OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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2 participantes
21 de septiembre
23:40
23:40
No fueron pocas las veces que deseó chasquear los dedos y hacer desaparecer aquel día. Por completo. Entero. No dejar ni un maldito segundo del mismo. Pero dudaba de que una habilidad como aquella, desgraciadamente, existiera. Pros y contras. Se podrían borrar un día doloroso, uno lleno de arrepentimientos y malas decisiones; pero eso día también le pertenecía a otras personas, y quizás aquel hubiera sido el mejor de su vida por otras circunstancias. Nadie tenía el derecho de decidir sobre la vida de los demás o el modo en el que debían de vivirla.
Se trataba de uno de aquellos días en los que una bebida no era suficiente para ahogar los pensamientos que la acosaban. Dos, tres o, quizás, cuatro tampoco lo serían. Sus pies caminaban sin destino, solo se arrastraban paso tras paso, avanzando al frente sin titubear ni en una sola ocasión. Si la rubia hubiera llevado las riendas de los mismos ya estarían reposando cómodamente sobre su cama del distrito cuatro. Mas no parecían tener los mismos planes, y quedó de relieve cuando se detuvieron, después de vagar durante un tiempo que no podía concretar, ante las correderas puertas de un local. Alzó la cabeza para leer el letrero que lo anunciaba como un lugar de cócteles y varios. Cuando la puerta se abrió ante ella se sobresaltó, mucho más cuando la cabeza de un joven emergió del interior y le preguntó si iba a entrar. ¿Qué era aquello? ¿Una organización secreta? Aun así asintió con la cabeza, caminando tras de él y sentándose en la barra después de informarle que iba sola y solo tomaría una copa.
Dudó durante unos minutos, observando las botellas de alcohol que decoraban la barra, no sabiendo que pedir. Sus ojos recorrieron el local, fijándose en una mesa en la que charlaban un par de parejas. Inclinó el cuerpo hacia un lado, mirando al camarero e indicándole que quería uno como el de una de las mujeres. ¿Llevaba cerezas? Desde allí así parecía y esa era la razón por la que lo había escogido. El hombre sonrió y desapareció de allí. Momento que la rubia aprovechó para sacar su teléfono y percatarse de las llamadas perdidas que la pantalla mostraba. Frunció el ceño, tocando la tecla para devolverle la llamada a su madre pero no consiguiéndolo. —¿Qué demonios…?— susurró para sí misma. Golpeando la pantalla con los dedos pero sin encontrar respuesta de parte del aparato electrónico. —Tecnología la llaman— masculló, molesta, apagando el teléfono y tratándolo de encender nuevamente, sin encontrar respuesta por parte del mismo.
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Una bella noticia luego del juicio llegó a mis oídos y quizás ha disminuido una centésima el rencor que le guardo a Labors. En realidad no tendría que haberlo tomado como una buena noticia ya que yo debería ser la ministra de investigación ahora mismo, pero un ascenso es una ascenso y lo tomaré como un escalón más cerca de estar a dónde quiero... Supongo que ahora solo debe morir Notch para poder tomar su lugar, así como lo he hecho con Weynart ¿Estoy festejando un ascenso porque alguien murió? Sí, lo estoy haciendo y si alguien pregunta culparé al alcohol.
Estoy en el bar desde hace ya un par de horas, he bebido más de lo recomendable y lamentablemente tengo que conformarme con bailar momentáneamente con desconocidos pues la cosa más cercana que tengo a una amiga debe estar en una hermosa reunión reencuentro con su marido ahora. De todas formas no habría sido una buena idea empujar a Amalie a algo como ésto, estuvo con con problemas con ansiolíticos así que no quiero contribuir a su pequeña adicción.
En cierto momento capto a la jueza Brawn en la barra así que no dudo en acercarme a ella para felicitarla por el excelente trabajo hecho en el juicio. Al menos no fue como el débil de Davies y tuvo las agallas de firmar la condena que le correspondía a esos mal nacidos. Pero no llego a decir nada que veo como se pelea con su teléfono y una sonrisa se dibuja de inmediato en mi rostro - Son los teléfonos de Labors ¿Que esperabas? - pregunto aunque estoy segura de que debe ser un caso aislado, la mayoría funcionan de maravilla - Deberías habérselo lanzado en el juicio para que reaccione, estaba pintado ahí, ni un gesto ha hecho - oh... definitivamente es el alcohol hablando - Bebe, creo que voy una botella de vodka adelantada a tí - pido a modo de broma.
Estoy en el bar desde hace ya un par de horas, he bebido más de lo recomendable y lamentablemente tengo que conformarme con bailar momentáneamente con desconocidos pues la cosa más cercana que tengo a una amiga debe estar en una hermosa reunión reencuentro con su marido ahora. De todas formas no habría sido una buena idea empujar a Amalie a algo como ésto, estuvo con con problemas con ansiolíticos así que no quiero contribuir a su pequeña adicción.
En cierto momento capto a la jueza Brawn en la barra así que no dudo en acercarme a ella para felicitarla por el excelente trabajo hecho en el juicio. Al menos no fue como el débil de Davies y tuvo las agallas de firmar la condena que le correspondía a esos mal nacidos. Pero no llego a decir nada que veo como se pelea con su teléfono y una sonrisa se dibuja de inmediato en mi rostro - Son los teléfonos de Labors ¿Que esperabas? - pregunto aunque estoy segura de que debe ser un caso aislado, la mayoría funcionan de maravilla - Deberías habérselo lanzado en el juicio para que reaccione, estaba pintado ahí, ni un gesto ha hecho - oh... definitivamente es el alcohol hablando - Bebe, creo que voy una botella de vodka adelantada a tí - pido a modo de broma.
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Era nuevo para ella. Las veces que había asistido a un lugar como aquel se podían contar con los dedos de una mano y, posiblemente, le sobraran la mitad de éstos. Por aquello se sentía extraña allí sentada, que sus pies la hubieran llevado hasta la puerta de un local en busca de un intento de ahogar todas las imágenes y pensamientos que atacaban su mente sin piedad alguna por la rubia. Sonrió al camarero cuando regresó con su copa, dejándola frente a ella y alcanzándola con la diestra. La giró entre sus dedos, incluso se permitió acercarla a su cara para olearla antes de tomarlo. El olor era agradable, el color también, y el detalle de la fruta le gustó. Meneó la cabeza, ¿se pensaba una experta? Chasqueó la lengua bebiendo apenas un sorbo que dilató sus papilas gustativas.
Tanto se había abstraído que, si quiera, recordaba la pelea que instantes antes había tenido con su teléfono, recordándolo cuando una mujer se dirigió a ella directamente y tuvo que volver el rostro en su dirección, con el vaso bajo aún en su mano y el teléfono abandonado cerca suya en un lado de la barra. Volvió la mirada al artilugio y, luego, a ella, escuchando sus palabras y arqueando una ceja con curiosidad. Pocas personas la conocían personalmente, pero muchas lo hacían tanto por su pasado como por su trabajo, y mucho más después de aquel televisado espectáculo. —Había más de un candidato para recibirlo, ¿por qué él cuando solo guardó silencio?— preguntó entonces ella acercando la bebida a sus labios y tomando más de la mitad de ésta. Estaba demasiado dulce como para acostumbrarse demasiado rápido a su sabor y pedir otra en cuanto se acabara la que tenía.
—¿Sólo una?— rió, volviendo en dirección a la barra, pidiendo que les trajera una nueva botella de vodka y un par de vasos. No sabía por qué pero quería sentirse del mismo modo. Importarle poco las palabras que pronunciara. —Supongo que, entonces, debo de darme prisa para igualarla— agregó cuando la botella acabó frente a ellas en la barra. —La invito a unas copas— ofreció con una desconocida amabilidad en ella.
Tanto se había abstraído que, si quiera, recordaba la pelea que instantes antes había tenido con su teléfono, recordándolo cuando una mujer se dirigió a ella directamente y tuvo que volver el rostro en su dirección, con el vaso bajo aún en su mano y el teléfono abandonado cerca suya en un lado de la barra. Volvió la mirada al artilugio y, luego, a ella, escuchando sus palabras y arqueando una ceja con curiosidad. Pocas personas la conocían personalmente, pero muchas lo hacían tanto por su pasado como por su trabajo, y mucho más después de aquel televisado espectáculo. —Había más de un candidato para recibirlo, ¿por qué él cuando solo guardó silencio?— preguntó entonces ella acercando la bebida a sus labios y tomando más de la mitad de ésta. Estaba demasiado dulce como para acostumbrarse demasiado rápido a su sabor y pedir otra en cuanto se acabara la que tenía.
—¿Sólo una?— rió, volviendo en dirección a la barra, pidiendo que les trajera una nueva botella de vodka y un par de vasos. No sabía por qué pero quería sentirse del mismo modo. Importarle poco las palabras que pronunciara. —Supongo que, entonces, debo de darme prisa para igualarla— agregó cuando la botella acabó frente a ellas en la barra. —La invito a unas copas— ofreció con una desconocida amabilidad en ella.
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Hago una mueca y creo que hasta incluso un sonido con mis labios, pero ya no los siento así que es difícil saberlo con lo fuerte que está la música. Guardó silencio y está ocupando un puesto para el que no está preparado ¡Por eso se merece un golpe de teléfono en la cabeza! Aunque ya no son como los de antes, probablemente se desarmaría de solo contactar con su cráneo - Porque puede que tenga algo personal contra él - confieso encogiéndome de hombros y tomo una copa que me alcanza el hombre de la barra, ni siquiera sé lo que es pero confío en su criterio y ya no estoy lo suficientemente lúcida como para pensar en precauciones.
- El estado de ebriedad es altamente recomendable en tiempos de guerra - dejo salir con una sonrisa y me siento en el taburete como señal de que acepto su invitación. El barman trae la botella de vodka con los dos vasos y sirvo uno entero a ella y medio para mí, le llevo ventaja así que debo esperar hasta que estemos a la misma altura - Debo interpretar éste deseo por estar ebria como señal de arrepentimiento o a modo de festejo? - pregunto haciendo referencia a lo ocurrido en la corte.
Creo que en mi línea de trabajo jamás tendría que beber por lo primero, a no ser que termine cometiendo genocidio en el norte por uno de mis inventos... Aunque en realidad dudo que eso me lleve al arrepentimiento después de todo, lo he pensado varias veces y siempre me parece una buena idea. De todas formas el plan no está ni en la mesa de jugadas así que no es algo en lo que tenga que pensar de momento.
- El estado de ebriedad es altamente recomendable en tiempos de guerra - dejo salir con una sonrisa y me siento en el taburete como señal de que acepto su invitación. El barman trae la botella de vodka con los dos vasos y sirvo uno entero a ella y medio para mí, le llevo ventaja así que debo esperar hasta que estemos a la misma altura - Debo interpretar éste deseo por estar ebria como señal de arrepentimiento o a modo de festejo? - pregunto haciendo referencia a lo ocurrido en la corte.
Creo que en mi línea de trabajo jamás tendría que beber por lo primero, a no ser que termine cometiendo genocidio en el norte por uno de mis inventos... Aunque en realidad dudo que eso me lleve al arrepentimiento después de todo, lo he pensado varias veces y siempre me parece una buena idea. De todas formas el plan no está ni en la mesa de jugadas así que no es algo en lo que tenga que pensar de momento.
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Por suerte no solía salir cara en aquello de beber. Con un par de copas ya podía estar bailando con cualquier desconocido o subiéndose a una barra, quizás hasta contando cualquier secreto de su propia vida que no habría dicho en otras circunstancias. Por ello prefería mantenerse sobria y tener la cabeza en su lugar, evitándose problemas mayores que no pudiera solucionar, o, sino era posible, bebiendo sola bajo la protección de las cuatro paredes de su vivienda. Terminó de beber su copa, alzando ambas cejas, riendo cuando la separó de sus labios y alcanzó a hacer bajar el líquido por su garganta. —Guau, alguien sincero sin arrepentimientos— contestó riendo —Se lo habría lanzado antes al señor Powell— pronunció resaltando con su hablar las palabras “señor Powell”. —, aunque no por nada personal, su sola presencia es una molestia— agregó con, quizás, demasiada sinceridad.
Observó a la mujer llenándole el vaso, tomándolo con una mano cuando hubo terminado y tomó el propio. Sonrió con cierta ironía, meneando el vaso y haciendo que el licor creara ondas. —Puede tener varias interpretaciones— aseguró bebiendo apenas un sorbo que mojó sus labios. Arrugó los labios, permitiéndose beber un poco más. —pero nunca festejo condenar a alguien a muerte, solo aplico la ley—. Las palabras surgieron de aquel modo, con cierta indiferencia que a muchos les hubiera dolido percibir. ¿No era aquello lo que hacía? Condenarlos a muerte había sido por ley, condenarlos de aquel modo… puede que no tanto. Arrugó la nariz, bebiendo hasta el fondo de su vaso y tosiendo una vez que lo hubo hecho. Quemaba su garganta de un modo que no era capaz de identificar pero, definitivamente, no era lo más agradable del mundo. Aunque, en aquel momento no merecía nada agradable por lo que quejarse estaba de más. —¿Y para ti? ¿Ahogando frustraciones o celebrando una victoria?— preguntó entonces ella. Puede que no conociera los nombres de todo el mundo, pero su nombramiento había sido tan precipitado que era imposible no escuchar algún comentario sobre el tema en los pasillos del Ministerio, por mucho que a ella no le interesara o hiciera oídos sordos a todos ellos.
Observó a la mujer llenándole el vaso, tomándolo con una mano cuando hubo terminado y tomó el propio. Sonrió con cierta ironía, meneando el vaso y haciendo que el licor creara ondas. —Puede tener varias interpretaciones— aseguró bebiendo apenas un sorbo que mojó sus labios. Arrugó los labios, permitiéndose beber un poco más. —pero nunca festejo condenar a alguien a muerte, solo aplico la ley—. Las palabras surgieron de aquel modo, con cierta indiferencia que a muchos les hubiera dolido percibir. ¿No era aquello lo que hacía? Condenarlos a muerte había sido por ley, condenarlos de aquel modo… puede que no tanto. Arrugó la nariz, bebiendo hasta el fondo de su vaso y tosiendo una vez que lo hubo hecho. Quemaba su garganta de un modo que no era capaz de identificar pero, definitivamente, no era lo más agradable del mundo. Aunque, en aquel momento no merecía nada agradable por lo que quejarse estaba de más. —¿Y para ti? ¿Ahogando frustraciones o celebrando una victoria?— preguntó entonces ella. Puede que no conociera los nombres de todo el mundo, pero su nombramiento había sido tan precipitado que era imposible no escuchar algún comentario sobre el tema en los pasillos del Ministerio, por mucho que a ella no le interesara o hiciera oídos sordos a todos ellos.
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Me encojo de hombros orgullosa pues los años me han enseñado a hacer las cosas lo suficientemente bien como para no arrepentirme. Creo que mi último error fue quedarme embarazada pero logré solucionar ese problema y criar a una hija que no es un desastre, estudia y todo así que tan mal no lo hice ¿No se supone que eso es a lo que aspiramos los padres? ¿Que nuestros hijos tengan un título y una linda familia? Aunque espero no ser abuela hasta dentro de muuuucho tiempo, odiaría que Vee cometa el mismo error que yo.
Largo una carcajada cuando dice que la sola presencia de Hans la molesta pues no podría estar más en desacuerdo - ¿Sabes? Me acostaba con él - comento entre risas y un dedo en alto. No es algo de lo que me arrepienta y el tipo sabe comportarse a nivel profesional así que no tengo nada contra él - Pero si quieres lanzarle el teléfono por tu cuenta adelante, yo no lo extrañaré - finalizo restandole importancia con una mano. Cada cosa tiene su tiempo y lo mío con Hans quedó enterrado hace muuuuucho.
Escucho lo que dice y admiro la frialdad con la que se expresa así que intento dar algunos aplausos pero mis manos no logran encontrarse ¿Para tanto? ¿Qué demonios tenía ese vodka? - Todos los jueces deberían ser cómo tu, solo leyes, sin mochilita sentimental - como ese Davies que casi jode todo, sigo sin poder creerlo - Un poquito de ambas en mi caso. Estoy feliz porque me han nombrado jefa en investigación pero debería ser ministro, no solo soy científica ¿Sabes? También estudié ciencias políticas ¿Labors sabe algo de eso? ¡Noooo! Pero claro, él puede hacer aplicaciones que te muestran cómo serás de viejo ¿Quién necesita eso? ¡Solo tenemos que ver a nuestros padres!
Largo una carcajada cuando dice que la sola presencia de Hans la molesta pues no podría estar más en desacuerdo - ¿Sabes? Me acostaba con él - comento entre risas y un dedo en alto. No es algo de lo que me arrepienta y el tipo sabe comportarse a nivel profesional así que no tengo nada contra él - Pero si quieres lanzarle el teléfono por tu cuenta adelante, yo no lo extrañaré - finalizo restandole importancia con una mano. Cada cosa tiene su tiempo y lo mío con Hans quedó enterrado hace muuuuucho.
Escucho lo que dice y admiro la frialdad con la que se expresa así que intento dar algunos aplausos pero mis manos no logran encontrarse ¿Para tanto? ¿Qué demonios tenía ese vodka? - Todos los jueces deberían ser cómo tu, solo leyes, sin mochilita sentimental - como ese Davies que casi jode todo, sigo sin poder creerlo - Un poquito de ambas en mi caso. Estoy feliz porque me han nombrado jefa en investigación pero debería ser ministro, no solo soy científica ¿Sabes? También estudié ciencias políticas ¿Labors sabe algo de eso? ¡Noooo! Pero claro, él puede hacer aplicaciones que te muestran cómo serás de viejo ¿Quién necesita eso? ¡Solo tenemos que ver a nuestros padres!
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Bebió nuevamente, siendo presa de una repentina tosiquera que ayudó a que el alcohol quemara su garganta con mayor gravedad. El dorso de la diestra acabó sobre su boca en un intento de no morir atragantada ni rociar a los presentes con su bebida. Cada día descubría un rostro nuevo que había mantenido relaciones con Hans, ni siquiera entendía como seguía sorprendiendose de ello. Estaba segura de que más de la mitad de mujeres de la carrera judicial habían acabado encamándose con él en algún momento de su vida. Excepto ella, obviamente. Sólo pensarlo conseguía que su cena tratara de ascender por su garganta. —Seguro que tengo otro viejo teléfono guardado para poder golpearlos a ambos— alcanzó a decir retirando la mano de sus labios, sintiendolos adoloridos.
Soltó una carcajada, inclinándose hacia la barra y golpeándose ligeramente la frente contra el borde de la misma. Un quejido escapó de entre sus labios, frotándose la misma con insistencia. —Si cargaramos esa mochilita no podríamos trabajar en el Wizengamot— respondió tras unos segundos, estirando el brazo y tomando la botella para llenar su vaso y luego el de la mujer. —¿Y si eres adoptado a quién miras?— preguntó, automáticamente, sin pensar demasiado en sus palabras hasta que escaparon de su boca. Además, porqué había preguntado aquello si era una tontería. Meneó la cabeza, alzando ligeramente una mano y moviendola también en señal negativa. —Weynart murió y ocupaste su puesto, quizás Labors también estire la pata— propuso, arqueando las cejas cuando acercó nuevamente el vaso a sus labios, bebiendo apenas un sorbo que asimiló mejor que los perecederos, quizás hasta se podría acostumbrar a la misma. —¿Qué tiene de bueno ser Ministro?— preguntó, cruzando las piernas y apoyando el vaso sobre sus rodillas. Fijando su mirada en ella, esperando alguna respuesta con algo de sentido. —Nunca he entendido que tiene de bueno ese asiento, ¿el sueldo quizás?— agregó con una ceja alzada. La rubia ni con esas se lo hubiera propuesto jamás. Suficientes culos había que lamer desde su lugar como para tener que acabar lamiendo los más sucios de arriba.
Soltó una carcajada, inclinándose hacia la barra y golpeándose ligeramente la frente contra el borde de la misma. Un quejido escapó de entre sus labios, frotándose la misma con insistencia. —Si cargaramos esa mochilita no podríamos trabajar en el Wizengamot— respondió tras unos segundos, estirando el brazo y tomando la botella para llenar su vaso y luego el de la mujer. —¿Y si eres adoptado a quién miras?— preguntó, automáticamente, sin pensar demasiado en sus palabras hasta que escaparon de su boca. Además, porqué había preguntado aquello si era una tontería. Meneó la cabeza, alzando ligeramente una mano y moviendola también en señal negativa. —Weynart murió y ocupaste su puesto, quizás Labors también estire la pata— propuso, arqueando las cejas cuando acercó nuevamente el vaso a sus labios, bebiendo apenas un sorbo que asimiló mejor que los perecederos, quizás hasta se podría acostumbrar a la misma. —¿Qué tiene de bueno ser Ministro?— preguntó, cruzando las piernas y apoyando el vaso sobre sus rodillas. Fijando su mirada en ella, esperando alguna respuesta con algo de sentido. —Nunca he entendido que tiene de bueno ese asiento, ¿el sueldo quizás?— agregó con una ceja alzada. La rubia ni con esas se lo hubiera propuesto jamás. Suficientes culos había que lamer desde su lugar como para tener que acabar lamiendo los más sucios de arriba.
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En realidad creo que de tener esa mochilita no se podría vivir feliz en el mundo en el que estamos. Sería interesante escuchar a Davis y hacerme una idea de lo que cruza por su cabeza en el día a día. Sé que hay personas en el Capitolio que no están de acuerdo con las políticas de gobierno pero sufren en silencio porque aprecian la casa en dónde viven, la otra opción es ser pobre en el norte. Mejor aceptar que hay personas inferiores que merecen morir y así disfrutar al máximo de todo lo que nuestra sangre mágica puede proveernos. Solo así puedo trabajar y vaya que se me ocurren proyectos buenos en su contra.
- Ahí tienes un buen punto - concedo con mi índice en alto. Aunque de seguro debe haber fotografías de los padres de los niños adoptados en algún lugar, con todos los registros que se llevan estos días no deberían pasar desapercibidos, aunque ahí tenemos a un par de niñas NN que nacieron en el 14, descuido del gobierno.
Largo una carcajada de imaginar la posibilidad ¡Ojalá fuera tan sencillo! Las personas que me dan órdenes muriendo una detrás de la otra sin tener que ensuciarme las manos - Creo que eso es soñar demasiado - respondo aunque si el destino quiere que llegue a lo más alto, quizás reciba una ayuda de ese tipo - El poder - comento a lo segundo escuchando como mi voz se vuelve seria de repente - ¿No es eso lo que importa éstos días? Ya no importa la opinión de la gente, tampoco puedes esperar a que alguien haga algo por tí así que lo único que queda es tomar la mayor cantidad de poder que puedas y vivir con eso - conseguir dinero para cubrir las metidas de pata y mirar el caos hacia abajo desde una posición segura - Voy a conseguirlo, Arianne, quizás no pronto pero lo haré.
- Ahí tienes un buen punto - concedo con mi índice en alto. Aunque de seguro debe haber fotografías de los padres de los niños adoptados en algún lugar, con todos los registros que se llevan estos días no deberían pasar desapercibidos, aunque ahí tenemos a un par de niñas NN que nacieron en el 14, descuido del gobierno.
Largo una carcajada de imaginar la posibilidad ¡Ojalá fuera tan sencillo! Las personas que me dan órdenes muriendo una detrás de la otra sin tener que ensuciarme las manos - Creo que eso es soñar demasiado - respondo aunque si el destino quiere que llegue a lo más alto, quizás reciba una ayuda de ese tipo - El poder - comento a lo segundo escuchando como mi voz se vuelve seria de repente - ¿No es eso lo que importa éstos días? Ya no importa la opinión de la gente, tampoco puedes esperar a que alguien haga algo por tí así que lo único que queda es tomar la mayor cantidad de poder que puedas y vivir con eso - conseguir dinero para cubrir las metidas de pata y mirar el caos hacia abajo desde una posición segura - Voy a conseguirlo, Arianne, quizás no pronto pero lo haré.
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La rubia apoyó el codo sobre la barra, dejando reposar la mejilla contra la palma de la mano y observando hablar a su inesperada compañía. Lo cierto es que no había esperado entablar conversación con nadie, solo beberse un par de copas y aparecerse, si podía debido a su baja tolerancia al alcohol, en casa con una euforia que la hiciera olvidar todo lo que había acontecido en aquel dichoso día.
Conocía la competencia que existía en ciertos Ministerios, no las apoyaba ni entendía, pero sabía de su existencia. No eran pocos los comentarios que había acabado escuchando mientras descansaba en la cafetería, por suerte ni le interesaron ni tampoco ascender en la escala de carnívoros que reinaba. No servía para ello, era mejor mantenerse al margen de los problemas. Al menos aquella había sido su filosofía durante un periodo de tiempo que parecía demasiado lejano, excepto por la decisión que había tomado aquella misma mañana. Aún trabaja de convencerse de que solo aplicó la ley, hizo su trabajo dejando a un lado sentimentalismos. Pero, si hubiera sabido que el fuego sería su destino… se irguió, apurando el vodka restante en su copa, y no pudiendo esconder una mueca que arrugó sus labios. —Si puedo seguir hablando cuando acabemos esta botella, creo que me habré vuelto inmune a cualquier cosa— pronunció sintiendo que su garganta volvía a sentirse adolorida.
Quizás estaba tomándoselas demasiado deprisa, pero lo bueno era que comenzaba a sentir un ligero cosquilleo en sus manos. Tomó la botella ofreciéndosela para llenar su vaso después de llenar al propio. Arqueó ambas cejas, frunciendo los labios. Poder. En aquello se resumía todo. —El poder está sobrevalorado— comentó —, creo que es mucho mejor no tener nada, no deberle nada a nadie, ninguna obligación, solo vivir tu vida sin pensar en que alguien puede estar detrás deseando que metas la pata o, mejor, que la estires— habló paseando el pulgar por el borde de su vaso.. —Pero,— remarcó después, acercando su vaso al contrario y golpeándolo suavemente a modo de brindis —brindo porque lo consigas. Hay demasiados hombres mandando sobre nosotras— alejó su vaso, bebiendo apenas —Aunque espero que no seas tan cabrona como ellos— agregó, divertida, con una sonrisa amigable colgando de sus labios.
Conocía la competencia que existía en ciertos Ministerios, no las apoyaba ni entendía, pero sabía de su existencia. No eran pocos los comentarios que había acabado escuchando mientras descansaba en la cafetería, por suerte ni le interesaron ni tampoco ascender en la escala de carnívoros que reinaba. No servía para ello, era mejor mantenerse al margen de los problemas. Al menos aquella había sido su filosofía durante un periodo de tiempo que parecía demasiado lejano, excepto por la decisión que había tomado aquella misma mañana. Aún trabaja de convencerse de que solo aplicó la ley, hizo su trabajo dejando a un lado sentimentalismos. Pero, si hubiera sabido que el fuego sería su destino… se irguió, apurando el vodka restante en su copa, y no pudiendo esconder una mueca que arrugó sus labios. —Si puedo seguir hablando cuando acabemos esta botella, creo que me habré vuelto inmune a cualquier cosa— pronunció sintiendo que su garganta volvía a sentirse adolorida.
Quizás estaba tomándoselas demasiado deprisa, pero lo bueno era que comenzaba a sentir un ligero cosquilleo en sus manos. Tomó la botella ofreciéndosela para llenar su vaso después de llenar al propio. Arqueó ambas cejas, frunciendo los labios. Poder. En aquello se resumía todo. —El poder está sobrevalorado— comentó —, creo que es mucho mejor no tener nada, no deberle nada a nadie, ninguna obligación, solo vivir tu vida sin pensar en que alguien puede estar detrás deseando que metas la pata o, mejor, que la estires— habló paseando el pulgar por el borde de su vaso.. —Pero,— remarcó después, acercando su vaso al contrario y golpeándolo suavemente a modo de brindis —brindo porque lo consigas. Hay demasiados hombres mandando sobre nosotras— alejó su vaso, bebiendo apenas —Aunque espero que no seas tan cabrona como ellos— agregó, divertida, con una sonrisa amigable colgando de sus labios.
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Volverse inmune al vodka suena muy triste, así no quedaría más remedio que enfrentar las penas y problemas en lugar de ahogarlas con alcohol y si bien a primera vista suena como una opción más saludable, dudo que una sola persona en todo el mudo opte por hacer algo así - Creo que seguiremos hablando, que nuestra conversación tenga sentido es otro asunto - respondo con media sonrisa. Probablemente terminaremos debatiendo si es mejor montar un delfín o un burro en una guerra... De hecho me suena a un debate interesante y eso es señal de lo bebida que estoy ya.
Se me escapa una risa con lo siguiente pues bien podría haber vivido de esa forma. Hace ya casi 20 años podría haberme rendido, tomar un empleo cualquiera y dedicarme a la crianza de mi hija, vivir en el campo o en una casita modesta a las afueras de cualquier ciudad, quizás enamorarme y formar una familia pero suena tan aburrido que me dan ganas de vomitar de solo imaginarlo - ¿Qué sería de la vida sin enemigos? Hacen que todo sea más interesante - más cuando cuentas con las mejores cartas para la batalla.
Levanto mi vaso con una sonrisa cuando propone el brindis y coincido con que hay demasiados hombres con poder en el ministerio. Hasta ahora Eloise se las ha tenido que ingeniar sola y bastante ha sobrevivido ya entre tanta testosterona - Seré peor que ellos, cariño, en el mejor sentido - respondo encogiéndome de hombros. Me gustan los cambios radicales porque dan resultados inmediatos, como científica tengo que ser paciente pero también he estudiado política así que los dos mundos se encuentran para encontrar el balance.
- Y también brindo por tu vida tranquila, no es para mí pero la respeto - me ablando un poco respecto a eso.
Se me escapa una risa con lo siguiente pues bien podría haber vivido de esa forma. Hace ya casi 20 años podría haberme rendido, tomar un empleo cualquiera y dedicarme a la crianza de mi hija, vivir en el campo o en una casita modesta a las afueras de cualquier ciudad, quizás enamorarme y formar una familia pero suena tan aburrido que me dan ganas de vomitar de solo imaginarlo - ¿Qué sería de la vida sin enemigos? Hacen que todo sea más interesante - más cuando cuentas con las mejores cartas para la batalla.
Levanto mi vaso con una sonrisa cuando propone el brindis y coincido con que hay demasiados hombres con poder en el ministerio. Hasta ahora Eloise se las ha tenido que ingeniar sola y bastante ha sobrevivido ya entre tanta testosterona - Seré peor que ellos, cariño, en el mejor sentido - respondo encogiéndome de hombros. Me gustan los cambios radicales porque dan resultados inmediatos, como científica tengo que ser paciente pero también he estudiado política así que los dos mundos se encuentran para encontrar el balance.
- Y también brindo por tu vida tranquila, no es para mí pero la respeto - me ablando un poco respecto a eso.
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—Por favor— suplicó con cierto tono jocoso —, una conversación sin sentido es lo que más necesito ahora mismo. Fuera razonamientos, pros y contras, consecuencias…— le aseguró meneando el contenido de su vaso en sentido circular, quedándose unos segundos absorta en las ondas que iban y venían con los suaves movimientos. Le vendría bien tener en mente cualquier tontería que aislara las preocupaciones tanto que consiguiera que riera con verdaderas ganas y fuera capaz de mantener una insignificante conversación con algún desconocido, desconocida en éste caso. Una carcajada surgió de sus labios. Joder, era obvio que tenían una visión de vida completamente diferente. Silas tendría sus problemas, pero si hubiera tenido la mitad que la rubia quizás habría acabado pensando de otra forma. Sobrevivir a unos juegos, descubrir que era adoptada y que su padre abusó de ella cuando solo había sido una cría eran situaciones que solo hacían que deseara con ansias algo de paz y tranquilidad, para variar.
Después de brindar arqueó ambas cejas, un tanto sorprendida, pero riéndo después de un minuto en el que su cerebro acabó funcionando correctamente, o de intentarlo al menos. —Esperaré con ansias que llegue ese glorioso momento—. Salvo por la presencia de la Ministra, a la cual no se le había visto manejar hilos como antaño durante los meses precederos, y la Ministra de educación, el resto solo eran hombres tratando de marcar territorio, situarse como superiores a los demás. Ni siquiera sabía en qué momento la habían molestado tanto ellos concretamente… puede que el actuar de Hans la asqueara, y que la mirada que Weynart le había dedicado la enervara. Dos alicientes que se veían acrecentados por el vodka.
—Si todos fuéramos sería aburrido— contestó bebiendo y alzando la mirada por encima de su vaso solo para observarla apenas unos instantes —Dos opciones— agregó alzando la diestra —Nos devoraríamos unos a otros por tener ese maravilloso poder— rezó alzando un dedo —o el campo estaría tan sobrepoblado de gente tranquila que nos acabaríamos matando los unos a los otros ante cualquier pequeña molestia— acompañó sus palabras alzando otro dedo.
Después de brindar arqueó ambas cejas, un tanto sorprendida, pero riéndo después de un minuto en el que su cerebro acabó funcionando correctamente, o de intentarlo al menos. —Esperaré con ansias que llegue ese glorioso momento—. Salvo por la presencia de la Ministra, a la cual no se le había visto manejar hilos como antaño durante los meses precederos, y la Ministra de educación, el resto solo eran hombres tratando de marcar territorio, situarse como superiores a los demás. Ni siquiera sabía en qué momento la habían molestado tanto ellos concretamente… puede que el actuar de Hans la asqueara, y que la mirada que Weynart le había dedicado la enervara. Dos alicientes que se veían acrecentados por el vodka.
—Si todos fuéramos sería aburrido— contestó bebiendo y alzando la mirada por encima de su vaso solo para observarla apenas unos instantes —Dos opciones— agregó alzando la diestra —Nos devoraríamos unos a otros por tener ese maravilloso poder— rezó alzando un dedo —o el campo estaría tan sobrepoblado de gente tranquila que nos acabaríamos matando los unos a los otros ante cualquier pequeña molestia— acompañó sus palabras alzando otro dedo.
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Le da luz verde a la conversación sin sentido y sonrío pues supongo que no falta mucho para llegar a ella. Si tengo que agradecer algo a la vida es que me permite ser una borracha que puede delirar sin hablar más de la cuenta, porque puede que pierda el control de mi cuerpo y las inhibiciones pero jamás se me va la lengua al hablar de cosas importantes. Eso sería una terrible catástrofe y probablemente tendría que abandonar ésta clase de festejos o al menos hacerlos en privado.
Tengo preparado un sofá en primera fila con calefacción, una manta y una corona al lado listo para ser puesta para cuando llegue ese momento así que me alegro de que alguien comparta una parte de mi ansiedad. Tengo tantos proyectos que puedo poner en marcha, tantas modificaciones que de solo pensarlo me dan ganas de lanzar la botella al otro lado de la pista y ponerme a trabajar, pero desgraciadamente aún no ha llegado ese momento y lo más que puedo hacer es dejar que la música invada mi cuerpo y pretender que estoy festejando el futuro.
- Lo último me agrada, suena apocalíptico - respondo con una sonrisa. Imagino dos bandos enormes, cada uno atrincherados en sus enormes granjas bases cuyos muros están armados de heno - O una buena trama para una película al menos - agrego encogiéndome de hombros. El otro extremo es sencillamente imposible porque siempre existe una pirámide de poder, no hay forma que éste se maneje de forma equitativa entre todos los habitantes porque a fin de cuentas alguien debería ordenar que así fuera y automáticamente anularía la idea - ¿Que tal? Ya encontramos nuestro tema de conversación sin sentido... ¿Qué futuro es más probable? Uno con poder para todos, en cuyo caso supongo que podríamos dividir el mundo - sí, eso es posible - O la guerra de los campesinos montando burros. - dicho ésto levando la botella de cerveza que ya no recuerdo cómo llegó a mi mano y brindo por ello.
Tengo preparado un sofá en primera fila con calefacción, una manta y una corona al lado listo para ser puesta para cuando llegue ese momento así que me alegro de que alguien comparta una parte de mi ansiedad. Tengo tantos proyectos que puedo poner en marcha, tantas modificaciones que de solo pensarlo me dan ganas de lanzar la botella al otro lado de la pista y ponerme a trabajar, pero desgraciadamente aún no ha llegado ese momento y lo más que puedo hacer es dejar que la música invada mi cuerpo y pretender que estoy festejando el futuro.
- Lo último me agrada, suena apocalíptico - respondo con una sonrisa. Imagino dos bandos enormes, cada uno atrincherados en sus enormes granjas bases cuyos muros están armados de heno - O una buena trama para una película al menos - agrego encogiéndome de hombros. El otro extremo es sencillamente imposible porque siempre existe una pirámide de poder, no hay forma que éste se maneje de forma equitativa entre todos los habitantes porque a fin de cuentas alguien debería ordenar que así fuera y automáticamente anularía la idea - ¿Que tal? Ya encontramos nuestro tema de conversación sin sentido... ¿Qué futuro es más probable? Uno con poder para todos, en cuyo caso supongo que podríamos dividir el mundo - sí, eso es posible - O la guerra de los campesinos montando burros. - dicho ésto levando la botella de cerveza que ya no recuerdo cómo llegó a mi mano y brindo por ello.
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Soltó una sonora carcajada que trató de disimular colocando la mano sobre sus labios, pero no consiguiendo más que seguir riéndose, por lo que inclinó el cuerpo al frente, cubriéndose el rostro por completo con la diestra. ¿De dónde había surgido aquella estúpida e incontrolable risa que no podía combatir? Carraspeó un par de veces, quizás cinco, o seis. Llevando el dorso de un dedo a los labios, cuando consiguió dominarlo, reincorporándose y alzando las dos manos en señal de que todo estaba totalmente bien.
Y lo cierto es que, en una buena medida, lo estaba. No sabía por qué pero la preocupación había quedado guardada en algún espacio de su cerebro al que no podía acceder y, en su lugar, solo aparecía ante ella la imagen de un apocalipsis en el que los combatientes de las guerras tuvieran por montura un burro y se encontraran armados con horquetas o azadas. Quería difuminar la imagen para poder tratar de pronunciar algún argumento que apoyara sus teorías, pero solo cruzaban algunas sandeces sin sentido. Mojó sus labios en un inicio, bebiendo hasta el fondo del vaso y dejándolo sobre la barra. No sintiendo, al fin, la quemazón en su garganta cuando lo hizo. —No sé de probabilidades, pero una guerra de campesinos montados en burros… voto a favor de esa opción, que le den al poder y su división— rió, asintiendo con la cabeza con total seguridad de que aquello era lo que prefería sin lugar a dudas.
—Vayamos a una mesa— indicó, bajándose del taburete alto y casi tropezando cuando lo hizo y sus pies se movieron inseguros —, se me quedará el culo cuadrado si sigo sentada aquí— aseguró haciéndola bajar del suyo y señalando una mesa libre a un lado del local. Acabando por encaminarse hacia la misma con ella pero no sin antes pedirle al camarero que les llevara otra botella cuanto antes mejor, lo mejor era no permitir que la euforia se bajara o entonces le costaría volver a tomar una copa y, por supuesto, retomar el ritmo.
Y lo cierto es que, en una buena medida, lo estaba. No sabía por qué pero la preocupación había quedado guardada en algún espacio de su cerebro al que no podía acceder y, en su lugar, solo aparecía ante ella la imagen de un apocalipsis en el que los combatientes de las guerras tuvieran por montura un burro y se encontraran armados con horquetas o azadas. Quería difuminar la imagen para poder tratar de pronunciar algún argumento que apoyara sus teorías, pero solo cruzaban algunas sandeces sin sentido. Mojó sus labios en un inicio, bebiendo hasta el fondo del vaso y dejándolo sobre la barra. No sintiendo, al fin, la quemazón en su garganta cuando lo hizo. —No sé de probabilidades, pero una guerra de campesinos montados en burros… voto a favor de esa opción, que le den al poder y su división— rió, asintiendo con la cabeza con total seguridad de que aquello era lo que prefería sin lugar a dudas.
—Vayamos a una mesa— indicó, bajándose del taburete alto y casi tropezando cuando lo hizo y sus pies se movieron inseguros —, se me quedará el culo cuadrado si sigo sentada aquí— aseguró haciéndola bajar del suyo y señalando una mesa libre a un lado del local. Acabando por encaminarse hacia la misma con ella pero no sin antes pedirle al camarero que les llevara otra botella cuanto antes mejor, lo mejor era no permitir que la euforia se bajara o entonces le costaría volver a tomar una copa y, por supuesto, retomar el ritmo.
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