OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Las luces adornaban las casas, las decoraciones navideñas se llevaban el protagonismo en las calles de la ciudad y la nieve terminaba de dar el último toque especial de la maravillosa estación.
Durante su día libre de trabajo, en lugar de recuperar horas de sueños, se dedicó a acomodar y distribuir alrededor de su propia sala y jardín, algunas nuevas ornamentaciones. Por supuesto que acabó llorando y ni siquiera Lady Cora supo cómo consolarla esta vez.
Eran las primeras fiestas que pasaba fuera de casa, por lo tanto sólo tenía la compañía de su elfina y de Liesel, a su madre no la había visto en semanas, con su padrino sólo alcanzó a compartir una rápida taza de café en la cocina del hospital y hasta allí llegaba su circulo de relaciones cercanas.
Al terminar de beber una cálida infusión de manzanilla, tomó un largo baño de espuma y consiguió calmar o al menos equilibrar, su pésimo estado de animo.
No podía continuar dentro de la enorme y solitaria casa, de modo que se deshizo de los pijamas navideños y se vistió con un precioso vestido de invierno, medias oscuras, tacones a juego y completó el look con un bonito sombrero de lana blanco y un tapado hasta los muslos de color celeste.
Se despidió de Lady Cora al salir y en lugar de aparecerse en el mercado, caminó hasta allí cargando su bolso.
Tenía la simple intención de vagar entre los puestos distribuidos alrededor de una gran plaza, tal vez comprar algunos obsequios para los pacientes que pasarían las fiestas dentro de las camillas, mas el delicioso aroma del Vin Brulé resultó tentador y la sanadora acabó con una gran taza especiada entre las manos.
Con el tercer vaso de vino caliente su rostro parecía un tomate y a pesar de querer continuar bebiendo, pagó por sus consumiciones y se despidió de los vendedores para empezar con las compras navideñas.
Dentro de la bolsa de tela, acomodó con mucho cuidado las pequeñas cajitas envueltas en papel de regalo. No eran la gran cosa, pero si una bonita atención para con sus pacientes. —Creo que necesito unos diez más de esos.— Le pidió con una enorme sonrisa a la amable señora. —También con moños, por favor.
Mientras esperaba la entrega, acomodó su sombrero con torpeza y al estirar el brazo, golpeó a alguien en la cabeza. —¡Lo siento!— Exclamó y al voltearse, se sorprendió al ver un rostro conocido. —Matthew.
Durante su día libre de trabajo, en lugar de recuperar horas de sueños, se dedicó a acomodar y distribuir alrededor de su propia sala y jardín, algunas nuevas ornamentaciones. Por supuesto que acabó llorando y ni siquiera Lady Cora supo cómo consolarla esta vez.
Eran las primeras fiestas que pasaba fuera de casa, por lo tanto sólo tenía la compañía de su elfina y de Liesel, a su madre no la había visto en semanas, con su padrino sólo alcanzó a compartir una rápida taza de café en la cocina del hospital y hasta allí llegaba su circulo de relaciones cercanas.
Al terminar de beber una cálida infusión de manzanilla, tomó un largo baño de espuma y consiguió calmar o al menos equilibrar, su pésimo estado de animo.
No podía continuar dentro de la enorme y solitaria casa, de modo que se deshizo de los pijamas navideños y se vistió con un precioso vestido de invierno, medias oscuras, tacones a juego y completó el look con un bonito sombrero de lana blanco y un tapado hasta los muslos de color celeste.
Se despidió de Lady Cora al salir y en lugar de aparecerse en el mercado, caminó hasta allí cargando su bolso.
Tenía la simple intención de vagar entre los puestos distribuidos alrededor de una gran plaza, tal vez comprar algunos obsequios para los pacientes que pasarían las fiestas dentro de las camillas, mas el delicioso aroma del Vin Brulé resultó tentador y la sanadora acabó con una gran taza especiada entre las manos.
Con el tercer vaso de vino caliente su rostro parecía un tomate y a pesar de querer continuar bebiendo, pagó por sus consumiciones y se despidió de los vendedores para empezar con las compras navideñas.
Dentro de la bolsa de tela, acomodó con mucho cuidado las pequeñas cajitas envueltas en papel de regalo. No eran la gran cosa, pero si una bonita atención para con sus pacientes. —Creo que necesito unos diez más de esos.— Le pidió con una enorme sonrisa a la amable señora. —También con moños, por favor.
Mientras esperaba la entrega, acomodó su sombrero con torpeza y al estirar el brazo, golpeó a alguien en la cabeza. —¡Lo siento!— Exclamó y al voltearse, se sorprendió al ver un rostro conocido. —Matthew.
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Había acabado temprano de patrullar, las patrullas solían tener días libres cerca de navidad, y la otra mitad en finde año, para luego dar vuelta el turno el año próximo, ahora no era un día libre, era medio día, y doble turno para los demás ya que como estaba claro, las medidas de defensa habían aumentado drásticamente, aunque era una lastima que los aurores ya no eran los únicos que se dedicaban a custodiar los distritos de las ilegalidades, no estaba demasiado conforme con los dementores y patrullas de hombres lobos, sabía que los aurores podíamos con ello, y en su lugar luego de las once de la noche también debíamos cumplir el toque de queda, ¿en verdad creían que esos bichos podrían ser mejores que hombres entrenados? Tenían su ventaja, pero también había desventajas, de todas formas, no había nada que hacer más que seguir órdenes y obedecer.
Ese día salí de compras con mis hermanos, y tenia suerte de que mi padre le tocara el horario doble, así ya no me estaría viendo raro como si no estaría haciendo mi trabajo al tomarme unas horas con la familia. A decir verdad, la navidad no me estaba levantando el animo ni mucho menos, las muertes y todo el cambio en el gobierno parecían haber pasado ayer. De alguna manera mi vida últimamente se basaba en buscar información de los fugitivos además de entrenar y realizar mi trabajo de auror, aunque todo se basaba en prevenir atentados y cosas similares, aún no había alguna batalla o captura importante.
Me separé de mis hermanos observando los puestos de venta para ver que podía obsequiarles a cada uno, cuando eran niños era mucho más fácil regalar, no podía creer cuanto habían crecido. Perdido en mis pensamientos fui golpeado en la cabeza, no había sido apropósito claro, al girarme pude ver a Ariadna, a quien hacía mucho tiempo no veía, ni fuera del hospital, ni por suerte, dentro de este. -Ariadna, no te preocupes, estoy bien. -le dije inmediatamente a la vez que palpaba con mi mano en donde me había pegado. Rápidamente pude ver el color rojo en sus mejillas y reí. -¿Cómo estás? Ha pasado tiempo. ¿Estás aquí por lo mismo que la mayoría de la gente? -pregunté para girarme a ver los regalos que había en el puesto que teníamos delante.
Ese día salí de compras con mis hermanos, y tenia suerte de que mi padre le tocara el horario doble, así ya no me estaría viendo raro como si no estaría haciendo mi trabajo al tomarme unas horas con la familia. A decir verdad, la navidad no me estaba levantando el animo ni mucho menos, las muertes y todo el cambio en el gobierno parecían haber pasado ayer. De alguna manera mi vida últimamente se basaba en buscar información de los fugitivos además de entrenar y realizar mi trabajo de auror, aunque todo se basaba en prevenir atentados y cosas similares, aún no había alguna batalla o captura importante.
Me separé de mis hermanos observando los puestos de venta para ver que podía obsequiarles a cada uno, cuando eran niños era mucho más fácil regalar, no podía creer cuanto habían crecido. Perdido en mis pensamientos fui golpeado en la cabeza, no había sido apropósito claro, al girarme pude ver a Ariadna, a quien hacía mucho tiempo no veía, ni fuera del hospital, ni por suerte, dentro de este. -Ariadna, no te preocupes, estoy bien. -le dije inmediatamente a la vez que palpaba con mi mano en donde me había pegado. Rápidamente pude ver el color rojo en sus mejillas y reí. -¿Cómo estás? Ha pasado tiempo. ¿Estás aquí por lo mismo que la mayoría de la gente? -pregunté para girarme a ver los regalos que había en el puesto que teníamos delante.
Entrecerrando los ojos y moviendo su cuerpo de lado a lado, sin levantar los tacones del suelo, la sanadora se disculpo nuevamente. —¿Seguro? En verdad no le vi.— Acomodó la correa de su bolso sobre el hombro derecho y la bolsa se la colgó en el antebrazo, por suerte no eran tan pesada.
La mujer del puesto de regalos le entregó las cajitas envueltas en papel rojo brillante con moño dorado y Ari al terminar de guardarlas con cuidado, pagó el total de la compra realizada y se despidió con una pequeña sonrisa.
—Yo me encuentro muy bien, ¿y usted?...Creo que eso ha respondido su pregunta.— Murmuró riendo y comenzó a caminar para observar el resto de los puestos.
Los villancicos que se escuchaban en la plaza y sus alrededores, se unían a los gritos de los vendedores, quienes ofrecían sus productos y promociones prometiendo el mejor precio en todo NeoPanem. El mercado se encontraba abarrotado de brujos que cargaban cajas de regalos y bolsas de distintos tamaños, sin embargo al sentir como la nieve caía cada vez con mayor intensidad, varios empezaron a desaparecer.
Ariadna se detuvo frente al puesto de chocolates, no sólo los ingredientes y sabores eran muy originales, si no también las formas de los dulces. —¿Usted qué hace aquí?— Preguntó.
El dueño del puesto de dulces, les ofreció unos pedacitos para que ambos probaran y la rubia por supuesto que no se negó. Incluso se mostró muy interesada en una especie de pasta de pistachos y en una barra de chocolate blanco con avellanas. —Está muy bueno esto...— Le comentó al hombre, temblando un poco por el frío y luego observó al auror junto a ella. —¿Su paladar qué le dice?— Preguntó. Aún no se sentía muy cómoda como para tutearlo.
La idea de llevar algunas chocolatinas a los más pequeños se formó en su mente y sin dudarlo dos veces, le entregó un par de galeones al vendedor. —Un surtido, por favor. Si puede ser en bolsitas individuales, mejor.
La mujer del puesto de regalos le entregó las cajitas envueltas en papel rojo brillante con moño dorado y Ari al terminar de guardarlas con cuidado, pagó el total de la compra realizada y se despidió con una pequeña sonrisa.
—Yo me encuentro muy bien, ¿y usted?...Creo que eso ha respondido su pregunta.— Murmuró riendo y comenzó a caminar para observar el resto de los puestos.
Los villancicos que se escuchaban en la plaza y sus alrededores, se unían a los gritos de los vendedores, quienes ofrecían sus productos y promociones prometiendo el mejor precio en todo NeoPanem. El mercado se encontraba abarrotado de brujos que cargaban cajas de regalos y bolsas de distintos tamaños, sin embargo al sentir como la nieve caía cada vez con mayor intensidad, varios empezaron a desaparecer.
Ariadna se detuvo frente al puesto de chocolates, no sólo los ingredientes y sabores eran muy originales, si no también las formas de los dulces. —¿Usted qué hace aquí?— Preguntó.
El dueño del puesto de dulces, les ofreció unos pedacitos para que ambos probaran y la rubia por supuesto que no se negó. Incluso se mostró muy interesada en una especie de pasta de pistachos y en una barra de chocolate blanco con avellanas. —Está muy bueno esto...— Le comentó al hombre, temblando un poco por el frío y luego observó al auror junto a ella. —¿Su paladar qué le dice?— Preguntó. Aún no se sentía muy cómoda como para tutearlo.
La idea de llevar algunas chocolatinas a los más pequeños se formó en su mente y sin dudarlo dos veces, le entregó un par de galeones al vendedor. —Un surtido, por favor. Si puede ser en bolsitas individuales, mejor.
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-Segurísimo, solo fue un golpe. -asentí sonriendo apenas para escuchar su respuesta. -Yo igual, estoy bien, desorientado con esto de los regalos. Era más fácil cuando mis hermanos eran más chicos y se conformaban con un juguete o un libro. -le conté y suspiré, tenia un poco de estrés al estar pensando tanto aquello, pero de alguna manera, necesitaba elegir algo correcto, mis hermanos y mi familia eran lo que más quería, aunque con mi padre pusiéramos las bases de una guerra de discusiones de tanto en tanto, más cuando aún vivía con ellos.
Sin duda Ariadne mostraba ser alguien con mucha educación, se notaba en su forma de referirse a mí, y si bien estaba educado para referirme así a las personas que no conocía, solo la había hablado de forma normal aquella vez en el hospital, ¿estaba mal? -Compro regalos y espero a mis hermanos para ir a una fiesta. Se han perdido entre la gente. -reí para luego prestar atención al tendero. -Oh, gracias. -agradecí para probar aquello. -Esta excelente. -respondí con una pequeña sonrisa, aunque de momento no tenia pensado comprar, al contrario que ella quien compraba demasiado, me dio curiosidad, pero no quise meterme demasiado, no parecía ser la persona a la que le gustaba que se metan en su vida.
Esperé a Ariadna ahí mismo mientras hacía su compra. -Serán buenos regalos sin duda. -simplemente comenté y observé a uno de mis hermanos llamándome, al parecer se iban de allí al ya comprar lo que debían. -¿Seria de mala educación que la invite a esa fiesta? Sería bueno si me acompañara. -la invité, aunque me di cuenta que ahora yo también la trataba de usted. -Creo me has pegado la formalidad. ¿Qué dices, vienes? Pero puedes tutearme. -comenté y reí antes de preguntar de nuevo.
Sin duda Ariadne mostraba ser alguien con mucha educación, se notaba en su forma de referirse a mí, y si bien estaba educado para referirme así a las personas que no conocía, solo la había hablado de forma normal aquella vez en el hospital, ¿estaba mal? -Compro regalos y espero a mis hermanos para ir a una fiesta. Se han perdido entre la gente. -reí para luego prestar atención al tendero. -Oh, gracias. -agradecí para probar aquello. -Esta excelente. -respondí con una pequeña sonrisa, aunque de momento no tenia pensado comprar, al contrario que ella quien compraba demasiado, me dio curiosidad, pero no quise meterme demasiado, no parecía ser la persona a la que le gustaba que se metan en su vida.
Esperé a Ariadna ahí mismo mientras hacía su compra. -Serán buenos regalos sin duda. -simplemente comenté y observé a uno de mis hermanos llamándome, al parecer se iban de allí al ya comprar lo que debían. -¿Seria de mala educación que la invite a esa fiesta? Sería bueno si me acompañara. -la invité, aunque me di cuenta que ahora yo también la trataba de usted. -Creo me has pegado la formalidad. ¿Qué dices, vienes? Pero puedes tutearme. -comenté y reí antes de preguntar de nuevo.
Ariadna sonrió al notar que compartía al menos un problema con el auror. —Te entiendo, antes me costaba mucho menos elegir el regalo perfecto para mi madre y mi padrino, ahora no sé qué podría gustarles. Lo único bueno es que a mi primo Olly sé siempre que comprarle.— Si bien los tragos de vino caliente lograron quitarle un poco el frío corporal, su rostro continuaba sonrojado en contraste con su pálida piel y bastante congelado. Tal vez fue una mala idea hacer las compras navideñas mientras nevaba.
Continuó hundiendo sus tacones en la nieve para avanzar hasta el puesto de chocolates y mientras el dueño envolvía los regalos para sus pacientes más pequeños, la sanadora no pudo evitar observar su alrededor, buscando el rostro de los familiares del auror que no conocía. —Oh...seguro los encontrarás con facilidad, la mayoría desapareció cuando los primeros copos comenzaron a caer.— Le aseguró al tiempo que tomaba otro pedacito de dulce para probar. Delicioso.
Si, está en verdad muy bueno. Espero que les guste...No es la gran cosa.— Respondió algo insegura con su decisión de compra y cuando terminó de guardarlos con mucho cuidado, se despidió del vendedor.
La música de las fiestas sonaba cada vez más fuerte, tal vez por fin se estaban acercando al puesto de decoraciones y souvenirs.
Al ver a un par de chicos saludando hacia Matt, comenzó a buscar las palabras para despedirse con educación, al mismo tiempo en que acomodaba un poco los mechones rebeldes de su flequillo. Sin embargo la invitación la tomó por sorpresa y decidió mantener el silencio durante un par de segundos. —Yo...no sé si eso sea una buena idea.— Murmuró poco convencida.
Un par de risitas escaparon de sus labios. —No es mi culpa...— Mordió su labio inferior y pasó la mirada por cada uno de los puestos del mercado, ¿Quería ir a una fiesta o regresar a su casa? Este era el único momento del que disponía para hacerlo, ya que se había ofrecido como voluntaria para cubrir los horarios de algunos compañeros durante las noches festivas. Ellos tenían una familia que los esperaba, hijos, esposas...ella podía hacer el esfuerzo.
Inclinó un poco la cabeza y elevó las comisuras de sus labios. —Esta bien, pero te advierto, soy la peor compañía que podrías haber elegido para una fiesta.
Continuó hundiendo sus tacones en la nieve para avanzar hasta el puesto de chocolates y mientras el dueño envolvía los regalos para sus pacientes más pequeños, la sanadora no pudo evitar observar su alrededor, buscando el rostro de los familiares del auror que no conocía. —Oh...seguro los encontrarás con facilidad, la mayoría desapareció cuando los primeros copos comenzaron a caer.— Le aseguró al tiempo que tomaba otro pedacito de dulce para probar. Delicioso.
Si, está en verdad muy bueno. Espero que les guste...No es la gran cosa.— Respondió algo insegura con su decisión de compra y cuando terminó de guardarlos con mucho cuidado, se despidió del vendedor.
La música de las fiestas sonaba cada vez más fuerte, tal vez por fin se estaban acercando al puesto de decoraciones y souvenirs.
Al ver a un par de chicos saludando hacia Matt, comenzó a buscar las palabras para despedirse con educación, al mismo tiempo en que acomodaba un poco los mechones rebeldes de su flequillo. Sin embargo la invitación la tomó por sorpresa y decidió mantener el silencio durante un par de segundos. —Yo...no sé si eso sea una buena idea.— Murmuró poco convencida.
Un par de risitas escaparon de sus labios. —No es mi culpa...— Mordió su labio inferior y pasó la mirada por cada uno de los puestos del mercado, ¿Quería ir a una fiesta o regresar a su casa? Este era el único momento del que disponía para hacerlo, ya que se había ofrecido como voluntaria para cubrir los horarios de algunos compañeros durante las noches festivas. Ellos tenían una familia que los esperaba, hijos, esposas...ella podía hacer el esfuerzo.
Inclinó un poco la cabeza y elevó las comisuras de sus labios. —Esta bien, pero te advierto, soy la peor compañía que podrías haber elegido para una fiesta.
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-Ya veo, de todas formas, aún tengo algo de tiempo para comprar regalos… o no… -dije pensativo, el trabajo a veces podía ocupar más tiempo del que quería, pero no creí que aquello me llevara demasiado tiempo, siempre y cuando vaya a comprar sabiendo que elegir. -Oh bueno realmente no tengo intención de encontrarlos, ellos deben encontrarme a mí. -me encogí de hombros y reí, los esperaría bajo la nieve de ser necesario ya que no me complicaría en encontrarlos, era mi día libre.
-Les gustará, ¿a quien no le gusta el chocolate? -pregunté sonriendo, sobre todo en estas épocas. Continuamos caminando mientras la invitaba a aquella fiesta y mis hermanos aparecían entre la gente. -Creo que las fiestas son buena idea por estas fechas. -comenté sin quitar la sonrisa, sintiéndome mejor al ver que no se tomaba mal mi comentario sobre ser excesivamente educado. De todas formas, tenía pocas esperanzas de que aceptara, o no lo sabia bien, no la conocía demasiado, la había encontrado haciendo su trabajo, y otra vez en uno de sus peores días donde el cansancio la dejó agotada, ¿pero como era realmente? Al final aceptó y eso me alegró.
-Me arriesgaré. -respondí y asentí para luego comenzar a caminar esperando que me siguiera. -Debo admitir que no pensaba venir, pero mis hermanos molestaron demasiado. Igual tienen razón claro, es mejor que quedarme solo en casa a dormir. -le conté mientras avanzábamos, últimamente parecía un viejo, me parecía a mi padre solo pensando en el trabajo. -Es un lugar normal, nada demasiado formal, típicas juntadas de amigos, con toque navideño y eso. -le comenté teniendo en cuenta que no la conocía y no sabia que lugares concurría, además del hospital.
-Es aquí. -dije un rato más tarde en la puerta de una casa de dos plantas, sin más entre al lugar, donde había un par de mesas con bebida y comida de toda clase, haciendo hincapié en la navidad. De la nada mi hermana menor apareció, al parecer ya la habían abandonado, tenia un gran hermano. -Buenas noches, soy Diane. Gusto en conocerla. -extendió su mano a Ariadne, sonriente como siempre. -Es Ariadna, es… amiga… bueno. ¿Mi compañera de sección del gobierno? -pregunté pensativo y luego reí, no podía decir que era mi amiga realmente, además hasta podría ofenderla o algo.
-Les gustará, ¿a quien no le gusta el chocolate? -pregunté sonriendo, sobre todo en estas épocas. Continuamos caminando mientras la invitaba a aquella fiesta y mis hermanos aparecían entre la gente. -Creo que las fiestas son buena idea por estas fechas. -comenté sin quitar la sonrisa, sintiéndome mejor al ver que no se tomaba mal mi comentario sobre ser excesivamente educado. De todas formas, tenía pocas esperanzas de que aceptara, o no lo sabia bien, no la conocía demasiado, la había encontrado haciendo su trabajo, y otra vez en uno de sus peores días donde el cansancio la dejó agotada, ¿pero como era realmente? Al final aceptó y eso me alegró.
-Me arriesgaré. -respondí y asentí para luego comenzar a caminar esperando que me siguiera. -Debo admitir que no pensaba venir, pero mis hermanos molestaron demasiado. Igual tienen razón claro, es mejor que quedarme solo en casa a dormir. -le conté mientras avanzábamos, últimamente parecía un viejo, me parecía a mi padre solo pensando en el trabajo. -Es un lugar normal, nada demasiado formal, típicas juntadas de amigos, con toque navideño y eso. -le comenté teniendo en cuenta que no la conocía y no sabia que lugares concurría, además del hospital.
-Es aquí. -dije un rato más tarde en la puerta de una casa de dos plantas, sin más entre al lugar, donde había un par de mesas con bebida y comida de toda clase, haciendo hincapié en la navidad. De la nada mi hermana menor apareció, al parecer ya la habían abandonado, tenia un gran hermano. -Buenas noches, soy Diane. Gusto en conocerla. -extendió su mano a Ariadne, sonriente como siempre. -Es Ariadna, es… amiga… bueno. ¿Mi compañera de sección del gobierno? -pregunté pensativo y luego reí, no podía decir que era mi amiga realmente, además hasta podría ofenderla o algo.
La sanadora emprendió la marcha junto al auror, siguiendo los pasos de los hermanos que más jóvenes que ella eran. —Bueno, yo tendré demasiado trabajo en un par de días...— Comentó pensativa, bajando la mirada hacia las pisadas que dejaban sus tacones sobre la nieve.
La explicación de la fiesta no tardó en llegar y eso le sacó una pequeña sonrisa. Iba a estar bien, solo tenía que mantenerse tranquila.
Antes de salir del mercado, Lady Cora apareció frente a ella y se llevó las bolsas de regalos aliviando el peso en los brazos de Ari, para luego desaparecer. —Bueno...¿no deberíamos llevar algo para comer o beber?— Preguntó no muy segura de cómo se manejaban los amigos de Matt.
La caminata bajo los copos blancos no fue tan larga y en menos de lo esperado, ya se encontraban dentro de una acogedora sala repleta de deliciosos platillos y coloridos tragos.
Pese al calor de la chimenea y de la multitud que danzaba entre algunos sillones, la rubia decidió mantener el abrigo encima, ya que los escalofríos aún recorrían su cuerpo. —Está todo muy bonito, me agrada. Gracias por la invitación.— Le sonrió al auror y caminó hasta la mesa para tomar una de las copas con contenido rosa.
Justo cuando la chica comenzó a presentarse, Ariadna bebió unos pequeños sorbos de su trago y el familiar ardor recorrió su garganta.
Sus ojos se humedecieron y cubriendo su boca ocultó el repentino ataque de tos. —Vodka...con algo demasiado picante.— Explicó en un susurro lleno de culpa, para posteriormente estirar la mano. —Encantada Diane y así es...mi nombre es Ariadna, pero no trabajo en el ministerio, más bien, en el hospital.
Hacía mucho tiempo que no salía a eventos tan amigables y cálidos, por esto mismo cuando la hermana del cazador los abandonó por otro grupo de niñas bastante ruidosas, no tardó en acabar con su copa en un sólo sorbo. —Haremos una competencia y ya vas perdiendo.— Lo molestó moviendo el vaso vacío frente a su nariz.
Con cuidado se sacó el pesado abrigo y lo colgó en el perchero, luego si, tomó asiento sobre uno de los cómodos sillones disponibles.
La explicación de la fiesta no tardó en llegar y eso le sacó una pequeña sonrisa. Iba a estar bien, solo tenía que mantenerse tranquila.
Antes de salir del mercado, Lady Cora apareció frente a ella y se llevó las bolsas de regalos aliviando el peso en los brazos de Ari, para luego desaparecer. —Bueno...¿no deberíamos llevar algo para comer o beber?— Preguntó no muy segura de cómo se manejaban los amigos de Matt.
La caminata bajo los copos blancos no fue tan larga y en menos de lo esperado, ya se encontraban dentro de una acogedora sala repleta de deliciosos platillos y coloridos tragos.
Pese al calor de la chimenea y de la multitud que danzaba entre algunos sillones, la rubia decidió mantener el abrigo encima, ya que los escalofríos aún recorrían su cuerpo. —Está todo muy bonito, me agrada. Gracias por la invitación.— Le sonrió al auror y caminó hasta la mesa para tomar una de las copas con contenido rosa.
Justo cuando la chica comenzó a presentarse, Ariadna bebió unos pequeños sorbos de su trago y el familiar ardor recorrió su garganta.
Sus ojos se humedecieron y cubriendo su boca ocultó el repentino ataque de tos. —Vodka...con algo demasiado picante.— Explicó en un susurro lleno de culpa, para posteriormente estirar la mano. —Encantada Diane y así es...mi nombre es Ariadna, pero no trabajo en el ministerio, más bien, en el hospital.
Hacía mucho tiempo que no salía a eventos tan amigables y cálidos, por esto mismo cuando la hermana del cazador los abandonó por otro grupo de niñas bastante ruidosas, no tardó en acabar con su copa en un sólo sorbo. —Haremos una competencia y ya vas perdiendo.— Lo molestó moviendo el vaso vacío frente a su nariz.
Con cuidado se sacó el pesado abrigo y lo colgó en el perchero, luego si, tomó asiento sobre uno de los cómodos sillones disponibles.
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-Umm no, insistí a mis hermanos en llevar bebida, pero dicen que hace días la están organizando. Quedaría bien si, pero… es que seguro sobrará todo… -comenté y suspiré, conocía tanto a los amigos anfitriones de mis hermanos tanto como sus padres, amigos de años de mis padres, sabía que no escatimaban en gastos, a decir verdad, yo creía gastaban demasiado, ni hablar de sus fiestas de gala.
-Me alegro, gracias a ti por no rechazarme. -la molesté sonriendo a la vez que Diane se acercaba para presentarse ante Ariadna y volver a partir, entre tanto podía ver como ese último trago había afectado a la rubia, ¿demasiado fuerte quizás? Aunque luego el trago de repente había desaparecido, eso si que era acostumbrarse rápido. -Perdona, ¿quieres competir conmigo? ¿Segura? A tu garganta no parece gustarle, pero si insistes. -me hice el gracioso y me encogí de hombros, si quería competir así sería, pero, ¿en qué momento sabríamos quien era el ganador? -¿Piensas competir sin probar nada? Estarás en desventaja... -pregunté a la vez que comía un bocadillo y tomaba uno de esos vodkas picantes, el cual bebí de un sorbo. Sin más me senté a un lado de la rubia y levanté la varita atrayendo una bandeja con bebidas y bocadillos hacia delante de nosotros, luego de tomar cada uno lo suyo la hice volver a su lugar.
-Han pasado unos pocos meses, es bueno que al fin pueda pagarte tu atención medica de aquella vez. -le comenté y reí observando a los “jóvenes”. -No recuerdo mi adolescencia fuera tan buena… -comenté al aire con una ceja arqueada viendo la alegría de todos los demás, hablando de ellos como si ya tuviera cuarenta años. -Aunque me alegra por ellos, sí. -hablé sin darme cuenta que ya acababa el otro trago.
-¿Cada cuanto crees que tome alcohol la gente responsable como nosotros? -pregunté para soltar una pequeña carcajada, un militar y una médica, la respuesta sería en vacaciones, pero yo no era precisamente del que se las tomaba.
-Me alegro, gracias a ti por no rechazarme. -la molesté sonriendo a la vez que Diane se acercaba para presentarse ante Ariadna y volver a partir, entre tanto podía ver como ese último trago había afectado a la rubia, ¿demasiado fuerte quizás? Aunque luego el trago de repente había desaparecido, eso si que era acostumbrarse rápido. -Perdona, ¿quieres competir conmigo? ¿Segura? A tu garganta no parece gustarle, pero si insistes. -me hice el gracioso y me encogí de hombros, si quería competir así sería, pero, ¿en qué momento sabríamos quien era el ganador? -¿Piensas competir sin probar nada? Estarás en desventaja... -pregunté a la vez que comía un bocadillo y tomaba uno de esos vodkas picantes, el cual bebí de un sorbo. Sin más me senté a un lado de la rubia y levanté la varita atrayendo una bandeja con bebidas y bocadillos hacia delante de nosotros, luego de tomar cada uno lo suyo la hice volver a su lugar.
-Han pasado unos pocos meses, es bueno que al fin pueda pagarte tu atención medica de aquella vez. -le comenté y reí observando a los “jóvenes”. -No recuerdo mi adolescencia fuera tan buena… -comenté al aire con una ceja arqueada viendo la alegría de todos los demás, hablando de ellos como si ya tuviera cuarenta años. -Aunque me alegra por ellos, sí. -hablé sin darme cuenta que ya acababa el otro trago.
-¿Cada cuanto crees que tome alcohol la gente responsable como nosotros? -pregunté para soltar una pequeña carcajada, un militar y una médica, la respuesta sería en vacaciones, pero yo no era precisamente del que se las tomaba.
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