Los lindes del bosque siempre me han parecido uno de los lugares más lindos que tiene todo este distrito tan gris y asqueroso. Sí, estamos cerca de las rejas que nos separan del exterior y hay aurores yendo y viniendo de manera constante, pero es mucho mejor que el olor a mugre y carbón que destilan las calles del doce, allí por donde te muevas. Además, he vivido tanto tiempo en este lugar que ya nadie se fija en mí, ni en cómo me encuentro bebiendo una de las cervezas más baratas, sentado sobre un tronco caído y observando el paisaje. Levanto la manga de mi delgada chaqueta para chequear el reloj, preguntándome si habrá tenido algún problema en llegar, pero descarto la idea de preocuparme. Kenny siempre ha sido inteligente, así que estará aquí en cinco minutos.

— ¡Te ves bien, Collins! — exclamo en dirección a la auror que hace su ronda, reconociéndola de inmediato por su cabello naranja, ese que parece brillar y prenderse fuego ante la luz del atardecer. En este punto de mi vida, fastidiar a los guardias que reconozco se ha vuelto un hobbie de lo más entretenido cuando no tengo nada mejor que hacer. La joven me lanza una mirada y sé que me reconoce porque solo suspira, respondiendo algo que identifico como una amenaza antes de alejarse sin mirar atrás. Típico: siempre dicen que van a encarcelarte, pero si no he hecho nada malo, no van a hacerlo. No es como que les guste perder el tiempo en gente como yo.

Ya estoy empezando a aburrirme de no tener a nadie a quien molestar, cuando reconozco la figura que se acerca a mí y me hace alzar una mano en señal de saludo. No voy a decirlo, pero una parte de mí se siente aliviada de verla aparecer — Creí que me habías olvidado, Kennedy — intento sonar ofendido, pero sé que no lo consigo. Con otro trago, me pongo de pie y doy unos pasos hacia ella, apresurándome a darle un rápido pero estrecho abrazo — ¿Tuviste un buen viaje? ¿Ningún conflicto? — esas preguntas, para gente como nosotros, jamás están de más.

Jeff tiene la manía de que los viajes a otros distritos deben ser planeados con tiempo, es otra de sus normas de seguridad que apoyamos pero a veces son difíciles de mantener. Comprendo que es bueno seguir el itinerario de los aurores para evitar cruzarlos y asegurarse con una semana de anticipación que no llegará ninguna aeronave a aterrizar justo en el camino que vayamos a tomar, pero en este caso creo que es una exageración tener que cancelar por no tener un plan. Vivimos en el distrito 12 por un tiempo, incluso hicimos transmisiones de Red Neopanem en el lugar, no es que me esté adentrando en un distrito desconocido, puedo manejarme allí a la perfección.

Una vez que marco este punto soy capaz de comenzar mi viaje, pero eso ya me quita varios minutos así que dudo llegar a tiempo a mi reunión con Ferdia. Solo espero que no se aburra de esperar tanto pues sí me molestaría hacer el viaje en vano y tampoco me hace gracia hacerlo esperar en el bosque pues no es precisamente un espacio verde en dónde pasar el día con amigos.

Finalmente llego al punto de encuentro lamentando a cada paso el haberme puesto un vestido. Tampoco es que tengo mucho para elegir pero literalmente cualquier otra cosa habría estado mejor. Saludo a Ferdia con una mano y luego de acortar la distancia le devuelvo el abrazo - Oh, sí me había olvidado pero me lo recordaron justo a tiempo - juego con él. Por favor, yo nunca olvido nada, de poder llevaría una agenda pero sería increíblemente estúpido ya que podría caer en manos equivocadas.

-Solo un conflicto al salir de casa, prometí conseguir un guardaespaldas para la próxima - suspiro pues no estoy muy lejos de eso. Puedo cuidarme perfectamente sola pero la tensión es tal que ya a nadie le gusta que viaje a mis anchas, todo está bien hasta que ya no lo está - ¿Qué tal tú? ¿Esperaste demasiado aquí?

Hago un rodeo de ojos por culpa de esa broma que se siente refrescante, casi tanto como la cerveza que tengo entre los dedos, la cual ya no está sabiendo del todo bien — Si te queda el puesto libre, me ofrezco a cubrirlo. No viene mal el dinero extra — más si consideramos que tengo pocas monedas en el bolsillo a cambio de un trueque poco afortunado, pero era dar mi mercancía a ese bajo precio o no ganar nada en lo absoluto. A veces, cuando vives entre los marginados, no queda otra opción que hacer sacrificios.

Me encojo entre mis hombros ante su pregunta y le hago una seña para que venga conmigo, guiándola de regreso al tronco viejo — No tanto. Lo suficiente como para beber un par de tragos. ¿Quieres? — le ofrezco la botella y hago un ademán para invitarla a sentarse, tal y como si estuviésemos en medio de un living comedor y no en un bosque oscuro y deprimente — Es bueno verte la cara, Kenny. Hace mucho que no veo a nadie que no me reclame que le debo dinero — es algo normal, si vamos al caso. No es como que en el doce hubiese demasiados trabajos dignos, al menos no con los cuales pudieras comer en condiciones y nadie puede decir que estoy mal alimentado.

Sin mucho más, me vuelvo a sentar, apoyo mi espalda en el tronco contiguo y apoyo la pierna en nuestro improvisado asiento, dejando la otra sobre el suelo — He estado corriendo la voz en un antro de mala muerte ayer por la noche. Un grupo pequeño, pero al menos sabemos que nadie se lo contará a algún auror por ahí — los dos sabemos lo que pasaría si eso ocurriera. Me llevo un puño cerrado a los labios para carraspear y recargo la cabeza — Se está volviendo complicado, Ken. La gente cada vez me mira con mayor sospecha, como si ya no tuviesen motivos por mi simple modo de actuar — le sonrío con el descaro de cualquier amigo que confía sus secretos — ¿Cómo está todo en el cinco? ¿Necesitan de mi presencia?

Se me escapa una sonrisa pues de tener dinero que ofrecerle a cambio de su trabajo, sin duda lo haría. Hubo una época en la que tenía un cuerpo de seguridad que me acompañaba cada vez que quería salir a un club o a ver una película. Era divertido pues con el tiempo llegamos a hacernos amigos aunque claro que nunca volví a saber de ellos lo cuál es una clara señal de que todos eran muggles - ¿Aceptas manzanas a modo de pago? Puedes cobrar del 1 al 15 de cada mes y no ofrezco obra social - vamos, ni siquiera tenemos acceso a un buen hospital en estos distritos perdidos. De no ser por mis habilidades curativas, el cinco no sería más que un jardín de estatuas con tétanos.

Sigo el camino que me indica hasta el tronco y mis pies agradecen el momento en que tomo asiento. Puede que no sea el sitio más cómodo del mundo pero he estado en condiciones peores. Además el bosque tiene su encanto e incluso aquellos que están bañados en dinero e influencias disfrutan de la naturaleza de vez en cuando. Aquí todos somos iguales, solo que desgraciadamente nosotros no podemos tener varitas para defendernos - Por favor - respondo tomando la botella y le doy un buen trago, el camino ha sido pesado y no son precisamente los días más frescos del año - Recibes la tarjeta de residente del norte cuando le debes dinero a más de 10 personas, no hace falta que ellos lo sepan - agrego alzando las cejas. Cada uno hace lo que puede para sobrevivir y he dejado de ver el asunto de robar como algo malo desde hace ya muchos años.

Pese a su sonrisa, escucho lo que dice con una mueca. Lo que oigo no es bueno y pese a que sé que incluso tiene el entrenamiento profesional como para cuidarse solo no me hace gracia que deba arriesgarse de esa forma. ¡Oh, vaya! Un poco de mi propia medicina - Si se vuelve demasiado complicado no dudes en desaparecer por un tiempo, de todas formas no hay mucho que decir estos días... No aún - ya necesitaremos de sus servicios para cosas más importantes, ahora no hay más que rumores y escándalos de poca monta, las mismas historias que ya contamos pero con distintos nombres - No tengo permitido revelar si alguna de las chicas te extraña, si a eso te refieres - bromeo antes de darle otro trago a la botella distraída - Llevamos algunos meses sin movernos de refugio, las cosas están en calma pero puedes visitarnos cuando gustes. Siempre hay un plato para alguien más.

— Las manzanas son un pago más que aceptable — es una declaración sincera porque, aunque estemos bromeando, cualquier cosa nos viene bien a los que estamos en esta situación desfavorable. Entregarle la cerveza no supone un sacrificio, así que solo la observo beber y alzo uno de mis hombros con cierto desinterés — Doce — confieso con cierto tono de sinvergüenza. No andaré fingiendo algo que no soy, mucho menos frente a gente como Kennedy. Dudo que ella me señale con el dedo por mis pequeños problemas personales.

Asiento ante sus indicaciones porque, como dije varias veces, ella es la jefa y haré lo que me diga, creyendo en que sabe lo que está haciendo. Se me da bien seguir órdenes porque fui entrenado para hacerlo, aunque admito que también sé cómo cuidarme bajo mis propios planes y estrategias. El día en el que sea momento de actuar, prometo que seré de los primeros en alzar las armas. Ya he perdido la cuenta de hace cuánto que estoy esperando una oportunidad para pasar de la palabra a la acción — ¿No aún? — pregunto de curioso, porque no sé qué es lo que me estoy perdiendo. Lo que sigue es lo que me cambia la expresión, soltando una risa que se acompaña de un pícaro “ahhh” que provoca que alce mis cejas — ¿Qué? ¿Hay alguien preguntando por mí? Es bueno saberlo — es un chiste inocente, así que pronto sacudo la cabeza de un lado al otro con una risa tranquila — Solo envíales mis saludos. Es bueno saber que han tenido algo de paz — aún no hay novedades, es verdad, pero el punto es estar siempre preparados para lo peor. Y creo que todos sabemos que aquí estamos jugando con fuego.

— He estado pensando — me acomodo en el tronco y clavo los ojos en un gorrión que se ha posado sobre nuestras cabezas, cuyo pecho parece demasiado agitado al momento de piar — ¿No deberíamos hacer uso de la radio para mover las cosas? Quiero decir… — no quiero sonar mal, así que le sonrío a modo de disculpa en el tono más amable que soy capaz — Kenny, tienes la voz y los medios. Por lo que he oído, la gente está cansada de que todo sea pura cháchara — y yo también — ¿No deberíamos organizarnos de una vez por todas? Ya sabes, sacar las antorchas, sacudir el polvo. Tú me entiendes.

Hago un gesto con la mano para quitarle importancia al número pues me he encontrado allí y creo que jamás pagué esas deudas al final. Fue en mis primeros años dando vueltas por los distritos del norte, cuando usaba mis encantos de familia para conseguir una hogaza de pan y también una cama para pasar la noche. Irónicamente aquello que me apartó del Capitolio es lo que me mantuvo viva aquí y no lo cambiaría. Estoy orgullosa de ser un cuarto de veela aunque eso me convierta en un monstruo a los ojos del gobierno actual.

- No aún pero espero que pronto, estamos trabajando en ello - no quiero decir más pues así funciona nuestro método. Confío en él pero gracias al veritaserum y la legeremancia, la confianza ya no es algo que valga tanto. Si el ministerio quiere sacarle información a alguien lo hará no importa cuánto la persona se resista, así que es mejor compartimentalizar la información y ponerla bajo llave solo en las mentes necesarias.

- Los saludos serán enviados - respondo con una sonrisa pero ésta no tarda en borrarse al escuchar lo siguiente. Sé que tengo cierto poder, pero debo usarlo con cuidado ya que un paso en falso puede poner en peligro a miles... La idea de Red Neopanem siempre fue informar y estar lista para cuando aquellos con preparación decidan hacer algo.

- Tengo una espada corta ¿Tú que tienes? - pregunto a modo de respuesta. No me agrada lo que digo pero debo ser realista, quizás es la influencia de Jeff a lo largo de los años pero no puedo simplemente lanzarme a algo tan grande - Para combatir a personas que tienen varitas, que pueden volar, aparecer y desaparecer a su antojo y duermen en colchones de espuma todas las noches debemos estar seguros de que podemos ganar, sino no sería una revolución, sino una masacre - finalizo tendiéndole la botella de vuelta pues no es algo sencillo de escuchar, quizás con un trago de cerveza sea más digerible - Pero cuando estemos listos, no dudes en que colocaré todas las antenas a nuestro favor... Ese día, será el golpe definitivo.

— Un rifle y un cuchillo — sé que suena a algo penoso, pero es mejor que nada. Sé a lo que se refiere, de verdad, pero solo puedo atinar a escucharla con una mueca desinflada y agarro la cerveza que me tiende, tratando de no mostrarme tan apagado. Lo comprendo, lo he comprendido desde un primer momento, pero también sé que el tiempo sigue pasando y nosotros seguimos viviendo en las mismas condiciones de mierda hace años. Jamás vamos a estar en igualdad de condiciones y pensar lo contrario sería mentirnos, porque estamos esperando un ideal que es imposible — ¿Y cuando será ese día? ¿En otros dieciséis años? — pregunto con sarcasmo.

Con un nuevo trago, me pongo de pie en mi inquietud y avanzo unos pasos, caminando de un lado al otro al pasearme delante de ella — Sé lo que quieres hacer y lo comprendo, pero jamás manejaremos el mismo número y los mismos recursos que ellos, Kenny. ¿Quiénes van a ayudarnos? ¿Los fantasmas del catorce? — ese grupo de gente que muy pocos han visto y que, para colmo, jamás han sido de ayuda — Ellos solo se preocupan por salvarse el culo a sí mismos y no los culpo, pero no son parte de esta guerra. Solo somos nosotros y la parda de vagos del norte que se ha agotado de comer sobras — es una triste realidad, pero es la que nos toca. Con un trago algo más largo, le vuelvo a pasar la botella, pero no tomo asiento — No podemos quedarnos sentados a esperar un milagro. La gente está furiosa, quiere levantarse. Están agotados y sabes que todo irá empeorando con el paso del tiempo. ¿Qué debemos esperar? ¿A cuántos más se deben llevar, cuántos muertos más tendremos que enterrar? — los Niniadis jamás fueron suaves con nosotros, tampoco debemos serlo con ellos.

Con un resoplido, meto las manos en los bolsillos de mi pantalón y miro a nuestro alrededor, disfrutando del paisaje que, además, chequeo que se encuentre vacío. A ningún auror le haría gracia esta conversación, eso lo sé de sobra — Las revoluciones nunca son iniciadas por quienes tienen la posibilidad de ganar, sino por quienes están dispuestos a luchar a causa de no tener nada que perder. Si morimos en el proceso, al menos otros seguirán nuestro camino. Hay ideales que no pueden apagar, por mucho que lo intenten.

Me dan ganas de encontrar fuerzas suficientes para lanzar el tronco que sirve de asiento al otro lado del bosque pues tiene un punto muy razonable. Llevamos en ésta condición por años, nos adaptamos y no puedo negar que una parte de mí está esperando que alguien más haga el trabajo sucio. Ponerse al frente es un riesgo y más cuando sabes que no estarás sola, tengo compañeros, contactos personales y formas de llegar a los oídos de todo NeoPanem pero aún así no lo hago por miedo a fallar... Si yo lanzo la señal, toda esa sangre correrá por mis manos y no quiero, ya ha muerto demasiada gente.

Aprieto fuertemente la mandíbula y a medida que sus palabras llegan a mis oídos distintos pensamientos van llegando a mi mente, planes e ideas que ya se han intentado antes, la mayoría con fracaso. Ese es el problema, ha sido una lucha tan larga que cuesta trabajo encontrar una forma de ser originales... Pero tal y como lo pinta Wallace parece que me estoy rindiendo sin luchar, solo relato las derrotas cuando podría estar haciendo algo por conseguir una historia más feliz.

- Ya cierra el pico - pido y dejo caer el peso de mi cuerpo sobre mis rodillas, ha plantado la semilla, felicitaciones - Sin hacer nada sobrevivimos, pero no estamos realmente viviendo, es lo que dices - respondo aunque no son palabras mías, creo haberlo escuchado de alguien o quizás haberlo leído.

Respiro varias veces y me levanto para recorrer el camino que ha estado transitando él durante su pequeño discurso, como si de alguna forma la energía dejada por él fuese a pasar a mi cuerpo para dar el impulso necesario para hablar - Lo que necesitamos es gente de nuestro lado que esté a la par de ellos, ser inteligentes y no atacar como una manada de animales.

Las armas que tenemos para sobrevivir difícilmente hagan daño, tenemos los informantes pues yo misma conozco al menos a un puñado. Con su información solo quedaría armar un mapa, una estrategia para dar el golpe más inteligente, no por la fuerza sino uno efectivo - No necesitamos una espada, sino una pluma... O una transmisión con fuerza suficiente para reclutar a las personas que no se ocultan bajo el ala de Niniadis, pero sí disfrutan de la sombra que ofrece - es una locura pero lo mejor que se me ocurre en el momento para tranquilizar a Ferdia - Pequeño golpe, transmisión nacional, ejército voluntario al que podemos unirnos sin miedo a caer antes de siquiera cruzar a los distritos del centro ¿Qué tan loco suena?

Me pongo en actitud pasiva e inocente cuando me manda a callar, no muy seguro de por qué lo ha dicho, pero pronto me da un mínimo de esperanza — Eso es lo que digo — confirmo, aunque mi tono de voz queda en el aire como una duda, tratando de adivinar qué es lo que está cruzando por su cabeza. ¿Lo he conseguido, de veras?

Entonces, Kennedy habla y, poco a poco, una sonrisa empieza a estirarse por mis labios, mientras hago un enorme esfuerzo por no saltar ridículamente en mi lugar o golpear el aire en señal festiva. La veo ir y venir tal y como yo he hecho hace unos momentos atrás, pero hay algo en su paso que me parece mucho más imponente que el mío. Kennedy es una mujer decidida, así que cualquier cosa que se forme dentro de su cabeza, es digno de ser admirado al menos cinco segundos — No tan loco, si consideramos que lo hemos deseado una eternidad — yo, principalmente. Hay cosas que uno jamás olvida, como el pequeño factor de que esas personas me quitaron mi vida. Me arrebataron a mi familia, destrozaron a mi prometida. Los convirtieron en meros fantasmas, al igual que silenciaron a cientos de familias y les quitaron su libertad. Los Niniadis son una especie en peligro de extinción, todos lo saben pero pocos lo dicen.

Me apresuro a acercarme a ella y la tomo por los hombros no solo para que se detenga, sino para recordarle que estoy aquí, a su lado, y estoy dispuesto a seguir con esto hasta el final. Además, porque si sigue caminando, va a dejarme mareado — Pero, tal y como dices, debemos ser listos. Jugar una movida silenciosa, buscar seguidores de forma que jamás vean venir lo que los golpeó. Debemos realizar juntas, verdaderas juntas, no esas tonterías de colgar pancartas. Ahora nos toca ser silenciosos, como ratas. Que ellos crean que nos callaron, que sientan que tienen el juego ganado — los magos son egocéntricos y confiados, eso no es muy complicado de adivinar. La suelto, dándole un golpecito amistoso en el hombro — Haremos historia, Kenny, debes creerme. Con una buena estrategia, no hay manera de que esto no salga bien. La inteligencia siempre le gana a la fuerza, recuérdalo.

Cuando el corazón es lo que habla suena tan fuerte que es difícil apagar el sonido, aunque sea estúpido y peligroso no puedo negarme ya que de alguna forma me ha contagiado. Debemos hacer algo y si no lo logramos, lo harán los que vengan detrás nuestro, de todas formas no sabría como volver a mi vida antes de ser repudiada ¿Programa de espectáculos? Hoy en día me parece algo tan banal que de solo pensarlo siento desagrado. Pero ya habrá tiempo para soñar con el mañana, debemos concentrarnos en el ahora y no será sencillo.

Cuando me toma de los hombros respiro profundo y cierro los ojos para bajar la adrenalina que de repente se ha esparcido por mi cuerpo. Como ha dicho, no necesitamos fuerza sino una mente clara y quizás una sesión de tai chi antes de tomar cualquier otra decisión - Primera regla: No mueras ¿De acuerdo? - pido tomándolo del rostro para asegurarme de que escuche y si va a rodar los ojos que lo haga en mi cara.

Pienso por unos momentos y creo saber cómo comenzar a planear la estrategia, claro que luego le traeré la información a Ferdia ya que él tiene más experiencia que yo en asuntos ¿Militares? No, no creo que lleguemos a ese punto - ¿Crees poder ir al mercado de esclavos? No hay mejor sitio para empezar. Hablaré con Mimi Jo para que abra un dial para ellos, algo que parezca inocente a oídos de sus amos pero en dónde podamos mantenerlos informados y ellos a nosotros - informo. Intento imaginarme cómo hacerlo pero mis conocimientos técnicos no son tan profundos como los de la joven, por algo se ha hecho cargo del puesto.

Voy a tomar asiento una vez más y me cruzo de piernas mirando los árboles que se alzan frente a nosotros. Pensar que en el pasado he intentado cazar aquí sin demasiado éxito, solo un par de ardillas y estuvieron lejos de ser una comida decente - Solo hay que ser reservados, no podemos perder el factor sorpresa y para eso hay que mantenerlo en secreto la mayor cantidad de tiempo posible ¿Ok? - ¿Cómo convencer a alguien sin saber para qué se están apuntando? - Sé que encontrarás las palabras, las encontraste conmigo.

Cuando ella toma mi rostro entre sus manos, sé que debo mantener el rostro sereno para no delatar cualquier comentario burlesco y poco serio que pueda asomar a su antojo, como de costumbre lo hacen. Fijo mi mirada en sus ojos oscuros y suelto una ligera risa ante una petición que sé que no puedo prometer, porque bajas hay siempre y sabemos con qué nos estamos enfrentando, pero puedo mentir dos segundos con una seguridad muy propia de mí mismo — Yerba mala nunca muere… ¿No? — comento en modo divertido — Para librarse de nosotros dos, van a necesitar mucho más que un puñado de varitas.

¿El mercado de esclavos? Sé que mi mirada dice lo que estoy pensando: esa es una jugada arriesgada, pero no sé si imposible — Puedo conseguir una identificación falsa de muy buena calidad. Nadie creería que un vago como yo del doce pudiera pagar un esclavo — a decir verdad, a sus ojos soy casi como los muggles, pero mi capacidad para poder usar una varita es lo que me ha salvado de terminar como ellos — Puedo colarles una radio en alguna celda. Una pequeña, esperar que no los descubran… — pero ellos no podrían hacer mucho desde ahí dentro — Te das cuenta de que deberíamos organizar una fuga para que sean útiles, ¿no es así? — y ese golpe me entusiasma, qué decir.

La dejo sentarse y me centro en beber lo que queda de la botella, moviéndola con cierta ansiedad en los dedos — Puedo ser tan buen orador que deberían contratarme del gobierno — ironizo — Debemos hacernos un mapa territorial. Marcar las zonas donde hemos plantado la semilla. Puedo iniciar aquí y moverme al once. Ya sabes, estoy solo, es fácil no ser encontrado cuando estás solo y también me hace más rápido. Por otro lado, evitaré el centro, al menos de momento. Tomar ciudades como el Capitolio o el distrito uno sería un riesgo más que estúpido ahora mismo — sé que me estoy metiendo en un juego que es un riesgo, pero tampoco me voy a mandar directo al muere — Tomará su tiempo, pero no es imposible. ¿Crees que…? — no es una idea que me agrade y lo dudo mucho, pero cuanto más gente, mejor — ¿Crees que los del catorce nos ayuden si logramos hacer contacto con ellos?

Quiero golpearlo por no tomarse en serio lo de no morir, pero no queremos iniciar una pelea con aurores dando vuelta alrededor. Hasta ahora hemos tenido suerte, nada más que suerte y quizás personas a nuestro alrededor lo suficientemente sensatos como para mantenernos a salvo, pero eso no quiere decir que eso durará para siempre. Varitas, ese es el asunto... Creo que mi primera misión será conseguir una pues se me ocurren varias cosas que la magia podría facilitar en nuestra pequeña misión, así estaría en igualdad de condiciones.

Escucho atenta su plan y asiento convencida de que la identificación falsa funcionará, además Ferdia sabe como encantar a las personas así que esos guardias no tienen una chance contra él decidido a hacer algo. Sonrío cuando menciona la fuga pues es un movimiento arriesgado que tendremos que hacer en algún momento, pero cuando seamos más fuertes - Cálmate vaquero... Queremos que los esclavos estén enterados para que cuando alguno sea comprado pueda llevar la información allá a donde vaya - comparto mi plan haciendo un gesto con la mano - Están controlados, sí, pero pueden comunicarse entre ellos y, generalmente, a sus amos les importa un comino sus asuntos personales - continúo estando cada vez más segura de que funcionará - Cuando hagamos un plan podemos organizar una fuga para los restantes, pero eso quiere decir que el golpe será en el siete... Habrá un gran revuelo luego de eso.

Me gusta lo que escucho, tanto que inconscientemente se forma una amplia sonrisa en mi rostro y para cuando me doy cuenta ya es demasiado tarde para intentar ocultarla - Antes de cambiar de distrito quiero un reporte de dónde y cómo estás ¿De acuerdo? Así puedo conseguir algún contacto que te ofrezca asilo en la zona por si las cosas se ponen feas - creo que hay algunas personas con las que puedo contar para eso.

La sonrisa se me borra al escuchar sobre el catorce pues odiaría poner mis esperanzas en ellos. No los veo hace siglos y ellos no se han molestado en hacer contacto con nosotros y se supone que son los de recursos - Ni siquiera sé quién está al mando allí ahora, intentar contactarlos ahora sería estúpido sin saber en que clase de guerra fría se encuentran con el gobierno - expongo mi punto de vista casi lamentando no poder ser más positiva al respecto - Pero aquellos que conocía creo que sí, nos ayudarían.

La idea de tener a los magos metiendo esclavos con información sobre un posible levantamiento me parece tan tentadora como peligrosa. Sería como burlarnos de ellos en sus caras, pero al mismo tiempo dejarles todo demasiado cerca de sus narices. La discreción será crucial, de eso no cabe duda — Cualquier golpe será un revuelo. Ya se han intentado fugas desde el interior, pero un buen movimiento… — los intentos podrían dar resultados de una buena vez — Solo espero que todo se termine, Kenny. Más temprano que tarde — conozco personas que no soportarían otros dieciséis años. Ni yo creo poder hacerlo y eso que estoy en mejor estado que la mayoría de los norteños.

Su sonrisa me contagia, como si el optimismo fuese lo único que nos queda como para no terminar hundidos en la miseria y la desesperación. Tal vez no estoy tan equivocado. Tal vez, cegarnos un poco es lo que nos da el impulso a saltar sin un enorme grado de consciencia. Seremos valientes hasta que algo nos haga temblar y, aún así, es nuestra obligación el seguir adelante — Prometo que lo haré. Si me pierdes el rastro, ya sabes lo que ha ocurrido y mejor ni te molestes en encontrarme — los dos tenemos una idea clara de dónde nos estamos metiendo y es preferible ser el único que caiga a que nadie pueda continuar con el trabajo. Sé que va a entenderlo.

¿Guerra fría? Nadie les ha visto las narices en siglos, creo que están más enteros que todos nosotros. De todos modos me encojo de hombros y termino la botella — Solo lo pregunto. Ya sabes, cuantas más manos, mejor para nosotros y peor para el ministerio — lo importante es la fuerza de las voces, no que seamos más que el ciudadano mágico promedio. No puedo no palmear uno de sus hombros con una mano pesada — Lo haremos bien. Antes de que nos queramos dar cuenta, estaremos en un hogar decente, comiendo algo que no tendrá el sabor del culo de un mono. Ningún mal dura mil años.

Sea para lo que sea creo que debemos tener gente en el interior, ya sea para un ataque interno o para reunir información suficiente para hacerlo desde el exterior. Esa clase de posición estratégica trae tranquilidad a la gente y si queremos convencerlos de que peleen junto a nosotros, debemos garantizarles de que no estamos yendo a ciegas, sino que con un plan sólido que efectivamente puede funcionar - Será lo más pronto posible una vez que estemos listos, sin apresurarnos - es la influencia de Jeff la que me hace ser tan precavida en estas cosas.

Hago una mueca pues aún si le pierdo el rastro dudo mucho poder dejarlo ir sin más. Yo no hago eso, no me rindo con los desaparecidos y pese a que vivimos en un mundo en el que es difícil conservar la esperanza, no me imagino perdiéndola ante una adversidad como esa. Es estúpido, lo sé, pero ¿Cómo vivir de esa forma? - Prefiero arriesgar mi vida buscando en vano antes de no hacer nada y que estés sufriendo por allí - respondo honestamente. Esperemos no tener que llegar a eso, pero de hacerlo claro que no lo dejaré ir - Hay otros que seguirán mi trabajo si caigo yo también.

Sonrío ante la idea de comer algo que no sea de una lata más vieja que yo, en una mesa con sillas iguales para todos, un mantel y cubiertos con filo y mango intactos. Hace años habría considerado eso como una necesidad básica a cubrir y ahora solo es algo con lo que podamos soñar hasta que cambien las cosas - Merluza y arroz, eso comeré - sigo la corriente mirando la copa de unos árboles que están siendo sacudidas por el viento - ¿Manos a la obra?

Tengo que hacer un gigantesco esfuerzo por no burlarme o poner los ojos en blanco, pero creo que solo queda en un intento porque sé que mi cara hace un gesto que no termino de identificar como que estoy buscando despreocuparla o reírme de ella — Kenny, me preocupa más que no te suceda lo mismo que a mí que el hecho, a su lado minúsculo, que no puedas seguir el trabajo. Sé que alguien más lo haría, pero no cargues a mi fantasma con el peso de tu muerte — ironizo un poco la idea de volver en forma de alma en pena, pero creo que sabe que estoy hablando en serio. Si algo me pasa, no quiero que a nadie le corra la misma suerte.

Su menú me hace reír con la gravedad que retumba dentro de mi garganta y mi pecho — Merluza y arroz. Suena bien. ¿Sabes que jamás probé el sushi? — comento repentinamente, notando ese pequeño pero tonto detalle que salta en mi cabeza como un pop up — Eso es lo primero que voy a hacer. Voy a probar el sushi y quejarme de cómo es que la gente puede llenarse con algo tan minúsculo — siempre he asumido que tienen que comer enormes cantidades, pero tampoco le veo la gracia. Supongo que es algo que siempre me voy a preguntar sobre los ricos y poderosos, en especial cuando me encontré viviendo en la vereda opuesta. Era muy diferente cuando estaba destinado a ser alguien más, una persona que trabajaba para la ley y tenía la vida planificada. Es extraño cómo cambian las cosas en dieciséis años, cuando ves que te transformase en algo que jamás habrías sospechado. A mi edad, ya debería estar casado, posiblemente con hijos y una carrera de agente bien desarrollada. En su lugar, estoy bebiendo cerveza barata y planificando una revolución. Por ellos. Por la mujer que perdí y los hijos que nunca pude tener.

Creo que ese es el pensamiento que me hace mirar a Kennedy con una sonrisa nueva, algo más fresca. Es calurosa la sensación de hacer algo, aunque sea una misión suicida, mientras estés seguro de que es por la causa correcta — Manos a la obra.