Han pasado unos pocos días, pero aún así continúa fastidiándome un poco la nariz, en especial en las tardes como hoy. La nieve ha caído en gran parte del gigantesco distrito como una cortina blanca y gris, haciendo que el frío nos mantenga resguardados dentro de las casas, en especial cuando eres una persona como yo que no tiene absolutamente nada para hacer. Y con nada me refiero a eso… nada. Ya descubrimos que la milicia no es una opción para mí, incluso cuando he pedido ayuda para poder mejorar mi rendimiento. Cocinar con Sage tampoco es una opción. ¿Mecánica? No sé. ¿Magia? Soy muggle. ¡Y jamás tuve una educación decente, con suerte y sé leer carteles e instrucciones! Sé que se están esforzando por incluirnos y reincorporarnos a la sociedad, pero estas cosas llevan tiempo y yo jamás he sido una persona paciente. Hoy, por ejemplo, me han enviado a los invernaderos para ayudar y chequear si puedo sumarme a ser parte del sector de la agricultura. No me tengo fe, pero es mejor que quedarme viendo las paredes.

Siento que tener a Hero a mi lado es como se debe sentir un niño en su primer día de clases, aunque estamos lejos de que éste sea mi primer intento de ser útil. Solo me ha acompañado para explicarme qué es lo que se necesita y qué debo hacer, que ella se encargará de llenar las planillas con una señora con nombre complicado en cuanto yo termine el trabajo con una muchacha llamada Sam. La he visto, no diré que no. Nos cruzamos un par de veces en estos días, en los que fui y vine de las plantaciones hasta que la nieve volvió todo bastante complicado y ahora solo podemos cosechar las plantas que se encuentran mantenidas mediante magia en los invernaderos. Hay hasta calabazas del tamaño de un perro pequeño, así que tengo que esquivarlas para poder llegar a mi compañera y tenderle la mano para estrecharla — Jim, por si no lo recuerdas — me presento con una vaga sonrisa, sacudiendo nuestro agarre — Hero dijo que debemos llenar las listas con aquellas verduras que ya se encuentren maduras, anotarlas y dejarlas preparadas para el envío. Algo así — sí, así es como acabo con mi fingida seriedad.

Abro y cierro mis dedos para quitarme la sensación de formalidad de la mano, alzando los ojos hacia el techo alto, cuyo vidrio se encuentra empañado por los copos de nieve que nos hunden en silencio. Decido que es mejor comenzar antes de quedarnos de pie como dos idiotas, así que le doy la espalda para tirar de una de las páginas y así empezar a chequear… ¿Qué es esto? ¿Lechuga, espinaca? — Así que… — mi voz flota en el aire, dudoso, porque más allá de su nombre y que es muggle como yo… no tengo nada de ella — ¿Te gusta el nueve? — Que no se note que me aburro fácil.

Con los labios fruncidos miro el las dos verduras que tengo una en cada mano e intento descifrar cuál es cual... Me dijeron que tengo que preparar los zapallos para empezar, pero hay uno que me sobra. Puedo saber cuáles son las zanahorias, las papas, las cebollas ¿Pero ésto? Es más difícil de lo que creí. Pero lo que sea por salvarme de las clases, prefiero confundirme aquí afuera antes de encerrada con un libro en la mano. Por suerte llega un chico para relajar el ambiente en el que me veo sumergida. Lo he visto algunas veces y le dedico una sonrisa antes de volver la atención a mi dilema. De forma distraída le tiendo la mano y digo - Gracias porque no lo recordaba - intento no sonar cortante, es solo que soy algo distraída - Sam - le recuerdo por las dudas - Hero, claro... Por supuesto - tampoco recuerdo quién es Hero, pero debe ser muy heróica. El punto es que tenemos la misma tarea y es hora de ponernos con ella.

Dejo los vegetales sobre la mesa de madera y me acomodo el gorro pues el frío me está entrando por las orejas - No he conocido mucho hasta ahora, pero es mejor que vivir en unas ruinas y aquí tenemos comida - respondo encogiéndome de hombros - ¿Habrá forma de que éste sea el zapallo maduro y éste otro el que aún no está listo?- pregunto con el ceño fruncido levantando primero el más grande de color anaranjado y luego el pequeñito de color verde - ¡Esto es difícil! - me quejo al final rindiéndome por el momento.

Me levanto del taburete y camino por el invernadero que nos ha tocado. Mi hermana dice que cuando te bloqueas hay que distraerse para volver al eje, así que es lo que voy a hacer - ¿Eras esclavo? - pregunto a mi compañero - Debes conocer los otros distritos... ¿Cómo son?

No sé mucho de las personas que han llegado con el correr de las semanas, pero puedo hacerme una idea de que no la han tenido para nada fácil. Como el otro día, desde la ventana de mi casa pude ver una camioneta cargada de personas en pésimas condiciones en la parte de atrás, que me hicieron sentir hasta afortunado de haber tenido una mejor suerte que ellos. Y sí, mi vida fue un desastre casi en su totalidad, pero he llegado bastante entero a donde me encuentro ahora. Sam me lo recuerda cuando habla de ruinas, aunque quizá no sean tan graves como los años en el mercado. Al menos, no tengo que decir nada al respecto porque su pregunta me da la excusa de asomarme por su hombro — Una de las pocas cosas que he aprendido es que el color verde no es el del zapallo — intento que, al menos, suene como un chiste. Es mejor tomarlo con humor, que vaya a saber cuánto tiempo vamos a estar aquí — Hay cosas peores. Imagina que hay gente a la cual envían a limpiar la mierda de los establos — pongo mi mejor expresión de horror exagerado, antes de sonreír y regresar a mi trabajo.

Estoy chequeando nuevamente estas plantas verdes, las cuales decido que son un montón de espinaca, cuando su pregunta me deja un momento quieto antes de responder — Sí — digo simplemente. No es lindo hablar de esas épocas, no cuando aún llevo marcas en la piel y muchas más en la mente. Tacho la espinaca de la lista y me enderezo, golpeteando suavemente la tablet contra mi pecho en un gesto pensativo — No conozco demasiado. Trabajé en el seis y la isla ministerial, no tienen nada de especial además de las casas inmensas y los caprichos sin sentido — doy unos pocos pasos para pasar a la siguiente verdura, la cual parece recién estar empezando a crecer, así que no tengo idea de qué se trata — He ido a algunos pocos a hacer compras, como el cuatro y el Capitolio, pero tampoco… cuando escapé anduve por el norte, pero sospecho que no necesitas que te haga un mapa turístico de esa zona — si no vino de allí, no tengo otras opciones lógicas y tendrá que iluminarme un poco el camino.

Me atrevo a echarle un vistazo y se me asoma una vaga sonrisa, de esas que no son en realidad una muestra de felicidad, sino de aceptación a un pasado que no podemos cambiar — Sería estúpido preguntarte por qué viniste aquí, todos esperamos lo mismo — una vida sin líneas prohibidas, esas que los magos llaman justicia y nosotros venganza — ¿Planeas dedicarte a la agricultura o eres como yo? Ya sabes, andas probando qué cosas quieres para tu vida porque no tienes idea de qué hacer con ella — ¿Demasiado sincero?

Miro sobre mi hombro y asiento pues tiene toda la razón del mundo. No hay forma de que el verde sea un zapallo, además parece inmaduro así que debe ser el error de algún novato al sacar otra verdura antes de tiempo. Pobre chico... Se comerá una reprimenda cuando lo vean los superiores, pero creo que todo lo que nos queda a nosotros es descartarlos así que lo lanzo contra una esquina y empiezo a contar los anaranjados enormes que sí se ven apetitosos mientras descarto los que parecen la versión vegetal de un duende malvado - Al menos así podemos regresar a casa con el olor de nuestro propio sudor y nada más - comento como si fuese algo positivo pero en realidad... tampoco está tan bueno.

Mi expresión cambia a una triste cuando menciona que sí fue un esclavo pues tengo bien en claro que eso es lo peor a lo que puede ser condenada una persona sin magia como nosotros. Denya lo dijo varias veces, mejor muertas de hambre sin un techo para cubrirnos de la lluvia que sirviendo a una varita y así hemos llegado aquí con nuestro orgullo intacto - ¡El seis! - exclamo pues prefiero concentrarme en el lado positivo de lo que dice para que no se sienta mal - Ahí es dónde están los autos ¿No? Siempre quise uno... Claro que jamás tuve siquiera una bicicleta así que no sabría como manejar ni uno ni el otro - admito con una mueca.

- Creo que no tenemos que sentirnos culpables por no saber qué demonios hacer con nuestras vidas, hasta hace poco ni siquiera sabíamos que tendríamos la oportunidad de vivir una - respondo rápido encogiéndome de hombros - Pero creo que me quedaré aquí... Mi hermana sabe algo de todo ésto así que me dará una mano... Y lo que sea para no tener que tocar un libro ¿Sabías que algunos de nosotros tendremos que estudiar? ¡Es una locura!

— Es bueno ver que no soy el único que no sabe cómo conducir teniendo la edad adecuada para hacerlo. ¿Puedes creer que un sujeto se rió de mí cuando le dije que no tenía ni idea de lo que era un cambio en un coche? — lo poco que he escuchado de esas cosas ni siquiera vino por el lado de mi antiguo amo sino de Lara, con quien las conversaciones eran tan variadas que, a veces, sospecho que no podré encontrar ese grado de confianza con nadie. ¿Cómo es que terminamos siendo dos extraños? Sí, sé que ha elegido el tener un hijo con un político corrupto a mantener una amistad conmigo, pero aún así me sigue siendo extraño. Ya saben, como cuando el enojo se evapora y solo te queda la decepción, porque no reconoces a esa persona como solías hacerlo — Pero fuera de los coches, el seis es bastante aburrido. No le tengo mucho aprecio — quizá porque mis experiencias por sus pagos no fueron las mejores.

Levanto la mirada por encima de la tablet porque, a decir verdad, Sam es la primera persona que en estas semanas dice algo que se acerca bastante a lo que yo mismo he estado pensando. Sé que me han consolado, pero es diferente cuando viene de la mano de alguien que ha pasado por cosas un poco más similares a mi situación — Creo que no será obligatorio para los mayores de edad, pero sí tendríamos que prepararnos en conocimientos básicos. Algo así — que hay que prepararnos para los oficios que querramos realizar y no ser un montón de analfabetos incultos. Tengo que admitirlo, la idea me abruma un poco, en especial porque es todo lo que siempre he querido. Sé que la guerra no está ganada, pero a veces me digo que no me gustaría que nada de esto cambie, que aún tengo que terminar de acostumbrarme antes de dar un paso más grande. Es un pensamiento cobarde, lo sé, quizá porque estoy tratando de no pensar en aquellos detalles que me llenan de culpa.

— ¿Tu hermana es agricultora? — bajo la tablet, que sé que no debería hacerlo pero me es inevitable no sentir cierta curiosidad. Apoyo mi peso en el costado de una de las columnas y cruzo mis brazos — Lo siento, pero nunca he sabido cómo funcionan los muggles que no terminaron siendo esclavos. Todos los que he conocido que se rebelaron al sistema fueron… bueno, no terminaron bien.

Bufo apartando la vista y luego largando algunas sonrisas nerviosas pues dudo que un cambio de auto sea algo tan sencillo como cambiar uno por otro ¿No es eso? Que vergüenza de muggle soy, debería ser experta en todos éstos aspectos pero no... Aquí me encuentro siendo más ignorante que incluso que el que recibió burlas por serlo - Quizás algún día pueda conocerlo y estrellar un coche por ahí - fantaseo con la idea alzando las cejas pensativa. No sé cuánto pasará para que este proyecto del nueve se extienda a otros distritos, o si va a hacerlo algún día. Lo bueno es que no es el único plan de respaldo que tengo para ser completamente libre por Neopanem, así que si no viene de un lado quizás lo haga de otro.

-No afirmo ni niego que he dicho algunas burradas que me hacen entrar en la categoría de futuros estudiantes - confieso con una mueca, pero no avergonzada. A ver... Por suerte nunca tuve la obligación de levantar un libro y probablemente la mayoría de los niños no lo haría si no fuese obligación así que ¿De verdad tengo que sentirme culpable por no saber algunas cosas? ¡No! Porque mi conocimiento viene de la vida, la crueldad ha sido mi maestra y el miedo mi tutor, criada en la calle y a mucha honra - Lo siento, estoy siendo dramática en mi mente - aclaro cuando caigo en la cuenta de que llevo varios segundos en silencio con el mentón en alto.

-De algo había que vivir sin dinero ¿No? - respondo a su pregunta dejando las cosas de lado para girarme en la silla y poder verlo de frente. Creo que ya hemos descifrado lo básico del inventario así que podemos tomarnos un momento para charlar, espero - Creo que el truco era rebelarse antes de que el sistema estuviese completamente armado - digo con los ojos clavados en el suelo - Recuerdo que mis padres dijeron que algo andaba mal y luego... nos fuimos - ellos no y jamás sabremos dónde terminaron - Jamás nos registraron y luego de eso huímos y huímos... Tampoco fue una vida bonita.

— Apenas y sé leer, no tienes de qué avergonzarte. Un niño de ocho años lo hace mejor que yo — a pesar de mis palabras, las suelto de un tirón cargado de una vergüenza que me gustaría poder disimular. No me creo la persona más estúpida del mundo, sé que tengo un razonamiento lógico que otras personas me han halagado en el pasado y, aún así, mi ignorancia en la mayoría de las áreas culturales y académicas es algo que no puedo negar y con lo que lucho todos los días, en especial ahora que vivo en un mundo que me lo hace notar. Cuando lo único que tienes que hacer es cocinar, lavar y sobrevivir, nadie te dice que eres un bruto. Mi falta de educación empieza a pasarme factura ahora que he sido introducido al mundo que otros llamarían real — No te preocupes, yo soy dramático todo el tiempo — bromeo, aunque a decir verdad casi siempre lo hago para fastidiar.

Supongo que tiene razón, se la doy de válida con un movimiento de hombros y un mohín. Siempre he sentido cierta envidia hacia aquellos que pudieron escapar, a veces oigo a los del catorce hablando de cómo crecieron y no puedo evitar pensar que eso fue mucho mejor que el mercado de esclavos. Allí donde ellos estaban rodeado de verde, yo estaba rodeado de negro. Fue crecer en un agujero húmedo en el cual solo pisoteaban tu autoestima, hasta hacerte creer que no vales absolutamente nada. Tener amigos que se preocupan por ti, personas que quieren siquiera tomar tu mano… Eso es totalmente nuevo y gratificante — Al menos tuviste la oportunidad de ver el mundo fuera de cuatro paredes. Y hoy, todos estamos aquí para que eso no vuelva a repetirse —  sé que suena como que me he fumado los discursos políticos de la televisión, pero me gusta creer que al menos estamos haciendo algo bien. Le sonrío, con un gesto que puede parecer forzado pero que busca ser lo más sincero posible a pesar de estar hablando de temas para nada alegres — Tienes suerte, Sam. Puedes decir que eres una sobreviviente del sistema y que estás aquí para ver cómo las cosas se solucionan. Aunque sea limitado… podemos decir que somos libres y ha valido la pena.

Creo que Jim me cae bien, porque no tiene la necesidad de ocultar sus falencias como lo hacen la mayoría, así que le sonrío y estiro mi brazo para darle un puñetazo en el hombro. Pobre de él, ahora tendrá que aguantarme más de seguido porque no hay forma de que pida trabajar en equipo con alguien que no sea él... Al menos hasta que haga más amigos y aparezca otra persona que me caiga mejor, peor aún así no lo apartaría del todo - Bah, pero podemos aprender ¿No? Para eso estamos aquí. Quizás no seremos expertos hasta dentro de unos años pero tenemos un futuro más brillante del que podríamos haber imaginado hace unos meses atrás - nos doy ánimos encogiéndome de hombros. Vaya, años... Eso es mucho tiempo... ¿Puedo hacer planes a largo plazo?

Asiento pensativa pues sí que he visto un poco más del mundo, solo que controlada y más que nada las ruinas en las que vivimos. Sé que estamos aquí para ser libres, pero limitarnos a éstas fronteras sigue pareciendo injusto habiendo todo un mundo para explorar - He huido al sistema, tu lo has enfrentado y lo has vencido - le remarco con un dedo en alto porque de haber estado en el mercado no sé que habría sido de mí, probablemente no sería tan alegre como ahora - Somos sobrevivientes, libres y tenemos todo el tiempo del mundo para vivir eso de lo que nos hemos perdido - se me ocurren varias cosas, aunque algunas probablemente ya no podremos hacerlas como saltar en un castillo inflable o hacer hombrecitos con comida chatarra - ¿Tienes familia o ellos siguen allí? - pregunto con una mueca moviendo mi cabeza en dirección a dónde creo que está el Capitolio - Si algún día necesitas rescatarlos, cuentas con mi ayuda - me ofrezco sin pensarlo demasiado - Pensaremos en algo.

Todavía me queda un poco de dignidad como para no ponerme a dar detalles a una chica que apenas y conozco sobre como prácticamente no hice nada para vencer al sistema. Si me pongo a hacer un recuento, lo único que sucedió fue que no regresé a casa tras las compras que debía hacer y en su lugar me quedé vagando por el norte, hasta tener la suerte de encontrar a una amiga que me metió en toda esta locura. Cuando fue el día de poner las cartas sobre la mesa y hacer algo de valor, no fui capaz de durar más que unos minutos en el campo de batalla y eso fue todo. Desde entonces, solo estoy aquí tratando de adivinar en qué soy bueno. No me siento un vencedor del sistema, en lo absoluto. Solo tuve suerte de tener amigos que me aceptaron y metieron dentro de su revolución —¿Tienes idea de qué cosas quieres hacer ahora que hay tiempo? — sé que suena un poco infantil, pero no puedo contenerme. Mis únicos amigos muggles son Agatha y Sage y solo éste último tiene consciencia de lo que es ser esclavo, aunque su historia difiere mucho de la mía —Yo tengo una enorme lista. Ya sabes, quiero tirarme de culopatín, ir al cine, a una discoteca, a un bar lleno de ebrios, vaciar una tienda de todo lo que podré comprar... — enumero con la ayuda de mis dedos, al menos ya pude tachar el tener un dormitorio para mí solo. Lo amo, no dejo de decorarlo con tonterías con tal de dejar bien en claro que me pertenece, sean plantas en la ventana o lo que sea.

Todo aire risueño se me va por el caño ante la mención de una familia que tiendo a olvidar que ha existido. Lo primero que me nace hacer es el darle la espalda, aclarandome un poco la garganta en lo que me paseo por el invernadero con la falsa intención de revisar las verduras, a pesar de que mis ojos no las están viendo —Gracias por la buena intención —le echo una mirada por encima de mi hombro que dura tan poco como la sonrisa ligera y desganada que le regalo —Pero no, no tengo familia. Ellos... Solo no existen y ya. Bueno, tengo un hermano que fue vendido cuando yo era pequeño y es todo lo que ha quedado, aparte de mí — no tengo idea de dónde está, de como luce, de si siquiera le interesa saber algo de mí. Abandono la tableta y arranco lo que parece ser una uva, la cual me llevo a los labios y descubro lo jugosa que puede ser; no, jamás había probado una —Los chicos suelen organizar juntadas. A Kendrick le gusta dar su casa para que todos nos embriaguemos y juguemos videojuegos — es un cambio de tema brusco y forzado, lo sé. Ni siquiera suena alegre —Deberías venir alguna vez. Te agradarían — o no, pero ya qué.

Puedo sentir como mis ojos se iluminan cuando pregunta y no tardo mucho en asentir. Sé que habrá tiempo para hacer todo pero me gustaría poder hacer todo al mismo tiempo, como por ejemplo jugar un partido de basket mientras como un pote de palomitas y miro la saga completa de películas que ya descansa sobre la mesa ratona de mi nueva casa esperando el primer fin de semana en que mi hermana y sobrino estén libres para verlas todos juntos - Creo que tengo todo eso en mi lista también... Menos lo de vaciar una tienda, que eso ya lo he hecho - cuento desviando la cabeza para que no vea mi gran sonrisa. Puede que no haya sido del todo legal pero, en mi defensa, no había nadie vigilando - Si vas al zoológico no esperes encontrar muchas tazas de demiguise en la tienda de regalos- agrego con una mueca - Podríamos ir a tirarnos de culopatín en las colinas algún día si quieres, suena divertido - y creo que es lo más parecido a conducir que podemos lograr sin una licencia o experiencia.

Pero no sé si querrá luego de cómo reacciona a mi pregunta sobre la familia. De inmediato me arrepiento y agradezco que se de vuelta pues así no puede ver la mueca que se forma en mi rostro. Para mí la familia es algo natural, lo único que conozco por lo que me es fácil olvidar que es un tema complicado para otras personas - Lo siento - digo pues tampoco estoy aquí para juzgar lo que cada uno hace con su vida porque creo que el común denominador de todos los seres vivientes es que hacemos lo que podemos con las circunstancias que se nos presentan.

-Eso... suena agradable - respondo con un tono que ni de cerca se acerca al que tenía antes. Pero respiro profundo y me paro derecha en la silla pues no podemos desperdiciar segundos de nuestras nuevas vidas estando tristes por algo que no podemos cambiar sentados en un invernadero - Aunque nunca me he embriagado, de dónde vengo no me dejaban tomar alcohol - creo que porque se imaginaban cómo sería... Nadie quiere escuchar hablar incluso más a la pobre Sammy - Dicen que hay distintos tipos de ebrios ¿Cuál eres tú? - pregunto ya con la sonrisa de antes, mucho más animada dando un salto del taburete para ir por otra caja de zapallos.

Por extraño que suene el decir que es agradable el pasar un rato entre personas que arman dramas por tonterías como besos y botellas, la verdad es que lo es. Hay simpleza en las tonterías que nos sacan de la rutina, esas que te recuerdan que son un grupo de jóvenes normales más allá de participar en revueltas y atentados contra el gobierno. Aún recuerdo lo raro que fue el descubrir que Ken tenía una novia tan normal como Synnove y ver que la mitológica guarida de los rebeldes tenía una consola de videojuegos —Para serte sincero, la primera vez que me emborraché fue con ellos — admito — Y no es la gran cosa, no bebería si fuese solo. La gracia está en compartir un momento con tus amigos y crear recuerdos — de esos que antes no sabía que necesitaba.

No entiendo de dónde saca tanta energía, mis ojos la siguen ir hacia el zapallo con cierta confusión —Yo... No lo sé — me quedo pensando, al menos la conversación me da la excusa de salirme de pensamientos depresivos al irme a la enorme duda de como soy yo ebrio —Solo... sigo igual que siempre, pero más bocón de lo habitual y sin pegas al momento de besar gente — por todos los cielos, soy un ebrio calentón, que desastre. Me giro hacia ella con cierta rapidez y alzo mis dos manos pidiendo tiempo —No quiere decir que me meto con todo el mundo, solo que puse menos resistencia... ya sabes, el alcohol... Olvídalo. No importa —En primer lugar... ¿Por qué le estoy contando esto? Apoyo las manos contra el extremo de la mesa que tengo detrás y me recargo allí —Si evitas vomitar, estarás bien. Y si quieres probar cigarrillos o marihuana, tengo de dónde sacarlos — siempre tan buena influencia. En mi defensa, Beverly jamás se opone a dar flores.

Sonrío imaginándome a mí misma en una situación tal... Quizás no debería ir a embriagarme con un montón de desconocidos, pero supongo que puedo hacerlo alguna vez cuando encuentre un grupo de confianza que me caiga bien y me pueda dejar en casa sin correr ningún tipo de peligro - Espero no ser una ebria amnésica, sino los únicos recuerdos que tendré serán los de la resaca - respondo pensativa. Que he escuchado historias en la noches de fogata en la que hablaban de personas con las que se acostaban sin ser conscientes y al despertar el otro día no podían recordar absolutamente nada ¡Eso no puede pasarme a mí! Prefiero ser de las ebrias que se suben arriba de la mesa y cantan a todo pulmón una canción en un lenguaje desconocido.

Mis brazos se aflojan cuando empiezo a reír por lo que me cuenta, así que me apresuro a dejar la caja sobre el taburete para no terminar con todos los zapallos en el suelo - No tiene nada de malo aflojarse estando ebrio, siempre y cuando te hagas cargo de tus hijos luego - bromeo con él encogiéndome de hombros. Que por lo que ví Kendrick y sus amigos son más jóvenes que nosotros... No creo que ya anden por ahí armando fiestas extrañas grupales ¿O sí? La verdad es que no sé qué tan avanzados están estos chicos, yo a mis veintitres no me animaría ni de chiste.

-Oh no, eso no... Creo que con el alcohol estaré bien de momento - respondo rápido con mis manos en alto para poner un freno. Toda esta nueva vida ya es demasiado surreal como para agregar cosas que juegan con la mente de las personas - Y solo beberé luego de estar segura que no soy una ebria que besa a todos... Tengo mis límites - que además soy bastante cauta con esas cosas, quizás porque Den me controló mucho o porque me hice mis propias ideas en base a lo que ví en las ruinas - En fin... Solo no vengas ebrio a trabajar ¿De acuerdo? No quiero que te pongas a hacer cosas extrañas con los duraznos - bromeo otra vez tomando uno de los cajones para lanzárselo.

— ¡No, no, no! — creo que es un poco patético el reaccionar tan rápido, pero es que puedo sentir el calor subiendo poco a poco por mi cuello y puedo apostar a que mis mejillas, normalmente pálidas, han adoptado un color rosado que resalta la existencia de mis pecas — No he llegado a nada de eso, yo no soy… bueno, no hago esas cosas — que espero que lo tome como que no soy la clase de persona que se acuesta con cualquiera y no precisamente como la realidad, que últimamente me resulta hasta patético que personas como Kendrick o Sage ya sepan lo que es tener sexo con alguien y yo siga poseyendo una experiencia casi nula. No son cosas que se le cuentan a alguien que apenas y conoces, así que prefiero que lo olvide y lo deje morir ahí. Por ejemplo, el ofrecerle el fumar me sirve para escapar del tema — No podrás saber qué clase de ebria eres, si nunca pruebas — me parece totalmente lógico, hasta le arqueo una ceja en busca de que se atreva a contradecirme.

No me contengo, la idea que me planta en la cabeza es tan ridícula y asquerosa que me arruga la nariz antes de empezar a reírme, haciendo temblar mis hombros delgados — ¿De dónde sacas esas ideas? — pregunto — Jamás he tenido mucho problema con la sexualidad abierta, pero la dendrofilia no es algo que me llame la atención. Viví encerrado, pero tampoco estoy enfermo — espero, de verdad, que nadie escuche que estamos hablando de esto rodeado de frutas que luego serán consumidas por el resto del distrito. Me separo del mueble, girándome para tomar la tablet y regresar al trabajo, ese que espero terminar pronto — Deberíamos terminar con esto — le indico — Si lo hacemos rápido, luego podremos hacer algo como beber un café. ¿Te gusta? Siempre pensé que era asqueroso, pero últimamente estoy tomándole el gusto. Y hay un sitio cerca donde lo sirven con unos bollos salados deliciosos — como absolutamente todo lo nuevo con lo que tenemos que lidiar.

Estiro una de mis manos para alcanzar un tomate y cierro uno de mis ojos para comparar a la distancia su color con el que están adquiriendo las mejillas de Jim. No tiene qué preocuparse por eso, de verdad no hay persona en el distrito que pudiese juzgarlo menos - Yo tampoco hago esas cosas, no te preocupes - intento dejarlo tranquilo pues temo que de seguir así podamos usar su cabeza para hacer unas patatas asadas - Lo probaré algún día, pero no ahora... Es un nuevo hogar y no quiero que mi primera impresión sea mala - que eso sí es importante ¿Imaginan ser conocida como la borracha del distrito solo por una mala experiencia? No, primero me aseguraré de que todos me conozcan lo suficiente como para que cuando me vean ebria se rían y no huyan espantados.

Me encojo de hombros pues supongo que las ideas locas vienen de no haber tenido muchas personas con las que charlar en mi infancia, entonces mi imaginación tuvo que evolucionar hasta límites inimaginables para otras personas - Dendrofilia... Eso es una palabra nueva - noto con el ceño fruncido y la repito un par de veces para recordarla. Si algún día logro implementarla en una conversación me podré considerar una maestra de las ciencias del lenguaje, pero de verdad lo dudo - Supongo que no aplica a que a me gusten para comerlas - sino la habría escuchado con anterioridad.

Suspiro y asiento para ponerme a trabajar en lo que nos falta. La verdad es que preferiría estar en la plantación haciendo trabajo de fuerza, pero las matemáticas con frutas no están mal... Son sencillas y las sumaa se resuelven bastante rápido en mi cabeza sin necesitar la calculadora de la tablet - Hace solo una charla que nos conocemos pero... ¿Qué crees que pasaría si me das de beber café? - pregunto entre risas mirándolo por un momento antes de volver al trabajo - Pero puedo beber té y fingir un acento europeo mientras tanto, es una de las cosas de mi lista -¿Por qué? Porque puedo - Y luego de tanto trabajo mi cerebro necesita comida, así que aceptaré los bollos - finalizo sin apartar los ojos de la pantalla para apresurarme a catalogar todo. Ahora tengo prisa por comer esos bollos.