Fines de Junio

Puede que no haya pensado éste plan con mucho detenimiento. Quizás porque no creí que de verdad lo encontraría o tal vez porque pensé que desde las alturas podría encontrar algún tipo de actividad sospechosa por parte de él ¿Qué esperaba? ¿Una especie de rutina malévola? ¿Charlas desde una colina con su enorme ejército de seguidores? ¿Que se ponga sombra negra en los ojos frente a un espejo de luces violeta? Tampoco tuve en cuenta el calor del verano que me está quemando las plumas... De verdad necesito una botella de agua, pero si me detengo puede que pierda a Hermann y bastante me costó encontrarlo en primer lugar. No, señor. Tengo una misión y es mi forma de colaborar con la causa así que no puedo fallar en ésto. Por Locki.

El calor comienza a marearme, ahora comprendo por qué los búhos solo salen de noche, y creo que cierro los ojos por algo más que una milésima de segundos porque el tipo que estaba caminando a paso tan firme hace poco bajo mis pies ya no está. Eso sirve para despertarme y rápidamente comienzo a ir de un lado hacia otro buscando la cabeza rubia entre las colinas ¿Dónde demonios fue y cómo desapareció tan rápido? En realidad no desapareció porque es un muggle y no puede hacerlo... Aunque ¿Lo es? No sería la primera vez que un loco finge ser algo que no es para acabar con toda una especie.

Planeo hacia el pie de una de las colinas y vuelvo a mi forma humana. Me refugio en un poco de sombra que logro encontrar y aguardo allí hasta recuperarme en todas las esferas. Debería comprar protector solar para plumas... Pero luego, ahora tengo que encontrar a Hermann Ritcher esté dónde esté. Así que camino con la mano metida en el bolsillo dónde tengo la varita y avanzo con cuidado, odiando cada segundo por estar solo en ésto ¡Nunca hice nada solo! ¿Cuál es la necesidad de mostrarme fuerte e individualista de repente? Sé que le dije a David que no estoy en modo suicida pero éstos arrebatos de valentía puede que me cuesten caro.

Hay algo que tienen los magos en general, que normalmente me hace preguntarme cómo es que pueden creerse una raza superior sin entender siquiera cuestiones básicas y naturales. Creen que la magia por ser magia en sí los hace inmunes al resto de los conceptos de la vida, como si las reglas no se aplicaran a ellos. Y en muchos casos no se aplican, pueden engañar a la muerte y reparar cosas que para muchos ya no tienen reparo. Pueden acortar distancias desafiando a la física, y son capaces de muchas cosas que aquellos que no tenemos poderes solo podemos soñar. Eso no los libra de la estupidez, y a veces creo que es por eso que la tienen de sobra.

No es que me considerara una persona extremadamente lista. Astuta tal vez, no necesariamente brillante; pero lo suficientemente inteligente como para notar cosas que los magos solían pasar por alto. Como por ejemplo, que tenía un ave nocturna sobre mi cabeza siguiéndome desde que abandoné el centro del distrito, en plena luz del día y con un calor infernal. No había que ser un genio de la naturaleza para saber que algo no estaba bien. Era eso o alguien tenía desesperadas intenciones de entregarme una carta y perder una lechuza en el proceso.

No me gustaba hacer uso de herramientas mágicas cuando la situación no lo ameritaba, pero este no era el caso y tuve que esperar el momento oportuno en el que el ave descuidase un poco el ritmo como para sacar la capa de invisibilidad y envolverme en ella con cuidado y rapidez. No es una buena capa, salió una fortuna y se desgastó en unos pocos usos hasta el punto que, si algún reflejo le pega de mala manera es obvio que hay alguien escondiéndose en el medio de la nada; pero en estos momentos sirve y soy yo quien termina tratando de seguir el ritmo del ave. Cuesta menos de lo que pensaba, y para el momento en que un hombre toma el lugar del animal, ya he desenfundado el arma. - Creo que estás algo lejos de tu casa, muchacho.

Si hay algo que no esperaba es que un tipo que se pronunció en contra de los magos saliera literalmente de la nada con un acto que claramente es mágico. Pero no magia como la que hacemos nosotros, sino más bien esa que esperas ver en un escenario saliendo de un tipo con sombrero de copa y una capa muy pasada de moda para las personas de nuestra especie. Tiene un arma en su mano, lo cual es más apropiado, pero sorpresivamente logro mantener la calma y sacar mi varita. No me alcanza el tiempo para apuntar hacia él, pero tenerla en la mano y lista para ser usada me da algo de tranquilidad.

- Creo que necesitas lentes si te parece que soy un muchacho - respondo con las cejas en alto sin moverme del lugar en el que estoy, no puedo hacerlo ya gatillar un arma lleva una milésima de segundo y aquí ni siquiera hay testigos que puedan informar de mi muerte. Me ocurriría lo mismo que a Locki, mi cuerpo quedaría en medio de la nada, siendo alimento de... No quiero pensarlo.

-Para ser alguien determinado a eliminar a los magos, te gusta mucho la magia - comento señalando su mano - Fue un truco bastante ingenioso el de las flores, me alegro de no haber estado ahí en su momento - ni de chiste iba a asistir al funeral de Jamie, pero el noticiero bien podría haberme obligado a ir - Así que... ¿Vas a matarme o podemos charlar? - en ser el primer caso, estoy listo para aparecer en el hospital más cercano con una herida de bala.

- Puede ser. La edad y el exilio le hacen eso a uno… - La realidad es que no. Lo último que tenía era algún problema en los sentidos, no es que fuera lo mismo que en las noches de luna llena, pero la licantropía hacía maravillas con respecto a la vejez. Lo de “muchacho” solo era una mala costumbre que había adquirido desde hace años, cuando mis hijos todavía iban al colegio y yo ya tenía una cartera de clientes un poco más amplia. Los malos hábitos tardan en morir, y dudaba que ese fuese a hacerlo nunca

Tenía que admitir que me sentía ciertamente curioso con respecto a qué demonios estaba buscando este tipo que se las quería dar de diplomático. No es que hiciera un buen trabajo, pero había que admitir que parecía tener los huevos bien puestos. Era eso, o mi reputación no era todo lo que había esperado que fuese a estas alturas. - No voy a negar que tiene su utilidad. Sería un idiota si no usara todas las herramientas que pueda conseguir para lograr mi cometido. - Todavía tengo la capa colgando del brazo que sostiene el arma, así que palmeo la tela a modo de ejemplo.

- Tienes suerte y me encuentras de buen humor. - Le aseguro casi que con una sonrisa asomándose por la comisura de mis labios. - Te dejaré hablar, pero si me aburres o creo que no vales mi tiempo, no te garantizo absolutamente nada. - Y acto seguido, paso a cubrir mi brazo con la tela de modo que tanto este, como el arma, desaparezcan por completo de su vista. No me gusta estar en desventaja, y no tendría inconvenientes en disparar sin ninguna advertencia si es que había algo que no me gustara. Ni siquiera desaparecer sería una complicación si la situación lo requería.