OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Con todos los cambios que estaban ocurriendo, las conversaciones que había tenido con ciertas personas y el incremento de trabajo, Ariadna olvidó por completo lo sucedido con su amigo.
Había dado un enorme paso en su vida, sin embargo no sabía cómo continuar o qué hacer a partir de entonces, ¿Tal vez debería llamarlo o eso era algo que él debía hacer? Tantas dudas, pocas respuestas y absolutamente nadie disponible para ayudarla...Juntarse con Ollie ahora si era urgente.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el tono de llamada desde su bolso le advirtió que alguien la solicitaba, dejó sobre la mesa su varita, se limpió las manos con una toalla humedecida y rebuscó entre los bolsillos hasta dar con el aparato.
Terminó su turno en el hospital y directamente apareció en la entrada de su casa, abrió la puerta y mientras subía las escaleras hacia el dormitorio, le pidió a Lady Cora que llamara a los empleados del club para que tuvieran lista a Artemisa y a un caballo más.
No estaba nerviosa, ya tenía otros asuntos que la inquietaban bastante y se había obligado a mantener la calma con ciertos temas, para no tener un nuevo ataque de pánico. Todo estaba bajo control.
Combinó sus botas marrones con unos bonitos jeans azules, un suéter verde fino y se abrigó con una chaqueta en tonos amarillos y un sombrero de lana rojo. —No se olviden de alimentar a Liesel.— Le pidió a los elfos, para posteriormente desaparecer.
La sanadora caminó desde la entrada del club hasta los establos, se montó sobre el lomo de su preciosa yegua y mientras acariciaba el dorado pelaje, levantó la mirada y lo vio. —Ya está listo el tuyo.— Saludó con una enorme sonrisa y apuntó con la cabeza hacia el animal junto a Artemisa.
Ari odiaba el invierno y sufría demasiado del calor del verano, por esto mismo el otoño era su estación favorita. Los colores brillantes que pintaban el paisaje de la isla le parecía encantador, la brisa del mar se sentía menos contaminada y las personas tenían mayor paciencia en las salas de espera...O solían tenerla.
Estirando los brazos acomodó su sombrero para no perderlo con el viento y entonces se sujetó a las riendas. —Vamos, sé por donde podemos ir.
Había dado un enorme paso en su vida, sin embargo no sabía cómo continuar o qué hacer a partir de entonces, ¿Tal vez debería llamarlo o eso era algo que él debía hacer? Tantas dudas, pocas respuestas y absolutamente nadie disponible para ayudarla...Juntarse con Ollie ahora si era urgente.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el tono de llamada desde su bolso le advirtió que alguien la solicitaba, dejó sobre la mesa su varita, se limpió las manos con una toalla humedecida y rebuscó entre los bolsillos hasta dar con el aparato.
Terminó su turno en el hospital y directamente apareció en la entrada de su casa, abrió la puerta y mientras subía las escaleras hacia el dormitorio, le pidió a Lady Cora que llamara a los empleados del club para que tuvieran lista a Artemisa y a un caballo más.
No estaba nerviosa, ya tenía otros asuntos que la inquietaban bastante y se había obligado a mantener la calma con ciertos temas, para no tener un nuevo ataque de pánico. Todo estaba bajo control.
Combinó sus botas marrones con unos bonitos jeans azules, un suéter verde fino y se abrigó con una chaqueta en tonos amarillos y un sombrero de lana rojo. —No se olviden de alimentar a Liesel.— Le pidió a los elfos, para posteriormente desaparecer.
La sanadora caminó desde la entrada del club hasta los establos, se montó sobre el lomo de su preciosa yegua y mientras acariciaba el dorado pelaje, levantó la mirada y lo vio. —Ya está listo el tuyo.— Saludó con una enorme sonrisa y apuntó con la cabeza hacia el animal junto a Artemisa.
Ari odiaba el invierno y sufría demasiado del calor del verano, por esto mismo el otoño era su estación favorita. Los colores brillantes que pintaban el paisaje de la isla le parecía encantador, la brisa del mar se sentía menos contaminada y las personas tenían mayor paciencia en las salas de espera...O solían tenerla.
Estirando los brazos acomodó su sombrero para no perderlo con el viento y entonces se sujetó a las riendas. —Vamos, sé por donde podemos ir.
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Si hay algo sobre lo que he perdido el control absoluto es de mi amistad con Ariadna. Ahora comprendo cuando las personas dicen que no están pensando con la cabeza, sino que con algo más, pues no hay forma de que una persona racional posponga un tema de conversación por casi dos meses con alguien con quien no le costaba charlar en absoluto antes de eso. Pero la rubia tampoco se ha quejado de nuestra nueva dinámica así que decidí no preocuparme al respecto, después de todo lo estamos pasando bien... De una manera diferente a cómo lo hacíamos antes y definitivamente con muchísima menos ropa.
Nuestra cita de hoy creo que será decisiva y nos dará tiempo de hablar como los adultos que se supone que somos. Tendré que exponer la conclusión a la que he llegado ya hace varias semanas y por eso me siento algo nervioso, por eso y porque tendré que montar cosa que no hago desde hace ya unos cuántos años. Llamé al club para comprobar el estado de Blue Lightning pero me han dado la mala noticia de que mi madre lo vendió hace siglos y ya no lo tengo a mi disponibilidad, triste pero no puedo quejarme ya que no le prestaba mucha atención de todas formas.
Por suerte cuando llego veo como Ari ya tiene un caballo listo para mí así que le dedico una sonrisa a modo de agradecimiento. Subo sin decir una palabra y me acomodo sorprendiéndome a mi mismo por no haber olvidado cómo hacerlo, supongo que es como andar en bicicleta solo que con una criatura viva entre las piernas - Te sigo - digo a la rubia antes de tomar las riendas. Primero quiero acomodarme el abrigo ya que hay algo de viento y por suerte traje un pantalón un poco más abrigado que el del conjunto de equitación que pensaba ponerme.
- Nos tardamos demasiado en hacer esto - comento en voz alta una vez que me pongo en marcha - Recuerdo haber pensado aquella vez que chalamos en la cafetería que debíamos hacerlo... Quería usar a Blue Lightning pero mi madre lo vendió hace años - explico con una mueca.
Nuestra cita de hoy creo que será decisiva y nos dará tiempo de hablar como los adultos que se supone que somos. Tendré que exponer la conclusión a la que he llegado ya hace varias semanas y por eso me siento algo nervioso, por eso y porque tendré que montar cosa que no hago desde hace ya unos cuántos años. Llamé al club para comprobar el estado de Blue Lightning pero me han dado la mala noticia de que mi madre lo vendió hace siglos y ya no lo tengo a mi disponibilidad, triste pero no puedo quejarme ya que no le prestaba mucha atención de todas formas.
Por suerte cuando llego veo como Ari ya tiene un caballo listo para mí así que le dedico una sonrisa a modo de agradecimiento. Subo sin decir una palabra y me acomodo sorprendiéndome a mi mismo por no haber olvidado cómo hacerlo, supongo que es como andar en bicicleta solo que con una criatura viva entre las piernas - Te sigo - digo a la rubia antes de tomar las riendas. Primero quiero acomodarme el abrigo ya que hay algo de viento y por suerte traje un pantalón un poco más abrigado que el del conjunto de equitación que pensaba ponerme.
- Nos tardamos demasiado en hacer esto - comento en voz alta una vez que me pongo en marcha - Recuerdo haber pensado aquella vez que chalamos en la cafetería que debíamos hacerlo... Quería usar a Blue Lightning pero mi madre lo vendió hace años - explico con una mueca.
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Con las botas encajada en los estribos y las manos aferradas a las riendas, bastó un simple y suave golpe al lomo de su yegua para que esta comenzara a avanzar a un ritmo lento. No había apuro ahora.
Ariadna tardó unos segundos en recordar el momento que Riley mencionaba, pero al hacerlo, sonrió ampliamente con las mejillas y la punta de la nariz enrojecidas, gracias al frío viento que les recordaba la proximidad del invierno. —Pediste el mejor postre del lugar y no me compartiste ni siquiera un pedacito. Jamás te perdonaré eso.— Comentó bromeando.
Con cuidado atravesaron el rojizo y amarillento campo que conectaba el club con la playa de la isla.
La brisa se sentía más fresca sin la protección de los árboles, pero Ari de todos modos decidió cabalgar sobre la arena humedecida, cerca del agua. —Me mudaré al Capitolio, a la antigua casa de mi padrino.— Era una novedad, un gran paso que daría y de algún modo necesitaba el apoyo de su amigo. Nick lo había hecho, pero también había plantado nuevas dudas acerca de la decisión que ya había tomado. —¿Crees que me estoy equivocando?— Preguntó manteniendo el lento caminar del animal, para estar a la misma altura que Riley.
Era la primera conversación que tenían en varios meses, también el primer encuentro en un espacio público y con prendas puestas y de algún extraño modo, comenzó a sentirse algo nerviosa. —¿Por qué me llamaste?— Cuestionó en tono suave, apartando un poco los mechones de su rostro.
Artemisa relincho ante la cercanía con el otro caballo y para evitar accidentes, Ari se abrió un poco a la izquierda y avanzó sobre el agua un par de metros antes de lograr calmarla.
Ariadna tardó unos segundos en recordar el momento que Riley mencionaba, pero al hacerlo, sonrió ampliamente con las mejillas y la punta de la nariz enrojecidas, gracias al frío viento que les recordaba la proximidad del invierno. —Pediste el mejor postre del lugar y no me compartiste ni siquiera un pedacito. Jamás te perdonaré eso.— Comentó bromeando.
Con cuidado atravesaron el rojizo y amarillento campo que conectaba el club con la playa de la isla.
La brisa se sentía más fresca sin la protección de los árboles, pero Ari de todos modos decidió cabalgar sobre la arena humedecida, cerca del agua. —Me mudaré al Capitolio, a la antigua casa de mi padrino.— Era una novedad, un gran paso que daría y de algún modo necesitaba el apoyo de su amigo. Nick lo había hecho, pero también había plantado nuevas dudas acerca de la decisión que ya había tomado. —¿Crees que me estoy equivocando?— Preguntó manteniendo el lento caminar del animal, para estar a la misma altura que Riley.
Era la primera conversación que tenían en varios meses, también el primer encuentro en un espacio público y con prendas puestas y de algún extraño modo, comenzó a sentirse algo nerviosa. —¿Por qué me llamaste?— Cuestionó en tono suave, apartando un poco los mechones de su rostro.
Artemisa relincho ante la cercanía con el otro caballo y para evitar accidentes, Ari se abrió un poco a la izquierda y avanzó sobre el agua un par de metros antes de lograr calmarla.
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Me encojo de hombros bastante sorprendido por que recuerde lo que pedí, aunque en realidad no es una gran novedad ya que suelo pedir lo que tiene más azúcar del menú, lo sigo haciendo ahora y es una sorpresa que no tenga principios de diabetes a ésta altura de mi vida. No digo nada más sobre eso porque la noticia que me lanza me sorprende aún más. Sí que es un gran paso pero me hace algo de ruido que vaya a vivir sola, quizás la convivencia con su madre no es la mejor pero cualquier cosa es preferible a encontrarse en soledad con los dementores dando vuelta... Pero me estoy olvidando un pequeño detalle, ella es mucho más fuerte que yo así que dudo que tenga de qué preocuparse.
- Me parece una noticia maravillosa, ya verás lo genial que es vivir en un sitio con tus propias reglas - comento al final con una sonrisa honesta. Yo corrí de mi hogar a la primera oportunidad que tuve y no me arrepiento de nada, ya tuve mi cuota de vivir solo así que ahora estoy intentando algo nuevo - Yo, por el contrario, tengo una compañera ahora... Es auror, sabrá cuidarme - bromeo con media sonrisa, y yo también lo haré con ella por supuesto ya que es la idea de todo el asunto. Eso sí es un cambio grande, por primera vez cuidaré de alguien más.
Cuando pregunta de qué quiero hablar mis brazos se tensan lo cual hace que el caballo lo interprete como una señal de detención. Me tomo unos segundos hasta retomar el camino y aprovecho de que Ari ha tomado un camino más alejado para respirar todo lo rápido que necesito para volver a la calma - De lo que deberíamos haber hablado hace tiempo ¿No crees? - pregunto con una mueca y los ojos clavados en el frente - Estás... ¿Feliz? ¿Por cómo están resultando las cosas? Porque yo empiezo a sentir la necesidad de aclararlo antes de que sea demasiado tarde.
- Me parece una noticia maravillosa, ya verás lo genial que es vivir en un sitio con tus propias reglas - comento al final con una sonrisa honesta. Yo corrí de mi hogar a la primera oportunidad que tuve y no me arrepiento de nada, ya tuve mi cuota de vivir solo así que ahora estoy intentando algo nuevo - Yo, por el contrario, tengo una compañera ahora... Es auror, sabrá cuidarme - bromeo con media sonrisa, y yo también lo haré con ella por supuesto ya que es la idea de todo el asunto. Eso sí es un cambio grande, por primera vez cuidaré de alguien más.
Cuando pregunta de qué quiero hablar mis brazos se tensan lo cual hace que el caballo lo interprete como una señal de detención. Me tomo unos segundos hasta retomar el camino y aprovecho de que Ari ha tomado un camino más alejado para respirar todo lo rápido que necesito para volver a la calma - De lo que deberíamos haber hablado hace tiempo ¿No crees? - pregunto con una mueca y los ojos clavados en el frente - Estás... ¿Feliz? ¿Por cómo están resultando las cosas? Porque yo empiezo a sentir la necesidad de aclararlo antes de que sea demasiado tarde.
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La mueca de felicidad en su rostro se torna un poco más segura ante las palabras de aliento de Riley, eso era lo que Ari necesitaba oír para dar el gran paso, alguien que confiara en ella y la animara a continuar. —Supongo que tienes razón, será algo difícil al comienzo, lo sé...Pero si todos lo hacen, yo también puedo.— Bromeó utilizando casi las mismas palabras que él y continuó el recorrido a través del campo.
Cuando las herraduras de los caballos se llenaron de arena, la rubia aprovechó para respirar el aire fresco y tan diferente al del hospital, necesitaba despreocuparse de todo lo que se le vendría encima, sobre todo con los cambios horarios.
Su cuerpo se tensó al oír que su amigo tenía una nueva compañera de convivencia y como era una pésima mentirosa, sólo sonrió e intentó no demostrar la confusión que amenazaba con cubrir su sonrojado rostro. —Eso es maravilloso.— Lo felicitó y sujetó las riendas con demasiada fuerza, claro que al notar lo que estaba haciendo, aflojó el agarre y clavó la mirada en el punto lejano donde las olas comenzaban a formarse.
El nuevo Riley la tomaba por sorpresa, tenía tantos cambios positivos, mayor confianza en si mismo, eficiencia laboral y no había vuelto a consumir. Por supuesto que esto le llenaba el alma de orgullo y alegría, sin embargo su sexto sentido se activó de repente y los nervios sólo podían indicar una cosa. Que las siguientes palabras probablemente le romperían el corazón.
Con Artemisa un poco más calmada, la sanadora consiguió recuperar el ritmo de la cabalgata sobre la arena humedecida y si bien al principio evitó la mirada de su amigo, al final se dio por vencida y decidió hacerle frente a la situación como la adulta que era. —Supongo que he sido demasiado cobarde como para tener esta conversación.— Admitió observando el rostro del científico, sin perder el control de las riendas ni del animal. —Han pasado demasiadas cosas también, pero está bien, hablemos.— Tal vez en otra ocasión ella podría contarle acerca de la visita inesperada de Magnar.
Acomodó un poco las botas dentro de los estribos y con cuidado aminoró la cabalgata. —¿Quieres decir poner limites antes de que nos asustemos y salgamos corriendo? ¿O quieres terminar con lo que sea que estamos haciendo?— Preguntó un tanto confundida, no tenía ni idea de cómo encarar la discusión.
Cuando las herraduras de los caballos se llenaron de arena, la rubia aprovechó para respirar el aire fresco y tan diferente al del hospital, necesitaba despreocuparse de todo lo que se le vendría encima, sobre todo con los cambios horarios.
Su cuerpo se tensó al oír que su amigo tenía una nueva compañera de convivencia y como era una pésima mentirosa, sólo sonrió e intentó no demostrar la confusión que amenazaba con cubrir su sonrojado rostro. —Eso es maravilloso.— Lo felicitó y sujetó las riendas con demasiada fuerza, claro que al notar lo que estaba haciendo, aflojó el agarre y clavó la mirada en el punto lejano donde las olas comenzaban a formarse.
El nuevo Riley la tomaba por sorpresa, tenía tantos cambios positivos, mayor confianza en si mismo, eficiencia laboral y no había vuelto a consumir. Por supuesto que esto le llenaba el alma de orgullo y alegría, sin embargo su sexto sentido se activó de repente y los nervios sólo podían indicar una cosa. Que las siguientes palabras probablemente le romperían el corazón.
Con Artemisa un poco más calmada, la sanadora consiguió recuperar el ritmo de la cabalgata sobre la arena humedecida y si bien al principio evitó la mirada de su amigo, al final se dio por vencida y decidió hacerle frente a la situación como la adulta que era. —Supongo que he sido demasiado cobarde como para tener esta conversación.— Admitió observando el rostro del científico, sin perder el control de las riendas ni del animal. —Han pasado demasiadas cosas también, pero está bien, hablemos.— Tal vez en otra ocasión ella podría contarle acerca de la visita inesperada de Magnar.
Acomodó un poco las botas dentro de los estribos y con cuidado aminoró la cabalgata. —¿Quieres decir poner limites antes de que nos asustemos y salgamos corriendo? ¿O quieres terminar con lo que sea que estamos haciendo?— Preguntó un tanto confundida, no tenía ni idea de cómo encarar la discusión.
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Tres palabras. A decir esperaba más entusiasmo, quizás un par de preguntas o la idea de tomar algo todos juntos algún día pero nada de eso llega. Decido no darle importancia, quizás pueda sugerirlo en otro momento... Tal vez Ari y Kenna no son las personas más similares del mundo y de hecho me llevo bien con ambas de maneras muy distintas, pero espero que tenerme como persona en común sea suficiente para que al menos lo intenten, sino seguiré disfrutando de sus compañías por separado que tampoco es algo que me moleste.
Pero estamos aquí para tratar otro tema así que será mejor que me concentre en ello si no quiero meter la pata. Toda la vida he sido un inexperto en lo que ser social respecta y conversaciones como éstas son difíciles hasta para los experimentados así que será todo un desafío. Al menos dice algo que ni siquiera estaba en mis planes así que niego rápido con la cabeza pues no quiero ir por ese lado.
- Estuve disfrutando mucho lo de los últimas semanas pero... también extraño lo de antes - confieso encogiéndome de hombros. Parece que el caballo percibe lo que digo y siento porque comienza a caminar más despacio e incluso baja la cabeza. Eso o tal vez solo tiene hambre y está buscando algo de pasto en el camino - No quiero que sea solo sexo... Pero tampoco quiero iniciar una relación, que todo termine mal y dejemos de ser amigos. Sobre todo porque sé que terminará mal porque no tengo idea de cómo funcionan esas cosas, estoy seguro de que sería un novio malísimo... Quiero decir, no soy romántico, preferiría videojuegos antes de una cena ¿Me comprendes? - dejo salir y a cada palabra la velocidad va aumentando, así como la de mi ritmo cardíaco.
Hago una pausa y cierro los ojos. No sé cuál es la forma correcta de hablar pero definitivamente ésta no lo es, así que prefiero guardar silencio hasta ordenar las ideas y entonces lo intento de nuevo - Somos amigos, lo somos desde hace años pero ahora hemos sumado algo más a esa amistad - bueno, eso creo que suena bien - Si... No funciona... No quiero perder eso, Ari, no podría simplemente dejar de tenerte en mi vida.
Pero estamos aquí para tratar otro tema así que será mejor que me concentre en ello si no quiero meter la pata. Toda la vida he sido un inexperto en lo que ser social respecta y conversaciones como éstas son difíciles hasta para los experimentados así que será todo un desafío. Al menos dice algo que ni siquiera estaba en mis planes así que niego rápido con la cabeza pues no quiero ir por ese lado.
- Estuve disfrutando mucho lo de los últimas semanas pero... también extraño lo de antes - confieso encogiéndome de hombros. Parece que el caballo percibe lo que digo y siento porque comienza a caminar más despacio e incluso baja la cabeza. Eso o tal vez solo tiene hambre y está buscando algo de pasto en el camino - No quiero que sea solo sexo... Pero tampoco quiero iniciar una relación, que todo termine mal y dejemos de ser amigos. Sobre todo porque sé que terminará mal porque no tengo idea de cómo funcionan esas cosas, estoy seguro de que sería un novio malísimo... Quiero decir, no soy romántico, preferiría videojuegos antes de una cena ¿Me comprendes? - dejo salir y a cada palabra la velocidad va aumentando, así como la de mi ritmo cardíaco.
Hago una pausa y cierro los ojos. No sé cuál es la forma correcta de hablar pero definitivamente ésta no lo es, así que prefiero guardar silencio hasta ordenar las ideas y entonces lo intento de nuevo - Somos amigos, lo somos desde hace años pero ahora hemos sumado algo más a esa amistad - bueno, eso creo que suena bien - Si... No funciona... No quiero perder eso, Ari, no podría simplemente dejar de tenerte en mi vida.
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En parte ya se imaginaba hacia donde se encaminaba la conversación, sin embargo se negaba a verlo de tal manera o quizás no quería hacerlo.
Apretó sus muslos contra el lomo del caballo para permanecer sentada y jaló un poco las riendas para disminuir la velocidad de la caminata del animal. -Sólo quieres diversión y amistad.- Murmuró e hizo una pequeña pausa frunciendo el ceño un tanto confundida, dándole la oportunidad de afirmar sus propias palabras, para confirmar si ambos estaban en la misma página.
Un leve escalofrío recorrió su cuerpo y la culpable no fue la brisa del mar, como tampoco el clima del invierno que se aproximaba.
El estupido pensamiento repleto de inseguridades la golpeó. Si su mejor amigo la había alejado culpa de las diferentes creencias o formas de vida, si su propia madre la toleraba hasta cierto punto, ¿Por qué él la elegiría para empezar una relación sentimental? ¿Por qué cualquier otro lo haría?
En ese preciso momento, Ariadna comprendió lo sola que estaba y que lo único que tenía era una gato, un horario laboral atroz y problemas.
-Sé cómo eres, Riley y por eso mismo tampoco te he pedido una cena romántica a la luz de las velas.- Intentó sonar un poco bromista, pero con dibujar una simple sonrisa cansada se conformó.
Llenó sus pulmones de aire y lentamente lo soltó en un imperceptible suspiro. -Me gustas, ¿vale? Sé que no soy buena demostrando mis sentimientos, me cuesta mucho abrirme hacia los demás...si, tengo miles de defectos, pero me gustas, tal y como eres.- Afirmó con las mejillas sonrojadas, manteniendo el equilibrio sobre la montura.
-No me perderás, Riley...pero si, tal vez lo mejor sea dejar las cosas como estaban, antes de que salgamos heridos y no haya vuelta a...esto- Esta vez si evitó mirar directamente hacia el rostro del científico, estaba algo avergonzada y no lo soportaría, sólo quería llegar a casa, botar a la basura todos los tontos libros de novelas románticas y dormir.
Apretó sus muslos contra el lomo del caballo para permanecer sentada y jaló un poco las riendas para disminuir la velocidad de la caminata del animal. -Sólo quieres diversión y amistad.- Murmuró e hizo una pequeña pausa frunciendo el ceño un tanto confundida, dándole la oportunidad de afirmar sus propias palabras, para confirmar si ambos estaban en la misma página.
Un leve escalofrío recorrió su cuerpo y la culpable no fue la brisa del mar, como tampoco el clima del invierno que se aproximaba.
El estupido pensamiento repleto de inseguridades la golpeó. Si su mejor amigo la había alejado culpa de las diferentes creencias o formas de vida, si su propia madre la toleraba hasta cierto punto, ¿Por qué él la elegiría para empezar una relación sentimental? ¿Por qué cualquier otro lo haría?
En ese preciso momento, Ariadna comprendió lo sola que estaba y que lo único que tenía era una gato, un horario laboral atroz y problemas.
-Sé cómo eres, Riley y por eso mismo tampoco te he pedido una cena romántica a la luz de las velas.- Intentó sonar un poco bromista, pero con dibujar una simple sonrisa cansada se conformó.
Llenó sus pulmones de aire y lentamente lo soltó en un imperceptible suspiro. -Me gustas, ¿vale? Sé que no soy buena demostrando mis sentimientos, me cuesta mucho abrirme hacia los demás...si, tengo miles de defectos, pero me gustas, tal y como eres.- Afirmó con las mejillas sonrojadas, manteniendo el equilibrio sobre la montura.
-No me perderás, Riley...pero si, tal vez lo mejor sea dejar las cosas como estaban, antes de que salgamos heridos y no haya vuelta a...esto- Esta vez si evitó mirar directamente hacia el rostro del científico, estaba algo avergonzada y no lo soportaría, sólo quería llegar a casa, botar a la basura todos los tontos libros de novelas románticas y dormir.
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Me ha costado mucho decir lo que dije y hasta que escucho su respuesta siento que ha estado bien, pero al parecer no es así. Dejo caer mis hombros pues no quiero ser el estúpido malo de la película ¡Pero lo hace sonar de esa forma! No es que quiero solo amistad y diversión, eso suena sumamente insensible y no lo soy ¿O sí? En realidad solo es demasiado para procesar y no puedo con todo junto, hasta hace un par de meses ni siquiera había dado mi primer beso y ahora simplemente no estoy listo para relaciones. Siento que estoy creciendo lo que debería haber crecido en 31 años en 6 meses y es demasiado para cualquiera.
Comprendo cómo se siente pero ella no comprende cómo me siento yo. El problema es que no sé cómo explicarlo y ahora siento que voy a perderla de todas formas ya que está enfadada conmigo, porque no importa lo que diga con palabras siento que no importa lo que diga va a ser insuficiente.
"No eres tú, soy yo" "Estamos en diferentes etapas de nuestras vidas" Son excusas que he escuchado en las películas sin funcionar así que quedan descartadas de mi discurso - Tu también me gustas, Ari - respondo vencido sin saber qué más decir - Soy un niño ¿De acuerdo? - aunque recientemente se me ha llamado machote pero supongo que no aplica a las relaciones, un paso a la vez - Como en la escuela cuando te gustaba alguien y le mandabas cartitas... - lo he visto más que vivido en primera persona, pero puedo decir que una vez lo he intentado - Pero nunca creías que pasaría más allá de eso - y cuando lo intenté el niño me dejó allí plantado, jamás volví a intentar algo similar.
Me bajo del caballo de un salto y camino hacia la playa con la esperanza de encontrar la respuesta en las olas, sería poético pero lo único que escucho es el agua moverse en todas direcciones, solo el ruido de la naturaleza. Cierro los ojos y pienso en todas las cosas que aún quiero resolver, respuestas que aun no tengo y no puedo aferrarme a un camino sin ellas - La amistad funcionaba de maravilla, acostarnos fue hermoso pero de solo pensar en formar algo más en el futuro me pongo incómodo... Ni siquiera yo lo entiendo, Ari, por favor compréndeme- es lo más honesto que puedo ser.
Comprendo cómo se siente pero ella no comprende cómo me siento yo. El problema es que no sé cómo explicarlo y ahora siento que voy a perderla de todas formas ya que está enfadada conmigo, porque no importa lo que diga con palabras siento que no importa lo que diga va a ser insuficiente.
"No eres tú, soy yo" "Estamos en diferentes etapas de nuestras vidas" Son excusas que he escuchado en las películas sin funcionar así que quedan descartadas de mi discurso - Tu también me gustas, Ari - respondo vencido sin saber qué más decir - Soy un niño ¿De acuerdo? - aunque recientemente se me ha llamado machote pero supongo que no aplica a las relaciones, un paso a la vez - Como en la escuela cuando te gustaba alguien y le mandabas cartitas... - lo he visto más que vivido en primera persona, pero puedo decir que una vez lo he intentado - Pero nunca creías que pasaría más allá de eso - y cuando lo intenté el niño me dejó allí plantado, jamás volví a intentar algo similar.
Me bajo del caballo de un salto y camino hacia la playa con la esperanza de encontrar la respuesta en las olas, sería poético pero lo único que escucho es el agua moverse en todas direcciones, solo el ruido de la naturaleza. Cierro los ojos y pienso en todas las cosas que aún quiero resolver, respuestas que aun no tengo y no puedo aferrarme a un camino sin ellas - La amistad funcionaba de maravilla, acostarnos fue hermoso pero de solo pensar en formar algo más en el futuro me pongo incómodo... Ni siquiera yo lo entiendo, Ari, por favor compréndeme- es lo más honesto que puedo ser.
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Ariadna titubeó observando el rostro del brujo junto a ella, aquel hombre que no dejaba de murmurar excusas fantásticas y en cuestión de segundo logró desorientarla, pues no tenía idea de cómo seguir el hilo de la conversación. Ridículo, todo había sido y era ridículo.
Insegura volteó la cabeza para observar el océano con los ojos entrecerrados, las grandes olas golpeaban con fuerza las rocas cercanas al muelle y de algún extraño modo sintió la misma agitación pero dentro de su pecho. No pudo decir nada.
Con un suave tirón a las riendas detuvo a Artemisa cuando el científico se bajó de su caballo y aguardó unos instantes en completo silencio, no era capaz de decir que no estaba de acuerdo, no luego de saber que él estaba incomodo junto a ella.
Le estaba costando digerir la repentina declaración y tuvo que respirar profundo un par de veces antes de bajarse del asiento dando un salto. Se abrazó a si misma y caminó hasta él con sus botas llenándose de arena humedecida.
Era un trago amargo, una herida recién abierta, pero Ari sabía que no era culpa de él. Apoyó su mano sobre el hombro de su amigo y aunque tenía la mirada un tanto humedecida, sonrió. —Agradezco que seas honesto conmigo.— Murmuró y con la lengua humedeció sus labios secos por el frío viento oceánico.
Soltó el agarre y hundió los dedos en el interior de los bolsillos amarillos, si fuese por ella lo obligaría a quedarse, pero no tenía las fuerzas suficientes para una lucha más en su vida. —No podemos forzar algo que es inexistente o desagradable para uno de los dos.
Llegados a ese punto, la sanadora no tenía nada más que decir, simplemente se estiró para dejar un pequeño beso en la mejilla helada del científico y regresó sobre sus pasos para subir al lomo de su yegua. —Cuídate, Riley.
Tomó las riendas de ambos animales y con un simple chistado, comenzó a cabalgar de regreso hacia los establos, sólo que esta vez no lo hizo paseando, si no corriendo. Quería alejarse de aquel lugar lo más rápido posible.
Insegura volteó la cabeza para observar el océano con los ojos entrecerrados, las grandes olas golpeaban con fuerza las rocas cercanas al muelle y de algún extraño modo sintió la misma agitación pero dentro de su pecho. No pudo decir nada.
Con un suave tirón a las riendas detuvo a Artemisa cuando el científico se bajó de su caballo y aguardó unos instantes en completo silencio, no era capaz de decir que no estaba de acuerdo, no luego de saber que él estaba incomodo junto a ella.
Le estaba costando digerir la repentina declaración y tuvo que respirar profundo un par de veces antes de bajarse del asiento dando un salto. Se abrazó a si misma y caminó hasta él con sus botas llenándose de arena humedecida.
Era un trago amargo, una herida recién abierta, pero Ari sabía que no era culpa de él. Apoyó su mano sobre el hombro de su amigo y aunque tenía la mirada un tanto humedecida, sonrió. —Agradezco que seas honesto conmigo.— Murmuró y con la lengua humedeció sus labios secos por el frío viento oceánico.
Soltó el agarre y hundió los dedos en el interior de los bolsillos amarillos, si fuese por ella lo obligaría a quedarse, pero no tenía las fuerzas suficientes para una lucha más en su vida. —No podemos forzar algo que es inexistente o desagradable para uno de los dos.
Llegados a ese punto, la sanadora no tenía nada más que decir, simplemente se estiró para dejar un pequeño beso en la mejilla helada del científico y regresó sobre sus pasos para subir al lomo de su yegua. —Cuídate, Riley.
Tomó las riendas de ambos animales y con un simple chistado, comenzó a cabalgar de regreso hacia los establos, sólo que esta vez no lo hizo paseando, si no corriendo. Quería alejarse de aquel lugar lo más rápido posible.
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