The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Invitado
Invitado
No sé dónde colocar mi otro pie, porque no creo que haya espacio en este lugar más que para quedarme parado como una grulla en una esquina, con un pie en el suelo y en el otro en el aire. Es la postura incómoda que asumo nada más atravesar la puerta, en serio que no sé a dónde moverme sin chocar con un mueble, lo intento y mi rodilla acaba chocándose con el borde de la cama al querer ir hasta la mesa alrededor de la cual veo unas banquetas. —No es el mejor trabajo del mundo, pero podría tener vacaciones en la playa y un paseo en yate si me porto bien con mi jefe— estoy contándole a Mimi, y casi que en puntitas de pie llego hasta uno de los taburetes para encararme en este, así libero el espacio de mis pies.

¿Pretendes seguir trabajando con la Red desde aquí? ¿Synnove se va a sumar?— pregunto en mi intento de ponerme al día, han sido meses sin poner un pie en el norte y no lo hubiera hecho si no fuera por Ken, y sí, me siento un poco mal si tengo que reconocerlo, porque Mimi también fue de las personas con las que tuve trato por años debido a lo de la radio clandestina, simplemente fue darles la espalda a todo el trabajo que veníamos haciendo. Ni creo poder volver a ello, lo que me resulta irónico es que Synnove llegue hasta aquí, después de que mi mejor amigo muriera, en otro de esos desencuentros que parecen resumir su no-historia. Si comienza a tratar con Jared, que al parecer reemplazará a Kenny y Jeff, me resultaría el colmo de la ironía.

Y hablando de no-historias, creo que hice un preludio bastante largo para llegar al punto que importa. —Siento que todo cambió demasiado, la Red, dónde estábamos, qué hacíamos, quiénes éramos, Kenny, Jeff, nosotros también…— sigo dándole largas, hace no mucho teníamos reuniones en un loft donde gritar el nombre de Moira para llamarle la atención por algo era lo que se escuchaba casi a diario, en estos días ella está viviendo en esta caja de zapatos donde seguro se siente mucho más a su gusto que entre diez personas en una gran fábrica, y yo le dije a mis padres que estaría en el distrito seis para la hora de la cena, que el tiempo de vagar sin horarios lo di por finalizado. —Quería invitarte a salir hace unos meses, pero pasaron cosas… ¿has hablado con Ken por las dudas?— pregunto de sopetón, ya veo que el idiota abrió la boca… otra vez.
Anonymous
Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
Tengo un sorbete en el vaso de jugo, y me lo llevo a los labios mientras que balaneceo mis pies que cuelgan por el borde de la mesada. Poco higiénico tal vez, pero era mi casa y sabía que siempre se limpiaba antes de cocinar así que me da igual. Me gustaba la altura pese a que el espacio entre el lavabo y mi trasero era prácticamente nulo y seguramente acabaría con el muslo empapado. Ya que… - ¿Y eso es antes, después o mientras cambias pañales? - Que podía llevar siglos sin estar metida en las internas del capitolio, pero conocía gente que lo estaba y bueno, no era muy difícil que me llegara la información y, lo que era mejor: los chismes. - ¿Alguna vez lo viste usar el yate? mamá decía que no entendía a la gente que compraba cosas que luego nunca usaba. Un yate es un activo inestable. - Le aseguro. Y es que sí, me habría decantado claramente por la tecnología y el departamento de ciencias, pero la economía también me gustaba o bueno, creía entenderla al menos.

- Eh, algo así. Voy cuando necesitan mantener alguna transmisión importante, pero sino solo paso a hacer mantenimiento de vez en cuando, y mayormente controlo las conexiones desde aquí. - Ya no se sentía el ambiente de la misma manera, y eran pocos los minutos del día en los que podía permanecer con Moira y Beverly bajo el mismo techo. - Y con Syv, pues creo que primero está tratando de encontrarse ella y de dar su apoyo de la manera en la que puede. - Que si íbamos al caso, había veces en las que sentía que yo todavía estaba perdida.

Trato de no pensar mucho en Jeff ni en Kenny porque siento que eso me deja aún más perdida de lo que ya de por sí me sentía, así que me concentro en lo siguiente que dice y trato de no reirme en su cara. Llevo la bombilla nuevamente a mis labios y doy un par de tragos antes de contestarle. - Nop. - Le aseguro todavía jugueteando con mis pies, cruzándolos y descruzándolos nuevamente. - Que tendría que tener una charla con él porque me he enterado algo de una discoteca. Un incidedente en el que al parecer tú y “tu novia” también estuvieron implicados. - Y tal vez sea cruel de mi parte jugar así cuando ya conocía la verdad detrás de esa historia, pero él había hablado en tiempo pasado, y yo todavía no terminaba de ordenar mis pensamientos así que… pues que se la aguantara. - ¿Es por eso que desististe de invitarme a salir?
Mimi J. Johnson
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Invitado
Invitado
Estás hablando con un secretario del ministerio, soy un especialista multitareas. Puedo cambiar pañales mientras me bronceo al sol— lo digo con una petulancia que es puro chiste, estaré hasta las narices de pañales de bebé en pleno verano, porque si no me apunté mal las fechas como recordatorio, tocaría que nazca cuando estemos a mediados de junio. Me desanimo cuando me recuerda que ese yate bien podría ser solo un adorno de mi jefe, que los ricos tienen muchos para presumir, pocos que realmente usan. —Sorprende en qué eligen gastar su dinero, no hablo precisamente de mi jefe, sino de los abogados y jueces en general. Tienen una cierta tendencia a sus fiestas de derroche y a fumarse algo mientras van a bares, que no son en los que entraría cualquiera, me ha tocado escuchar cuando piden reservas… y no de restaurantes…— cuento, que con las chicas de la Red me acostumbre a hablar a bocajarro y siento que sigo siendo de los más remilgados. — Claro que yo no participo de esas— aclaro, como si hiciera falta aclarar.

Recargo mi peso en mis brazos cruzados sobre la mesada en la que está sentada, no demasiado lejos así que tengo que levantar un poco la mirada cuando quiero hablarle. Sobre lo que ha quedado de la radio y lo que se trata de recuperar no hay mucho más que quiera opinar, entiendo que todo esto sigue siendo una manera de encontrarnos a nosotros mismos al final del camino. Sea como parte de la Red, ayudando a Ken, copiando archivos del ministerio, es más que simplemente eso y tiene que ver con lo que hacemos por lo que creemos, aunque eso también lo estemos descubriendo. Y en medio de todo eso, ¿a quién no se le pasa de largo invitar a una chica a salir? ¿Solo a mí? Estupendo. Puedo oír a Kendrick presumiéndome lo de Lea. —¿Ah? ¿Y qué te han dicho?— pregunto, esforzándome en mostrarme desenfado. — ¿Te lo ha contado Synnove?—, estoy muerto entonces. —Holly no es mi novia, somos amigos y fuimos a beber algo. Trabajamos juntos en el ministerio, y… ¿qué es esto, Johnson?— inquiero, echándome hacia atrás en la silla y arqueando una de mis cejas hacia arriba en una expresión divertida. —¿Me estás haciendo una escena de celos cuando todavía no aceptaste salir conmigo?— bromeo, cruzo mis brazos por delante de mi pecho y enderezo mi espalda, en el equilibrio que consigo sobre el taburete. —Nadie ha dicho que desistí.
Anonymous
Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
- No quiero imaginar el bronceado que te dejará esa postura. ¿tendrá forma de pañal? - Porque una cosa era ser multitareas, otra distinta era insolarse y poner en riesgo la sensible piel de un bebé. No quería imaginar lo que diría el ministro si ese fuese el caso, pero bueno, esos eran riesgos que se asumen al dejar a sus crías al cuidado de extraños. - ¿Y eso te sorprende? Porque lo que dices me suena exactamente al comportamiento que manejan la mayoría de los idiotas que no saben lo que es pasar hambre. Incluso aquí las prostitutas salen más baratas y seguro son de mejor calidad. - Que no conocía mucho de aquel ambiente, pero con el estilo de vida que se mantenía en el sur, no me sorprendería que fuera demasiada presentación para poco contenido. - ¿De las fiestas con drogas, o con damas de compañía? - Pregunto con la burla pintada en la sonrisa, a sabiendas de que David no se comportaba de esa forma.

El sorbete hace ese horrible ruido de succión cuando llego al fondo del vaso y miro decepcionada como me he quedado sin bebida. Estoy tentada a servirme más, pero como eso implica levantarme decido dejar el vaso a un costado. - No lo sé, podría haber sido ella… o Kendrick… o incluso Holly. ¿Sabías que conozco a Holly? - Y la sonrisa que le regalo es una que dice “no me subestimes”, como si fuera una persona con muchas conexiones en lugar de una que de casualidad coincidía con un par de sus conocidos. - Tranquilo Meyer, no me han dicho nada malo. Y aunque lo hubieran hecho me conoces, sabes que no me dejo llevar por el qué dirán. - No la mayoría de las veces… o bueno, no cuando conocía a la persona a la que hacían referencia. La historia con Dave y Holly en el boliche daba gracia cuando se pasaba por alto el riesgo que había corrido - Aunque de verdad, todavía no entiendo cómo te puedo estar haciendo una escena de nada cuando, Meyer, te recuerdo que todavía no me has invitado a salir. Así que no tengo nada que aceptar. - ¿Estaba coqueteando o jugando? Esperaba que lo primero, porque no quería considerarme tan mala persona.

Pego un salto y me bajo de la mesada, solo para acercarme a la península que hace de mesa cada vez que no tengo ganas de comer en el escritorio. - En lo que a mí respecta, sí has desistido. - Le aseguro, y pese a que me inclino por encima de la superficie, tengo que reprimir las ganas de empujarlo hacia atrás porque sé que la caída desde lo alto del taburerte no es bonita.
Mimi J. Johnson
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Invitado
Invitado
Desde tener a tu secretario como niñera de tu bebé a pagarse fiestas privadas con amigos, todo es parte de la lista de la rutina de los jueces de tribunal y siendo honesto mi jefe no ha sido parte de los chismes recientes, si bien a Patty le gusta no sé por qué instruirme sobre viejas anécdotas y a darme un par de consejos sobre cómo beber con mis superiores podría ayudarme a subir más rápido los escalones, al parecer es lo que se acostumbra a hacer. Puede que la voz de mi consciencia todavía suene un poco como Mimi, porque no hay mucho en esos planes que me motive a participar, así que a su tono de broma sonrío de la misma manera. —A riesgo de ser impopular por lo aburrido en la oficina, es un «no» a ambas cosas— contesto, y mi boca se tuerza en una mueca. —Trato de ser un tipo decente, ya bastante tengo con estar trabajando en el ministerio y tener que transcribir algunas de sus mierdas como para adoptar un par de hábitos con tal de encajar entre ellos— mascullo.

Son cosas con las que he tenido que lidiar, que tal vez se me pasaron otras y me encuentro en la duda de saber quién de todos le ha venido con el chisme a Mimi porque yo solo dejé que pasara el tiempo. Si fue Synnove que es su amiga o Holly que al parecer también lo es, no sería nada raro. Me siento mal por el pensamiento de que no me sorprendería si al fin de cuentas quien le trajo todo el rollo fue Kendrick, ¡y es que ese chico no sabe cerrar el hocico! —No, no sabía que conoces a Holly. ¿Ella te dijo algo de mí?— pregunto con cautela, tan paranoico como puede ser y por suerte me recuerda lo poco que le importa los entredichos de la gente. Sé que ella se hace sus propios juicios sobre todo, tiene una mentalidad fuerte que la hace pararse firme donde sea que se encuentra y delante de quien sea. Pero esas chicas son sus amigas al fin y al cabo y sus opiniones deben importar, creo llevarme bien con Holly, con Synnove es otro cantar, parecía un poco despechada en el bar y podría hablar a partir de ese sentimiento.

Llevo mis brazos contra mi pecho y analizo la situación así como ella lo expone, con cada cosa correctamente en su lugar. —Entonces así es como estamos… todavía no has aceptado y yo todavía no te invité…— guardo silencio y no, no estoy usando mis brazos como escudo cuando se acerca, no es que me intimide un poco por mostrarse confiada cuando yo estoy vacilando y dando vueltas. Me aclaro la garganta y mi voz me sale un poco más ronca cuando desarmo mi postura para inclinarme hacia delante con los codos sobre el borde. —¿Qué te gustaría hacer en una cita, Johnson?—  inquiero, prefiero hacer eso a proponer algo que no le guste y si tenemos que ser realistas, algo que no sería muy posible en el norte. No hay un cine a cinco cuadras donde podamos comprar pochoclos y ver la última película de terror en cartelera. Coloco mis pies en el suelo y retiro el taburete para pararme al lado del mueble en el que está sentada. —Aguarda un momento, esto de las citas siempre se me hizo un poco parecido a una consulta con el dentista, crean cierta ansiedad mientras se espera el día y luego por una razón u otra, la cancelas…— digo, no la miro a ella sino a mis dedos que retiran un mechón ondulado de su cara para colocarlo detrás de la curva de su oreja, —a veces es mucha expectativa para nada o te pasas toda la cita esperando que salte una chispa de lo que sea. Estaría bien si se pudiera saber por adelante si funcionará. ¿Puedo?— pregunto, mis dedos tocando el aire cerca de su rostro mientras aguardo.
Anonymous
Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
Su gesto me resulta tierno cuando me encuentro en frente suyo pero, en cierta manera, también me inquieta un poco. No es que no me guste el contacto físico, sino que había momentos en los que estaba cómoda y momentos en los que simplemente no lo estaba. No sabía exactamente como qué calificaba este momento, pero sabía que no es esa la manera en la que debería sentirme con David. Es un micro segundo de duda, pero es lo suficiente como para alejarme unos centímetros de su figura. - Estás pidiendo un adelanto… ¿de qué, Dave? - Porque hablaba de expectativas, de ansiedad, de planes; y esas cosas sencillamente no iban conmigo. ¿Sería miedo? Porque nunca había tenido nada con un amigo y ciertamente no quería decepcionarlo o darle a entender cosas que no estaban ahí. - Me gusta coquetear, y puedo con algún que otro beso o cita al azar, pero antes de cualquier cosa quiero dejarte en claro que no estoy buscando ningún tipo de relación. - No podía prometer eso cuando era una de las personas más inconstantes e indecisas en determinados aspectos de mi vida.

No es que fuera una persona que no asumiera compromisos o responsabilidades, pero sí era una que necesitaba mi espacio, mis tiempos y mis propias exigencias. El trabajo en la red era el compromiso a mayor largo plazo que tenía, y eso solo porque manejar y controlar el equipamiento era algo que no me requería ningún esfuerzo y que, casi literalmente podía hacer con los ojos cerrados. Todos los demás trabajos que tomaba como mucho podían llevarme una o dos semanas, no más que eso. - No me malinterpretes. - Me adelanto a interrumpirlo antes que pueda sacar conclusiones por sí solo. - Me atraes físicamente, y como persona claro está, sino ni siquiera seríamos amigos. Es solo que… - Me muerdo el labio y me debato entre sostenerle la mirada o no hacerlo. - Pero justamente por ese aprecio tengo que preguntarte qué es lo que esperas que pase. - No quería jugar con sus sentimientos, incluso aunque no tuviese ninguno por mí, creía ser mejor amiga que eso. Ningún besuqueo, manoseo, o lo que fuera, valía el lastimar a alguien por quien sentía aprecio.
Mimi J. Johnson
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Invitado
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«Estúpido Ken» es todo lo que puedo pensar, pero el aceptar el desafío de un chico de quince años habla más de la estupidez de la persona que acepta, que la del niño que lo propone. Para no sentirme mal con Mimi quiero pensar que lo estoy haciendo también por mí, porque ha pasado un tiempo desde que murió Raven y estaría bien salir con una chica, no tomar todos los atajos que se me presentan para salirme sin perder el tono amable, que al final nunca sé si soy quien no encuentra nada que lo entusiasme o es que soy quien evade las oportunidades. Me hago a un lado devolviéndole su espacio para que pueda respirar, libre del nerviosismo instalado por la cercanía repentina, y uso el impulso de mis brazos para encararme en la península, sentándome a su lado así podemos continuar la conversación mirándonos de perfil.

Espero que pase… ¿todo? ¿nada?— dudo, ha sido tan honesta y directa conmigo como aprecio por encima de todas las cosas, que quiero devolverle la misma franqueza, si es que puedo esclarecer mis pensamientos y tomar uno que sirva. —¿Sueles escuchar que la gente habla de la “persona indicada”? Esa persona que esperan, que existe y es real en algún rincón remoto del mundo, cuando una relación no funciona tienden a decir eso de que “no era la indicada”, como si quien lo fuera estuviera todavía por ahí, deambulando— trato de explicarme, si caigo en dar a mis padres como ejemplo creo que reforzaría mi fama de romántico, lo hago sin mencionarlos.

»Suponte que hay muchas personas en una habitación, ¿sí? Todas te parecen atractivas de alguna manera, físicamente algunas te atraen, otras lo hacen con su charla, con solo una o dos sientes electricidad al tocarlas. Ninguna es la indicada. Pero eliges a una, porque te atrae como para caminar a ciegas siguiendo el tirón de su mano…— explico, mi mano moviéndose en el aire como si estuviera dando cátedra, la sonrisa que se va ensanchando en mis labios me quita toda formalidad. —Es una apuesta, a ciegas, es azar. Es apostar a todo y nada, es asumir el riesgo. Es una oportunidad que das, a descubrir si esa persona es todo o nada— acabo. Coloco ambas manos sobre mis rodillas para frotar la tela de mis vaqueros, así relajo esa seriedad que siguen a las divagaciones de este tipo. Vacilo solo por un segundo de lo que voy a hacer, luego froto su espalda con una mano. —O tal vez también toca esperar que lo que sea que tenga que suceder llegue a nosotros con un golpe sorpresivo en la nuca— le sonrío, —tengo que admitir que soy de ese tipo. Invitar a una chica a una cita no se me da bien. Soy de los que se quedan al margen en una habitación llena de gente y caen por quien le pone un pie para que trastrabille.
Anonymous
Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
El pequeño salto que hago hacia atrás cuando nombra eso de “la persona indicada” es casi un reflejo que rechaza la idea incluso de forma física. No creía que hubiese ninguna persona indicada para nadie, más que uno mismo. No creía en las almas gemelas, las medias naranjas, la otra mitad… todo eso me parecía una estupidez monumental. Si uno se pasaba la vida buscando a alguien, estaba condenado a fracasar desde el momento cero, a darse la pared contra la frente, a encontrarse en callejones sin salidas, y utilizar atajos que llevaban a ninguna parte. ¿De verdad Dave creía eso? Es un concepto tan idealista y romántico que simplemente era irreal.

- Dave, todo lo que dices suena bonito, pero me conoces. Soy una persona muy terrenal que simplemente… no cree que existan esas cosas. No me estás pidiendo que haga una apuesta a ciegas, me estás pidiendo que invierta en una empresa fantasma. - Al menos si yo creyese en ese ideal que pintaba, podría acusarlo luego de querer venderme espejitos de colores haciéndolos pasar por oro. Al no creer, sentía que me vendía el mapa hacia el dorado para emprendernos en una búsqueda sin sentido que a fin de cuentas sería igual de decepcionante para todos.

- Soy de las que cree que las personas que nos acompañan en la vida no son producto de una apuesta, son una elección que hacemos día a día sin esperar nada a cambio. Creo que la mayor apuesta que uno puede hacer, es aquella que implica mejorar continuamente en base a las creencias propias. Y por sobretodo, creo que si hay una persona diseñada para estar con nosotros toda la vida, somos nosotros mismos. No hay persona más a medida que aquella que elegimos ser. - Con nuestros defectos, nuestras malas decisiones y nuestras equivocaciones. Con nuestros aciertos, nuestras alegrías y cada pequeño detalle que podíamos aprender a amar de nosotros mismos. - No busco una pareja porque no siento esa necesidad imperiosa de sentirme completa al verme reflejado en otro. Y si bien siento que es un concepto hermoso el que planteas, no puedo creerlo. - Poso una de mis manos sobre la suya en lo que busca ser un consuelo que tal vez no necesite. - No digo que estés equivocado en tu forma de pensar, solo que no puedo compartirla. - Me encojo de hombro y decido que para probar su punto puedo permitirme una pequeña concesión, así que busco su cara con la mano que tengo libre y lo beso. - Ahí está, sin riesgos, sin pruebas, sin garantías de nada. Simplemente fue una elección que no determina absolutamente nada. ¿Lo entiendes?
Mimi J. Johnson
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Invitado
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Solo Mimi puede comparar esto con una empresa fantasma que no vale el riesgo de la inversión, de pronto el concepto de riesgo lo asocio a términos económicos y veo números, muchos números. Nunca los he comprendido, echémosle la culpa a mi rebeldía con las matemáticas que perdiera nueve de cada diez partidas de cartas en las que apostaba, no sabía nunca hacer un movimiento inteligente, me basaba en lo que sentía en el momento y en la suerte. Mimi es la clase de persona que se quedaría con todos mis ahorros si me tocara medir mis cartas con las suyas, no resigno a lo que yo creo una verdad, pero veo la razón en lo que ella también expone. Yo hablaba también de elecciones, de que la persona indicada no existe, sino que eliges a una y das la oportunidad, te das la oportunidad de que sea. Si no hago el esfuerzo de mediar puntos en común entre lo que pensamos, es porque acepto que aun haciéndolo, nuestras miradas sobre la misma cosa son muy distintas. Ella es víctima de la realidad y yo sufro de romanticismo.

Estoy esbozando una sonrisa graciosa por este pensamiento cuando me sobresalto el repentino agarre de sus manos para un beso rápido. —No, para, estaba siguiendo el hilo de lo que decías y eso acababa de confundirme— alzo mis palmas para pedir un momento que vuelva a acomodar mis ideas. —Entiendo que…— balbuceo, —por contradictorio que sea esto, que me beses quiere decir que no habrá cita— o acabo de decir algo realmente estúpido o merezco un sobresaliente por mi interpretación, me recuerda a esos exámenes en que estabas sumando manzanas y de pronto te piden que digas cuál es la masa del sol.

Suspiro descargando todo el aire en mi pecho y tiro de mi boca en una sonrisa. —No me hubiera gustado que se diera así de igual manera, por sentir la presión de un niño a mi espalda— admito, a ella como a las otras chicas las conozco desde hace bastante tiempo como para no necesitar de la mofa de un chico al que le llevo un par de años para pedirle salir, claro que me gustan, como hay mil cosas en el mundo que nos gustan y otras que nos disgustan, lo que marca la diferencia es la elección, lo que determina que des el paso hacía el risco del todo y nada, y si tengo que ser honesto conmigo mismo, hubiera sido kamikaze. —Me gusta cómo eres, Johnson— le digo, inclinando mi hombro para rozar el suyo. —Y no lo digo porque sea idiota y pase de todo lo que has dicho, juro que escuché todo, hasta las comas— aseguro, —solo quería decirlo, sin compromiso a nada, ni invitación a ningún riesgo. ¿Amigos?— pregunto, tiendo mi mano hacia ella con la palma hacia arriba para que la tome y podamos sellar un acuerdo que se ajuste mejor a nosotros.
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Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
Debo parecer una persona tremendamente cruel cuando me río con su confusión, pero tengo que admitir que ahora vuelvo a sentirme con la misma comodidad que siempre me acompaña cuando estoy con él gracias a ese momento de alivio. - Puede haber una cita Meyer, no te estoy rechazando a tí. Estoy rechazando todo el ideal que viene con ser una pareja o apostar a más. - Sin etiquetas, o tal vez solo con la etiqueta de amigos, las citas podían ser divertidas. Los besos también. Pero no estaba lista para ser la novia de nadie, y tampoco es que quisiera estarlo. - SI quieres puedes decir que es miedo al compromiso o algo así, pero para descifrar cosas tengo mis máquinas y proyectos, y esos ya acaparan mucho de mi tiempo como para también tratar de entender ese extraño tercer ente que aparece cuando uno está en una relación. - ¿Estaba casada con mi trabajo? Ay, por favor. Me había transformado en mi madre.

Esta vez es mí turno de estar confundida cuando nombra a un niño, y aunque mi expresión debe hablar por sí sola, no dudo en preguntarle. - ¿De qué presión hablas? ¿Alguien te forzó a pedirme esto? - No me enoja, pero en cierta manera me reconforta un poco más. Dave no ha de golpe olidado que está tratando conmigo, o que mi personalidad es diferente; ha sido obra de alguien más que ha metido cosas en su cabeza. Eso tendría más sentido.

- También me gusta cómo eres, Meyer. Y en ningún momento dije que el no vernos como pareja nos haría dejar de ser amigos. - Extiendo mi mano hasta estrechar la suya, y la sacudo para sellar ese pacto que se siente infantil pero a la vez extremadamente correcto. - Si crees que puedes vivir sin tener una relación sentimental conmigo que vaya más allá; de verdad no me molestaría una cita o un beso de vez en cuando. Eres atractivo, Dave. Eso no lo voy a negar. - Le sonrío, porque no le estoy mintiendo en lo absoluto y porque nunca había sido muy propensa a callarme las cosas.
Mimi J. Johnson
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Invitado
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Me contagio de su risa, quiero disimularlo al agachar mi mirada y contener la carcajada entre mis dientes, no sé cómo esto se volvió tan confuso como para hablar de una cita o de un compromiso en el tiempo. Deben ser mis maneras, tengo que hacer algo con estas. —No diré algo como eso— preciso, meneo mi cabeza para secundar mis palabras. —Tendrás tus razones, tienes tu manera de ver las cosas y yo las mías…— trato de verlo como algo más simple, porque pese a haber trabajado con Mimi un par de años en la radio y no tener duda de que sabemos entendernos, en esta conversación parecemos dos piezas que no tienen las medidas para encajar con el otro y es torpe intentar que así sea, así como golpearse con la frente de alguien al levantarte de golpe al recoger algo del suelo al mismo tiempo que esa persona. —Con algunas personas solo pasan, con otras no…— es la razón que yo le encuentro.

La sonrisa se sale de mis comisuras cuando me pregunta a quien debo la presión. —Ken dijo que no me animaría a pedirte una cita— cuando lo digo recuerdo el resto y bien, tal vez no tendría que haber dicho nada. —Olvídalo, no tiene importancia, una tontería con Ken…— trato de no pensar en ello, aparto la mirada hacia la pared y me pongo a contar partes en las que la pintura se haya descascarado. No logro centrar mis ojos en ninguna parte así que lo hago en mis manos al pasarlas por las rodillas del vaquero. Qué bueno que lo hago, así puedo sostener la mano de Mimi con una firmeza más propia de mí, que del ridículo que vengo haciendo hace media hora. Por eso mismo, para ser fiel a mí mismo tengo que ser honesto con ella. —No te ofendas, pero prefiero que no dejar esas posibilidades abiertas. Esas cosas a la larga solo causan confusión y…— mi sonrisa se ensancha y libero mi mano para pasar ese brazo sobre sus hombros.

»Como mi amiga tienes que saber que puedo ser un pesado, no quiero serlo contigo. Tienes mucho de qué ocuparte. Te darás cuenta que soy terrible tratando de invitar a una chica a lo que sea y me va la filosofía del todo o nada, mejor no… solo trae confusiones con el tiempo— se lo repito a ella, me lo repito a mí. —Me conozco, soy mejor como amigo…— froto su hombro antes de soltarla. Dudo por un momento de moverme, despedirme puede parecer que estoy escapando de la situación o que huyo porque no conseguí lo que quería. No, ella lo entenderá. —¿Si me voy ahora no parecerá que me salgo despechado después de un rechazo amable, verdad?— pregunto con el tinte de broma. Le doy un apretón en el hombro con los dedos a modo de despedida. — Tengo que irme, en serio, no es que esté huyendo con el corazón roto. ¿Nos vemos pronto, Johnson?
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