Está empezando a hacer frío, quizá demasiado, lo que me indica que diciembre está avanzando y el invierno se encuentra a la vuelta de la esquina. Es la primera vez en la vida que no veré la nieve decorar los rincones normalmente verdes del catorce, ni seré libre de patinar sobre el lago congelado con un calzado improvisado con la magia de los habitantes que ya se encuentran convertidos en cenizas. Las nubes grises son lo único que me recuerdan a casa, aunque solo puedo divisarlas entre los altos edificios, tan amargos como mi futuro. Han pasado unos días desde que dejé la casa de Lea, no tengo idea de cuántos y tampoco me atrevo a asomarme para chequear su estado, debido a que temo meterla en más problemas o que se encuentre completamente vigilada. Lo único que ven los integrantes de este distrito es un perro joven vagar por las calles, revolver en la basura y juntando cada vez más mugre con el paso del tiempo. Los dementores nocturnos son la peor parte, colarme en sitios abandonados ayuda a escapar de ellos, pero sé que pueden sentirme y cada vez se vuelve más complicado el esquivarlos. Empiezo a estar delgado, quizá demasiado y una lluvia que me atrapa en medio de la calle es lo que me tiene tosiendo toda la noche. Cuando despierto, me veo obligado a retomar mi forma humana porque mi cuerpo me indica que estoy enfermando.

Hay una casa abandonada al final de una calle cerrada. He visto cómo arrastraban a sus dueños hace unos días porque habían acusado a uno de ellos de ocultar muggles. Por lo visto, su familia también fue hallada culpable, porque ninguno regresó. No fue una sorpresa que nadie interviniera, me está quedando claro que corren tiempos en los cuales cada uno deberá velar por su propia seguridad. Por eso, creo que a nadie le importa que un perro se cuele en dicha casa y sé que no vendrá nadie a chequearla si mantengo las luces apagadas y los sonidos al mínimo. Quizá pueda mejorarme, pero no confío. En mi poca experiencia, sé que vuelo en fiebre y los mocos hacen que me pase la manga del suéter que he robado, bastante grande y mugroso, para limpiarme la nariz. No puedo morir por un resfrío, pero sé que no será sencillo que mejore rápido si no tengo cómo tratarlo.

Es temprano en la mañana cuando oigo como alguien ingresa a la casa, pero mis ojos están tan pesado que apenas y me preocupo por ello. Serán ladrones, si fuesen aurores entrarían con mucho más escándalo; apenas y se me cruza la idea de que igualmente pueden venderme por comida. Pero la figura que veo en el marco de la puerta es una que reconozco, la del hombre que estaba en la cueva el día en el cual mi vida acabó por cambiar por completo y sé, en alguna parte de mí, que trabaja para el gobierno y eso es todo. Quizá sea mejor así. Levanto un poco la cabeza y le lanzo una mirada al intruso, cuyo nombre no reconozco y vuelvo a dejarme caer en la cama con un nuevo ataque de tos que me lleva a cubrirme la boca con la mano — No sé cómo me ha encontrado, pero si viene a llevarme, prometo que no voy a luchar — es obvio, por demás, que no puedo hacerlo. ¿Qué sentido tendría?

Con cada salida del Capitolio siento que estoy faltando a mi promesa de ya no meterme en problemas tan intensos como a los que estaba dispuesto a meterme antes. Mi familia me necesita en casa, pero el trabajo me lleva a los peores rincones de Neopanem y más ahora que ya no tengo tantos asistentes sociales a quiénes delegarles el trabajo ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Refugiarme en el escritorio de director de servicios sociales sin hacer nada? No. Hay muchas Hannas y Simons por ahí afuera, niños que por miedo se mantienen ocultos pese a haber perdido a sus padres y no pueden quedarse a merced del destino, tengo que encontrarlos.

Eso me trae al distrito 3 pues hay un jovencito que no está ni en la lista de fallecidos ni en la de concurrentes al Royal. Dejó de ir antes del atentado pero de todas formas es un caso que debe revisarse. Al ir a su casa la encuentro vacía, pero en mi camino por las calles me cruzo con una criatura que, si bien no tiene nada que ver con mi búsqueda, siento que necesita ayuda. Se trata de un perrito con aspecto algo enfermo y de no ser porque se muestra bastante decidido al entrar en una casa abandonada probablemente habría dejado el tema allí.

Lo sigo varios metros por detrás y al entrar a la deshabitada casa comprendo el por qué de la sensación que tuve antes. Kendrick se encuentra acostado sobre una cama, con aspecto tan enfermo como el del cachorro y no muchas ganas de enfrentar a un funcionario del ministerio. Puede que a este chico lo siga la desgracia, pero en éste caso tuvo suerte y mucha - Bueno, más sencillo para mí entonces - respondo acercándome con el bastón. Tiene una infección seguro, por suerte creo tener algo en mi bolso que podría ayudarlo. Vine listo para ayudar a un niño en las peores condiciones y si bien no es el que estaba buscando, podré cumplir mis funciones.

- Toma esto - indico sacando una pastilla del pote transparente y luego tendiéndole una botella de agua - No es veneno, no te preocupes, aliviará los síntomas - explico con media sonrisa - ¿Te acuerdas de mí? Tus amigos me tuvieron secuestrado, Kendrick.

Y así es como sé que estoy frito, que volveré a prisión, que todo este camino sin sentido se acabó y he jodido la vida de los demás sin motivo alguno, porque el final siempre fue el mismo y no había escapatoria. Aún así, me encojo un poco en mi lugar y mi instinto me dice que tome la varita cuando lo veo acercarse, porque es a lo que estoy acostumbrado. Lo que no me espero es que me tienda algo que reconozco como medicina y mis ojos se vuelven oscuros de sospecha, pasando la mirada de la pastilla a su rostro y viceversa. Creo que es obvio que vacilo, pero al final me acomodo para sentarme un poco y tomo lo que me tiende con manos un poco temblorosas, aún no sé si por la falta de calor o la enfermedad — Sí, algo recuerdo, pero no tengo idea de quién eres — he visto su nombre en la televisión pero lo olvidé rápido y tampoco tengo memoria para decir qué es lo que hace en el ministerio. Obviemos que no me quedé demasiado luego de la cueva como para pedir detalles — ¿Tus colegas no te dirán nada por esto? — por la sonrisa que le dedico, queda bien en claro que no me fío de él.

Aún así, me trago la pastilla y creo que lo hago de manera algo escandalosa. No me percato de que estoy bebiendo más agua de la que debería, pero hace días que no bebo algo decente y hasta creo que debo verme desesperado cuando aparto la botella vacía y me repaso le boca con el brazo. Le tiendo el plástico, haciendo una mueca — Gracias — no hay mucho que decir, pero mis ojos se van directamente a la ventana — ¿Cómo me encontró? — pregunto en tonito desconfiado — ¿Ya ha llamado a los aurores o está esperando que vaya a pie hasta el ministerio? — lo cual no sería muy fácil, considerando que el cuerpo me duele horrores. Bueno, siempre puede usar la magia y yo simplemente dejarme ser. Tengo que cubrirme la boca para toser un poco más y me dejo caer en la cama con algo de lentitud, tironeando de las mantas desarmadas por mi peso y no por la persona que ha abandonado este lugar a la fuerza. Quizá este es uno de esos sitios marcados por la mala suerte y solo vine aquí a que me encuentren — Solo dígame una cosa: ¿La ejecución será rápida? No quiero ir a prisión de nuevo, usted va a entender.

Mientras tanto sigo buscando cosas que puedan llegar a servirle. Agradezco haber hecho un encantamiento al bolso pues de otra forma no habría entrado nada más aparte de mi billetera. Consigo un pequeño paquete con frutos secos y se lo tiendo también al chico mientras su desconfianza me saca una sonrisa. Al menos no se acuerda de mí y lo prefiero pues hacer grandes acciones desde el anonimato es lo que me ha mantenido a salvo durante todo éste tiempo - ¿Por traficar medicamentos en el distrito 3? Sí, probablemente me abran un sumario - respondo manteniendo la seriedad fingida.

Se toma la pastilla y asiento satisfecho. Una vez que se termina la botella de agua, la tomo y la vuelvo a rellenar con un aguamenti para volver a tendérsela. Aunque no estoy seguro de que sea saludable meterse todo el líquido de repente luego de haber pasado quién sabe cuánto sin hacerlo. Nada hecho de repente funciona - Digamos que un cachorro enfermo con energía para entrar a una casa y meterse a una cama, llama la atención - respondo con una ceja en alto - Eso y me dedico a ayudar a niños perdidos, reconozco a uno aunque no tenga apariencia humana.

No me conoce así que tampoco mi profesión. Me alegra que Jeff no haya compartido mucho de mí con los del 14 y si lo hizo ha sido después de que el jovencito haya decidido ir por su cuenta. Porque si está aquí enfermo siendo que tiene una varita es porque ya no quiere ver a los demás. Eso o han muerto y ahora se encuentra solo... Espero que sea lo primero - Si tengo que ser honesto... Probablemente un dementor te besaría y Aminoff te mantendría como trofeo para recordar a Neopanem que los Black ya no son una amenaza para él - respondo con una mueca.

Bien, creo que ya ha sido suficiente, es hora de darle un poco de tranquilidad al chico.

- No voy a entregarte, Kendrick, pero tengo que saber... ¿Qué es lo que quieres hacer? No puedes quedarte como vagabundo, te atraparán eventualmente o la próxima vez no tendrás suerte de encontrar un amigo.

Con un resoplido me maldigo a mí mismo porque va, de acuerdo, debo aprender mejor a ser un perro en lugar de mostrarme tan humano. ¡Pero es que llevo siendo un muchacho toda la vida, hay cosas que se me olvidan! — No soy un niño perdido, así que no hace falta que se ocupe de mí — técnicamente no estoy perdido, asumo que si te pierdes es porque tienes un lugar a dónde regresar. Yo he rechazado esa idea por varios motivos, tampoco me siento digno de las personas que he dejado atrás. Sí, me han mentido, pero hay cientos de cosas que me provocan el rechazar vivir entre la gente que carga las heridas de mi familia de sangre. Es un poco complicado de explicar a quienes no pueden ponerse en mi lugar.

Bebo en silencio lo que me otorga, apenas y pude reconocer lo sediento que estaba. Solo dejo de beber cuando habla de lo que parece ser mi futuro bajo el gobierno de Magnar Aminoff, mi boca se despega lentamente de la botella y creo que se me ha desfigurado la expresión del rostro. Jamás he visto un beso de dementor, pero tengo entendido que es un espectáculo horrible y después simplemente existes, sin una verdadera consciencia. No oculto el estremecimiento que me recorre entero — Pero no han dicho públicamente que soy un Black… ¿No es así? — es obvio que él lo sabe, pero en la televisión sigo siendo Duane. No sé a qué están jugando con eso y también he dudado en si debería utilizar esa información a mi favor o no.

Me cubro un poco más con la manta, me siento temblar bajo ella y apoyo mi mentón en su borde. No sé si lo que apesta es la tela o yo mismo — ¿Cómo sé que puedo confiar en usted? Sí, me ha dado un remedio y todo eso, pero aún no lo conozco. Bien podría estar esperando a una docena de aurores afuera — ¿Por qué no lo haría? Tengo entendido que la recompensa es suculenta y él no se ve rico. Pero su pregunta me hace dudar, delata en todo mi ser que no tengo la más mínima idea de cómo continuar y boqueo como un pez fuera del agua por unos momentos — Quería… bueno, quería saber más de mi familia — admito, un poco avergonzado de ello — Pero eso es todo. No quiero pelear una guerra, no sé cómo hacerlo. Yo jamás quise ser el heredero de nada — es pura verdad. Me conformaba con simplemente poder salir del catorce de vez en cuando. Aprieto un poco la manta y la botella, tratando de recostarme sin volcarme nada encima —   Pero al gobierno eso no le importa. Tienen una extraña manera de elegir a sus enemigos — gastan recursos en encontrarme, cuando apenas puedo mantenerme de pie, por ejemplo.

Saber dónde está uno geográficamente no quiere decir que no esté perdido. A lo largo de los años he tratado con muchos adolescentes que han huido de su casa y encontrado un sitio dónde quedarse al hacerlo, incluso formaron planes y los más despiertos lograron hacerlos funcionar... Pero eventualmente, luego de algunas charlas, los palillos sostenidos con la fuerza de una pequeña cuerda terminaban cayéndose porque simplemente no estaban listos para esa responsabilidad, estaban perdidos aunque ni ellos mismos querían creerlo. Creo que el caso de Kendrick es más claro que incluso esos y para nada me convencerá de lo contrario - Lamento informarte que soy un poco entrometido, así que lo haré de todas formas - respondo con una mueca.

- No, no lo han dicho... No creo que les convenga - respondo a su pregunta con las cejas en alto. Hay muchas razones para mantener el secreto y bien él podría joderlos al arruinar sus planes pero no creo que deba hacerlo, estamos en una guerra en la cual uno de los bandos está siendo considerado más peligroso de lo que en realidad es por un acto que no tuvo que ver con todos y fue bastante sacado de contexto. Por ejemplo, sé que Moira no tuvo nada que ver y no merece para nada estar en la lista de más buscados siendo que su único crimen es vender cosas que todo el mundo compra.

- Estás indefenso y te rendiste antes de poder intercambiar dos palabras, si te quisiera capturado ya lo estarías - respondo observando su semblante, no se ve nada bien y quizás debería conseguir un médico que lo ayude pero ¿Quién? Necesito encontrar a alguno dispuesto a poner su matrícula en riesgo por éstas cosas y lamentablemente no me he topado con ninguno aún, y eso que los he buscado.

Siento un alivio generalizado cuando menciona que lo único que quiere hacer es saber más de su familia, como cualquier huérfano. Al menos no quiere pelear una guerra pues para esas se necesitan dos bandos. Quizás no me hubiese involucrado de haber una pero todos las sufrimos, incluso los ciudadanos normales como el que pretendo ser ahora... No lo estoy haciendo muy bien, claramente, pero al menos lo estoy intentando.

- Mi nombre es Ivar, soy el director de servicios sociales - me presento pues es una buena forma de comenzar para que confíe en mí - Trabajo para el ministerio y lo bueno de mi puesto es que nadie puede decirme qué hacer sin quedar como un bastardo sin corazón - intento relajar el ambiente - No tienes que preocuparte por mí, de verdad. Yo en tu lugar me escucharía, tengo experiencia en pasar desapercibido mientras hago cosas que al gobierno no le gustarían.

Tomo su información como que puedo seguir a salvo, al menos por ese lado. Que ese secreto siga siendo información de un par de personas me da tiempo, me permite el pensar qué es lo que voy a hacer cuando llegue el momento de tomar una decisión y ya no pueda ocultarme detrás de que soy demasiado joven como para estar peleando una guerra que se ha planteado mucho antes de que yo naciera. Ese apellido me condena, aún no decido si vale la pena morir por ello o no. ¿Y qué si puedo huir? ¿Me seguirían hasta el fin del mundo o puedo empezar de nuevo? ¿Me dejarían morir en paz si no presento ninguna amenaza? ¿O qué pensará mi yo del futuro, cuando haya crecido al menos un poco más?

Tengo que darle un punto, pero aún así no puedo dejar de pensar que toda su actitud extraña es sospechosa y no puedo brindarle toda mi confianza así como así. Da un poco igual, si pretende matarme ya estoy entregado, si no me hará daño mejor para mí. Lo miro como si estuviera analizando la información que me regala aunque es en realidad que no entiendo lo que es un director de servicio sociales, pero temo quedar como un tarado de entrada — Que modesto, Ivar — ironizo cuando se pone el parche de persona confiable y que debe ser escuchada — ¿No le es fiel a nadie? Porque le recuerdo que sus jefes no estarán muy contentos de saber que me ha encontrado y no me ha entregado — ¿Por qué arriesgaría el pellejo por mí? No me conoce y no parece una persona que fuese partidaria de mi familia — ¿Cuál es la condena por ocultar traidores? Tengo entendido que se está jugando una ejecución.

Aún así, lo escucho con un poquito más de atención de la que me gustaría y me acomodo para dejar la botella sobre la mesa de luz. Ya con las manos libres, tiro de las sábanas y me tapo hasta la cabeza, mirándolo como si fuese la pobre imitación de una monja sucia — ¿Qué me recomienda hacer? No tengo dónde ir, ni dónde ocultarme. No regresaré al norte, es peligroso y tampoco pienso regresar con los demás. Si tan bueno es dando consejos pues… — aunque no lo pueda ver, encojo uno de mis hombros — ¿Cómo haré para no morirme?

-¿Prefieres falsa modestia?- pregunto con una sonrisa y rápidamente niego con la cabeza. Solo espero no tener que tragarme mis palabras en un futuro cercano, soy un hombre cuidadoso pero la suerte no dura para siempre y más ahora que estoy ampliando mi horizonte de confianza. Pasé años siendo el único dueño de mis secretos y ahora también está Amalie, Synnove, Lara esta Majo lpm e incluso Simon con ciertas cosas - Le soy fiel a mi esposa - comento respecto a su pregunta volviendo al mismo gesto que antes. Sin embargo su aclaración hace que se borre el gesto y bajo la vista pues tiene razón en lo que dice, me estoy jugando una ejecución por solo estar aquí y creo que aún más con lo que probablemente voy a hacer a continuación.

- Bueno, te dije que tengo experiencia y es cierto pero también tengo unos principios muy poco convenientes para mi bienestar - explico con voz grave, observando la sábana sucia con la que está envuelto ¿Es que la pobreza te convierte en sucio? Vamos, que un poco de agua de lluvia se consigue si uno se esfuerza lo suficiente - Eres solo un niño, Kendrick, uno que sacó las de perder en la lotería genética y no tienes la culpa por eso... Elegí mi trabajo porque odié ver sufrir a los niños en la arena, me prometí a mí mismo ayudarlos como sea, incluso si eso pone en riesgo mi propia vida - porque si ayudo a los pequeños, ellos tienen mucho más camino que yo para recorrer, lo valen.

- Te recomiendo confiar aunque la experiencia te diga que no es buena idea porque, de vez en cuando, las cosas son exactamente lo que parecen - comento tendiéndole una mano para que se levante de ese terrible lugar - Para no morir debemos comenzar por curarte, aunque sea con un veterinario - eso puede funcionar. Conozco a más de un magizoologo buena persona que podría darnos una mano con ésto. En realidad no sé como funciona el traslado de la enfermedad en forma humana a forma animal pero debería funcionar ¿No? Magia - Y luego te quitaremos las pulgas y te bañaremos, que si te llevo así a casa mi esposa me mata.

Que sea fiel a su esposa no me dice mucho, solo me arquea las cejas en un gesto que pretende no tomarlo en serio. Lo capto como que en cuestiones políticas se mueve por su propio camino y no sé muy bien cómo es que eso me afecta, porque aún no termino de comprender qué papel juego yo en todo esto. De acuerdo, soy el hijo de quien debería haber heredado todo este país de seguir con vida y eso me pone primero en la línea de sucesión, pero también las leyes han cambiado y no tengo interés en gobernar. ¿Cómo se manejan esas cosas? — No me diga — me burlo con sarcasmo porque está claro que su bienestar no parece ser algo estable, pero no pretendo ser grosero. Por el lado de la lotería genética, revoleo mis ojos porque no ha dicho nada nuevo y también es la mejor manera que tengo de evitar delatarme frente a los pensamientos que he tenido sobre las arenas de los Black. Solo necesité crecer con vencedores a mi alrededor como para saber lo suficiente sobre la clase de gente que era mi familia — Entonces usted es una de esas personas que son nobles y estúpidas. Está bien, me agrada — mucho mejor que otro tipo de idiotas.

¿Cuándo las cosas han sido exactamente lo que parecen? Me gustaría que me ilumine un poco ese camino. Pero él me tiende la mano en el primer gesto amistoso que he visto en días y mi resignación a que puedo morir o ser curado hace que la tome, dejando caer la manta al tratar de incorporarme — ¿De qué está habl….? — me tambaleo, pero no es por la enfermedad sino más bien por la confusión que me genera hasta caer en la cuenta de lo que está queriendo decir — ¿Quiere que me mantenga como animago todo el tiempo, es eso? ¿En su casa? — lo miro como si tuviese que evaluarlo por su imagen y lo suelto para abrazarme a mí mismo con un leve temblor — ¿Vive en el Capitolio o dónde? Cuanto más cerca estemos del Ministerio, más arriesgado se volverá para usted y su familia. Lo sabe… ¿verdad? — obvio que sí, no parece ser completamente idiota, por algo tiene un puesto importante. Me paso el dorso de la mano por la nariz para limpiarme algunos mocos y me encojo un poco ante el frío — ¿Tiene hijos? ¿No les dirá nada? — porque si va a mentir hasta que yo pueda seguir mi camino, no sé cómo sentirme al respecto. Es ese pensamiento el que hace que dé un paso hacia atrás para mirarlo mejor con los mejores ojos juzgadores que soy capaz — ¿Por cuánto tiempo es el trato?

La evidencia dice que soy estúpido, sí, pero escucharlo de boca de un jovencito de 16 años no me hace ni pizca de gracia. Aún así no digo nada ya que si eso le sirve para confiar en mí, pues que así sea. De todas formas hago una mueca y me tomo un momento para pensar si soy yo el que está equivocado por tenderle la mano o si es él que no le molesta insultar... Bueno, no tengo idea de cómo ha sido criado, sin duda bajo métodos poco convencionales y si todo sale bien podré cobrármelas en el futuro de manera graciosa.

Las preguntas llegan y me cruzo de brazos a medida que las memorizo para responder todas. En realidad no sé qué va a salir de todo ésto, solo sé que es la mejor forma de que el chico no se muera en un futuro cercano, ya veremos que hacer luego - No tengo cámaras en mi casa así que no tendrá que ser todo el tiempo, tanto mi esposa como yo trabajamos y los chicos van a la escuela así que tendrás tu tiempo para estar solo... Sin causar problemas, espero - respondo a lo primero con una mirada severa, aunque tiene cara de ser de los que te toman el codo cuando les das la mano.

-Vivo en el Capitolio y lo que en realidad quieres decir es "Gracias, Ivar, aprovecharé ésta oportunidad para recuperarme de la enfermedad" - agrego con las cejas en alto pues no quiero darle tantas vueltas ahora, mejor hacerlo sentado en mi escritorio con un buen café en frente y una hoja en dónde trazar los planes a seguir - Mis hijos son brillantes, creo que no podría ocultárselos ni aunque quisiera - confieso - Ya veremos luego - creo que es la respuesta genérica para cualquier pregunta del momento.

- Puedes quedarte hasta que haya el más mínimo movimiento sospechoso en nuestra contra, hasta que consigas lo que buscas o simplemente hasta que te recuperes... Lo que no quiero es que mueras aquí olvidado, Kendrick, mereces tener una oportunidad para ponerte en pie y armar con tu vida lo que quieras.

Me llevo un dedo a los labios y lo beso tanto horizontal como verticalmente, en señal de que prometo ser un chico bueno y obediente que no causará problemas; como un perro bien entrenado, claro. Es bueno saber que no tendré que estar todo el tiempo transformado, aunque me pregunto cuánto tiempo más voy a tolerar el vivir encerrado en casas ajenas por culpa de un destino que yo no elegí. No se lo voy a decir porque no está bien que me queje desde tan temprano — Agradezco su oportunidad, señor, pero tampoco quiero ser un problema. Si usted o su familia corre peligro por mi culpa, solo dígalo y yo me marcharé — el Capitolio es el corazón de este país y estar metido en su interior me causa una extraña ansiedad, no muy positiva. Es la mejor opción que tengo hasta el momento, pero reconozco que quizá solo me estoy metiendo en la boca del lobo. Tampoco le voy a obligar a mentirle a los suyos, he descubierto que eso no funciona y tengo que alzar mis hombros — Ya veremos — repito sus palabras, quizá hasta soné más convencido de lo que en verdad me siento.

Me está dando un abanico de posibilidades, aunque no sé cuál tomar y sé que deberé decidirlo sobre la marcha, porque lo que está planteando es arriesgado. Pero se me pinta una sonrisita, torcida y ciertamente sarcástica, porque hay algo de todo lo que dice que me parece mucho más irreal que el sobrevivir como su nueva mascota en la capital — ¿Lo que quiera? — obvio que no espero una respuesta — Jamás voy a tener la vida que yo quiera, porque hay personas más importantes que yo que decidieron que no tengo ese derecho. Y sé que la única manera que tengo de ganarlo es si lucho esta guerra, pero no estoy seguro de saber cómo. Quiero decir... míreme — soy solo un montón de gérmenes que no se ha bañado en días y que apenas se puede mantener de pie, obviando que tampoco doy miedo o infundo respeto. He luchado, pero no sé si soy material para la guerra que tanto anuncian, esa que debería definir mi suerte y cuyo bando enemigo, esos que llaman rebeldes, están ocultos hace semanas sin dar señales de vida. Si ese va a ser su contraataque, estamos perdidos.

Pero ese no es mi problema, no ahora. Tanteo para saber que mi varita sigue en mi bolsillo y tengo que reprimir un escalofrío — Usted guía a partir de ahora. Espero que nadie en su casa sea alérgico al pelo — tomo una bocanada de aire que no necesito, pero me interrumpo antes de continuar y le sonrío a medias — Y gracias, señor — si no me muero, habrá hecho algo por lo que siempre estaré agradecido. Con una sacudida, mi cuerpo se transforma y el can maltratado por su salud se las arregla para mover el rabo a su lado. Veamos cuánto dura esta farsa, en la cual espero que él sea mi guía.