The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Rasco mi nuca por la molestia, cada vez más recurrente, que me provocan pensamientos que me gustaría silenciar con el murmullo de un hechizo, así podría concentrarme en la conversación que se desarrolla en la mesa donde aún están puestos los platos que usamos para la cena que acabó hace minutos. Presto mis oídos a los comentarios que hace Liriel sobre los preparativos de una boda que, siendo honesto, no me interesa, me contengo de poner los ojos en blanco porque podría ganarme una patada por debajo del mantel, cortesía de mi hermana. Más que callar mis pensamientos debería aprender a anular mi mente, así tampoco tendría que estar presente en esta plática en casa de Woo Seok que lo tiene a él, otra vez, como el centro de atención. Podría usar a mi primo como excusa para explicar este cosquilleo nervioso en la nuca, también para justificar el por qué me coloco a la defensiva en cada comentario que me hacen, o simplemente, el que tenga los brazos cruzados y el ceño fruncido. Es la misma imagen que he dado en cada cena obligada entre primos Reagan desde que tengo memoria.

Sería usar a Woo Seok como el muñeco bobo de mis conflictos internos, esos que se deben a voces de ciertas mujeres que me hacen sentir incómodo de estar sentado en el restaurante de lujo en el Capitolio al que nos arrastró Liriel, muy acorde al estilo y carisma de mi primo y su prometida, tengo que admitir que también mi melliza se ve bien en este escenario, es su hábitat natural. El que tiene la cara como si le hubiera dado de chupar limón hace media hora soy yo, otra vez. Ojalá al limón le hubiera acompañado un shot de tequila. Froto mi frente con la parte más gruesa de mi palma para pedirle a mi mente un respiro. La voz de mi hermana se pierde en el aire, reemplazada por otra, durante meses no he hecho más que repetirme la conversación con la asesina de Annie, a ningún Weynart le he comentado de esto, ¿cómo explicarles que la tuve a mi alcance para vengar la muerte de nuestra prima? Lo hubiera hecho, de haber persistido en el sentimiento de odio, la hubiera matado. La muerte de Annie, que más que una prima más entre los Weynart, era también mi amiga… no, definitivamente, por Woo Seok no mataría ni una mosca si le pasara a él. Pero agradezco que su irritable voz sea la que me saque de ese bucle de pensamiento.

Estiro mis piernas debajo de la mesa todo lo largas que son, mirando cada tanto con disimulo el reloj en mi muñeca para comprobar que haya pasado la hora, y no, un minuto, dos minutos. No puedo decirles que tengo que irme pronto, porque Hanna está en su propia reunión de primos en casa de Riorden y bien que le daría la mitad de mi sueldo porque me incluyeran en esos planes, para salvarme de las cenas de este tipo. Cuando la charla deriva en arreglos florales para la ceremonia, mi mirada se pierde en el que está puesto en el centro de nuestra mesa. Hay otros pensamientos que son más fáciles de hacer un lado, me convenzo a mí mismo de que son sueños, de que no es cierto que hable con Alice hace unos días, sino que mi propia impotencia y frustración es lo que me lleva una y otra vez a un pendiente que no puedo resolver, o sí sé, solo que no quiero hacerlo. La silla de Liriel al echarla hacia atrás raspa mis oídos y la presión de su mano en mi hombro me rescata del ensimismamiento, a mi edad no puedo pedirle que, por favor, no me deje a solas con Woo Seok. Suspiro con desgano al buscar la mirada de mi primo al otro lado de la mesa. —Así que… ¿ministro?— puedo escucharlo, muy a lo lejos, las voces de nuestras madres haciendo comparaciones. Riorden ha sido toda mi vida un referente, tiene toda mi admiración. Woo Seok es otro cantar, uno que rompe tímpanos.
Anonymous
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Harper se encarga de recordarle con un mensaje de texto que tienen una cena familiar y aunque Wooseok ya lo sabe y planea mantenerse alejado de la casa tanto como le es posible, no puede simplemente atascarse de trabajo o excusarse con algún caso complicado para esa noche, porque sabe que su prometida le espera y si llega a faltar conseguirá algo más que un mes sin sexo, por ello es que de mala gana deja su oficina, despidiéndose hasta de la silla para hacer tiempo antes de volver a casa. Aparece frente a la puerta principal y es recibido por Harper, quien luce realmente despampanante en ese vestido violeta que pudo haberse comprado hace un par de días, o eso es lo que cree, ya que no recuerda haberlo visto antes. Le saluda con un beso en los labios y se adentra en la casa, retirándose el saco y aflojando un poco su corbata antes de ir en dirección a su habitación para cambiarse por algo más de etiqueta ya que después de todo las cenas familiares siempre se trataron de apariencia bajo la cubierta de saber sobre las buenas nuevas.

Wooseok sabe perfectamente que esta cena se ha adelantado en fecha por su último ascenso en el trabajo y aunque aún falta una semana para que la mudanza a la Isla Ministerial sea oficial, su familia no puede esperar para corroborarlo de su propia voz y entiéndase por familia al la hermana menor de su madre y a sus primos. Cuando termina de arreglarse baja a la sala donde permanece sentado en uno de los sofás, aprovechando el tiempo muerto para responder mensajes pendientes del trabajo antes de que su prometida le diga que está lista y así, finalmente ambos salgan en dirección al restaurante que su secretaria ha reservado bajo la insistencia de su madre. No tardan demasiado en llegar, son recibidos por una de las meseras quien pregunta sobre la reserva, es su prometida quién habla para que sean dirigidos a una de las zonas VIP del restaurante, lejos del resto de mesas y con algo más de privacidad.

Uno a uno van llegando a la mesa, comenzando con su madre, seguida de su tía y finalmente sus primos, Liriel y Colin. En lo que parece un abrir y cerrar de ojos los saludos pasan y la cena se lleva a cabo sin inconvenientes, de vez en cuando salen algunos comentarios sobre los respectivos trabajos hasta que su madre se asegura de recordarles a todos en la mesa que ha sido ascendido, Wooseok le sonríe y confirma la noticia, su prometida le toma de la mano porque sabe que esas actitudes de su madre le molestan un poco, sobretodo cuando se trata de hacer comparaciones entre él y Colin, ya no puede decirse con Riorden porque él fue Ministro muchísimo tiempo antes. La charla se desvía hacia los preparativos de la boda que suena lejana pero sabe ocurrirá muy pronto y aunque es muchísimo mejor que su primo en mostrar interés por los detalles de la misma, no puede evitar mirarle de reojo en más de una ocasión para comprobar lo que siempre sucede en todas las cenas Reagan, él parece estar en otro mundo y aunque Harper se esmera mucho en incluirlo en las charlas, porque mierda, su prometida es una mujer demasiado amable para su propio bien, Colin se limita a responder cortante, algo que Wooseok debe dejar pasar porque no será él quien arruine la velada.

Su madre, su tía y su prometida se levantan de la mesa excusándose de ir en dirección al jardín privado del restaurante para hablar de cosas que él no puede escuchar aún y es ahí cuando termina de un solo trago el vaso de whisky en las rocas que tiene en la mano. Está dispuesto a sacar el móvil de su bolsillo para fingir que tiene trabajo pendiente pero la voz de su primo le obliga a subir la vista, enarcando una ceja por la obvia pregunta, relame sus labios y decide recargarse en el respaldo de la silla — Sí, así es — responde igual de cortante, sin embargo está cansado de fingir que no le importa su actitud — pensé que estabas demasiado ocupado en tu pequeño mundo para prestar atención a lo que ocurría en la mesa y no me malinterpretes, no es como que realmente me interese informarte sobre mi trabajo o mi boda, pero al menos podías ser menos cabrón con Harper, ella no tiene la culpa de tu nulo interés en las cenas familiares — dicho eso, deja el vaso sobre la mesa y llama al mesero para que le sirva un poco más, porque sí, va a necesitar más alcohol en el sistema para poder soportar tales niveles de irritabilidad proporcionada por nadie más que su querido primo — por cierto ¿Para cuándo nos honrarás con una boda? seguramente después de la mía, tu madre será la primera en exigirtelo — sonríe burlón, sabiendo que quizá eso ni siquiera haya cruzado por la mente de su primo, pero incomodarlo y quizá irritarlo sea más entretenido que estar simplemente sentado en la mesa esperando a que las damas estén de vuelta.
Anonymous
Invitado
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No tiene la culpa, pero será parte de la familia pronto y puede acostumbrarse a que soy el primo que no participa de los comentarios frívolos. Mi mandíbula se tensa para que las palabras no salgan de mi boca en verborragia, que a las primeras que no le agradaría que hablara así sería a mi madre y a mi hermana, y en especial, lo que pueda replicarme mi melliza va a terminar calándome más hondo, sabe en qué puntos débiles golpear sin necesidad de ponerme un dedo encima. —No he sido maleducado con ella, apenas si he hablado— contesto a su reclamo, —siempre fui así y mejor que se lleve una impresión sincera de mí— esta es mi excusa, la que usado toda la vida, así como todos sabemos que Liriel es la que se lleva todos los honores como estudiante aplicada, solo rebasada por el propio Woo Seok al que le han dado listones hasta por ir al baño ya que levantó la mano para pedir permiso. Conocemos bien nuestros lugares en esta familia, el mío es quedarme sentado en mi silla y que hablen a quienes les gusta demasiado el sonido de su voz, como mi primo.

Para mi bien es el vaso de mi primo el que rellenan, porque de haberme llevado el mío a la boca para pasar el mal trago de su comentario, me hubiera ahogado con el líquido de escuchar su pregunta. Sin pensarlo hecho una mirada por encima de mi hombro para ver si es que las mujeres no se acercan, invocadas por la duda de mi primo para hacer sus propios aportes al tema. —Están haciéndose a la idea de que tenga una hija de diez años de la que nunca supimos hasta hace poco, como para esperar algo así. Quedó demostrado que no soy bueno siguiendo los pasos de la familia, así que hablar de boda da más miedo que expectativa…— y que no se diga que no lo intenté, traté de hacer las cosas bien, fui a una cena que planeó una amiga para que conozca a quien, casualmente, era la maestra de mi propia hija, entonces lo tuve tan claro como se lo digo a Woo Seok en este momento: —Aunque sea una niña que no creció conmigo, prefiero el compromiso a compartir mi vida con una hija, a asumir un compromiso con alguien que aun siendo aceptada por toda mi familia, me ate a mí a un error para toda la vida—. No, no le estoy echando pestes a sus planes de boda. O quizás sí, cuando creces ya no está permitido dar una patada en la espinilla a tu primo por molestoso, hay que buscar otras maneras de incordiar. —Los matrimonios son una lotería— lo digo con toda la resignación que trae esta verdad. —Y nunca he sido bueno apostando por algo, siempre la suerte le ha sonreído a otros— muevo mis dedos en el aire para señalarlo. —Prefiero ir por lo seguro, además de que los premios grandes nunca me han interesado en verdad— y así es, toda mi maldita vida, también en este lugar en el centro mismo del Capitolio, estoy deseando algo distinto.
Anonymous
Invitado
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Excusas y más excusas. Rueda los ojos al escuchar como su primo se encarga de salir libre de todo lo que se menciona bajo la misma excusa de siempre, esa que lleva utilizando desde que la familia Reagan se reunió en Neopanem. Si algo le enseñó su padre a Wooseok era el hecho de que poner excusas sólo era para gente mediocre y que ese nivel de mediocridad existiera en su familia -incluso aunque fuera la materna- le ponía irritable, sobretodo porque Wooseok era un hijo de puta, pero un hijo de puta con principios familiares y si bien le preguntaban si recibiría una bala por Colin, diría que no pero buscaría la forma en la que dicha bala no le diese de lleno en esa frente tan grande —Sí, supongo que tienes razón, tiene que comenzar a hacerse a la idea de que tú eres el amo y señor de las excusas de la familia Reagan — bufa y le da un sorbo más al Whisky, en un intento por hacer más pasable esa charla que se está desarrollando en la misma mesa donde minutos antes la felicidad de todas las mujeres de la familia -o bueno, de casi todas- reinaba.

Enarca una ceja con sorpresa al escuchar toda la retahíla sobre esa hija que salió de las sombras y que la vida de padre le resulta mucho más interesante que casarse con alguien y es algo que le queda totalmente claro desde que escucha que sólo ha aparecido la hija, no la madre y la hija. No puede evitar soltar una carcajada a su intento de mofa sobre su matrimonio y se acomoda el cuello de la camisa, liberando uno de los botones porque de repente le ha dado una enorme cantidad de calor — ¿Y qué te hace pensar que puedes ser un buen padre? Ni siquiera puedes con tu propia vida y siempre pones excusas a todos cuando te recriminan algo en lo que tienen razón, la verdad es que siento pena por esa pobre niña — termina una vez más el vaso de Whisky de un sólo trago, dejando el vaso aún con hielos nuevamente sobre la mesa — Pero diez años debe ser edad suficiente para que aprenda a ser autosuficiente, esperemos que solita sepa no seguir tus pasos y pueda volverse alguien que siempre busca más incluso cuando las apuestas no estén a su favor — exhala profundamente y busca con la mirada a su prometida que aún no ha vuelto de aquél jardín a varios pasos lejos de la mesa donde ambos se encuentran.

— A pesar de todo te deseo suerte, espero que la niña asista al Royal aunque probablemente mi tía esté más que metida en ese tema y hasta ya esté a nada de poner un pie dentro del colegio — el mesero regresa con lo que parece una botella de vino, Wooseok le mira extrañado y el hombre comenta que es un obsequio por parte de la mujer de violeta automáticamente dirige la mirada al jardín y recibe una sonrisa de complicidad de su prometida quien le hace una seña para que beba y eso sólo le deja en claro dos cosas. La primera, que está empeñada en ganarse a Colin y la segunda que demorarán más de lo esperado en volver a la mesa, lo cual no puede ser del todo una buena señal. El mesero sirve dos copas y le tiende una a Colin — espero que al menos esto lo aceptes y no le rompas el corazón a mi mujer — chasquea la lengua y le da un pequeño trago a su propia copa.
Anonymous
Invitado
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Detesto igualarme en arrogancia a mi primo y es lo que acabo haciendo cuando curvo mis cejas al poner mi mejor cara de «esto es lo que hay», no puede ser de otra manera, nunca me irán los modales por cortesía y exagerados para agradar a alguien, de hecho si me muestro amable con su prometida, tampoco creo que le guste porque eso solamente podría significar algo que perjudicaría sus planes de boda. Pero lo bueno de no meterme en competencias con Woo Seok en las que terminaré perdiendo -una infancia de edades similares nos dio antecedentes para suponerlo así-, es que no tenemos los mismos gustos, así que mi existencia o inexistencia de simpatía a su prometida debería ser algo que le trajera sin cuidado. Puede ofenderse -si quiere- de que ponga en duda con mis palabras si casarse es tan buena idea como todas las mujeres de esta mesa así lo creen, que responda tomando la comparación que hago de tener una hija, para darme un golpe con más fuerza y tan preciso que hunde mi estómago, debe servirme como recordatorio de que no quiero meterme en peleas con Woo Seok.

Y este es el momento en que para llevarte el primer premio, también dirás que eres mejor padre que yo, incluso sin tener hijos— lo digo con indiferencia, negándome rotundamente a mostrarle que golpeó justo donde duele, porque creo que Hanna es de las pocas cosas que llegaron a importarme, si no es la única, en hacer las cosas bien y por eso pesa tanto no poder hacerlo, descubrir cada día que mi mente me hunde en cavilaciones angustiosas que llevan a tocar cada vez más hondo y tengo que rehuir la mirada de una niña de diez años en el desayuno para que no vea que estoy ausente de los lugares en los que me encuentro, también de los que comparto con ella. De que quiero huir, con mucha más desesperación, cuando me miro en sus ojos y hago un repaso de toda su historia que me demuestra culpable. Ni siquiera puedo con mi propia vida, si duele es porque es la verdad. No respondo porque no tengo manera de contradecir nada de lo que dijo, yo también espero que Hanna pueda encontrar su propio camino y que no sea como el mío.

Pero me hace reír, lo miro como si me estuviera contando una broma fuera de lugar cuando dice desearme suerte. «Toma esta mierda y también un poco de suerte», ¿tengo que entenderlo de esa manera? Ruedo mis ojos para fijarme en los candelabros del techo, las luces me resultan irritable, así como el mesero vestido de etiqueta, todo, es cierto que la compañía define los sentimientos que pueden inspirar un lugar. Me apropio de la botella de vino que el hombre ofrece para seguir llenando mi copa más allá de la medida apropiada, casi que el líquido se derrama fuera del borde, y de esa manera también, me hago de la posesión del vino para dejarlo de mi lado de la mesa. —Agradezco el gesto, pero dile que no se esfuerce tanto. Si yo no te agrado, ni tú me agradas, no tiene caso que pierda energías tratando de agradarme a mí. No es como fuera importante—. Bebo de mi vaso hasta dejarlo casi vacío y le lanzo un mirada ceñuda de clara incredulidad. —Nunca ha importado mi opinión sobre nada, que ella me agrade o no, ¿cambia algo? ¿Cómo dijiste? Ah, sí, que soy el primo que no sabe qué demonios hacer con su vida, ¿importa lo que pueda opinar sobre la novia del primo que ha demostrado que sí sabe tener todo lo que quiere?— chasqueo mi lengua, un gesto que Liriel me suele reprobar. —No me metas en tus cosas y no te metas en las mías— eso quiere decir, Hanna, es lo único que tengo que no pertenece a toda la familia, aunque en ocasiones estoy tan perdido que si no fuera por toda la ayuda de mis hermanos, en verdad no sabría qué hacer con ella.
Anonymous
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Había dado vueltas de aquí para allá todo el día, estaba cansado, me dolían los pies y el cuerpo, la cabeza... la vida. Aquel día en el restaurante había sido bastante pesado, todo el día había tenido algo quehacer, y normalmente eso le agradaba, era bueno ver que las cosas marchaban bien, pero aquel día no, tenía la famosa reunión familiar y no podía estar menos emocionado, solo quería llegar a casa a darse un baño y luego meterse a la cama y desaparecer ahí hasta el día siguiente a empezar su nuevo día, igual al anterior y todos los días, parecía, pero tenía que acudir, lo había prometido, tenía que ser el hijo perfecto, siempre intentaba serlo, así que debía cumplir su palabra, lo quisiera o no.

Se despidió de sus empleados alrededor de media hora antes de su cierre habitual, normalmente era el último en irse, pero tenía que darse un baño y arreglarse antes de eso, claro, no podía presentarse como estaba, debía impresionar, como siempre, uno nunca sabía cómo o con quién saldría del lugar, mejor ir preparado. Se apareció en su casa, se dio un baño rápido y se arregló lo más presentable posible antes de irse a donde habían quedado, sabía que llegaría tarde, probablemente no alcanzaría a comer, no que realmente importase, después de pasar todo el día en el restaurante hambre es lo que menos tenía, así que no le importaba en lo más mínimo, solo pediría algo de beber y rogaría por no terminar más ebrio que una cuba.

No le sorprendió, al llegar, que las mujeres estuvieran afuera platicando, Jong no tendía a ser demasiado amistoso con estas, la única mujer en su vida era su hermanita, de ahí en fuera, todas las mujeres recibían su más frío lado, aún así la etiqueta y la cortesía eran parte de él, así que las saludo con fría cortesía antes de ingresar, prefería lidiar con su hermano que con cualquier tontería que su familia estuviese haciendo... o quizá no. La atmósfera se sentía tensa, no estaba seguro si le agradaba, le gustaba fastidiar, claro que si, pero meterse en una pelea de aquel par era simplemente cansado, su hermano era su favorito, sin lugar a dudas, pero entendía el punto de vista de su primo, él había estado en ese lugar, seguramente sería igual si no adoras tanto a su hermano mayor, pero ese par lo llevaba a los extremos. Rodando los ojos se acercó con paso tranquilo y despreocupado, ordenó lo primero que se le ocurrió y pasó un brazo sobre los hombros de cada chico, una sonrisa tonta en su rostro, claro que notaba la atmósfera, pero estaba bien, saldrían vivos... quizá - hey, lamento la demora ¿me perdí la comida? No puede ser mejor que la que preparo - dijo con toda tranquilidad, como si aquel par no estuviera a nada de matarse.
Anonymous
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Suelta una carcajada que incluso puede ser escuchada un par de mesas lejos de donde están sentados, quizá piensen que su primo es bastante cómico pero en realidad la risa es por la estupidéz de sus palabras, como si de alguna manera la vida familiar se tratase de ver quién tiene el pene más grande y sabe que quizá su primo se lo ha tomado así desde que alcanzó a escuchar a su tía compararlo con él desde que eran unos adolescentes, recién ingresados al Royal — Incluso yo sé que nadie nace sabiendo ser padre, pero se intenta lo mejor por los críos y tú mejor que nadie debería saberlo, sobretodo porque ahora tienes una verdadera responsabilidad y más que preocuparte por sacar tu repertorio de frases sarcásticas o sobre lo mucho que me odias o a esta maldita reunión, deberías estar pensando si estás convirtiéndote en un buen ejemplo para tu hija porque no, aquí no puedes simplemente meter las manos en tus bolsillos y decir “esto es lo que hay, lidia con ello” porque ella apareció ante ti por una razón y es momento de que dejes de dejarle toda la mierda de responsabilidad a Riorden o a Liriel, ellos tienen su propia vida y no siempre van a poder meter las manos al fuego por ti ante tu madre — le da un trago a la copa de vino que tiene en la mano, intentando pasar todo el veneno que ha salido de su boca, porque sabe que se ha pasado de mano pero no le importa, porque si se trata de decir verdades, su acompañante tiene las de perder.

Enarca una ceja por su comentario y se encoge de hombros, jamás entenderá por que su prometida se empeña en agradarle, quizá su creencia sobre la familia y ese rollo con su pasado, pero él no será quien le corte las alas, esa siempre será la especialidad de su primo — Por alguna razón para ella es importante y si ella quiere ganarse al primo que no odio pero sí me resulta irritante, entonces dejaré que lo haga, sólo te advierto que si le llegas a herir, entonces sí que va a importarme — nadie, absolutamente nadie puede herir a Harper, mucho menos un crío con barba como el que tiene delante. Quiere responderle con la misma cantidad de veneno que antes, pero una voz conocida le interrumpe y no puede hacer más que sentirse más relajado al notar que su querido hermano menor ha hecho acto de presencia, como siempre, salvandolo de la bomba de tiempo — te perdiste de una cena regular y sí, puedo decir que la comida que tú preparas es mucho mejor — le dedica una sonrisa y alza la mano para que el mesero se acerque y tome orden de lo que sea que quiera.

Se acomoda en su asiento y bebe un poco más de vino, sin saber muy bien cómo iniciar nuevamente la charla, intentando evitar la mirada de su primo porque, joder, si le sigue mirando seguro que sigue con el ataque de palabras — Y ¿Qué tal el restaurante? quise convencer a mamá de que hiciéramos la reunión ahí pero parece que los lugares de apariencia extravagante son sus favoritos y quizá no todos aprecian la buena comida — dice lo último para referirse a Colin, cual crío de cinco años lanzando indirectas al primero que se deje — ¿Quieres ordenar algo? he llamado al mesero y la cena corre por mi cuenta así que pide lo que quieras — le dedica una sonrisa y le da un par de palmadas en la espalda, intentando relajarse más para no ir directo a la yugular del único Weynart presente.
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Invitado
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Puedo sentirme enfadado con mi primo por su prepotencia, sus aires de saberlo todo, de ir criticando por ahí porque se cree con la autoridad de hacerlo, y lo que va a molestarme aún más es que cada una de sus palabras sean las acertadas para tocar donde sé que estoy en falta, haciéndome sentir tan estúpido como cuando teníamos siete años. Prefiero atragantarme con el vino antes de reconocer ante él que Hanna es una responsabilidad que me sobrepasó, que no tengo idea de cómo hacer esto de ser un padre, porque un día de buenas a primeras me encontré con una hija y esos diez años que me hubieran servido de escuela no me los dieron, simplemente me encontré con ella, y me siento fatal de reconocer para mí mismo que cada día que pasa, y me siento aún más incómodo con quienes se suponen que son mi familia, no tengo idea de donde estoy parado yo, mucho menos tengo idea de qué hacer si tengo una niña a mi lado. ¡Claro que mis hermanos lo sabrían mejor! Se han ocupado de marcarme el paso porque al parecer por mi parte no he sabido llegar a ningún lado.

¡Y Weo Sook lo logró otra vez! Logró que volviera a sentirme un inútil que quiere gritarle que se vaya a la mierda porque esa es la respuesta inmadura por excelencia. Se oirá pésimo en este restaurante. —Vete a la mierda, de mi madre y mis hermanos me ocupo yo, tienes la tuya y también tus hermanos, ocúpate de ser el jodido ministro entre los tuyos— porque se puede ser inmaduro con una respuesta un tanto más larga, y como si lo hubiera invocado, la cara reconocible de mi otro primo se aparece, creo que en el momento preciso para que esto no se ponga peor. Porque con la amenaza velada de Weo Sook sobre lastimar a su prometida, entro en la duda de si realmente sería capaz de salir del traje para responder a un puñetazo. Pero no soy una basura para dirigir hacia Harper el resentimiento que podamos seguir avivando con mi primo, así que no me tomaré su advertencia como incentivo para nada, la sacaré del foco de mi actitud hostil que estos días no hace más que reafirmarse.

Asiento con la cabeza hacia Jong cuando se acomoda entre nosotros, respiro hondo así hago el intento de cambiar el aire denso que se instaló en la mesa y no digo nada a la siguiente pulla de Weo Sook. —No te perdiste de mucho, solo tu hermano tomando su vida y decisiones como ejemplo para que lo imitemos, te toca ser el que agarre el ramo en su boda— le informo, como en todas las familias, la nuestra no es la excepción, matrimonios, bebés y ascensos en el trabajo son noticias bienvenidas que mantienen ocupadas a las mujeres mayores, las cuales no duermen por las noches si sus hijos no logran poner en orden su vida y la única que al parecer seguirá sufriendo de ese insomnio es la mía. Le muestro la botella de vino a Jong y puesto que todo corre a cuenta del mayor, pregunto: —¿Pedimos algo más fuerte?
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