra “transtorno” lo hace sonar más grave de lo que debería. Un transtorno es un cambio, una alteración. Están los que son más graves y los que no, y la tendencia suicida, correctamente tratada no es algo preocupante. Ya sin tratamiento se trata de una lotería en sí misma. - El impulso suicida era el equivalente a saltar por la ventana de un edificio en llamas, la persona se arriesga al creer que no hay forma alguna de salir de una situación inevitable, era el poder de elección último. Una tendencia era casi sensual, un juego constante que hacía al sujeto ganar poder al saberse vencedor encontrándose cara a cara con la muerte en un juego que no parecía acabar. - Entonces voy a suponer que no estudian siempre el mismo escenario, sino que van cambiando los sujetos de prueba es… interesante, y arriesgado. ¿Hasta qué punto las consecuencias dentro de este entorno mental afectan al afuera? - Y si se trataba con una persona viva, ¿qué cambios sería capaz de producir?
- Nunca tuve un perro, pero este ciertamente merece su mérito. - Ya vería si luego conseguía uno a futuro, pero mientras tanto, podía hallarme más tranquilo en un nuevo entorno, un poco más conocido y no tan… alarmante. - Créme, como objeto de estudio todo esto es increíblemente interesante, y siento que uno podría pasar horas aquí dentro, sin embargo, escuchar que las cosas pueden ponerse peligrosas… ¿Quedan grabaciones para el estudio exterior o solo se basan en recuerdos colocados en un pensadero? No imagino teniendo que pasar por todos estos caminos cada vez que se quiera estudiar el interior del arquitecto.
- Nunca tuve un perro, pero este ciertamente merece su mérito. - Ya vería si luego conseguía uno a futuro, pero mientras tanto, podía hallarme más tranquilo en un nuevo entorno, un poco más conocido y no tan… alarmante. - Créme, como objeto de estudio todo esto es increíblemente interesante, y siento que uno podría pasar horas aquí dentro, sin embargo, escuchar que las cosas pueden ponerse peligrosas… ¿Quedan grabaciones para el estudio exterior o solo se basan en recuerdos colocados en un pensadero? No imagino teniendo que pasar por todos estos caminos cada vez que se quiera estudiar el interior del arquitecto.
—Nada preocupante— repito para mí, sonriéndome porque lo califique como una lotería, es una sonrisa por reflejo, de burla hacia mí misma. —Sería interesante que podamos identificar ciertos cuadros y en el futuro, ver sus manifestaciones materiales dentro de la mente de las personas que las padecen, por el momento creo que lo más seguro es seguir tratando con las que podemos decir que están bajo control…— comento, que haya sorpresas en algunas esquinas, no quiere decir que sean mentes inestables. No creo que ninguna mente humana se libre de uno que otro monstruo metido en habitaciones cerradas a llave. —Siempre que se trate de paseos turísticos como este, no hacen daño a la persona. Si alguien viniera con otras intenciones y un armamento, entonces sí… se podría causar graves daños desde el interior, demencia, perdida de ciertas habilidades, estado vegetativo…— lo digo en el tono grave que debe ser. —Usted lo entenderá como psicomago, es una cuestión de ética. Una persona abre su mente en un voto de confianza, pero está ofreciendo de sí, información que podría ponerle en peligro si alguien lo usara en su contra.
Muestro una sonrisa más auténtica cuando menciona al perro, con el orgullo propio de toda niña que se precia de las habilidades de su mascota y los halagos que recibe de otras personas, por muchos peligros que diga que se pueden encontrar por aquí, también hay espacios donde yo me quedaría una infinidad de horas como él dice que lo haría. Pero no puedo porque las niñas que veo dentro de la habitación son proyecciones, no son reales. Ellas están en casa. Así que me obligo a salir del atractivo de quedarme aquí dentro para volver a donde ellas están. —Por ahora trabajamos con lo que cada visitante puede aportar a partir de sus recuerdos— explico, —queda mucho, mucho por hacer. Y contamos con que pueda ser de los que ayuden a seguir avanzando con esto…— es mi manera de pedirle su colaboración, como todo proyecto, puede terminar encajonado. —¿Le gustaría un café? Pero uno real, en la oficina. Ahí podré mostrarle toda la estructura del arquitecto.
Muestro una sonrisa más auténtica cuando menciona al perro, con el orgullo propio de toda niña que se precia de las habilidades de su mascota y los halagos que recibe de otras personas, por muchos peligros que diga que se pueden encontrar por aquí, también hay espacios donde yo me quedaría una infinidad de horas como él dice que lo haría. Pero no puedo porque las niñas que veo dentro de la habitación son proyecciones, no son reales. Ellas están en casa. Así que me obligo a salir del atractivo de quedarme aquí dentro para volver a donde ellas están. —Por ahora trabajamos con lo que cada visitante puede aportar a partir de sus recuerdos— explico, —queda mucho, mucho por hacer. Y contamos con que pueda ser de los que ayuden a seguir avanzando con esto…— es mi manera de pedirle su colaboración, como todo proyecto, puede terminar encajonado. —¿Le gustaría un café? Pero uno real, en la oficina. Ahí podré mostrarle toda la estructura del arquitecto.
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