OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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He soportado muchas cosas en este tiempo. Trato de no perder la paciencia, te lo prometo. He sido un líder compasivo, me encargué de que todo bruja y mago tenga una oportunidad en un sistema que no siempre fue justo, generé nuevos empleos y me esforcé, oh mi madre muerta sabe que me esforcé, en hacer que esta nación salga adelante a pesar de haber asumido el cargo cuando ya nos encontrábamos en guerra. En una guerra, claro está, declarada pública por la persona que ha cometido error tras error, que dejó ir así como así a un traidor que lleva su sangre y manchó mi plantel con su estupidez. Son tiempos delicados y mi jefe de guerra no puede serlo, por muy chupa culos que pudo haber sido para mi madre. Quizá todos estos años produjeron algún efecto en su persona, lo volvieron blando e inútil. He hecho lo posible para no cambiar a los políticos que el resto apoyaba, pero hasta yo conozco de límites.
La puerta de mi despacho se abre y la persona que estaba esperando ingresa. A pesar del frío del exterior, aquí dentro la calefacción me deja sentirme cómodo dentro de mi camisa pulcra, esa que señala que hoy soy yo quien tiene el poder y es él quien tiene que sentarse del otro lado. Muy lejos quedaron esas épocas en las cuales era él quien se pavoneaba por el norte para pedir de mis favores, esos que siempre necesitaron antes de llevarse todo el crédito. Mis ojos se muestran helados, pero no puedo evitar sonreír con cierta sorna — Parece que aún tienes la dignidad como para responder ante mis llamados — es mi simple saludo, uso la mano para señalar el asiento que queda libre frente a mi escritorio — Era lo mínimo que podías hacer, después de haberte ganado meses de perdón por lo que hiciste en el nueve. ¿Quieres beber algo? — que si se atraganta, no me preocuparé en ayudarle. Se merece el ahogarse en su propio patetismo.
La puerta de mi despacho se abre y la persona que estaba esperando ingresa. A pesar del frío del exterior, aquí dentro la calefacción me deja sentirme cómodo dentro de mi camisa pulcra, esa que señala que hoy soy yo quien tiene el poder y es él quien tiene que sentarse del otro lado. Muy lejos quedaron esas épocas en las cuales era él quien se pavoneaba por el norte para pedir de mis favores, esos que siempre necesitaron antes de llevarse todo el crédito. Mis ojos se muestran helados, pero no puedo evitar sonreír con cierta sorna — Parece que aún tienes la dignidad como para responder ante mis llamados — es mi simple saludo, uso la mano para señalar el asiento que queda libre frente a mi escritorio — Era lo mínimo que podías hacer, después de haberte ganado meses de perdón por lo que hiciste en el nueve. ¿Quieres beber algo? — que si se atraganta, no me preocuparé en ayudarle. Se merece el ahogarse en su propio patetismo.
Lo cierto es que la llamada de Aminoff es algo que me pilla desprevenido, especialmente porque no tengo ni idea de qué quiere hablar ahora. Las cosas respecto al 9 no han variado en estas últimas semanas como para tener que hablar de ello, pero tristemente no me queda más remedio que asistir. La última vez que le vi, la situación fue incómoda porque tuvimos una conversación sobre cómo debía despedir a Jessica, mi mejor amiga, por incompetente. Acostumbrado a verle cada varias semanas para una reunión de ministros, verle dos veces esta semana es algo peculiar e inusual. Al menos, no me quedan más amigos ni familia laboralmente a mi cargo como para tener que pasar por ese trago otra vez. Sea para lo que sea, llego al Ministerio de Magia media hora antes de la hora acordada, y permanezco sentado fuera del despacho hasta que me indican que ya puedo entrar.
Puedo notar su mirada clavada sobre mí incluso antes de girarme hacia él una vez entro, y me siento en la silla que me señala, con un semblante bien serio como respuesta inicial. — ¿Lo que hice en el 9? ¿Traer a Ava Ballard y gracias a ello conseguir a Benedict Franco? — cuestiono en un tono tranquilo, intentando ser todo lo respetuoso posible. Creo que los dos sabemos que la compañía del otro no es algo que nos agrade, así que qué menos que tratar de mantener las formas... sobre todo porque es mi jefe. Un jefe que toma decisiones a las que me opongo, como permitir que Franco trabaje para nosotros. — No, gracias — rechazo su ofrecimiento a la bebida porque, para empezar, no tengo sed, y también dudo que tenga algo que me agrade y me niego a beber alcohol. — ¿Qué necesitas? — Voy directo al grano porque cuanto antes acabemos, antes podré marcharme.
Puedo notar su mirada clavada sobre mí incluso antes de girarme hacia él una vez entro, y me siento en la silla que me señala, con un semblante bien serio como respuesta inicial. — ¿Lo que hice en el 9? ¿Traer a Ava Ballard y gracias a ello conseguir a Benedict Franco? — cuestiono en un tono tranquilo, intentando ser todo lo respetuoso posible. Creo que los dos sabemos que la compañía del otro no es algo que nos agrade, así que qué menos que tratar de mantener las formas... sobre todo porque es mi jefe. Un jefe que toma decisiones a las que me opongo, como permitir que Franco trabaje para nosotros. — No, gracias — rechazo su ofrecimiento a la bebida porque, para empezar, no tengo sed, y también dudo que tenga algo que me agrade y me niego a beber alcohol. — ¿Qué necesitas? — Voy directo al grano porque cuanto antes acabemos, antes podré marcharme.
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No puedo con esto, de verdad. Con todo el cuidado que soy capaz de poseer, apoyo los codos sobre el escritorio y ensancho mi sonrisa poco a poco — Creo que tienes un poco los cables cruzados. ¿No fue Hans Powell el que dejó amarrada a Ava Ballard para que luego tú puedas traerla y llevarte el mérito de ello? Además de que la venció junto a su hermana preñada, para variar — en pocas palabras, el trabajo de mi jefe de guerra lo tuvieron que hacer un juez y una profesora embarazada, así de triste — Y a Benedict Franco… digamos que muchas personas movieron su culo antes que tú para traerlo hasta donde se encuentra ahora. ¿Y sabes qué? Ellos al menos comprenden lo que significa que un rostro público le dé la espalda a los rebeldes para venir con nosotros en tiempos como los que corren — nuestros desacuerdos fueron muchos, empezando porque para ser un ministro que lleva años en el puesto, parece que no tiene nada de visión política.
Me da igual que rechace la bebida, eso me deja ir al grano — ¿De ti? Nada, ese es problema — hago tronar los dedos antes de bajar las manos, las cuales apoyo en el escritorio — Riorden, cometiste error tras error. No solo tu trabajo se vio truncado por personas con muchos menos recursos que nosotros, sino que tampoco pudiste ponerle un freno a los avances de a un adolescente al cual le siguen limpiando el culo — que nadie me diga que Kendrick Black no es más que una cotorra repetitiva con demasiado ego como para poder crecer más centímetros del suelo — Y tus fallas se ven reflejadas como si fueran mías. ¿Y de verdad crees que mi gobierno permitiría que tu hermano nos diera la espalda sin siquiera frenarlo, así como así? Creo que dejamos en claro que tus intereses y los míos no van de la mano — arqueo las cejas, creo que las neuronas le dan al menos para seguir mis palabras — Te daré el día de hoy para que limpies tu escritorio y hasta la semana entrante para que te marches de la isla ministerial. Y espero, de verdad, que a tu nueva jefa no le fastidie tanto tu cara de muñeco frígido de torta como me sucede a mí.
Me da igual que rechace la bebida, eso me deja ir al grano — ¿De ti? Nada, ese es problema — hago tronar los dedos antes de bajar las manos, las cuales apoyo en el escritorio — Riorden, cometiste error tras error. No solo tu trabajo se vio truncado por personas con muchos menos recursos que nosotros, sino que tampoco pudiste ponerle un freno a los avances de a un adolescente al cual le siguen limpiando el culo — que nadie me diga que Kendrick Black no es más que una cotorra repetitiva con demasiado ego como para poder crecer más centímetros del suelo — Y tus fallas se ven reflejadas como si fueran mías. ¿Y de verdad crees que mi gobierno permitiría que tu hermano nos diera la espalda sin siquiera frenarlo, así como así? Creo que dejamos en claro que tus intereses y los míos no van de la mano — arqueo las cejas, creo que las neuronas le dan al menos para seguir mis palabras — Te daré el día de hoy para que limpies tu escritorio y hasta la semana entrante para que te marches de la isla ministerial. Y espero, de verdad, que a tu nueva jefa no le fastidie tanto tu cara de muñeco frígido de torta como me sucede a mí.
Inconscientemente, entrelazo mis manos de manera formal, tratando de mantener la compostura, pero apretándolas entre sí con mucha fuerza. No entiendo a qué viene hablar ahora de lo que pasó en el 9, porque aunque yo cometí errores como todos, hay cosas que uno no puede remedir cuando ciertas órdenes vienen de arriba. — Sí, es cierto. Los Powell fueron los que consiguieron reducirla... Pero también es verdad que quizá yo habría podido hacer más si hubiera podido presentarme a la negociación desde un principio. — ¿En qué estaba pensando mandando a un juez a negociar con los rebeldes y con el chico Black? Me da igual lo bueno que pueda ser en su trabajo; estar en un juicio es algo completamente diferente a una negociación. — Puede estar menos de acuerdo con mi trabajo, pero sé más que Carstairs sobre cómo actúan los traidores. — Porque parece que se les olvida, pero los pilares de este Gobierno se fundaron en lo que en su momento eran rebeldes también. Estaré en contra de Kendrick Black y de todos sus perritos falderos, pero al menos puedo hacerme una idea mayor de cómo pueden actuar, que no un mago que lo único que ha hecho ha sido trabajar en el Wizengamot.
Literalmente tengo que morderme el labio para no soltarle un improperio sobre cómo él tampoco pudo dar con el niño Black cuando se lo pedimos hace ya tanto tiempo atrás. Eso y que no sabe nada de lo que supone llevar un Gobierno, porque llevar unos meses a cargo del país dista mucho de llevar casi veinte años gobernando. — Tiene toda la razón respecto a que estos últimos dos años no han sido los mejores en cuanto a seguridad, y no negaré que tengo parte de culpa. Pero señor Presidente, más allá de las cosas que yo pueda hacer mal o bien, hay que analizar también las raíces más profundas, como la preparación de algunos aurores — dejo caer, porque a veces me pregunto cómo algunos incompetentes han salido de la Academia cuando cometen tantos errores. — Y respecto a mi hermano... — Hago una pausa para coger aire, pero sobre todo para saber cómo decirle que no se meta en asuntos de mi familia, por mucho que pueda concernir al país. — Créame, no dejaré que eso quede así. — Mi hermano es mi responsabilidad, y aunque me cueste la vida, intentaré comprender sus motivos y traerle de vuelta a la realidad. — ¿Hay algo más que necesite saber? — No voy a quejarme de su decisión de bajar mi rango laboral porque renunciar es algo que yo mismo me había estado planteando durante este último año. El único motivo por el que no lo había hecho era porque tenía la esperanza de evitar que el país se fuera a la ruina con tanta decisión cuestionable, pero ya no puedo hacer nada desde la cúpula de poder. No me rendiré tan fácilmente porque peleé media vida por este país y mis ideales, pero tendré que hacerlo de otra manera... Y sobre todo, habrá que librarse de Aminoff.
Literalmente tengo que morderme el labio para no soltarle un improperio sobre cómo él tampoco pudo dar con el niño Black cuando se lo pedimos hace ya tanto tiempo atrás. Eso y que no sabe nada de lo que supone llevar un Gobierno, porque llevar unos meses a cargo del país dista mucho de llevar casi veinte años gobernando. — Tiene toda la razón respecto a que estos últimos dos años no han sido los mejores en cuanto a seguridad, y no negaré que tengo parte de culpa. Pero señor Presidente, más allá de las cosas que yo pueda hacer mal o bien, hay que analizar también las raíces más profundas, como la preparación de algunos aurores — dejo caer, porque a veces me pregunto cómo algunos incompetentes han salido de la Academia cuando cometen tantos errores. — Y respecto a mi hermano... — Hago una pausa para coger aire, pero sobre todo para saber cómo decirle que no se meta en asuntos de mi familia, por mucho que pueda concernir al país. — Créame, no dejaré que eso quede así. — Mi hermano es mi responsabilidad, y aunque me cueste la vida, intentaré comprender sus motivos y traerle de vuelta a la realidad. — ¿Hay algo más que necesite saber? — No voy a quejarme de su decisión de bajar mi rango laboral porque renunciar es algo que yo mismo me había estado planteando durante este último año. El único motivo por el que no lo había hecho era porque tenía la esperanza de evitar que el país se fuera a la ruina con tanta decisión cuestionable, pero ya no puedo hacer nada desde la cúpula de poder. No me rendiré tan fácilmente porque peleé media vida por este país y mis ideales, pero tendré que hacerlo de otra manera... Y sobre todo, habrá que librarse de Aminoff.
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Tengo que recordarme que estoy hablando con un tipo adulto que ronda mi edad y no con un mocoso cuando me sale con tantas tonterías que poco me falta para no echarme a reír en su cara. Si este sujeto es quien estuvo a cargo de la milicia durante todos estos años, hay cosas que empiezan a quedar bien en claro. ¿Acaso esta gente no piensa en que no están peleando contra palos inertes y se han quedado solamente con los entrenamientos vagos de la universidad? — Se pidió que personas de menor rango sean los que asistan a ese intercambio de palabras por el simple hecho de que había que tantear el terreno antes de enviar a mis ministros. No había intenciones de negociar. Si perdimos el distrito, fue porque la batalla salió mal y hay que mejorar nuestro punto débil — y acá estoy, tratando de corregir ese error.
—¿"Parte" de la culpa? — se me escapa, sin poder creer en que mis oídos se encuentran escuchando bien —No, Riorden. Tú no tienes "parte" de la culpa. Ser líder de un departamento te deja a cargo de todas las decisiones y, por ende, de todos los errores que se cometan dentro del mismo. Si los aurores no tienen el nivel adecuado y consiguen un empleo en el ministerio, es tu responsabilidad. Si su entrenamiento no es el adecuado, es tu responsabilidad. Si las técnicas militares fallan una y otra vez, también es tu responsabilidad. ¿Acaso no ves cuál es el problema? Eres un soldado de poca monta, no un político y mucho menos un líder — ni siquiera posee el respeto de sus empleados, esos que murmuran por los pasillos que ha perdido su toque. En mi opinión, he evaluado por mi lado a los ministros y empiezo a darme cuenta de quiénes son útiles y quiénes son un simple descarte — Como tu presidente, es mi trabajo el darme cuenta también de mis errores y mantenerte a ti es uno de ellos. Los tiempos han cambiado, la guerra se ha vuelto algo gigante con lo que lidiar y tú no eres la persona que necesito para liderar mis tropas. Un buen jefe de guerra jamás dejaría ir a un traidor... aunque sea su hermano.
El mejor ejemplo lo tengo gracias a los míos, los dos Niniadis que bien alto se encuentran en la lista negra de esta nación. Suspiro, alzando mis cejas —No, no dejarás que eso quede así. Exijo la cabeza de tu hermano, tómalo como una segunda oportunidad. ¿O quieres un besito de un dementor? Porque te recuerdo que al perdonar a un traidor, también rompiste la ley. Considera que estoy siendo demasiado generoso contigo — que después no vayan diciendo por ahí que yo no doy segundas oportunidades, esa debe ser otra de mis fallas. Chasqueo la lengua —No. Solo que serás trasladado al área de criaturas mágicas y tu suplente será anunciado en los próximos días — recargo mi espalda en la comodidad de mi asiento, lo que me permite mover la silla lentamente de un lado al otro a pesar de tener mis ojos fijos en él —Si quieres hacer algo útil, cuando no estés buscando a tu hermano, mantén un ojo en Franco. Te ha pateado el culo en el pasado, así que quizá puedan entenderse un poco.
—¿"Parte" de la culpa? — se me escapa, sin poder creer en que mis oídos se encuentran escuchando bien —No, Riorden. Tú no tienes "parte" de la culpa. Ser líder de un departamento te deja a cargo de todas las decisiones y, por ende, de todos los errores que se cometan dentro del mismo. Si los aurores no tienen el nivel adecuado y consiguen un empleo en el ministerio, es tu responsabilidad. Si su entrenamiento no es el adecuado, es tu responsabilidad. Si las técnicas militares fallan una y otra vez, también es tu responsabilidad. ¿Acaso no ves cuál es el problema? Eres un soldado de poca monta, no un político y mucho menos un líder — ni siquiera posee el respeto de sus empleados, esos que murmuran por los pasillos que ha perdido su toque. En mi opinión, he evaluado por mi lado a los ministros y empiezo a darme cuenta de quiénes son útiles y quiénes son un simple descarte — Como tu presidente, es mi trabajo el darme cuenta también de mis errores y mantenerte a ti es uno de ellos. Los tiempos han cambiado, la guerra se ha vuelto algo gigante con lo que lidiar y tú no eres la persona que necesito para liderar mis tropas. Un buen jefe de guerra jamás dejaría ir a un traidor... aunque sea su hermano.
El mejor ejemplo lo tengo gracias a los míos, los dos Niniadis que bien alto se encuentran en la lista negra de esta nación. Suspiro, alzando mis cejas —No, no dejarás que eso quede así. Exijo la cabeza de tu hermano, tómalo como una segunda oportunidad. ¿O quieres un besito de un dementor? Porque te recuerdo que al perdonar a un traidor, también rompiste la ley. Considera que estoy siendo demasiado generoso contigo — que después no vayan diciendo por ahí que yo no doy segundas oportunidades, esa debe ser otra de mis fallas. Chasqueo la lengua —No. Solo que serás trasladado al área de criaturas mágicas y tu suplente será anunciado en los próximos días — recargo mi espalda en la comodidad de mi asiento, lo que me permite mover la silla lentamente de un lado al otro a pesar de tener mis ojos fijos en él —Si quieres hacer algo útil, cuando no estés buscando a tu hermano, mantén un ojo en Franco. Te ha pateado el culo en el pasado, así que quizá puedan entenderse un poco.
Está claro que no nos vamos a poner de acuerdo porque cada uno ve las cosas de un modo distinto, porque para mí mandar a gente de bajo rango provocó que perdiésemos un tiempo de valor que los terroristas ganaron para organizarse mejor. Y todo influye en que acabásemos perdiendo el distrito, no solo las acciones de una persona. — Supongo que son diferentes puntos de vista. Yo habría mandado a alguien con más experiencia en batalla si ni siquiera había intención de negociar porque pienso que los escuadrones llegaron demasiado tarde, pero lo hecho, hecho está. De nada sirve hablar de lo que podría haber sido. — Tengo que mantener un tono de voz calmado para no sonar como un borde y arriesgarme, porque no me fío de él porque he visto lo que es capaz de hacer. — Aun así, asumo mis errores y que hay cosas en las que fallé. — Quizá así consiga que se calle durante un rato y me deje marchar, que tengo un despacho que recoger en horas y no se va a hacer solo. Su retahíla de comentarios sobre lo que conlleva ser un líder de un departamento tiene muchos cabos sueltos, pero tampoco puedo esperar mucho de alguien que ha vivido tantos años a la sombra. Ser un Ministro es más complicado que ser un simple jefe de área, donde das órdenes y vigilas que todo funcione correctamente y poco más, sino que aquí hay otros factores a tener en cuenta como los presupuestos que se destinan a la seguridad del país. Si, por ejemplo, se recortan y se destinan a otras áreas... bueno, pasa lo que pasa. En su caso, prefirió destinar dinero a contratar escuadrones de licántropos y poner dementores por todo el país, en vez de perfeccionar los trabajadores que ya tenía, y luego, si hubiera sido necesario, haber contratado a ese gente.
Soldado de poca monta y e insinuar que no soy un buen líder de guerra son palabras que resuenan un rato en mi cabeza, pero que consigo apartar al final y que no me afecten más de lo necesario porque me conozco de verdad. Y él no. ¿Qué sabe de mí? ¿Por haberme visto trabajar poco más de un año? He estado otros dieciséis años liderando y he conseguido mantener todo con estabilidad, por no hablar de las cosas que ayudé a conseguir en mi juventud. — Por eso enmendaré mi error e iré a buscar a mi hermano. — Que ya es más que lo que él ha hecho con los suyos... Solo hace falta ver a Hero dando su apoyo al chico Black en plena televisión. — Lo traeré de vuelta y haré lo que haya que hacer. — Que, desde luego, no va a ser traerlo frente a él, aunque eso suponga un coste enorme para mí. — Y puedes contar también con que no le quitaré el ojo de encima a Franco. — Tengo mis motivos para no fiarme de que haya aceptado el trato; un trato que ni siquiera comprendo por qué Aminoff ofreció sabiendo que esa sabandija siempre consigue escabullirse. — ¿Algo más? Por recoger mis pertenencias lo antes posible. — Que si tengo que escuchar sus comentarios un minuto más...
Soldado de poca monta y e insinuar que no soy un buen líder de guerra son palabras que resuenan un rato en mi cabeza, pero que consigo apartar al final y que no me afecten más de lo necesario porque me conozco de verdad. Y él no. ¿Qué sabe de mí? ¿Por haberme visto trabajar poco más de un año? He estado otros dieciséis años liderando y he conseguido mantener todo con estabilidad, por no hablar de las cosas que ayudé a conseguir en mi juventud. — Por eso enmendaré mi error e iré a buscar a mi hermano. — Que ya es más que lo que él ha hecho con los suyos... Solo hace falta ver a Hero dando su apoyo al chico Black en plena televisión. — Lo traeré de vuelta y haré lo que haya que hacer. — Que, desde luego, no va a ser traerlo frente a él, aunque eso suponga un coste enorme para mí. — Y puedes contar también con que no le quitaré el ojo de encima a Franco. — Tengo mis motivos para no fiarme de que haya aceptado el trato; un trato que ni siquiera comprendo por qué Aminoff ofreció sabiendo que esa sabandija siempre consigue escabullirse. — ¿Algo más? Por recoger mis pertenencias lo antes posible. — Que si tengo que escuchar sus comentarios un minuto más...
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Reconozco muy bien cuando una persona es lo suficientemente testaruda y orgullosa como para no querer discutir algo en lo que obviamente podré refutarle, así que acepto que se rinda al menos aceptando que no lo ha hecho del todo bien. ¿Para qué gastaría mi tiempo, de todos modos? Tengo una pequeña lista de personas a quienes analizar para poder nombrar a su sucesor y, espero de verdad, que sea un movimiento en el cual pueda confiar en el futuro. Sé que me estoy jugando la confianza de mis ciudadanos, pero una guerra no se gana manteniendo a todos contentos, sino buscando el modo de conseguir alianzas y despojar a tu enemigo de sus opciones. No espero que Riorden Weynart lo entienda, no cuando ha llegado al poder por lamerle el culo a mi madre y la guerra les explotó en la cara cuando sacaron a las abejas de su panal al prenderlo fuego. Mi madre no sabía de estrategia, eso estuvo claro.
— No esperaba menos — lo digo como si no fuese la orden directa que acabo de darle y aprieto mis labios en una sonrisa forzada, tan fría como la temperatura que siento en el pecho. Si al menos trae a su hermano de las bolas al ministerio, el apellido de su familia no estará completamente manchado. Giro un poco en el asiento, haciendo sonar las ruedas del mismo — Y a la chica — agrego, haciendo una floritura con la mano — Franco está aquí por ella, es un sentimentalismo adorable. Es muy fácil tomar a las personas cuando le tocas la fibra sensible, ¿no crees? — los dos rebeldes metidos en nuestro sistema son solo un ejemplo, Weynart es otro. Hasta Powell es fácil de manejar ahora que tiene una lista de personas que necesita cuidar — Nada más. Solo espero que sepas hacer tu nuevo trabajo y todo esto te sirva de enseñanza — sin mucho que añadir, acabo girando el asiento hasta darle completamente la espalda. Yo ya le he dado minutos de más y NeoPanem, algunos de sus años. Es hora de una nuevo comienzo y espero, de verdad, que sea favorable.
— No esperaba menos — lo digo como si no fuese la orden directa que acabo de darle y aprieto mis labios en una sonrisa forzada, tan fría como la temperatura que siento en el pecho. Si al menos trae a su hermano de las bolas al ministerio, el apellido de su familia no estará completamente manchado. Giro un poco en el asiento, haciendo sonar las ruedas del mismo — Y a la chica — agrego, haciendo una floritura con la mano — Franco está aquí por ella, es un sentimentalismo adorable. Es muy fácil tomar a las personas cuando le tocas la fibra sensible, ¿no crees? — los dos rebeldes metidos en nuestro sistema son solo un ejemplo, Weynart es otro. Hasta Powell es fácil de manejar ahora que tiene una lista de personas que necesita cuidar — Nada más. Solo espero que sepas hacer tu nuevo trabajo y todo esto te sirva de enseñanza — sin mucho que añadir, acabo girando el asiento hasta darle completamente la espalda. Yo ya le he dado minutos de más y NeoPanem, algunos de sus años. Es hora de una nuevo comienzo y espero, de verdad, que sea favorable.
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