OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Su amo subió las escaleras cuando terminó de cenar y Kida se encargó de lavar los platos con mucho cuidado para no lastimarse ni romper nada. Posteriormente, caminó hasta su dormitorio y cambió las prendas grises por unos pijamas calentitos con coloridos dibujos por todos lados.
Como aún no tenía sueño, decidió adelantar las tareas que Viktor le había dado para la mañana siguiente y con la ayuda de un diminuto plumero, comenzó a quitar el polvo que yacía entre los estantes y los libros de la biblioteca.
Sin contar las clases de lectura, su dueño aún seguía enojado con ella, no le hablaba como antes y esto tenía a la niña bastante mal. Sobre todo porque tenía una larga lista de nombres para decirle y ya se los estaba olvidando al no saber cómo escribirlos en un papel. Iba a perder el juego.
Apoyando parte de su cuerpo en el mueble y sin soltar el bastón, se estiró todo lo que pudo para seguir quitando la tierra de las estanterías y en más de una ocasión soltó varios estornudos cuando las partículas ingresaron a su nariz.
Agotada, decidió tomar un pequeño descanso sentándose en el cómodo sofá, sin embargo al pasar por una de las mesitas ratoneras, el aparato que su amo manejaba con tanta rapidez, captó su atención.
La idea se formó en su mente y antes de pensarlo dos veces, tomó el móvil y caminó hasta su pequeña habitación.
Una vez sentada al borde de la cama con el papel sobre las piernas, empezó a toquetear la pantalla táctil y estuvo un buen rato hasta que por fin descubrió cuál era el botón indicado. Los números aparecieron ante ella y con toda la concentración del mundo, se aseguró de marcar los correctos.
El sonido de llamada rompió el silencio y sólo entonces Kida llevó el aparato hasta sus oídos, aguardando. —¿Hola? ¿Señor James? Disculpe la hora pero mi amo está durmiendo y no me siento muy bien. Todo da vueltas y creo que voy a vomitar.— Explicó en tono bajito y enfermo, por supuesto que actuado. —¿Puede venir? ¿Por favor? Vale, lo espero.
Con el botón rojo finalizó la llamada y antes de devolver el móvil a su lugar, sin querer abrió la cámara y con curiosidad primero tomó un par de fotos de su muñeca. Era una tecnología que no comprendía pero al querer dejar un bonito recuerdo en el aparato de su amo, también se tomó un par de selfies sonriendo.
Regresó el celular a su lugar y justo cuando el timbre sonó, un par de minutos antes del toque de queda, Kida se acostó en la cama, abrazó a Isabelle y cerró los ojos. Estaba durmiendo, por favor.
Como aún no tenía sueño, decidió adelantar las tareas que Viktor le había dado para la mañana siguiente y con la ayuda de un diminuto plumero, comenzó a quitar el polvo que yacía entre los estantes y los libros de la biblioteca.
Sin contar las clases de lectura, su dueño aún seguía enojado con ella, no le hablaba como antes y esto tenía a la niña bastante mal. Sobre todo porque tenía una larga lista de nombres para decirle y ya se los estaba olvidando al no saber cómo escribirlos en un papel. Iba a perder el juego.
Apoyando parte de su cuerpo en el mueble y sin soltar el bastón, se estiró todo lo que pudo para seguir quitando la tierra de las estanterías y en más de una ocasión soltó varios estornudos cuando las partículas ingresaron a su nariz.
Agotada, decidió tomar un pequeño descanso sentándose en el cómodo sofá, sin embargo al pasar por una de las mesitas ratoneras, el aparato que su amo manejaba con tanta rapidez, captó su atención.
La idea se formó en su mente y antes de pensarlo dos veces, tomó el móvil y caminó hasta su pequeña habitación.
Una vez sentada al borde de la cama con el papel sobre las piernas, empezó a toquetear la pantalla táctil y estuvo un buen rato hasta que por fin descubrió cuál era el botón indicado. Los números aparecieron ante ella y con toda la concentración del mundo, se aseguró de marcar los correctos.
El sonido de llamada rompió el silencio y sólo entonces Kida llevó el aparato hasta sus oídos, aguardando. —¿Hola? ¿Señor James? Disculpe la hora pero mi amo está durmiendo y no me siento muy bien. Todo da vueltas y creo que voy a vomitar.— Explicó en tono bajito y enfermo, por supuesto que actuado. —¿Puede venir? ¿Por favor? Vale, lo espero.
Con el botón rojo finalizó la llamada y antes de devolver el móvil a su lugar, sin querer abrió la cámara y con curiosidad primero tomó un par de fotos de su muñeca. Era una tecnología que no comprendía pero al querer dejar un bonito recuerdo en el aparato de su amo, también se tomó un par de selfies sonriendo.
Regresó el celular a su lugar y justo cuando el timbre sonó, un par de minutos antes del toque de queda, Kida se acostó en la cama, abrazó a Isabelle y cerró los ojos. Estaba durmiendo, por favor.
La vida desde el toque de queda ha cambiado radicalmente para mí, no solo no salgo a ningún lado de noche sino que tengo que quedarme con la esclava que creo que aún sigue algo enojada por lo ocurrido el otro día. Al menos pudimos mantenernos profesionales y sigue aceptando mis clases de lectura, así una vez superado el conflicto - u olvidado, mejor dicho - podremos entablar una relación más estable de amo-sirvienta y ella no se habrá atrasado con sus estudios. Me sorprende a mí mismo estar tan preocupado al respecto, supongo que necesito que se convierta en alguien inteligente para dejar de considerarla tan vulnerable. Quizás así deje de darme ternura, no lo sé.
No falta mucho para que la chance de salir afuera se termine por hoy para los adultos, así que subo a mi habitación y quedo en boxers para ver algunas películas en la cama. Así no tendré que moverme cuando quiera dormir, solo deberé cerrar los ojos y ya. Pura eficacia y ahorro de energía muscular. Abro el catálogo de películas y pongo la primera de detectives que encuentro, a decir verdad no es de las mejores pero sirve para entretenerme y que al menos los párpados me empiecen a picar. Esto de cambiar mis horarios de sueño me está costando y mucho.
Suena el timbre y me sorprendo al ver que solo faltan unos minutos para el toque de queda. Intento pensar en quién podría ser pero nadie viene a mi mente. De todas formas debe ser urgente para arriesgarse de ésta forma. No escucho voces así que supongo que Kida no ha ido a abrir ¡Se va a hacer la hora!
Bajo corriendo las escaleras y al pasar por el cuarto de la niña asomo la cabeza para ver que ya está durmiendo. Demonios, tendré que atender en bóxers. Al abrir la puerta me sorprendo al ver a James ¿Qué hace aquí? No importa. Lo tomo de la solapa del abrigo y lo tiro hacia adentro para luego empujar la puerta y cerrarla pues estamos contra reloj. Perfecto, otra vez lo pego contra mi cuerpo... Como si ya no hubiese generado suficiente confusión la primera vez.
- ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que hay toque de queda? ¡Podrían agarrarte los dementores! - exclamo apartándome de inmediato. De poder gritar lo haría, pero Kida ya está durmiendo y no quiero despertarla. No sé si es ingenuo o no notó la hora. Escuché por ahí que los sanadores a veces pierden la noción del tiempo con tanta guardia - Tienes como 3 segundos para volver a tu casa antes de que... es tarde. Tendrás que quedarte aquí toda la noche.
No falta mucho para que la chance de salir afuera se termine por hoy para los adultos, así que subo a mi habitación y quedo en boxers para ver algunas películas en la cama. Así no tendré que moverme cuando quiera dormir, solo deberé cerrar los ojos y ya. Pura eficacia y ahorro de energía muscular. Abro el catálogo de películas y pongo la primera de detectives que encuentro, a decir verdad no es de las mejores pero sirve para entretenerme y que al menos los párpados me empiecen a picar. Esto de cambiar mis horarios de sueño me está costando y mucho.
Suena el timbre y me sorprendo al ver que solo faltan unos minutos para el toque de queda. Intento pensar en quién podría ser pero nadie viene a mi mente. De todas formas debe ser urgente para arriesgarse de ésta forma. No escucho voces así que supongo que Kida no ha ido a abrir ¡Se va a hacer la hora!
Bajo corriendo las escaleras y al pasar por el cuarto de la niña asomo la cabeza para ver que ya está durmiendo. Demonios, tendré que atender en bóxers. Al abrir la puerta me sorprendo al ver a James ¿Qué hace aquí? No importa. Lo tomo de la solapa del abrigo y lo tiro hacia adentro para luego empujar la puerta y cerrarla pues estamos contra reloj. Perfecto, otra vez lo pego contra mi cuerpo... Como si ya no hubiese generado suficiente confusión la primera vez.
- ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que hay toque de queda? ¡Podrían agarrarte los dementores! - exclamo apartándome de inmediato. De poder gritar lo haría, pero Kida ya está durmiendo y no quiero despertarla. No sé si es ingenuo o no notó la hora. Escuché por ahí que los sanadores a veces pierden la noción del tiempo con tanta guardia - Tienes como 3 segundos para volver a tu casa antes de que... es tarde. Tendrás que quedarte aquí toda la noche.
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Hoy no tengo guardia por la noche y es de agradecer porque he acabado muy cansado y ver esos dementores rondando mientras yo intento curar enfermos es… es un poco desmotivador. Quizá es porque son dementores y eso es lo que hacen… desmotivar, desmoralizar… toda aquella sensación mala. En fin, que hoy podré descansar pronto… o al menos eso creo hasta que, cuando voy a ponerme el pijama, suena mi teléfono móvil, ese aparato que es más viejo que yo y que funciona lo justo para que me llame la gente justa y necesaria. En este caso… Viktor. ¿Qué querrá ahora? Pensé que ya no quería ser mi amigo.
El caso es que al final lo acabo cogiendo, porque supongo que si me llama es por algo urgente… Y resulta que sí es así, pero que no es él quien me llama, sino la pequeña Kida. Dice que Viktor está durmiendo y que se encuentra mal. Como me explica que todo le da vueltas y que cree que va a vomitar, me apresuro a darle unos consejos antes de colgar el teléfono.
—Claro, ahora voy. Quédate quieta en donde estés y mantén la cabeza por encima del resto del cuerpo, ¿de acuerdo? Espérame.
Y dicho eso corto y me preparo rápidamente para salir. Miro mi reloj de pulsera y suspiro, queda poco para el toque de queda… pero la niña se encuentra mal y no me parece bien dejarla ahí hasta mañana por la mañana… además de que para entonces tendré que ir a trabajar otra vez. En fin, tengo que ir… ya veré cómo me las apaño luego. Salgo de mi casa y me aparezco en la puerta de la de Viktor, luego toco el timbre de inmediato. Miro mi reloj, ya casi no queda nada…
La puerta se abre y al otro lado veo a Viktor… en bóxer. Pero no me da tiempo ni de avergonzarme al verlo así porque me agarra y tira de mí hacia adentro. Y esto sí que me hace sonrojar… maldita sea. Pero más me avergüenza el sermón que me echa en un momento… Y acabo suspirando una vez más.
—Ya lo sé, señor Carstairs… No soy idiota —digo con resignación, tratando de no mirarlo porque lo único que lo hace no estar desnudo es la ropa interior—. ¿Al final la niña lo despertó? Le dije que se quedara quieta… Me llamó diciendo que usted dormía… y que ella se sentía mal, con ganas de vomitar, dijo que todo le daba vueltas. ¿Dónde está?
El caso es que al final lo acabo cogiendo, porque supongo que si me llama es por algo urgente… Y resulta que sí es así, pero que no es él quien me llama, sino la pequeña Kida. Dice que Viktor está durmiendo y que se encuentra mal. Como me explica que todo le da vueltas y que cree que va a vomitar, me apresuro a darle unos consejos antes de colgar el teléfono.
—Claro, ahora voy. Quédate quieta en donde estés y mantén la cabeza por encima del resto del cuerpo, ¿de acuerdo? Espérame.
Y dicho eso corto y me preparo rápidamente para salir. Miro mi reloj de pulsera y suspiro, queda poco para el toque de queda… pero la niña se encuentra mal y no me parece bien dejarla ahí hasta mañana por la mañana… además de que para entonces tendré que ir a trabajar otra vez. En fin, tengo que ir… ya veré cómo me las apaño luego. Salgo de mi casa y me aparezco en la puerta de la de Viktor, luego toco el timbre de inmediato. Miro mi reloj, ya casi no queda nada…
La puerta se abre y al otro lado veo a Viktor… en bóxer. Pero no me da tiempo ni de avergonzarme al verlo así porque me agarra y tira de mí hacia adentro. Y esto sí que me hace sonrojar… maldita sea. Pero más me avergüenza el sermón que me echa en un momento… Y acabo suspirando una vez más.
—Ya lo sé, señor Carstairs… No soy idiota —digo con resignación, tratando de no mirarlo porque lo único que lo hace no estar desnudo es la ropa interior—. ¿Al final la niña lo despertó? Le dije que se quedara quieta… Me llamó diciendo que usted dormía… y que ella se sentía mal, con ganas de vomitar, dijo que todo le daba vueltas. ¿Dónde está?
La confusión dura unos segundos hasta que termina de explicarse y quedo aún más confundido, si es que eso tiene sentido alguno. Sabe sobre el toque de queda así que el que haya sido un despiste queda descartado, pero ¿Kida? - ¿Qué? - interrogo manteniendo la pregunta en mis labios luego de varios segundos de pronunciarla - En su habitación durmiendo como un ángel endemoniado de cabello rojo - respondo alzando la ceja - Y antes de eso se veía en perfectas condiciones - o al menos a mí no me dijo nada.
Así que la muchacha se tomó la libertad de tomar mi teléfono y llamar al sanador cuyo teléfono agendé aquel día que él mismo estuvo de paciente. No solo eso sino que le pareció una buena idea inventar una enfermedad para traerlo hasta aquí al borde del toque de queda. Es probable que siga despierta pues, conociendo a James, habrá venido al instante que recibió el llamado.
- Creo que sé lo que intenta hacer - confieso rascándome la cabeza y dándole la espalda para adentrarme en la casa. Al pasar frente a un espejo noto como el mechón blanco ha vuelto a aparecer, al menos no contrasta tanto con el rubio que llevo así que le resto importancia. Creo que he encontrado el denominador común respecto a éste cambio y creo que necesito leer alguno libro sobre el significado de lo colores y demás, interpretar el rojo y negro es sencillo pero el blanco... podrían ser muchas cosas.
- ¿Prefieres que me ponga esposas y me ate a la cama? - pregunto sarcásticamente cruzándome de brazos pues la otra vez parecía tenerme miedo y quizás se necesite eso para que se sienta seguro - Escucha, no tengo habitación de invitados, voló cuando remodelé las cosas para Kida, así que tendrás que conformarte con el sofá... O el jacuzzi, aunque puede que te despiertes un poco arrugado.
Así que la muchacha se tomó la libertad de tomar mi teléfono y llamar al sanador cuyo teléfono agendé aquel día que él mismo estuvo de paciente. No solo eso sino que le pareció una buena idea inventar una enfermedad para traerlo hasta aquí al borde del toque de queda. Es probable que siga despierta pues, conociendo a James, habrá venido al instante que recibió el llamado.
- Creo que sé lo que intenta hacer - confieso rascándome la cabeza y dándole la espalda para adentrarme en la casa. Al pasar frente a un espejo noto como el mechón blanco ha vuelto a aparecer, al menos no contrasta tanto con el rubio que llevo así que le resto importancia. Creo que he encontrado el denominador común respecto a éste cambio y creo que necesito leer alguno libro sobre el significado de lo colores y demás, interpretar el rojo y negro es sencillo pero el blanco... podrían ser muchas cosas.
- ¿Prefieres que me ponga esposas y me ate a la cama? - pregunto sarcásticamente cruzándome de brazos pues la otra vez parecía tenerme miedo y quizás se necesite eso para que se sienta seguro - Escucha, no tengo habitación de invitados, voló cuando remodelé las cosas para Kida, así que tendrás que conformarte con el sofá... O el jacuzzi, aunque puede que te despiertes un poco arrugado.
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No me puedo creer que ahora tenga que pasar la noche aquí… no sólo bajo el mismo techo que este hombre que me confunde, que me ha hecho sentir incómodo, asustado y me ha hecho reír en diferentes ocasiones que nos hemos encontrado o visto… o que incluso me ha herido con comentarios que no sé si lamenta haber dicho… no me lo creeré hasta que no oiga una disculpa por su parte. No, no sólo eso, sino que además este techo es suyo. Pero en fin, ahora eso no es lo importante, no voy a ser tan egoísta como para preocuparme por esas estupideces que vienen por rencillas entre adultos tontos… mi prioridad en estos momentos es la salud de la niña, que ya bastante tiene con su pierna…
Pero me deja confundido que diga que está durmiendo… bueno, en realidad no es tan raro, quizá del mareo se durmió… o se desmayó. Eso me preocupa. La niña debe de tener las defensas bajas aún, porque intento creer que Viktor no le da un trato tan malo para lo que es ser un esclavo… de verdad quiero creer que a pesar de todo no es tan malo. Sin embargo, cuando estoy a punto de preguntarle dónde está durmiendo la niña —porque al final no me lo ha dicho—, sus palabras me desconciertan aún más.
—¿Lo que intenta hacer? —inquiero, pero ese comentario que ha hecho no es nada en comparación con lo que pregunta después— ¿Perdón? —pregunto con incredulidad. ¿De qué está hablando? Estoy completamente perdido. Sacudo la cabeza mientras oigo lo que dice después—Mire, eso ahora no me interesa —digo con toda la educación posible—. ¿Dónde está la habitación de la niña? Me preocupa que se haya desmayado. A usted también debería, una esclava enferma no sirve para nada, ¿no? —comento y juro que no lo he dicho como una puya, más bien intento apelar a su sentido común aunque mis intenciones estén meramente dirigidas al bienestar de la niña y no al de él, que siendo un hombre hecho y derecho no necesita a una pequeñaja para que le haga las tareas del hogar.
Y no, por supuesto que no me ha pasado desapercibido que Kida duerme en una habitación decente, la que era para los invitados.
Pero me deja confundido que diga que está durmiendo… bueno, en realidad no es tan raro, quizá del mareo se durmió… o se desmayó. Eso me preocupa. La niña debe de tener las defensas bajas aún, porque intento creer que Viktor no le da un trato tan malo para lo que es ser un esclavo… de verdad quiero creer que a pesar de todo no es tan malo. Sin embargo, cuando estoy a punto de preguntarle dónde está durmiendo la niña —porque al final no me lo ha dicho—, sus palabras me desconciertan aún más.
—¿Lo que intenta hacer? —inquiero, pero ese comentario que ha hecho no es nada en comparación con lo que pregunta después— ¿Perdón? —pregunto con incredulidad. ¿De qué está hablando? Estoy completamente perdido. Sacudo la cabeza mientras oigo lo que dice después—Mire, eso ahora no me interesa —digo con toda la educación posible—. ¿Dónde está la habitación de la niña? Me preocupa que se haya desmayado. A usted también debería, una esclava enferma no sirve para nada, ¿no? —comento y juro que no lo he dicho como una puya, más bien intento apelar a su sentido común aunque mis intenciones estén meramente dirigidas al bienestar de la niña y no al de él, que siendo un hombre hecho y derecho no necesita a una pequeñaja para que le haga las tareas del hogar.
Y no, por supuesto que no me ha pasado desapercibido que Kida duerme en una habitación decente, la que era para los invitados.
He pasado ya varios días con Kida, hemos leído juntos, comido juntos y en los primeros días, antes del gran problema con James, hasta visto películas juntos en la pequeña televisión de la sala. Él en cambio solo la ha visto una vez así que creo poder decir que la conozco mucho mejor. Quizás por eso no lo pilla a la primera, sin embargo me llevo la mano a la frente cuando sigue creyendo que la pelirroja está enferma y al final se me escapa una risa - Sí que eres ingenuo... Te ha engañado una niña de 13 años y no solo eso, sino que pusiste en riesgo tu propia vida solo para comprobar que esté bien - bueno, mi primera intención es decirlo como burla pero mi tono de voz va cambiando en camino. Ha puesto su vida en riesgo solo para ayudarla.
Respiro profundo y me apoyo sobre la pared aún de brazos cruzados. Al parecer tendré que explicárselo con crayones de colores - Te ha engañado para que vengas aquí y no te quede más remedio que pasar la noche ¿No lo ves? - supongo que querrá que arreglemos las cosas y en parte comprendo por qué. Su pierna estaba mejorando y solo James puede ayudarla con eso, quizás creyó que nuestra pelea daría fin a su tratamiento pero... Bueno, sí fui bastante determinante dándole el dinero.
-Supongo que será cosa de aclararle que seguirás tratándola sin importar que me odies - comento encogiéndome de hombros. Guardo silencio por unos segundos y sin estar seguro de por qué, agrego - Lo siento por lo del dinero, estuvo mal - ¿De dónde sale todo esto? Del miedo que encontré en sus ojos en la biblioteca, claramente - Y no la mandaría a la arena... Pero de éstas paredes hacia afuera tienen creer que sí, sino no habrá casa lo suficientemente fuerte que nos proteja de los dementores.
Respiro profundo y me apoyo sobre la pared aún de brazos cruzados. Al parecer tendré que explicárselo con crayones de colores - Te ha engañado para que vengas aquí y no te quede más remedio que pasar la noche ¿No lo ves? - supongo que querrá que arreglemos las cosas y en parte comprendo por qué. Su pierna estaba mejorando y solo James puede ayudarla con eso, quizás creyó que nuestra pelea daría fin a su tratamiento pero... Bueno, sí fui bastante determinante dándole el dinero.
-Supongo que será cosa de aclararle que seguirás tratándola sin importar que me odies - comento encogiéndome de hombros. Guardo silencio por unos segundos y sin estar seguro de por qué, agrego - Lo siento por lo del dinero, estuvo mal - ¿De dónde sale todo esto? Del miedo que encontré en sus ojos en la biblioteca, claramente - Y no la mandaría a la arena... Pero de éstas paredes hacia afuera tienen creer que sí, sino no habrá casa lo suficientemente fuerte que nos proteja de los dementores.
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Lo miro con reproche, con disgusto, frunciendo el ceño y haciendo un mohín, cuando se burla de mí porque “me ha engañado una niña de trece años”. ¿Pero qué dementores le pasa a este hombre? Dementores… qué irónico. No sé si aguantaré toda la noche aquí… bueno, tengo que hacerlo, pero la cosa es si aguanto sin que me dé una crisis nerviosa. Soy paciente con todo el mundo hasta que… bueno, hasta que me dan un golpe tan bajo. Porque no es la primera vez que alguien me dice algo hiriente, pero sí que me lo dice alguien que me estaba cayendo tan bien como para iniciar una amistad.
Cuando voy a protestar y decirle algo al respecto, ofendido, él añade una explicación. Una que no entiendo, por cierto. ¿De qué está hablando? ¿Qué tengo que ver? ¿Por qué me ha engañado para que venga y me tenga que quedar? No entender las cosas a veces llega a exasperarme… sobre todo cuando aún casi parece que se esté riendo de mí.
—No sé qué debería ver, ¿por qué ella haría una cosa así? —pregunto y entonces él me responde y mi gesto cambia de nuevo del fastidio a la confusión. Voy a decir algo, pero él se me adelanta… y me deja, literalmente, con la boca abierta. No de par en par, pero sí que se me ha quedado abierta… ¿Se acaba de disculpar por…? ¡¿Me estaba leyendo la mente?! No… no, él me dijo que no lo haría sin permiso y… por algún estúpido motivo —seguramente porque soy demasiado ingenuo, como él mismo dice—, me lo sigo creyendo. Así que debe de haber sido pura casualidad… lo ha dicho porque ha afirmado en voz alta que yo le odio. Hay que resolver esto ya… pero primero yo también tengo que decir cosas.
Cuando me doy cuenta, estoy yendo hacia él para darle un abrazo, conmovido por sus palabras, que afirman que no haría semejante crueldad con una niña inocente que, además, está coja… y por la disculpa sobre lo del dinero… pero me detengo de golpe cuando estoy a pocos metros de él. Me hace feliz que se haya disculpado por lo del dinero, que se haya dado cuenta de que no estuvo bien, porque no lo estuvo en absoluto… pero aún me falta algo.
—También estuvo mal que dijera que soy débil. No importa que no siguiera mis consejos, yo no soy débil. Curo a personas y me paso a veces más de veinticuatro horas sin dormir para poder dar lo mejor de mí a mis pacientes… y no sé por qué le doy explicaciones —suspiro separándome de él y apartando de nuevo la mirada, pues me siento incómodo viéndolo desnudo. Que sigo siendo un hombre homosexual y a veces los instintos actúan antes que la razón… y yo soy alguien civilizado—. Y yo no le odio. Eso es un sentimiento muy fuerte que ennegrece y corrompe el alma. He estado muy enfadado, pero mire, aquí estaba yo, comiéndome el coco porque me negaba a creer que era tan desalmado como aparentó aquel día.
Cuando voy a protestar y decirle algo al respecto, ofendido, él añade una explicación. Una que no entiendo, por cierto. ¿De qué está hablando? ¿Qué tengo que ver? ¿Por qué me ha engañado para que venga y me tenga que quedar? No entender las cosas a veces llega a exasperarme… sobre todo cuando aún casi parece que se esté riendo de mí.
—No sé qué debería ver, ¿por qué ella haría una cosa así? —pregunto y entonces él me responde y mi gesto cambia de nuevo del fastidio a la confusión. Voy a decir algo, pero él se me adelanta… y me deja, literalmente, con la boca abierta. No de par en par, pero sí que se me ha quedado abierta… ¿Se acaba de disculpar por…? ¡¿Me estaba leyendo la mente?! No… no, él me dijo que no lo haría sin permiso y… por algún estúpido motivo —seguramente porque soy demasiado ingenuo, como él mismo dice—, me lo sigo creyendo. Así que debe de haber sido pura casualidad… lo ha dicho porque ha afirmado en voz alta que yo le odio. Hay que resolver esto ya… pero primero yo también tengo que decir cosas.
Cuando me doy cuenta, estoy yendo hacia él para darle un abrazo, conmovido por sus palabras, que afirman que no haría semejante crueldad con una niña inocente que, además, está coja… y por la disculpa sobre lo del dinero… pero me detengo de golpe cuando estoy a pocos metros de él. Me hace feliz que se haya disculpado por lo del dinero, que se haya dado cuenta de que no estuvo bien, porque no lo estuvo en absoluto… pero aún me falta algo.
—También estuvo mal que dijera que soy débil. No importa que no siguiera mis consejos, yo no soy débil. Curo a personas y me paso a veces más de veinticuatro horas sin dormir para poder dar lo mejor de mí a mis pacientes… y no sé por qué le doy explicaciones —suspiro separándome de él y apartando de nuevo la mirada, pues me siento incómodo viéndolo desnudo. Que sigo siendo un hombre homosexual y a veces los instintos actúan antes que la razón… y yo soy alguien civilizado—. Y yo no le odio. Eso es un sentimiento muy fuerte que ennegrece y corrompe el alma. He estado muy enfadado, pero mire, aquí estaba yo, comiéndome el coco porque me negaba a creer que era tan desalmado como aparentó aquel día.
Intento mantener la compostura cuando veo su reacción ante mi disculpa. Lo he dejado boquiabierto y eso le da un aspecto incluso más inocente que antes, adorable en realidad. Aunque éste se desvanece cuando camina hacia mí pues, por alguna ilógica razón, tengo la sensación de que ahora es él quien va a estamparme contra la pared. Estoy dispuesto a recibir el golpe, incluso desenrollo mi brazos y respiro profundo aflojando mi cuerpo, pero no. Se detiene a pocos metros y vuelve a hablar.
- Tienes razón, James, no eres débil - respondo con media sonrisa cuando se da la vuelta. Supongo que sí se necesita ser fuerte para ver sangre y tripas todos los días, también para quedarse despierto 24 horas con el sueldo de porquería que tiene. Aunque eso no quiere decir que sea débil en otro sentido... No débil, sensible, y creo que no es algo malo pues sin personas como James el mundo sería todo caos, oscuridad y cabellos lacios - Me das explicaciones porque todos necesitamos oírlas a veces. Yo hace unos momentos tuve que explicarte los planes de Kida y tú ahora le estás dando un nuevo significado a una palabra que hasta hace dos segundo creía mala - o débil, valga la redundancia.
Sonrío honestamente cuando dice que no me odia y me acerco lentamente pues no quiero sobresaltarlo, ya he visto que con él los movimientos bruscos no funcionan así que será mejor tener cuidado de aquí en adelante - Si no me odias podrías comenzar por tutearme de nuevo - sugiero con una sonrisa traviesa a la vez que me paro frente a él. En realidad no es traviesa, solo aparenta serlo en mi intento de evitar ser más dientes que cara - Pero recuerda, sí soy desalmado... Kida no tiene zapatillas de luces, ni habitación propia, ni le estoy enseñando a leer ni estoy pensando en dejarla jugar con mi cabello en el futuro - advierto inclinando mi cabeza para poder verlo mejor, creo que me acerco demasiado a medida que voy enumerando las cosas.
- Tienes razón, James, no eres débil - respondo con media sonrisa cuando se da la vuelta. Supongo que sí se necesita ser fuerte para ver sangre y tripas todos los días, también para quedarse despierto 24 horas con el sueldo de porquería que tiene. Aunque eso no quiere decir que sea débil en otro sentido... No débil, sensible, y creo que no es algo malo pues sin personas como James el mundo sería todo caos, oscuridad y cabellos lacios - Me das explicaciones porque todos necesitamos oírlas a veces. Yo hace unos momentos tuve que explicarte los planes de Kida y tú ahora le estás dando un nuevo significado a una palabra que hasta hace dos segundo creía mala - o débil, valga la redundancia.
Sonrío honestamente cuando dice que no me odia y me acerco lentamente pues no quiero sobresaltarlo, ya he visto que con él los movimientos bruscos no funcionan así que será mejor tener cuidado de aquí en adelante - Si no me odias podrías comenzar por tutearme de nuevo - sugiero con una sonrisa traviesa a la vez que me paro frente a él. En realidad no es traviesa, solo aparenta serlo en mi intento de evitar ser más dientes que cara - Pero recuerda, sí soy desalmado... Kida no tiene zapatillas de luces, ni habitación propia, ni le estoy enseñando a leer ni estoy pensando en dejarla jugar con mi cabello en el futuro - advierto inclinando mi cabeza para poder verlo mejor, creo que me acerco demasiado a medida que voy enumerando las cosas.
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El estómago me da un vuelco al escuchar que dice que no soy débil… pero no porque lo diga, sino por cómo lo dice… no se está burlando de mí ni está siendo sarcástico… y lo interpreto como otra disculpa, así que suspiro de alivio, porque ya me he quedado más tranquilo. Casi he hasta sonreído… casi.
No digo nada por el momento y en su lugar escucho a Viktor, que me explica por qué doy explicaciones, valga la… extraña redundancia. Y luego me dice algo que no entiendo. No sé si es este hombre, que es tarde o que soy tonto, pero no comprendo de qué palabra está hablando.
—¿Qué palabra? ¿“Débil”? Sigue siendo una palabra mala, porque la mayoría de la gente la utiliza con un significado despectivo… al final pesa más el uso que la propia definición del diccionario —no sé qué estoy diciendo. ¿Por qué estoy diciendo esas cosas ahora? Creo que estoy más nervioso de lo que parece… Quizá es porque se está acercando a mí y eso empieza a ponerme nervioso… no le lleva mucho hacerlo realmente, pues yo ya había acortado gran parte de la distancia. Suspiro cuando dice que podría tutearlo de nuevo… no puedo hacerlo—. Me temo que llevará algún tiempo que pueda hacer eso otra vez… —digo pues aún hay algún miedo dentro de mí… no a que vuelva a estamparme contra algo, sino a que se enfade de nuevo y diga alguna cosa lacerante.
Y de nuevo está ahí esa sensación cálida, esas ganas de darle un abrazo porque ahora sí entiendo lo que dice y que todo lo que está hablando en realidad es lo contrario a la realidad. La niña sí tiene zapatillas de luces, una habitación propia ¡y la está enseñando a leer! E incluso va a dejarla jugar con su pelo… o al menos eso piensa. Eso último es tan tierno y bonito… de verdad que estoy a punto de darle un abrazo… pero en mi huida visual de su cuerpo desnudo me encuentro con algo que llama mi atención… es algo que hay sobre la mesa, parece un regalo… y tiene mi nombre. O eso creo. Es mi nombre, pero está mal escrito. También está el suyo. “Yames” y “Viq”.
—¿Qué es eso…? —pregunto sin apartar la mirada de aquello a lo que me estoy refiriendo.
No digo nada por el momento y en su lugar escucho a Viktor, que me explica por qué doy explicaciones, valga la… extraña redundancia. Y luego me dice algo que no entiendo. No sé si es este hombre, que es tarde o que soy tonto, pero no comprendo de qué palabra está hablando.
—¿Qué palabra? ¿“Débil”? Sigue siendo una palabra mala, porque la mayoría de la gente la utiliza con un significado despectivo… al final pesa más el uso que la propia definición del diccionario —no sé qué estoy diciendo. ¿Por qué estoy diciendo esas cosas ahora? Creo que estoy más nervioso de lo que parece… Quizá es porque se está acercando a mí y eso empieza a ponerme nervioso… no le lleva mucho hacerlo realmente, pues yo ya había acortado gran parte de la distancia. Suspiro cuando dice que podría tutearlo de nuevo… no puedo hacerlo—. Me temo que llevará algún tiempo que pueda hacer eso otra vez… —digo pues aún hay algún miedo dentro de mí… no a que vuelva a estamparme contra algo, sino a que se enfade de nuevo y diga alguna cosa lacerante.
Y de nuevo está ahí esa sensación cálida, esas ganas de darle un abrazo porque ahora sí entiendo lo que dice y que todo lo que está hablando en realidad es lo contrario a la realidad. La niña sí tiene zapatillas de luces, una habitación propia ¡y la está enseñando a leer! E incluso va a dejarla jugar con su pelo… o al menos eso piensa. Eso último es tan tierno y bonito… de verdad que estoy a punto de darle un abrazo… pero en mi huida visual de su cuerpo desnudo me encuentro con algo que llama mi atención… es algo que hay sobre la mesa, parece un regalo… y tiene mi nombre. O eso creo. Es mi nombre, pero está mal escrito. También está el suyo. “Yames” y “Viq”.
—¿Qué es eso…? —pregunto sin apartar la mirada de aquello a lo que me estoy refiriendo.
Comprendo lo que dice pues es algo con lo que jugamos mucho en las leyes. Hay una verdad objetiva que debemos acomodar cómo sea para darle un nuevo significado, todo depende de las formas tal y como dice él, de la mirada que uno pone al pronunciar y lo que la parte de nuestro cerebro que maneja la emociones decide sentir en ese momento. Hace unas semanas lo llamé débil con la mandíbula apretada y ahora se lo diría de nuevo con otra intención de no estar seguro de que le caería mal de todas formas. Pasos de bebé.
- Mírate, tantas tardes en la sección de leyes ya te están haciendo pensar como un abogado - bromeo con él. Es una lástima que no quiera tutearme, la última vez requirió que me atropelle un auto pero no creo estar dispuesto a repetir tal hazaña. Será mi desafío para ésta larga noche, conseguir retomar la amistad en dónde la dejamos; pues hubo un momento en el que pensé que lo necesitaba en mi vida y no creo haber estado errado.
Busco sus ojos pero éstos parecen estar recorriendo cualquier parte de la sala a mis espaldas. No me rindo aún en el momento pero cuando hace esa pregunta solo dejo caer mis hombros y resoplo antes de girar. ¿Qué demonios es eso? Voy a paso apurado hasta la mesa ratona frente a la televisión y me encuentro con dos paquetes, vino y chocolates - Yames y Viq - pronuncio tal y como están escritos con la mandíbula apretada, otra vez - Está fuera de control ¿Será porque es una adolescente? He leído que son imposibles de manejar... Tengo que preguntar a otros amos a ver si sus esclavos adolescentes también se comportan de esta manera - pienso en voz alta mientra niego con la cabeza.
Al abrir los paquetes me encuentro con dos corbatas, una más fea que la otra y más del estilo de James que el mío así que luego de examinar ambas elijo la que mejor va con sus ojos y hago una seña con mi índice para que acerque - No estoy vestido para la ocasión así que tendrás que quedarte con ambas - comento enroscando su cuello con una, con cuidado. No termino de atarla pues... Bueno, no sé cómo atarle la corbata a alguien más - Creo que tendremos que aclararle que la atenderás y, además, que no queremos dormir juntos.
- Mírate, tantas tardes en la sección de leyes ya te están haciendo pensar como un abogado - bromeo con él. Es una lástima que no quiera tutearme, la última vez requirió que me atropelle un auto pero no creo estar dispuesto a repetir tal hazaña. Será mi desafío para ésta larga noche, conseguir retomar la amistad en dónde la dejamos; pues hubo un momento en el que pensé que lo necesitaba en mi vida y no creo haber estado errado.
Busco sus ojos pero éstos parecen estar recorriendo cualquier parte de la sala a mis espaldas. No me rindo aún en el momento pero cuando hace esa pregunta solo dejo caer mis hombros y resoplo antes de girar. ¿Qué demonios es eso? Voy a paso apurado hasta la mesa ratona frente a la televisión y me encuentro con dos paquetes, vino y chocolates - Yames y Viq - pronuncio tal y como están escritos con la mandíbula apretada, otra vez - Está fuera de control ¿Será porque es una adolescente? He leído que son imposibles de manejar... Tengo que preguntar a otros amos a ver si sus esclavos adolescentes también se comportan de esta manera - pienso en voz alta mientra niego con la cabeza.
Al abrir los paquetes me encuentro con dos corbatas, una más fea que la otra y más del estilo de James que el mío así que luego de examinar ambas elijo la que mejor va con sus ojos y hago una seña con mi índice para que acerque - No estoy vestido para la ocasión así que tendrás que quedarte con ambas - comento enroscando su cuello con una, con cuidado. No termino de atarla pues... Bueno, no sé cómo atarle la corbata a alguien más - Creo que tendremos que aclararle que la atenderás y, además, que no queremos dormir juntos.
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Casi alzo una ceja. Casi. Casi lo hago cuando dice lo de mis tardes en la sección de leyes, porque no me he sentido para nada como un abogado al decir esas cosas… más bien parecía un lingüista… en cualquier caso, nada de eso venía a cuento, o al menos eso creo. Suspiro. Por un momento estoy a punto de contarle para qué he estado yendo a leer sobre leyes de esclavos… pero, por triste que parezca, donde antes me fiaba tanto de él ahora… ahora hay varias lagunas. O más bien pequeños géiseres que hay que saltar o sortear para poder llegar a la confianza que tenía antes.
Supongo que he dejado de verlo como el adolescente sufrido que era cuando lo conocí… y he empezado a verlo como el adulto que es… porque aunque a menudo hable como un adolescente insolente o incluso hormonado, sigue siendo un adulto que ha castigado a varios rebeldes. Y no estoy juzgando si fue injusto o no, sólo hablo de lo que es capaz de hacer ahora. No gracias a mí, claro…
Aún estoy pensando en eso cuando dice lo de los adolescentes. Eso me hace volver a recordarlo a él de joven… suspiro otra vez. No sé qué me pasa, quizá estoy demasiado cansado, hasta el punto de que al final me quedo callado hasta que él me coloca una corbata sin que yo siquiera me haya alejado para evitarlo —¿por qué iba a hacerlo? Sólo es una corbata— y me vuelve a hablar de Kida.
—No sé si lo decía en serio, pero no creo que sea buena idea preguntarles a otros amos… pensarán que no está siendo duro con ella y se pondrán en peligro los dos —expongo mi opinión—. Ya veo que desde luego no siguió mis consejos, ninguno… pero le repetiré lo que le dije entonces, con algún cambio. Hay gente muy mala en el mundo, es imposible que no la haya, y por desgracia, esa gente es mucha. Pero también hay personas buenas… y desde luego, no todo el mundo hace las cosas con una doble intención… o con una intención egoísta.
» Lo más egoísta que pueda llegar a venir de la niña sería que se sienta culpable porque discutimos. Yo le dije que eran cosas de adultos, que somos complicados por no decir “estúpidos”, y que nada era culpa suya; pero no sé si se convenció de ello o no. A lo que voy es que lo que quiere es que hagamos las paces… y que no entiende mucho de costumbres porque vino y bombones es lo que le llevaría yo a una cita. En fin, supongo que ha tenido el efecto deseado —finalizo y le tiendo la mano, es mi forma de plantar el hacha de guerra. Es innecesario seguir así.
Supongo que he dejado de verlo como el adolescente sufrido que era cuando lo conocí… y he empezado a verlo como el adulto que es… porque aunque a menudo hable como un adolescente insolente o incluso hormonado, sigue siendo un adulto que ha castigado a varios rebeldes. Y no estoy juzgando si fue injusto o no, sólo hablo de lo que es capaz de hacer ahora. No gracias a mí, claro…
Aún estoy pensando en eso cuando dice lo de los adolescentes. Eso me hace volver a recordarlo a él de joven… suspiro otra vez. No sé qué me pasa, quizá estoy demasiado cansado, hasta el punto de que al final me quedo callado hasta que él me coloca una corbata sin que yo siquiera me haya alejado para evitarlo —¿por qué iba a hacerlo? Sólo es una corbata— y me vuelve a hablar de Kida.
—No sé si lo decía en serio, pero no creo que sea buena idea preguntarles a otros amos… pensarán que no está siendo duro con ella y se pondrán en peligro los dos —expongo mi opinión—. Ya veo que desde luego no siguió mis consejos, ninguno… pero le repetiré lo que le dije entonces, con algún cambio. Hay gente muy mala en el mundo, es imposible que no la haya, y por desgracia, esa gente es mucha. Pero también hay personas buenas… y desde luego, no todo el mundo hace las cosas con una doble intención… o con una intención egoísta.
» Lo más egoísta que pueda llegar a venir de la niña sería que se sienta culpable porque discutimos. Yo le dije que eran cosas de adultos, que somos complicados por no decir “estúpidos”, y que nada era culpa suya; pero no sé si se convenció de ello o no. A lo que voy es que lo que quiere es que hagamos las paces… y que no entiende mucho de costumbres porque vino y bombones es lo que le llevaría yo a una cita. En fin, supongo que ha tenido el efecto deseado —finalizo y le tiendo la mano, es mi forma de plantar el hacha de guerra. Es innecesario seguir así.
¡Al fin! Al fin ha comprendido que todo ésto nos está poniendo en peligro y que si nos dedicamos a ver el lado luminoso terminaremos como plantas en el despacho de Magnar. Aunque, siendo honesto, me preocupa un poco no haber pensado al respecto. No lo vi como consejos de crianza pero creo que es lo que necesito ¿La estoy criando? Ella nunca ha tenido padres así que necesita de la figura de un adulto para ser un ser humano más o menos decente. Es simplemente aterrador. Todo comenzó como un simple favor a un buen tipo con bastón y ahora tengo una niña con bastón y otro buen tipo. Curioso.
- Sabe muy bien que no voy a citas así que dudo que esa haya sido su intención - respondo mirándolo de lado luego de escuchar todo su sermón, agradable, no como esos de dónde nació el término - Que se haga la paz entonces - agrego tendiéndole la mano y la sostengo por unos segundos mirando sus ojos, que combinan con la corbata por cierto.
Pasa más tiempo de lo que debería y examino la botella de vino de cerca. No creo que la haya tomado de la bodega así que tuvo que salir del dinero que dejó James el otro día. Bueno, si gastó eso en cosas para nosotros claramente habla de un acto desinteresado, y estúpido, porque podría haber aprovechado para comprarse todos los caramelos del mundo afirmando a los dueños del lugar que serían para mí.
- ¿Qué dices, Carlie? ¿Te tomas esta botella conmigo? - pregunto sorprendiéndome a mí mismo. Se necesita más de media botella de vino para bajar mis defensas, o al menos eso creo. Luego de la primera vez que me emborraché en público formé la teoría y no he hecho más ensayos al respecto. Pero ya he dicho en numerosas ocasiones que no me molesta leer su mente así que, si él está de acuerdo, podría hacerlo - Aunque deberías saber que es probable que lea fragmentos de tus pensamientos si entra demasiado alcohol en mi sangre... Por eso solo bebo cuando estoy solo - confieso mirando el suelo - Sino podemos preparar té o simplemente irnos a dormir.
- Sabe muy bien que no voy a citas así que dudo que esa haya sido su intención - respondo mirándolo de lado luego de escuchar todo su sermón, agradable, no como esos de dónde nació el término - Que se haga la paz entonces - agrego tendiéndole la mano y la sostengo por unos segundos mirando sus ojos, que combinan con la corbata por cierto.
Pasa más tiempo de lo que debería y examino la botella de vino de cerca. No creo que la haya tomado de la bodega así que tuvo que salir del dinero que dejó James el otro día. Bueno, si gastó eso en cosas para nosotros claramente habla de un acto desinteresado, y estúpido, porque podría haber aprovechado para comprarse todos los caramelos del mundo afirmando a los dueños del lugar que serían para mí.
- ¿Qué dices, Carlie? ¿Te tomas esta botella conmigo? - pregunto sorprendiéndome a mí mismo. Se necesita más de media botella de vino para bajar mis defensas, o al menos eso creo. Luego de la primera vez que me emborraché en público formé la teoría y no he hecho más ensayos al respecto. Pero ya he dicho en numerosas ocasiones que no me molesta leer su mente así que, si él está de acuerdo, podría hacerlo - Aunque deberías saber que es probable que lea fragmentos de tus pensamientos si entra demasiado alcohol en mi sangre... Por eso solo bebo cuando estoy solo - confieso mirando el suelo - Sino podemos preparar té o simplemente irnos a dormir.
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¿Que no va a citas? Pero si se pasa todo el tiempo ligando… oh. Ya. Claro. Ligando para ir a la cama… sin pasar por siquiera una cena o alguna cosa así previa al coito. Esta vez no suspiro, pero a punto de estoy de hacerlo. La verdad es que no me imagino viviendo así, ¿qué sentido tiene acostarse cada día con alguien diferente? ¿Se puede ser más despersonalizado? Vale, comprendo lo que conlleva el placer, no es como si yo fuera virgen a mis cincuenta años, pero aun así… no me gusta, no podría hacer algo como eso, no sin amor. Y yo no me enamoro varias veces a la semana, de hecho, hace varios años que no me he enamorado de nadie.
Estrecho la mano de Viktor y cuando alzo la mirada me encuentro con sus ojos, que miran directamente los míos. No sé qué me pasa, pero su mirada me parece muy intensa ahora mismo. Espera, ¿qué ha dicho? ¿Tomarme la botella con él? Se ha vuelto loco… o quizá ese es su estilo de vida, tampoco me sorprendería. No sé por qué ahora estoy pensando en Chi… pobrecito, lo dejé solo en casa y ahí se va a quedar toda la noche… mi pequeñín… menos mal que tiene agua y comida.
La verdad es que no quiero que lea partes de mis pensamientos ahora mismo, no cuando tengo demasiadas inseguridades sobre nuestra relación. Quiero decir, ahora sí me preocupa lo que pueda decirle. No puedo contarle por qué he estado en la sección de leyes, quizá no se lo tome nada bien… después de todo, me preguntó si quería quitarle su esclava… y aunque no es eso exactamente lo que busco, sí que me gustaría encontrar la manera de liberar a todos los esclavos… pero por ahora tengo que apañármelas solo.
—Mañana tengo que trabajar, así que sólo puedo tomarme una copa como mucho… No tengo mucho aguante con el alcohol —comento, porque no quiero irme a dormir todavía—. Pero si hay té, acepto eso, me parece mejor —añado mientras una pregunta se formula en mi cabeza, tengo que hacérsela a él… pero aún no, mejor cuando nos sentemos tranquilamente—. ¿Me… puedo sentar?
Estrecho la mano de Viktor y cuando alzo la mirada me encuentro con sus ojos, que miran directamente los míos. No sé qué me pasa, pero su mirada me parece muy intensa ahora mismo. Espera, ¿qué ha dicho? ¿Tomarme la botella con él? Se ha vuelto loco… o quizá ese es su estilo de vida, tampoco me sorprendería. No sé por qué ahora estoy pensando en Chi… pobrecito, lo dejé solo en casa y ahí se va a quedar toda la noche… mi pequeñín… menos mal que tiene agua y comida.
La verdad es que no quiero que lea partes de mis pensamientos ahora mismo, no cuando tengo demasiadas inseguridades sobre nuestra relación. Quiero decir, ahora sí me preocupa lo que pueda decirle. No puedo contarle por qué he estado en la sección de leyes, quizá no se lo tome nada bien… después de todo, me preguntó si quería quitarle su esclava… y aunque no es eso exactamente lo que busco, sí que me gustaría encontrar la manera de liberar a todos los esclavos… pero por ahora tengo que apañármelas solo.
—Mañana tengo que trabajar, así que sólo puedo tomarme una copa como mucho… No tengo mucho aguante con el alcohol —comento, porque no quiero irme a dormir todavía—. Pero si hay té, acepto eso, me parece mejor —añado mientras una pregunta se formula en mi cabeza, tengo que hacérsela a él… pero aún no, mejor cuando nos sentemos tranquilamente—. ¿Me… puedo sentar?
Claro, olvidé que los sanadores trabajan incluso un domingo a la mañana ¿Será que tiene guardia? De ser así le espera un largo día por delante y comienzo a sentirme culpable por adelantado por tener que hacerlo dormir en el sofá. Supongo que podría despertar a Kida para que le preste su habitación pero su pierna... Sí, lo sé, eso me haría un reverendo hijo de puta, quien debe sacrificar la cama soy yo. Aunque es tan amplia como una pequeña piscina así que bien podríamos dormir ambos allí con un muro de almohadas en el medio, no espero menos de él.
- Té será entonces - le concedo con una mueca y comienzo a caminar hacia la cocina pero su pregunta me detiene - Depende... ¿Quieres que nos quedemos aquí y verme en calzones hasta que terminemos el té? ¿O te muestro dónde puedes dormir así ya te vas preparando? No quiero entretenerte demasiado si tienes guardia - bromeo con él y sin esperar respuesta voy hacia la cocina en dónde con unos cuántos movimientos de varita tengo todo listo.
Hago que la bandeja vaya flotando frente a mí y comienzo a subir las escaleras - Vamos, James - pido sobre mi hombro y tras subir unos cuantos escalones ya estoy en el pasillo del segundo piso. Dejé la puerta de mi habitación abierta así que no le costará saber dónde estoy una vezq que me alcance.
Dejo la bandeja sobre la enorme cama y luego me meto en mi armario para buscar algo que ponerme. Estoy seguro de que en algún momento me compré un pijama de seda de color rojo... Pero no tengo idea de dónde está. Así que tomo un pantalón de jogging y me lo pongo antes de ir hacia mi lado de la cama y sentarme de piernas cruzadas, como indio. Con cuidado comienzo a preparar mi té, con dos de azúcar y un poco de leche.
- Té será entonces - le concedo con una mueca y comienzo a caminar hacia la cocina pero su pregunta me detiene - Depende... ¿Quieres que nos quedemos aquí y verme en calzones hasta que terminemos el té? ¿O te muestro dónde puedes dormir así ya te vas preparando? No quiero entretenerte demasiado si tienes guardia - bromeo con él y sin esperar respuesta voy hacia la cocina en dónde con unos cuántos movimientos de varita tengo todo listo.
Hago que la bandeja vaya flotando frente a mí y comienzo a subir las escaleras - Vamos, James - pido sobre mi hombro y tras subir unos cuantos escalones ya estoy en el pasillo del segundo piso. Dejé la puerta de mi habitación abierta así que no le costará saber dónde estoy una vezq que me alcance.
Dejo la bandeja sobre la enorme cama y luego me meto en mi armario para buscar algo que ponerme. Estoy seguro de que en algún momento me compré un pijama de seda de color rojo... Pero no tengo idea de dónde está. Así que tomo un pantalón de jogging y me lo pongo antes de ir hacia mi lado de la cama y sentarme de piernas cruzadas, como indio. Con cuidado comienzo a preparar mi té, con dos de azúcar y un poco de leche.
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—Gracias —digo sonriendo cordialmente a pesar de que él ha hecho una mueca. No entiendo realmente por qué… Está a punto de irse a la cocina, pero se ha quedado quieto. Y lo que dice me hace abrir los ojos con sorpresa, ¿por qué tiene que ser tan explícito diciendo las cosas?—. V-Vale…
Y como me dice que me va a mostrar dónde voy a dormir —aunque me sabe algo mal causar molestias— le sigo hasta donde ahora descubro que es la cocina… Observo cómo prepara el té y después cómo sale con la bandeja delante de él. Me invita a seguirlo y eso es lo que hago yo, en silencio. Aún no comprendo por qué la niña me llamó…
Lo he perdido de vista al subir, pero al mirar a mi alrededor, además de apreciar lo grande que es esta casa, veo que hay una puerta abierta y supongo que es allí donde entró Viktor, así que hacia esa parte me dirijo y entonces vuelvo a abrir la boca de par en par al ver la enorme habitación… y la gran cama, que es como el doble que la mía… o incluso más grande.
.—Disculpe… —empiezo a decir, sin moverme de la entrada— No será este el sitio donde va a dejar que me quede a dormir… ¿verdad? —digo bastante abrumado, yo no vivo en la pobreza, pero siempre he sido de gustos sencillos y esta habitación es… es como mi salón de grande— Quiero decir… es demasiado, sólo soy una visita… y encima inesperada.
Y como me dice que me va a mostrar dónde voy a dormir —aunque me sabe algo mal causar molestias— le sigo hasta donde ahora descubro que es la cocina… Observo cómo prepara el té y después cómo sale con la bandeja delante de él. Me invita a seguirlo y eso es lo que hago yo, en silencio. Aún no comprendo por qué la niña me llamó…
Lo he perdido de vista al subir, pero al mirar a mi alrededor, además de apreciar lo grande que es esta casa, veo que hay una puerta abierta y supongo que es allí donde entró Viktor, así que hacia esa parte me dirijo y entonces vuelvo a abrir la boca de par en par al ver la enorme habitación… y la gran cama, que es como el doble que la mía… o incluso más grande.
.—Disculpe… —empiezo a decir, sin moverme de la entrada— No será este el sitio donde va a dejar que me quede a dormir… ¿verdad? —digo bastante abrumado, yo no vivo en la pobreza, pero siempre he sido de gustos sencillos y esta habitación es… es como mi salón de grande— Quiero decir… es demasiado, sólo soy una visita… y encima inesperada.
Ni bien termino de prepara el té empiezo a arrepentirme de no haber tomado algo más suculento que unas galletas con chispas de chocolate para acompañar. Estuve a punto de agarrar el pastel pero no sé cuánto querrá comer James y no quiero romper las ilusiones de Kida al comerlo todo ahora, mejor dejarlo a salvo en el refrigerador hasta mañana... Aunque la niña no se lo merece luego de tremenda jugarreta que nos ha hecho, voy a matarla, sí, va a terminar extrañando tener polio aunque ni siquiera lo recuerde.
James entra a la habitación y disfruto de su expresión de sorprendido, lástima que estoy demasiado enroscado como para ir a cerrarle la boca de nuevo, sino lo haría - Bueno, la cama es bastante amplia para los dos y es la única que hay - respondo encogiéndome de hombros antes de meter una galleta completa en mi boca, mala idea ya que me cuesta masticarla - Ya sé, seguro el espíritu de la monja que eras en tu vida pasada no te dejará pero mira, es muy cómoda - agrego levantando su taza para que se acerque a tomarla y, de paso, tenerlo más cerca de la cama.
- Ésta es mi habitación así que claro que es demasiado, yo soy demasiado - la defiendo con una mueca - Aunque deberías ver el tercer piso... Ahí creo que perderías la mandíbula - bromeo con una sonrisa. Debería hacer una fiesta para navidad y reírnos de los dementores desde la terraza, sí, podría ser una buena idea dejar que el mundo vea el paraíso Carstairs de una vez por todas. Aunque con lo poco que conozco a Kida sé que terminará mezclándose en la multitud y causándome problemas - ¿Tú dónde vives? - cambio de tema para no seguir pensando en el asunto.
James entra a la habitación y disfruto de su expresión de sorprendido, lástima que estoy demasiado enroscado como para ir a cerrarle la boca de nuevo, sino lo haría - Bueno, la cama es bastante amplia para los dos y es la única que hay - respondo encogiéndome de hombros antes de meter una galleta completa en mi boca, mala idea ya que me cuesta masticarla - Ya sé, seguro el espíritu de la monja que eras en tu vida pasada no te dejará pero mira, es muy cómoda - agrego levantando su taza para que se acerque a tomarla y, de paso, tenerlo más cerca de la cama.
- Ésta es mi habitación así que claro que es demasiado, yo soy demasiado - la defiendo con una mueca - Aunque deberías ver el tercer piso... Ahí creo que perderías la mandíbula - bromeo con una sonrisa. Debería hacer una fiesta para navidad y reírnos de los dementores desde la terraza, sí, podría ser una buena idea dejar que el mundo vea el paraíso Carstairs de una vez por todas. Aunque con lo poco que conozco a Kida sé que terminará mezclándose en la multitud y causándome problemas - ¿Tú dónde vives? - cambio de tema para no seguir pensando en el asunto.
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Mi cara debe de ser un poema. ¡¿Pero qué tiene en la cabeza?! ¿Es que se ha vuelto loco o qué? Justo le acabo de decir que no siento la confianza suficiente, por ahora, para volver a dejar el tratamiento de “usted” y el “señor” acompañado de su apellido, ¿es que no ha entendido nada? Y ya cuando dice lo de la monja que era en mi vida pasada lo miro con los ojos entrecerrados, molesto. Ese comentario ha estado fuera de lugar.
—¿Cómo que una monja? Sólo soy una persona respetuosa, usted debería respetar mi modo de vida igual que hago yo con su facilidad para acostarse con quien sea —digo cruzándome de brazos y le doy la espalda, sin ningún interés en lo cómoda que pueda ser la cama. Soy sanador, he dormido en sillones de la sala de medimagos, no es que la comodidad para dormir sea algo que me quite el sueño. Nunca mejor dicho.
Aún de espaldas a él y cruzados de brazos, tras oír sus alardes, decido responder su pregunta, aunque eso me recuerda que el pobre Chi va a pasar la noche solo… Sólo espero que no se orine en cualquier parte.
—Bastante lejos de aquí, en un piso muy pequeño.
—¿Cómo que una monja? Sólo soy una persona respetuosa, usted debería respetar mi modo de vida igual que hago yo con su facilidad para acostarse con quien sea —digo cruzándome de brazos y le doy la espalda, sin ningún interés en lo cómoda que pueda ser la cama. Soy sanador, he dormido en sillones de la sala de medimagos, no es que la comodidad para dormir sea algo que me quite el sueño. Nunca mejor dicho.
Aún de espaldas a él y cruzados de brazos, tras oír sus alardes, decido responder su pregunta, aunque eso me recuerda que el pobre Chi va a pasar la noche solo… Sólo espero que no se orine en cualquier parte.
—Bastante lejos de aquí, en un piso muy pequeño.
Me dejo caer en la cama poniendo los ojos en blanco y para cuando vuelvo a levantar la cabeza me encuentro con mi visitante cruzado de brazos dándome la espalda ¿Es en serio? Sé que pretende hacerse el ofendido pero otra vez me da ternura verlo así, no puedo burlarme de nuevo. Contengo la sonrisa que amenaza con formarse y respiro profundo para mantener la seriedad - Solo vamos a dormir, James, nada más - intento dejarlo más tranquilo pero no sé de qué tanto servirá. A este paso creo que ni se tomará su té así que doy unos tragos más al mío y dejo la bandeja en la mesa de luz antes de acomodarme de forma más cómoda.
- Lo dices como si tener una casa grande fuese algo malo - respondo acostándome de lado ya con los ojos cerrados. Si se va a acostar que se acueste, sino ya puede ir al sofá si gusta - Toda la vida viví en una casa demasiado pequeña para cuatro, así que cuando me dio el sueldo ¿Cómo no iba a darme los gustos? - pregunto retoricamente. Además llegar a juez no es fácil así que merecía un premio luego de tanto esfuerzo.
Abro uno de mis ojos para espiar en qué anda el sanador y hago una mueca pues con eso puesto no podrá dormir cómodo. Mi ropa no le irá ni de chiste y no dejaré que la modifique con magia, que ya veo que luego no puedo volverla al tamaño original. Aunque sí tengo un buzo bastante amplio que compré para ir al gimnasio, nuevo, por supuesto - ¿Vas a dormir así o te ofrezco ropa? Ahí tienes todo lo que tengo - ofrezco señalando la puerta que da al vestidor - Y si vas a darme la espalda no veo por qué no podrías hacerlo en posición horizontal en la cama, vamos, como una pareja de viejos casados que se ha acostado tras discutir - bromeo. Iugh. Eso jamás me va a pasar. Nunca. No, señor. Nunca de los jamases.
- Lo dices como si tener una casa grande fuese algo malo - respondo acostándome de lado ya con los ojos cerrados. Si se va a acostar que se acueste, sino ya puede ir al sofá si gusta - Toda la vida viví en una casa demasiado pequeña para cuatro, así que cuando me dio el sueldo ¿Cómo no iba a darme los gustos? - pregunto retoricamente. Además llegar a juez no es fácil así que merecía un premio luego de tanto esfuerzo.
Abro uno de mis ojos para espiar en qué anda el sanador y hago una mueca pues con eso puesto no podrá dormir cómodo. Mi ropa no le irá ni de chiste y no dejaré que la modifique con magia, que ya veo que luego no puedo volverla al tamaño original. Aunque sí tengo un buzo bastante amplio que compré para ir al gimnasio, nuevo, por supuesto - ¿Vas a dormir así o te ofrezco ropa? Ahí tienes todo lo que tengo - ofrezco señalando la puerta que da al vestidor - Y si vas a darme la espalda no veo por qué no podrías hacerlo en posición horizontal en la cama, vamos, como una pareja de viejos casados que se ha acostado tras discutir - bromeo. Iugh. Eso jamás me va a pasar. Nunca. No, señor. Nunca de los jamases.
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Me encojo de hombros aunque esté de espaldas al oír que dice que sólo vamos a dormir. ¡Ah, como si no lo supiera! Claramente no me acostaría con él en el sentido sexual de la expresión… y él tampoco me va a forzar si me niego. Además, sé que yo no le gusto. Y menos mal porque es algo espeluznante pensar que tenga algo con alguien tan joven… no es que me considere viejo, pero en mi cabeza está grabado a fuego el recuerdo del chico de quince años cuando yo tenía veintidós… espeluznante.
En fin, el caso es que no me gusta la idea de compartir cama con otro hombre porque a mí me gustan los hombres. Es muy incómodo. No obstante, el tema cambia de rumbo cuando hablamos de las casas y suspiro, sintiéndome mal porque mis palabras han tenido un efecto que yo no quería causar. Me giro hacia él y descubro que tiene los ojos cerrados, así que pongo los ojos en blanco, aunque aun así me explico.
—Por supuesto que no quería decir eso. Si se puede permitir esta casa o una más grande, es perfecto. Lo decía sólo porque mi casa no tiene nada que ver con esta, sólo tiene una planta y… no sé. Viviendo en una casa tan grande me sentiría muy solo. Pero eso es sólo cosa mía —me apresuro a añadir al final por si acaso entiende mal mis palabras esta vez también—. No me va a caber su ropa, señor Carstairs, ni en alto ni en ancho —digo sonrojado por lo que ha dicho sobre dormir como una pareja de viejos casados—. Puedo dormir en el sofá, no hay problema, pero le agradezco su hospitalidad… aunque sea tan extraña.
En fin, el caso es que no me gusta la idea de compartir cama con otro hombre porque a mí me gustan los hombres. Es muy incómodo. No obstante, el tema cambia de rumbo cuando hablamos de las casas y suspiro, sintiéndome mal porque mis palabras han tenido un efecto que yo no quería causar. Me giro hacia él y descubro que tiene los ojos cerrados, así que pongo los ojos en blanco, aunque aun así me explico.
—Por supuesto que no quería decir eso. Si se puede permitir esta casa o una más grande, es perfecto. Lo decía sólo porque mi casa no tiene nada que ver con esta, sólo tiene una planta y… no sé. Viviendo en una casa tan grande me sentiría muy solo. Pero eso es sólo cosa mía —me apresuro a añadir al final por si acaso entiende mal mis palabras esta vez también—. No me va a caber su ropa, señor Carstairs, ni en alto ni en ancho —digo sonrojado por lo que ha dicho sobre dormir como una pareja de viejos casados—. Puedo dormir en el sofá, no hay problema, pero le agradezco su hospitalidad… aunque sea tan extraña.
Ese ha sido mi mayor problema desde que comencé mi vida en el Capitolio, más de una vez pensé en hacer algo al respecto pero tras evaluar las muchísimas desventajas que tendría, desistí de la idea - ¿Quién dice que yo no me siento solo a veces? - respondo con la voz apagada apretando fuerte la almohada. Por eso siempre intento colarme en la casa de alguien más por las noches, ahora ni siquiera puedo hacer eso pero al menos tengo a Kida para que me haga compañía. La casa es grande, las distracciones muchas, pero soy una persona que necesita audiencia ¿Sino de qué valen tantos chistes?
Respiro profundo y me rindo pues no hay forma de que el tipo acepte a compartir cama como tenía la esperanza - ¿Vas a hacerme levantar para que te busque ropa, Carlie? - pregunto de mala gana y al final termino haciéndolo. En realidad más por culpa ya que sé perfectamente que no podré dormir sabiendo que el tipo está en el sofá siendo que tiene que trabajar mañana... Yo, en cambio, podría pasármelo descansando todo el día.
Entro al cambiador y busco entre algunas cosas hasta encontrar el buzo del que hablaba antes, en perfectas condiciones, dentro de la bolsa. Luego tomo otros pantalones de jogging pero más amplios y salgo de la pequeña habitación - Te lo regalo, no voy a usarlo de todas formas - digo con una mueca mientras le doy todo junto - Descansa, James - finalizo agarrando una de las frazadas de la cama y saliendo de mi propia habitación ¡De mi propia habitación!
Bajo las escaleras y voy hasta la habitación de a mocosa. No sé si está dormida de verdad o si estuvo fingiendo todo el tiempo, pero de todas formas la empujo hacia el borde de la cama para que me haga lugar y nos tiro el abrigo encima - Te ha salido mal y ahora dormirás incómoda de castigo - murmuro en un gruñido - Te aviso que ronco así que peor - agrego antes de cerrar los ojos y dormirme en la incómoda cama, tengo que comprarle una de resortes.
Respiro profundo y me rindo pues no hay forma de que el tipo acepte a compartir cama como tenía la esperanza - ¿Vas a hacerme levantar para que te busque ropa, Carlie? - pregunto de mala gana y al final termino haciéndolo. En realidad más por culpa ya que sé perfectamente que no podré dormir sabiendo que el tipo está en el sofá siendo que tiene que trabajar mañana... Yo, en cambio, podría pasármelo descansando todo el día.
Entro al cambiador y busco entre algunas cosas hasta encontrar el buzo del que hablaba antes, en perfectas condiciones, dentro de la bolsa. Luego tomo otros pantalones de jogging pero más amplios y salgo de la pequeña habitación - Te lo regalo, no voy a usarlo de todas formas - digo con una mueca mientras le doy todo junto - Descansa, James - finalizo agarrando una de las frazadas de la cama y saliendo de mi propia habitación ¡De mi propia habitación!
Bajo las escaleras y voy hasta la habitación de a mocosa. No sé si está dormida de verdad o si estuvo fingiendo todo el tiempo, pero de todas formas la empujo hacia el borde de la cama para que me haga lugar y nos tiro el abrigo encima - Te ha salido mal y ahora dormirás incómoda de castigo - murmuro en un gruñido - Te aviso que ronco así que peor - agrego antes de cerrar los ojos y dormirme en la incómoda cama, tengo que comprarle una de resortes.
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