OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Ruedo los ojos y saco una vez más el reloj de bolsillo que llevo dentro del saco, impaciente por la impuntualidad del señor Kavalier. He podido dejar la oficina con anticipación en el día de la fecha, pero eso no quiere decir que me encuentre libre de algunas reuniones que preferiría no tener, porque creo que los dos sabemos cómo es que va a terminar. Desde que lo conozco, han sido pocas las ocasiones donde el científico se ha ganado la confianza suficiente como para que le firme algún permiso de investigación, pero es que no todos tienen la capacidad de hacerme creer que no están desperdiciando dinero o poniendo en riesgo a los demás empleados. Sé que hay muchas investigaciones que corren a cargo del ministro de su departamento, pero cuando se trata de aprobar permisos legales, soy el primero que se ve metido en esos asuntos. La salida que tenía programada para esta noche tendrá que esperar.
Como estoy harto de las reuniones de oficina, nos hemos citado en un café del Capitolio que, espero, me tengan la paciencia como para que solo beba mi irlandés y me retire, confiando en que nada de esto se tardará demasiado. Ya he hecho mi pedido, el cual aguardo dando algunos golpeteos en la mesa exterior que he ocupado, debajo de una sombrilla que solo ayuda al trabajo de mis lentes de sol. Odio el verano y que éste se encuentre cada vez más cerca no ayuda demasiado, pero al menos la brisa primaveral permite que pueda soportar el traje sin sentir que me asfixio. Guardo una vez más el reloj y suspiro, hasta que veo la figura de Kavalier entrando a la terraza del café, por lo que levanto los anteojos hasta que quedan colocados sobre mi cabello.
— Solo cinco minutos tarde. Vas mejorando, Kavalier — aunque no es un tono precisamente amable, le dedico una sonrisa cordial pero fugaz que dura lo que un suspiro. Le señalo el asiento que tengo delante para que lo tome y hago un llamado al camarero, esperando que me preste atención — Espero que tengas bien en claro lo que vienes a pedirme, que tengo la agenda ocupada para esta noche y no puedo quedarme aquí por horas — lo último que necesito para hoy: más debates que no van a llegar a ningún lado — Dime… ¿Qué quieres ordenar? Yo invito — no podía ser menos. Si hay algo que se mantiene intacto en mi fama, es que jamás voy a dejar que mis invitados paguen o que mueran de hambre.
Como estoy harto de las reuniones de oficina, nos hemos citado en un café del Capitolio que, espero, me tengan la paciencia como para que solo beba mi irlandés y me retire, confiando en que nada de esto se tardará demasiado. Ya he hecho mi pedido, el cual aguardo dando algunos golpeteos en la mesa exterior que he ocupado, debajo de una sombrilla que solo ayuda al trabajo de mis lentes de sol. Odio el verano y que éste se encuentre cada vez más cerca no ayuda demasiado, pero al menos la brisa primaveral permite que pueda soportar el traje sin sentir que me asfixio. Guardo una vez más el reloj y suspiro, hasta que veo la figura de Kavalier entrando a la terraza del café, por lo que levanto los anteojos hasta que quedan colocados sobre mi cabello.
— Solo cinco minutos tarde. Vas mejorando, Kavalier — aunque no es un tono precisamente amable, le dedico una sonrisa cordial pero fugaz que dura lo que un suspiro. Le señalo el asiento que tengo delante para que lo tome y hago un llamado al camarero, esperando que me preste atención — Espero que tengas bien en claro lo que vienes a pedirme, que tengo la agenda ocupada para esta noche y no puedo quedarme aquí por horas — lo último que necesito para hoy: más debates que no van a llegar a ningún lado — Dime… ¿Qué quieres ordenar? Yo invito — no podía ser menos. Si hay algo que se mantiene intacto en mi fama, es que jamás voy a dejar que mis invitados paguen o que mueran de hambre.
Con los años he aprendido que si no soy completamente honesto e intento ponerme en los zapatos de la otra persona, puedo lograr mantener una conversación y resultarle tolerable al otro. Quizás no al punto de hacernos amigos pero al menos conseguir un resultado lo suficientemente bueno como para que no hablen mal de mí a mis espaldas. El punto es que mi único objetivo es sobrevivir a la charla, no encantar al otro... Sin embargo, cuando se trata de pedir permisos y dinero para realizar mi trabajo, sé que debo ser un poco encantador lo cual termina en un completo desastre la mayoría de las veces y me pone nervioso incluso días antes de intentarlo.
Por eso siempre llego tarde, el señor Powell me pone de los nervios con su cabello perfecto y actitud segura ¿Cómo se supone que debo convencerlo de darme dinero? Estoy en el lugar con cinco minutos de anticipación, pero mi tardanza se debe al tiempo que tardo en superar el pánico. Sé que hoy puedo hacerlo, tengo los planos, un discurso preparado con palabras simples para que él pueda comprenderlas y lo ensayé varias veces así que no puede fallar. Si todo va acorde a mi plan, podré volver al distrito 3 a comenzar con el proyecto.
Miro al suelo cuando menciona los minutos pero sonrío un poco pues eso quiere decir que con cada reunión me vuelvo un poco mas valiente y organizado. Asiento con las siguientes palabra y tomo asiento frente a él aún sin encontrar su mirada, es parte de mi plan, mientras no realice contacto visual, todo irá bien.
Estoy por comenzar a hablar cuando me pregunta qué quiero ordenar. Aquello me descoloca un poco ya que no practiqué mi propuesta con bebida o comida en frente - Una soda de cola y papas fritas - improviso con el cuerpo tieso como una tabla. Aun puedo hacerlo, solo debo encontrar el momento adecuado entre oraciones para beber, comer y que todo siga su curso natural.
Mientras espero mi pedido, saco mi cuaderno con la presentación de la mochila y la pongo en marcha frente al señor Powell. Es una secuencia de dibujos con movimiento, bastante clara a mi parecer - Es un... dispositivo como el encantamiento agrandador pero mejor - explico algo torpemente - Puede funcionar para mudanzas y mi idea es lograr transportar también en ellos a los humanos - continúo un poco mas fluido - Es un cubo pequeño, como puede ver en el dibujo, que se lanza al centro de un edificio pequeño, como una casa, y ésta automáticamente quedaría guardada dentro del cubo. Así te puedes llevar tu propia hogar al lugar de vacaciones o la oficina escondida para seguir trabajando - digo con media sonrisa. Ésta última suena a un uso que yo le daría - Esa parte no creo que traiga problemas en la experimentación pero si queremos transportar también a los esclavos o elfos... Bueno, es todo hipotético, confío en mis teorías, pero hay una mínima posibilidad de que ellos puedan explotar. Es improbable, pero podría ocurrir - agrego al final con una mueca. Es la parte difícil del pedido.
- Con esto el empaque sería muchísimo más rápido y... bueno, es bastante genial. - finalizo justo cuando la habitación del dibujo termina de descomprimirse en el papel.
Por eso siempre llego tarde, el señor Powell me pone de los nervios con su cabello perfecto y actitud segura ¿Cómo se supone que debo convencerlo de darme dinero? Estoy en el lugar con cinco minutos de anticipación, pero mi tardanza se debe al tiempo que tardo en superar el pánico. Sé que hoy puedo hacerlo, tengo los planos, un discurso preparado con palabras simples para que él pueda comprenderlas y lo ensayé varias veces así que no puede fallar. Si todo va acorde a mi plan, podré volver al distrito 3 a comenzar con el proyecto.
Miro al suelo cuando menciona los minutos pero sonrío un poco pues eso quiere decir que con cada reunión me vuelvo un poco mas valiente y organizado. Asiento con las siguientes palabra y tomo asiento frente a él aún sin encontrar su mirada, es parte de mi plan, mientras no realice contacto visual, todo irá bien.
Estoy por comenzar a hablar cuando me pregunta qué quiero ordenar. Aquello me descoloca un poco ya que no practiqué mi propuesta con bebida o comida en frente - Una soda de cola y papas fritas - improviso con el cuerpo tieso como una tabla. Aun puedo hacerlo, solo debo encontrar el momento adecuado entre oraciones para beber, comer y que todo siga su curso natural.
Mientras espero mi pedido, saco mi cuaderno con la presentación de la mochila y la pongo en marcha frente al señor Powell. Es una secuencia de dibujos con movimiento, bastante clara a mi parecer - Es un... dispositivo como el encantamiento agrandador pero mejor - explico algo torpemente - Puede funcionar para mudanzas y mi idea es lograr transportar también en ellos a los humanos - continúo un poco mas fluido - Es un cubo pequeño, como puede ver en el dibujo, que se lanza al centro de un edificio pequeño, como una casa, y ésta automáticamente quedaría guardada dentro del cubo. Así te puedes llevar tu propia hogar al lugar de vacaciones o la oficina escondida para seguir trabajando - digo con media sonrisa. Ésta última suena a un uso que yo le daría - Esa parte no creo que traiga problemas en la experimentación pero si queremos transportar también a los esclavos o elfos... Bueno, es todo hipotético, confío en mis teorías, pero hay una mínima posibilidad de que ellos puedan explotar. Es improbable, pero podría ocurrir - agrego al final con una mueca. Es la parte difícil del pedido.
- Con esto el empaque sería muchísimo más rápido y... bueno, es bastante genial. - finalizo justo cuando la habitación del dibujo termina de descomprimirse en el papel.
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Siempre me ha irritado un poco el aire nervioso de Kavalier, aunque tampoco puedo decir que no estoy acostumbrado. En mis años como juez he conseguido que la gente se ponga ansiosa en mi presencia y, desde que asumí como ministro, esa habilidad ha ido mejorando al punto en que sé que algunos de mis colegas me han estado evitando, posiblemente por miedo a algún despido. Supongo que es normal cuando te ganas la fama de encerrar a la gente sin mucho esfuerzo — lo que él pidió. Tráigalo todo junto, por favor — le indico al camarero sin perder la amabilidad en el habla, a pesar de que ni siquiera le dirijo la mirada.
Por suerte para mí, no se demora en empezar a hacer su demostración y tengo que recargarme en el asiento para poder prestarle toda mi atención. En lugar de clavar mis ojos en mi acompañante, dejo que sigan el recorrido de los dibujos, comprendiendo de inmediato a donde quiere llegar. Eso sí, creo que mi expresión cambia de inmediato cuando escucho la palabra “explotar” — ¿Ha habido algún incidente del cual no me haya enterado? — pregunto, alzando el rostro hacia él. No es mi departamento y posiblemente los accidentes que ocurran dentro del mismo sean cosa del ministro Vólkov, pero lo último que necesito es que me caiga una denuncia legal por culpa de Kavalier y sus inventos — Sabes que no puedo autorizar el uso del dinero estatal a un proyecto que tiene fallas riesgosas… ¿No? — tampoco es que me importe mucho que exploten los esclavos o los elfos, pero si eso le ocurre a un civil nos podríamos comer una demanda horrible.
La llegada de la bandeja con nuestro pedido hace que me acomode en la silla y haga un ademán para ayudar a que las cosas puedan colocarse en la mesa sin manchar su muestra, pero al final solo espero a que volvamos a quedar solos para echarle algo de azúcar a mi café. Tengo que ser honesto: si veo su pedido junto al mío, siento que he salido con un niño — No es una mala idea en sí, tengo que concederte eso — declaro, empezando a revolver la infusión — Utilizas algo como un encantamiento de expansión… ¿No? — es lo único que se me ocurre, pero por algo no me dediqué a la ciencia. Chupo mi cuchara, la dejo y le doy un sorbo al café, echándole una mirada — ¿Tienes alguna pista de qué es lo que provoca las fallas?
Por suerte para mí, no se demora en empezar a hacer su demostración y tengo que recargarme en el asiento para poder prestarle toda mi atención. En lugar de clavar mis ojos en mi acompañante, dejo que sigan el recorrido de los dibujos, comprendiendo de inmediato a donde quiere llegar. Eso sí, creo que mi expresión cambia de inmediato cuando escucho la palabra “explotar” — ¿Ha habido algún incidente del cual no me haya enterado? — pregunto, alzando el rostro hacia él. No es mi departamento y posiblemente los accidentes que ocurran dentro del mismo sean cosa del ministro Vólkov, pero lo último que necesito es que me caiga una denuncia legal por culpa de Kavalier y sus inventos — Sabes que no puedo autorizar el uso del dinero estatal a un proyecto que tiene fallas riesgosas… ¿No? — tampoco es que me importe mucho que exploten los esclavos o los elfos, pero si eso le ocurre a un civil nos podríamos comer una demanda horrible.
La llegada de la bandeja con nuestro pedido hace que me acomode en la silla y haga un ademán para ayudar a que las cosas puedan colocarse en la mesa sin manchar su muestra, pero al final solo espero a que volvamos a quedar solos para echarle algo de azúcar a mi café. Tengo que ser honesto: si veo su pedido junto al mío, siento que he salido con un niño — No es una mala idea en sí, tengo que concederte eso — declaro, empezando a revolver la infusión — Utilizas algo como un encantamiento de expansión… ¿No? — es lo único que se me ocurre, pero por algo no me dediqué a la ciencia. Chupo mi cuchara, la dejo y le doy un sorbo al café, echándole una mirada — ¿Tienes alguna pista de qué es lo que provoca las fallas?
Es una pregunta tramposa porque en realidad hay montones de accidentes de los que no se ha enterado, pero no tienen que ver con mi proyecto actual. Lo cierto es que la mayoría de las veces se debe a mi impaciencia y arrogancia. Hay ciertas medidas de seguridad que hay que tomar antes de realizar un hechizo experimental pero estoy tan seguro de que funcionará que no tomo los recaudos necesarios. Pero la única forma de probarlo es en un ambiente normal, no repleto de hechizos de protección y varitas listas para contener lo que sea que ocurra - Soy un terrible mentiroso así que no voy a negarlo. Si gusta luego le enviaré un reporte completo de los accidentes que han ocurrido, aunque nadie ha salido lastimado más que yo - aún tengo algunas cicatrices en los brazos pero no es nada preocupante - En cuanto a éste proyecto, no, no ha habido accidentes porque necesito su permiso para comenzar con la experimentación - hasta ahora todo es teórico.
Asiento en silencio y suspiro pues es el gran dilema de mi campo de estudio. No pueden darme dinero si no pruebo que las cosas pueden funcionar, pero no puedo hacerlo sin el dinero para la experimentación... Alguien tiene que admitir que hay un fallo en el sistema pero no seré yo quien se lo diga al señor Powell. Mejor otro científico con menos ganas de vivir o más capacidad de palabra para poder mantener una discusión y ganarla.
Como algunas papas y bebo mi refresco pues luego de tanta charla me ha quedado la boca seca, además creo que queda mucho por delante todavía y necesito el azúcar corriendo por mis venas, a falta de algo mejor.
- Exactamente... La caja más grande por dentro que por fuera se come todo lo que hay en la habitación - confirmo sin apartar los ojos del plato de papas - Creo que sería como la despartición - comienzo a explicar comparándolo con un tema ya conocido - Si la criatura en cuestión no está preparada para el cambio, creo que alteraría su densidad haciendo que... ¡Puff! - finalizo con una señal de manos - Aunque no ha ocurrido nada con los modelos experimentales, las ratas han salido ilesas - aunque hay una gran diferencia entre una rata y una criatura mágica compleja como lo es un elfo, o un humano.
Asiento en silencio y suspiro pues es el gran dilema de mi campo de estudio. No pueden darme dinero si no pruebo que las cosas pueden funcionar, pero no puedo hacerlo sin el dinero para la experimentación... Alguien tiene que admitir que hay un fallo en el sistema pero no seré yo quien se lo diga al señor Powell. Mejor otro científico con menos ganas de vivir o más capacidad de palabra para poder mantener una discusión y ganarla.
Como algunas papas y bebo mi refresco pues luego de tanta charla me ha quedado la boca seca, además creo que queda mucho por delante todavía y necesito el azúcar corriendo por mis venas, a falta de algo mejor.
- Exactamente... La caja más grande por dentro que por fuera se come todo lo que hay en la habitación - confirmo sin apartar los ojos del plato de papas - Creo que sería como la despartición - comienzo a explicar comparándolo con un tema ya conocido - Si la criatura en cuestión no está preparada para el cambio, creo que alteraría su densidad haciendo que... ¡Puff! - finalizo con una señal de manos - Aunque no ha ocurrido nada con los modelos experimentales, las ratas han salido ilesas - aunque hay una gran diferencia entre una rata y una criatura mágica compleja como lo es un elfo, o un humano.
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Me contengo de soltar un sarcástico “no me digas” al escuchar como me confiesa que es un terrible mentiroso, así que me limito a expresarlo con una mirada acompañada de un suave y apenas perceptible movimiento de mis cejas. Sorbo silenciosamente de mi café y acomodo nuevamente la taza sobre la mesa, moviéndola de manera que quede con el asa de frente hacia mí — Al menos tienes la inteligencia como para decírmelo. ¿Recuerdas a la señorita Lawrence? — probablemente lo haga. Fue despedida hace solo unos dos o tres meses, así que asumo que es el ejemplo más fresco para demostrar mi punto — Creyó que podía ocultar sus investigaciones con veneno de acromántula y destruyó cientos de equipos de alto nivel por un hechizo mal efectuado. De paso, le causó heridas a su colega y su estupidez le costó al ministerio una enorme suma de galeones. ¿Ves por qué necesitan de mi autorización legal? No tienes idea del papelerío que fue mi departamento durante esa semana — podría haber durado más tiempo, pero el ministerio de justicia tiene la suerte de tener a alguien como yo a cargo. He tenido mis errores, lo admito, pero nadie puede negar que soy rápido — Así que sí, espero que seas mucho mejor que la señorita Lawrence y estaré aguardando por tu informe para el próximo lunes. Ya tienes el teléfono de mi asistente — otro sorbo de café. Realmente espero no empezar a bostezar.
Tiene lógica lo que está diciendo, lo que me lleva a arrugar mi nariz en un gesto desconfiado y dudoso. Al menos sé que está siendo honesto: nadie que quisiera mentir tendría las pocas luces de hablar de despartición al momento de buscar una aprobación. Ser abogado durante años ha tenido sus beneficios, tal y como leer a las personas sin mucho esfuerzo. Es una de esas cosas que me ha venido muy bien cuando se trata de infiltrarme como espía entre los rebeldes del norte, aunque tampoco es que esa parte es una de la que presuma así como así. Hay que ser cauteloso, en especial cuando tienes un rostro tan reconocido como el mío y que, para colmo, cuya fama va en aumento.
— Al menos no tendremos demandas de las ratas — bromeo, a consciencia de que creo que es la primera vez que Kavalier me ve haciéndolo con él. Me separo del respaldar y me apoyo en la mesa con los brazos, echándole un rápido vistazo a mi acompañante que intenta ser evaluador — Te diré lo que haremos, Kavalier — tomo la cuchara y raspo un poco la espuma de mi café, marcando el caminito — Es probable que te otorgue el permiso legal que quieres, pero lo haré con una sola condición — me meto la cuchara en la boca, relamo el sabor a espuma y la vuelvo a dejar. Es una manía que poseo desde que tenía cinco años y bebía solamente chocolatada — Su aprobación depende de tu informe y, te guste o no, exijo que todo experimento, novedad o consulta pase por Annie Weynart. Confío plenamente en sus capacidades, por algo ha llegado a ser tu jefa… ¿No? — Además de que es mi amiga y, aunque no vaya a decirlo, mi “compañera de cama” alguna que otra noche. No es que eso influya en mis opiniones profesionales, claro está — Sé que trabajar bajo el ojo de alguien más no es el método preferido por los científicos — y por nadie, claro está — pero tengo que encontrar el modo de asegurarme que no estoy aceptando algo que puede terminar en desastre. Tú me entiendes — y si no lo hace, es mejor que empiece a entenderlo.
Otro sorbo y otra mirada escrutadora, tratando de adivinar qué es lo que opina de mi oferta y sabiendo a gran escala que no puede negarse — ¿No deberías hacer un estudio de átomos para controlar la despartición? Todo ese asunto de las masas más densas y así — sacudo una mano como si espantase una mosca molesta, dándole a entender que mis ideas son bastante básicas y que él es el experto que se supone que debería poder explicarme el cómo funciona.
Tiene lógica lo que está diciendo, lo que me lleva a arrugar mi nariz en un gesto desconfiado y dudoso. Al menos sé que está siendo honesto: nadie que quisiera mentir tendría las pocas luces de hablar de despartición al momento de buscar una aprobación. Ser abogado durante años ha tenido sus beneficios, tal y como leer a las personas sin mucho esfuerzo. Es una de esas cosas que me ha venido muy bien cuando se trata de infiltrarme como espía entre los rebeldes del norte, aunque tampoco es que esa parte es una de la que presuma así como así. Hay que ser cauteloso, en especial cuando tienes un rostro tan reconocido como el mío y que, para colmo, cuya fama va en aumento.
— Al menos no tendremos demandas de las ratas — bromeo, a consciencia de que creo que es la primera vez que Kavalier me ve haciéndolo con él. Me separo del respaldar y me apoyo en la mesa con los brazos, echándole un rápido vistazo a mi acompañante que intenta ser evaluador — Te diré lo que haremos, Kavalier — tomo la cuchara y raspo un poco la espuma de mi café, marcando el caminito — Es probable que te otorgue el permiso legal que quieres, pero lo haré con una sola condición — me meto la cuchara en la boca, relamo el sabor a espuma y la vuelvo a dejar. Es una manía que poseo desde que tenía cinco años y bebía solamente chocolatada — Su aprobación depende de tu informe y, te guste o no, exijo que todo experimento, novedad o consulta pase por Annie Weynart. Confío plenamente en sus capacidades, por algo ha llegado a ser tu jefa… ¿No? — Además de que es mi amiga y, aunque no vaya a decirlo, mi “compañera de cama” alguna que otra noche. No es que eso influya en mis opiniones profesionales, claro está — Sé que trabajar bajo el ojo de alguien más no es el método preferido por los científicos — y por nadie, claro está — pero tengo que encontrar el modo de asegurarme que no estoy aceptando algo que puede terminar en desastre. Tú me entiendes — y si no lo hace, es mejor que empiece a entenderlo.
Otro sorbo y otra mirada escrutadora, tratando de adivinar qué es lo que opina de mi oferta y sabiendo a gran escala que no puede negarse — ¿No deberías hacer un estudio de átomos para controlar la despartición? Todo ese asunto de las masas más densas y así — sacudo una mano como si espantase una mosca molesta, dándole a entender que mis ideas son bastante básicas y que él es el experto que se supone que debería poder explicarme el cómo funciona.
Asiento cuando escucho el nombre de la señorita Lawrence pero aún así escucho la historia con mucha atención sumándole al relato mis propios recuerdos de aquellos días en mi cabeza. Debo admitir que fui criado con altas expectativas, pero dedicarme a algo de lo que mis padres no tiene absoluta idea me ha permitido crear mis expectativas propias y eso me ha dado la seguridad para admitir que soy un buen científico, quizás algo torpe con las palabras pero eso no me hace menos bueno - Hay una diferencia entre ser un científico loco y un científico estúpido - respondo con una mueca mirando el plato de papas - El lunes llevaré el informe, solo espero que no se me vuelva a criticar el exceso de color, no puedo hacerlo de otra forma - me resulta muy aburrido poner en palabras todo lo que pasa por mi cabeza de forma simplificada y el color es lo único que me anima ya que algo tan simple como salir del negro le agrega complejidad a la tarea.
Me sorprendo cuando hace lo que creo que es una broma con respecto a las ratas por lo que no río. Claro que esas ratas podrían ser animagos y eso cambiaría por completo las reglas bioéticas de la investigación pero no pensaré en ello... Honestamente cuando llegó la hora de estudiar esa asignatura no le encontré mucho sentido así que me limité a aprender las cosas de memoria y transcribirlas en el examen. Aunque he aprendido a guardarme las opiniones para mí ya que no son las más populares.
Sonrío cuando escucho que es probable que me otorgue el permiso pues no puedo imaginar mejores noticias. Sin embargo ésta se evapora cuando escucho que Annie será mi niñera durante todo el proyecto. Yo trabajo bien de dos formas, solo o con Lara, jamás he funcionado de otra manera. Mi jefa me cae bien, charlamos de cosas ajenas al trabajo de vez en cuando lo cuál es señal de una buena relación, pero la idea de tener que ir hasta su oficina por cada novedad me da pereza de solo pensarlo - ¿Puedo contratar a un becario para que lleve las noticias por mí? Desearía no tener que interrumpir mi trabajo cada vez que quiera tomar una nueva dirección - pido mucho más seguro que antes, creo que su broma me ha ayudado pese a no captarla de inmediato.
No me molestaría tener a un estudiante en un rincón, callado y tomando notas. Con un encantamiento hasta podría apagar el sonido de su respiración y camuflarlo con la pared y que no me moleste verlo por el rabillo del ojo. Eso me ahorraría tener que ir a ver a Annie pues el muchacho o muchacha ya tendría todo anotado y listo para ser explicado en la oficina.
Tomo un poco de soda pues la necesito luego de tanta charla y disfruto del frío en mi garganta. Sonrío de lado con su propuesta y asiento pues en parte es cierto - Es difícil con seres vivos porque somos un todo cambiante, las emociones, las necesidades... todo nos altera y eso nos hace impredecibles - comento - Eso y nuestras anatomías son diferentes, humanos, magos, elfos... Necesito un enfoque distinto para cada uno en distintos escenarios pues las variables son muchas - continúo - Creo que ya tengo cubiertas a la mayoría, espero que no me lleve mucho tiempo analizar las que faltan y poder experimentar sin que nadie pierda un brazo. - y entonces digo algo que no muchos han escuchado de mi boca - Puede confiar en mí, señor.
Me sorprendo cuando hace lo que creo que es una broma con respecto a las ratas por lo que no río. Claro que esas ratas podrían ser animagos y eso cambiaría por completo las reglas bioéticas de la investigación pero no pensaré en ello... Honestamente cuando llegó la hora de estudiar esa asignatura no le encontré mucho sentido así que me limité a aprender las cosas de memoria y transcribirlas en el examen. Aunque he aprendido a guardarme las opiniones para mí ya que no son las más populares.
Sonrío cuando escucho que es probable que me otorgue el permiso pues no puedo imaginar mejores noticias. Sin embargo ésta se evapora cuando escucho que Annie será mi niñera durante todo el proyecto. Yo trabajo bien de dos formas, solo o con Lara, jamás he funcionado de otra manera. Mi jefa me cae bien, charlamos de cosas ajenas al trabajo de vez en cuando lo cuál es señal de una buena relación, pero la idea de tener que ir hasta su oficina por cada novedad me da pereza de solo pensarlo - ¿Puedo contratar a un becario para que lleve las noticias por mí? Desearía no tener que interrumpir mi trabajo cada vez que quiera tomar una nueva dirección - pido mucho más seguro que antes, creo que su broma me ha ayudado pese a no captarla de inmediato.
No me molestaría tener a un estudiante en un rincón, callado y tomando notas. Con un encantamiento hasta podría apagar el sonido de su respiración y camuflarlo con la pared y que no me moleste verlo por el rabillo del ojo. Eso me ahorraría tener que ir a ver a Annie pues el muchacho o muchacha ya tendría todo anotado y listo para ser explicado en la oficina.
Tomo un poco de soda pues la necesito luego de tanta charla y disfruto del frío en mi garganta. Sonrío de lado con su propuesta y asiento pues en parte es cierto - Es difícil con seres vivos porque somos un todo cambiante, las emociones, las necesidades... todo nos altera y eso nos hace impredecibles - comento - Eso y nuestras anatomías son diferentes, humanos, magos, elfos... Necesito un enfoque distinto para cada uno en distintos escenarios pues las variables son muchas - continúo - Creo que ya tengo cubiertas a la mayoría, espero que no me lleve mucho tiempo analizar las que faltan y poder experimentar sin que nadie pierda un brazo. - y entonces digo algo que no muchos han escuchado de mi boca - Puede confiar en mí, señor.
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No puedo no reírme con lo que me dice y le hago un gestito con la mano para indicarle que, en efecto, tiene razón con esa diferenciación; es obvio que la señorita Lawrence caía en el título de “científico estúpido”, así que ni me molesto en aclararlo — No me importa si quieres ponerle hasta flores, Kavalier, mientras lo tenga en mi escritorio al finalizar la jornada laboral. Me gusta que las cosas estén bien hechas y a su debido tiempo, así que preocúpate más por el contenido que por la presentación — es probable que mi estilo sea clásico, pero jamás me he molestado en esos detalles si sabía que mis informes estaban bien hechos. Es una de las cosas que he aprendido de Eloise Leblanc y que me guardo hasta el día de la fecha.
Dejo pasar por alto que no se ríe de mi broma porque estoy más enfocado en cómo parece que quiere escaparse de mi condición, lo cual me hace arrugar el ceño con cierta suavidad. ¿Por qué a la gente le cuesta tanto acatar una simple orden para conseguir algo que ellos están pidiendo? Estoy siendo sensato, responsable e incluso amable. A veces pienso que en otros departamentos están un poco mal acostumbrados y mimados — Yo he interrumpido una reunión para venir aquí hoy. Todos tenemos que encontrar el modo de acomodar nuestras agendas — le digo con pacífica amabilidad, como si no comprendiese cual es el verdadero problema — ¿O vas a decirme que también piensas pedirle a Annie que te acepte el ingreso de un becario? Si ustedes quieren gastar recursos en ellos, cosa suya — como si repentinamente hubiésemos perdido el aire formal, me encojo de hombros — Mi condición es que la señorita Weynart pueda monitorear y aceptar cada uno de tus pasos. El método que emplees para ello es cosa tuya y deberás conversarlo con ella, siempre y cuando yo esté enterado y advertido de cómo avanza el trabajo. ¿Está claro? — la simple norma de que no me importa cómo se haga, mientras esté hecho.
Me termino el café con un extraño placer en mi paladar y mi cabeza se tuerce hacia un lado en un gesto de completa concentración, demostrando que tiene mi atención — ¿Es una ecuación por diferente anatomía? — pregunto con interés, relamiéndome el sabor a café e intentando quitarme los rastros de espuma que podrían dejarme un ridículo bigote. Su nivel de autoconfianza me toma por sorpresa, si tengo que ser sincero. Agarro una de las servilletas de papel que decoran la mesa y termino de limpiarme la boca, bajando los ojos hacia mi taza vacía — ¿Dices que puedo confiar en qué no harás que nadie pierda un brazo? Es lo más complicado que me pediste en el día — sorpresivamente, la pequeña sonrisa que le regalo por dos segundos es honesta. Acomodo un mechón de cabello que se salió de su lugar y me está fastidiando la visión, levantando un dedo en un intento de que me dé dos segundos para pensar. Kavalier no es un mal científico, pero a veces sus ideas son disparatadas y solo puedo ver la evolución del riesgo. Para colmo, el ministro Vólkov no me presta atención cuando recibe mis llamadas y eso significa que tengo que hacerlo solo o, en su defecto, decirle a Annie que pare las orejas por mí. A veces, cuando me doy cuenta de la cantidad de responsabilidad que tengo sobre los hombros, puede ser un poco asfixiante — ¿Cómo puedo confiar en ti, Kavalier? — acabo preguntando, dejando caer la mano sobre la mesa — Tu expediente es completo, sí, pero sabemos que te gustan los riesgos — otro suspiro dramático que sale de mis labios por centésima vez en la semana — Temo no tener nada como resguardo a mi favor. Tú me entiendes.
Dejo pasar por alto que no se ríe de mi broma porque estoy más enfocado en cómo parece que quiere escaparse de mi condición, lo cual me hace arrugar el ceño con cierta suavidad. ¿Por qué a la gente le cuesta tanto acatar una simple orden para conseguir algo que ellos están pidiendo? Estoy siendo sensato, responsable e incluso amable. A veces pienso que en otros departamentos están un poco mal acostumbrados y mimados — Yo he interrumpido una reunión para venir aquí hoy. Todos tenemos que encontrar el modo de acomodar nuestras agendas — le digo con pacífica amabilidad, como si no comprendiese cual es el verdadero problema — ¿O vas a decirme que también piensas pedirle a Annie que te acepte el ingreso de un becario? Si ustedes quieren gastar recursos en ellos, cosa suya — como si repentinamente hubiésemos perdido el aire formal, me encojo de hombros — Mi condición es que la señorita Weynart pueda monitorear y aceptar cada uno de tus pasos. El método que emplees para ello es cosa tuya y deberás conversarlo con ella, siempre y cuando yo esté enterado y advertido de cómo avanza el trabajo. ¿Está claro? — la simple norma de que no me importa cómo se haga, mientras esté hecho.
Me termino el café con un extraño placer en mi paladar y mi cabeza se tuerce hacia un lado en un gesto de completa concentración, demostrando que tiene mi atención — ¿Es una ecuación por diferente anatomía? — pregunto con interés, relamiéndome el sabor a café e intentando quitarme los rastros de espuma que podrían dejarme un ridículo bigote. Su nivel de autoconfianza me toma por sorpresa, si tengo que ser sincero. Agarro una de las servilletas de papel que decoran la mesa y termino de limpiarme la boca, bajando los ojos hacia mi taza vacía — ¿Dices que puedo confiar en qué no harás que nadie pierda un brazo? Es lo más complicado que me pediste en el día — sorpresivamente, la pequeña sonrisa que le regalo por dos segundos es honesta. Acomodo un mechón de cabello que se salió de su lugar y me está fastidiando la visión, levantando un dedo en un intento de que me dé dos segundos para pensar. Kavalier no es un mal científico, pero a veces sus ideas son disparatadas y solo puedo ver la evolución del riesgo. Para colmo, el ministro Vólkov no me presta atención cuando recibe mis llamadas y eso significa que tengo que hacerlo solo o, en su defecto, decirle a Annie que pare las orejas por mí. A veces, cuando me doy cuenta de la cantidad de responsabilidad que tengo sobre los hombros, puede ser un poco asfixiante — ¿Cómo puedo confiar en ti, Kavalier? — acabo preguntando, dejando caer la mano sobre la mesa — Tu expediente es completo, sí, pero sabemos que te gustan los riesgos — otro suspiro dramático que sale de mis labios por centésima vez en la semana — Temo no tener nada como resguardo a mi favor. Tú me entiendes.
La risa del hombre me hace sonreír también. Es señal de que lo estoy haciendo bien, quizás no estoy encantándolo pero definitivamente no solo charlo para sobrevivir. Además no estoy nervioso pues sé que puedo tener el informe listo para el lunes. De tener un terapeuta, estoy seguro de que estaría orgulloso de mí ahora mismo - Transformaré los dibujos en palabras para que todo quede bien claro, señor - respondo con el ceño fruncido y la barbilla en alto, hasta sueno como un auror luego de recibir su misión.
Hago fuerza para no resoplar ni rodar los ojos de solo imaginar a mi jefa controlando cada uno de mis movimientos. Es cierto que un becario significa más presupuesto y nadie está dispuesto a gastar en algo así, pero creo que se me pueden ocurrir otras opciones, como memorándums o un circuito cerrado en la que ella pueda ver una transmisión en vivo de mi trabajo. Quizás sea un buen momento para aceptar el esclavo de mi padre y utilizarlo para eso, después de todo sería como un becario que no cobra - De acuerdo, lo charlaré con Annie... Waynart, la jefa - me corrijo en el camino ya que no veo bien llamarla por su nombre de pila frente al señor Powell.
Asiento con entusiasmo ante la pregunta pero temo ampliar sobre el tema. En primer lugar porque la mayoría de las personas solo hacen ese tipo de preguntas por amabilidad, no porque en realidad les interese. Y en segundo lugar porque soy capaz de aburrir aún hasta a los que sí les interesa el tema, menos a Lara, ella parece tener en don de la paciencia cada vez que le explico algo - Yo no sé como reaccionaría si de repente soy absorbido por un cubo de metal, usted de seguro reaccionaría de forma distinta y ambos somos magos - decido responder - Cuando fuimos pequeños, un momento estresante desencadenó nuestra magia ¿Quién sabe qué podría ocurrir con ésto? - pregunto retóricamente solo para marcar mi punto. Quizás nosotros mismos podríamos ser la razón de que lo demás explote.
Como unas cuantas papas avergonzado cuando dice que es lo más difícil que le he pedido pues, en realidad, no puedo asegurárselo al 100% ¡Es ciencia y magia! Juntas hacen la cosa más impredecible que existe en el universo - Creo que ésta es la parte en la que le ofrezco mi reloj como garantía - comento con una mueca. En realidad no se me ocurre cómo dejarlo tranquilo pues no hay bien físico que pueda compensar lo que se podría perder - Le pido un... un salto de fe basado en las posibilidades que éste arte... artefacto le dará - agrego encogiéndome de hombros.
Hago fuerza para no resoplar ni rodar los ojos de solo imaginar a mi jefa controlando cada uno de mis movimientos. Es cierto que un becario significa más presupuesto y nadie está dispuesto a gastar en algo así, pero creo que se me pueden ocurrir otras opciones, como memorándums o un circuito cerrado en la que ella pueda ver una transmisión en vivo de mi trabajo. Quizás sea un buen momento para aceptar el esclavo de mi padre y utilizarlo para eso, después de todo sería como un becario que no cobra - De acuerdo, lo charlaré con Annie... Waynart, la jefa - me corrijo en el camino ya que no veo bien llamarla por su nombre de pila frente al señor Powell.
Asiento con entusiasmo ante la pregunta pero temo ampliar sobre el tema. En primer lugar porque la mayoría de las personas solo hacen ese tipo de preguntas por amabilidad, no porque en realidad les interese. Y en segundo lugar porque soy capaz de aburrir aún hasta a los que sí les interesa el tema, menos a Lara, ella parece tener en don de la paciencia cada vez que le explico algo - Yo no sé como reaccionaría si de repente soy absorbido por un cubo de metal, usted de seguro reaccionaría de forma distinta y ambos somos magos - decido responder - Cuando fuimos pequeños, un momento estresante desencadenó nuestra magia ¿Quién sabe qué podría ocurrir con ésto? - pregunto retóricamente solo para marcar mi punto. Quizás nosotros mismos podríamos ser la razón de que lo demás explote.
Como unas cuantas papas avergonzado cuando dice que es lo más difícil que le he pedido pues, en realidad, no puedo asegurárselo al 100% ¡Es ciencia y magia! Juntas hacen la cosa más impredecible que existe en el universo - Creo que ésta es la parte en la que le ofrezco mi reloj como garantía - comento con una mueca. En realidad no se me ocurre cómo dejarlo tranquilo pues no hay bien físico que pueda compensar lo que se podría perder - Le pido un... un salto de fe basado en las posibilidades que éste arte... artefacto le dará - agrego encogiéndome de hombros.
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— La jefa — la manera que repito sus palabras es un poco burlesca, aunque no contra él, sino porque ya sé cómo molestar a Annie la próxima vez que la vea. Creo que absolutamente nadie sabe lo que hago con ella cuando estamos aburridos y buscamos algo de compañía, así que me abstengo de hacer alguna broma al respecto y solo me aclaro la garganta — Espero que me informen de lo que han arreglado en cuanto lo solucionen — digo nomas. Tampoco tengo mucho más que agregar en un tema que, creo que queda claro, no pienso debatir.
El ejemplo que me da tiene sentido, así que hago una mueca con la boca y muevo la cabeza de un lado al otro en un balanceo para darle a entender que pienso que tiene razón — Será cuestión de que pongas todo tu esfuerzo, Kavalier. El ministerio no tiene tiempo ni recursos que desperdiciar en los tiempos que corren. ¿Acaso ves las noticias? — señalo con una mano perezosa la televisión que apenas se oye desde el interior del café, seguro de que sabrá de lo que estoy hablando — La gente se encuentra ansiosa. Quiere acción y respuestas. No tenemos el humor como para andar corriendo detrás de investigaciones y experimentos sin rumbo, cuando hay tanto por hacer en las calles — yo personalmente estoy hasta el cuello de trabajo. No quiero acabar tapado de denuncias también.
Lo del reloj me hace reír y tengo que sorprenderme de lo mucho que me está arrebatando risas alguien como el científico. Meto la mano en mi bolsillo y le enseño mi propio reloj de bolsillo, el cual estoy seguro de que es más costoso del que él tiene, al menos que sea heredado. Digo, no es que menosprecio su trabajo, pero sé muy bien que tengo un mayor poder adquisitivo que el suyo — Si el ministerio se dejase llevar por “saltos de fe”, estaríamos tan podridos como James Black y toda su prole — comento sin un atisbo de emoción, hasta creo que sueno aburrido. Guardo el reloj una vez más y me tomo el atrevimiento de tomar una de sus papas sin pedir permiso — Te diré lo que pasará, Riley — el uso de su nombre de pila demuestra que estoy pasando esto a un terreno más personal, en el cual no me puede cerrar la puerta en la cara si sabe lo que le conviene — Probarás ese artefacto hasta que funcione — lo señalo con la papa, que se sacude un poco — No descansarás hasta que sea un éxito y, cuando lo haga y sea un objeto aprobado — otra sacudida de la pobre papa frita — Me darás aquel que consideres seguro y funcional sin cargo. Y cada vez que te pida uno, me lo otorgarás sin reprochar. ¿Está claro? — con una sonrisa y sin apartar la mirada, le doy un mordisco a la papa y ensancho la mueca — Así es como hacemos negocios por aquí, deberías irte acostumbrando.
El ejemplo que me da tiene sentido, así que hago una mueca con la boca y muevo la cabeza de un lado al otro en un balanceo para darle a entender que pienso que tiene razón — Será cuestión de que pongas todo tu esfuerzo, Kavalier. El ministerio no tiene tiempo ni recursos que desperdiciar en los tiempos que corren. ¿Acaso ves las noticias? — señalo con una mano perezosa la televisión que apenas se oye desde el interior del café, seguro de que sabrá de lo que estoy hablando — La gente se encuentra ansiosa. Quiere acción y respuestas. No tenemos el humor como para andar corriendo detrás de investigaciones y experimentos sin rumbo, cuando hay tanto por hacer en las calles — yo personalmente estoy hasta el cuello de trabajo. No quiero acabar tapado de denuncias también.
Lo del reloj me hace reír y tengo que sorprenderme de lo mucho que me está arrebatando risas alguien como el científico. Meto la mano en mi bolsillo y le enseño mi propio reloj de bolsillo, el cual estoy seguro de que es más costoso del que él tiene, al menos que sea heredado. Digo, no es que menosprecio su trabajo, pero sé muy bien que tengo un mayor poder adquisitivo que el suyo — Si el ministerio se dejase llevar por “saltos de fe”, estaríamos tan podridos como James Black y toda su prole — comento sin un atisbo de emoción, hasta creo que sueno aburrido. Guardo el reloj una vez más y me tomo el atrevimiento de tomar una de sus papas sin pedir permiso — Te diré lo que pasará, Riley — el uso de su nombre de pila demuestra que estoy pasando esto a un terreno más personal, en el cual no me puede cerrar la puerta en la cara si sabe lo que le conviene — Probarás ese artefacto hasta que funcione — lo señalo con la papa, que se sacude un poco — No descansarás hasta que sea un éxito y, cuando lo haga y sea un objeto aprobado — otra sacudida de la pobre papa frita — Me darás aquel que consideres seguro y funcional sin cargo. Y cada vez que te pida uno, me lo otorgarás sin reprochar. ¿Está claro? — con una sonrisa y sin apartar la mirada, le doy un mordisco a la papa y ensancho la mueca — Así es como hacemos negocios por aquí, deberías irte acostumbrando.
Trabajo en y para el ministerio, mi familia es leal al gobierno y yo les debo casi todo lo que tengo pues sin ellos no habría tenido la educación que tuve y hoy en día no sería más que otro mago escondido en las sombras. Sé que debería estar al tanto de lo que ocurre pero la realidad es que solo enciendo el televisor para ver ficción, jamás la realidad. Aún así giro la cabeza hacia donde señala y asiento como si supiera de lo que está hablando ¿La gente está agitada? Al final, cierro los ojos por un segundo y suspiro pues, como dije antes, soy un terrible mentiroso - La verdad, señor, no miro las noticias, no puedo - admito encogiéndome de hombros. Me gusta la ciencia, nada más, y temo que ésta se vea intervenida si veo cómo están las cosas, para quién estoy creando - Pero ciencia y tecnología siempre son una buena inversión.
Miro su reloj sorprendido pues es bastante bonito. No parece mucho más caro que el mío pero de seguro lo es pues yo lo compré en una tienda de segunda mano; no por no tener dinero, sino porque me pareció interesante tener guardado algo que ya tuvo una vida con alguien más - Solo hay que poner la fe en el sitio correcto - respondo seguro de eso. Yo pongo la fe en mi mismo todos los días en el trabajo, sino no lograría ni levantarme de la cama por la mañana.
Exprimo las últimas gotas de soda del vaso mientras escucho lo que dice. Mi expresión va cambiando poco a poco hasta terminar con el ceño fruncido y un poco de confusión en los ojos ¿Por qué suena tan mal lo que dice? - Trabajaré día y noche en el nombre de la ciencia para lograr lo imposible - respondo aún algo desconfiado. Desearía tener más bebida para tener algo que hacer pues me cuesta un poco encontrar las palabras adecuadas, y él ya se ha apoderado de las papas - Pero lo que dice suena como un terrible negocio para mí... señor - esos son los genes de mi padre hablando.
Hasta ahora las cosas iban de maravilla, no tengo problemas en trabajar pero ¿Por qué ahora siento que hay un motivo supremo oculto? Desearía tener a Lara para que me diga si solo lo estoy imaginando o de verdad hay algo más - ¿Puedo ver cuando utilicen el aparato? Me gustaría hacerlo.
Miro su reloj sorprendido pues es bastante bonito. No parece mucho más caro que el mío pero de seguro lo es pues yo lo compré en una tienda de segunda mano; no por no tener dinero, sino porque me pareció interesante tener guardado algo que ya tuvo una vida con alguien más - Solo hay que poner la fe en el sitio correcto - respondo seguro de eso. Yo pongo la fe en mi mismo todos los días en el trabajo, sino no lograría ni levantarme de la cama por la mañana.
Exprimo las últimas gotas de soda del vaso mientras escucho lo que dice. Mi expresión va cambiando poco a poco hasta terminar con el ceño fruncido y un poco de confusión en los ojos ¿Por qué suena tan mal lo que dice? - Trabajaré día y noche en el nombre de la ciencia para lograr lo imposible - respondo aún algo desconfiado. Desearía tener más bebida para tener algo que hacer pues me cuesta un poco encontrar las palabras adecuadas, y él ya se ha apoderado de las papas - Pero lo que dice suena como un terrible negocio para mí... señor - esos son los genes de mi padre hablando.
Hasta ahora las cosas iban de maravilla, no tengo problemas en trabajar pero ¿Por qué ahora siento que hay un motivo supremo oculto? Desearía tener a Lara para que me diga si solo lo estoy imaginando o de verdad hay algo más - ¿Puedo ver cuando utilicen el aparato? Me gustaría hacerlo.
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Intento no demostrar mi sorpresa, pero creo que fallo. ¿Cómo es que un funcionario del ministerio no sigue las noticias, cuando éstas podrían influir en su propio trabajo? No entiendo a la gente que le rehúye a la realidad. Supongo que son aquellos que, tarde o temprano, fracasan o acaban deprimidos en el camino — En ese caso, tu departamento solo debe exigir un aumento de presupuesto. Lo que el gobierno decida o no invertir en ustedes no es problema mío. Yo solo me encargo de asegurarme que no estén haciendo nada ilegal que nos cueste dinero y vidas al resto — hablo con toda la cordialidad que soy capaz, pero sé que en algún punto mis palabras suenan como un siseo. No entiendo cómo ciertos puntos son tan difíciles de comprender para algunas personas.
Fe en el sitio correcto. Que me disculpe, pero tengo que hacer un enorme esfuerzo para mantener el rostro sereno y no empezar a reírme, aunque se me pinta una suave sonrisa y tengo que desviar la mirada hacia cualquier otro lado mientras me revuelvo en mi asiento — Ponlo de esta manera — me explico — El ministerio es un enorme tablero de ajedrez y las piezas deben moverse en armonía para que NeoPanem pueda avanzar sin que nadie nos toque el culo. No hay fe, solo estrategia — y muchos sacrificios que se deben hacer en el medio para proteger a la reina. No espero que lo entienda tan bien como yo porque a mí me han educado para pensar de esta manera, pero creo que es lo suficientemente inteligente como para seguirme el ritmo.
— Oh, no, no, en lo absoluto — me meto lo que queda de la papa que le he robado en la boca y limpio el aceite de mis manos con una servilleta — Si el informe que vas a presentar es aceptable y tienes la aprobación legal, podrás experimentar todo lo que quieras. Un invento así puede aumentar el valor de tu cuenta bancaria — hasta el más santo y devoto trabajador se mueve por el dinero, eso lo sé bien — Pero si tu artefacto funciona, debes saber que nosotros necesitamos de su disposición sin ningún “pero” que valga. ¿Comprendes? — arrugo la servilleta hasta hacerla una bolita y la dejo sobre el costado de la mesa. Apoyo mis codos para entrelazar los dedos de mis manos y apoyar así los dos índices contra mis labios, analizando a mi acompañante — Al fin y al cabo, es nuestro dinero. ¿No? — si está pidiendo favores del gobierno, no puede negarse si la situación se tuerce a la inversa.
Su pregunta me desconcierta un poco y acabo sacudiendo la cabeza efusivamente — ¿Quién dice que lo probaremos nosotros? Es tú proyecto, nadie te va a quitar el crédito — que, a diferencia de lo que muchos piensan, somos trabajadores honestos. Bajo las manos hasta apoyar las palmas en la mesa y doy algunos golpecitos con mis yemas, inclinándome un poco hacia delante en un intento de bajar el tono de mi voz — Puedo asegurarte, Riley, que todo esto te lo pido porque es lo mejor para todos nosotros. Puede que no mires las noticias, pero yo te digo desde ahora que las cosas no están bien. Podría haber una nueva guerra en cualquier momento — quizá estoy dramatizando solo para que pueda captar mi punto, pero tampoco voy a negar la realidad. Sé lo que ha estado pasando los últimos años y la cosa ha empeorado desde la gala de diciembre — Cualquier tecnología que se apruebe, si es de gran utilidad, debería de estar a disposición de Jamie Niniadis y su administración. Mejor nosotros, que los rebeldes. ¿Entiendes lo que te digo? — me atrevo el estirar el brazo para presionar su hombro, tratando de ser suave a pesar de la firmeza de mis dedos — Te confío esto porque sé que eres lo suficientemente listo como para saber lo que es conveniente. Somos hombres de NeoPanem y evitar la tragedia es nuestro trabajo. ¿No es así?
Fe en el sitio correcto. Que me disculpe, pero tengo que hacer un enorme esfuerzo para mantener el rostro sereno y no empezar a reírme, aunque se me pinta una suave sonrisa y tengo que desviar la mirada hacia cualquier otro lado mientras me revuelvo en mi asiento — Ponlo de esta manera — me explico — El ministerio es un enorme tablero de ajedrez y las piezas deben moverse en armonía para que NeoPanem pueda avanzar sin que nadie nos toque el culo. No hay fe, solo estrategia — y muchos sacrificios que se deben hacer en el medio para proteger a la reina. No espero que lo entienda tan bien como yo porque a mí me han educado para pensar de esta manera, pero creo que es lo suficientemente inteligente como para seguirme el ritmo.
— Oh, no, no, en lo absoluto — me meto lo que queda de la papa que le he robado en la boca y limpio el aceite de mis manos con una servilleta — Si el informe que vas a presentar es aceptable y tienes la aprobación legal, podrás experimentar todo lo que quieras. Un invento así puede aumentar el valor de tu cuenta bancaria — hasta el más santo y devoto trabajador se mueve por el dinero, eso lo sé bien — Pero si tu artefacto funciona, debes saber que nosotros necesitamos de su disposición sin ningún “pero” que valga. ¿Comprendes? — arrugo la servilleta hasta hacerla una bolita y la dejo sobre el costado de la mesa. Apoyo mis codos para entrelazar los dedos de mis manos y apoyar así los dos índices contra mis labios, analizando a mi acompañante — Al fin y al cabo, es nuestro dinero. ¿No? — si está pidiendo favores del gobierno, no puede negarse si la situación se tuerce a la inversa.
Su pregunta me desconcierta un poco y acabo sacudiendo la cabeza efusivamente — ¿Quién dice que lo probaremos nosotros? Es tú proyecto, nadie te va a quitar el crédito — que, a diferencia de lo que muchos piensan, somos trabajadores honestos. Bajo las manos hasta apoyar las palmas en la mesa y doy algunos golpecitos con mis yemas, inclinándome un poco hacia delante en un intento de bajar el tono de mi voz — Puedo asegurarte, Riley, que todo esto te lo pido porque es lo mejor para todos nosotros. Puede que no mires las noticias, pero yo te digo desde ahora que las cosas no están bien. Podría haber una nueva guerra en cualquier momento — quizá estoy dramatizando solo para que pueda captar mi punto, pero tampoco voy a negar la realidad. Sé lo que ha estado pasando los últimos años y la cosa ha empeorado desde la gala de diciembre — Cualquier tecnología que se apruebe, si es de gran utilidad, debería de estar a disposición de Jamie Niniadis y su administración. Mejor nosotros, que los rebeldes. ¿Entiendes lo que te digo? — me atrevo el estirar el brazo para presionar su hombro, tratando de ser suave a pesar de la firmeza de mis dedos — Te confío esto porque sé que eres lo suficientemente listo como para saber lo que es conveniente. Somos hombres de NeoPanem y evitar la tragedia es nuestro trabajo. ¿No es así?
Por poco olvido que el poder está dividido entre distintas personas, molesta un poco ya que lleva a hablar de lo mismo una y otra vez solo que desde distintos ángulos. Pero supongo que debo acostumbrarme, como dice el señor Powell, si quiero hacer esta clase de proyectos de ahora en adelante... Y los haré. Conociéndome, puedo asegurar, que mis inventos jamás dan un paso hacia atrás, siempre aumentan en complejidad lo que seguramente llevará a más asuntos de seguridad. Si consigo ésto ya no podré limitarme a cosas como sistemas de luz de emergencia, intentaré superar todos los límites.
- Bueno, estoy poniendo las piezas y sin ellas no podría jugar, señor - respondo encogiéndome de hombros. No soy un experto pero ésta caja, bien usada, podría funcionar como un caballo de primera. Me gusta el ajedrez, pero el clásico con tablero, no uno metafórico en el que hay vidas en riesgo - Aunque aquí le va la estrategia... En ésta pieza que le ofrezco podría meter a la reina y ambas torres, el oponente no sabría lo que hay dentro porque es un simple cubo - comento a modo de broma. Sería una interesante variante en el juego y quizás me atreva a escribir las ridícula reglas luego, solo espero encontrar a alguien dispuesto a jugar conmigo.
La aclaración me vale así que asiento y levanto un pulgar. Me interesa más la parte en la que tendré vía libre para investigar y con el dinero... pues lo seguiré acumulando para comprar algo bonito algún día - Solo quiero verlo funcionar - respondo con respecto a los peros. Tampoco es que esté dejándole una bomba nuclear a los villanos más malos del mundo, es un simple invento que podría ayudar de muchas formas a muchas personas.
Los próximos segundos tienen tanta información que temo que me agarre un acv allí mismo. Guerra, rebeldes, tragedia ¿Tan podrido está el mundo ahora mismo? Pensar que yo me levanto todos los días y desayuno un jugo de naranja como si el sol estuviese brillando para todos por igual, metafóricamente - Si va a haber una guerra me gustaría meterme dentro de mi cubo y ser encerrado en algún búnker, por favor. Estoy seguro de que podría hacer el aparato de pocos centímetros para ocupar menos espacio - esa sí que es una nueva motivación y no se si lo tomará como una petición genuina, pero empezaré a prestar más atención a las noticias, solo por si acaso - Trabajo para ustedes, señor ¿A quién más podría darle mis inventos? - a los espías de antaño en los que pensaba el otro día quizás.
Recuerdo las palabras de Lara: "Resolvemos problemas que a veces la gente ni sabe que tiene". Creo que se refería a ésto, para evitar tragedias, como dice el señor Powell - Así es - coincido sintiéndome bien al respecto. Este invento ayudará a las personas - Pero a lo que me refería antes es... Si planean usarlo a lo grande, algún día, me gustaría estar allí. Quizás la imaginación de algún usuario llegue más allá que la mía - lo dudo - y le de algún uso en el que yo no había pensado. Me gustaría ver eso - aclaro con una sonrisa soñadora - ¿Algo más?
- Bueno, estoy poniendo las piezas y sin ellas no podría jugar, señor - respondo encogiéndome de hombros. No soy un experto pero ésta caja, bien usada, podría funcionar como un caballo de primera. Me gusta el ajedrez, pero el clásico con tablero, no uno metafórico en el que hay vidas en riesgo - Aunque aquí le va la estrategia... En ésta pieza que le ofrezco podría meter a la reina y ambas torres, el oponente no sabría lo que hay dentro porque es un simple cubo - comento a modo de broma. Sería una interesante variante en el juego y quizás me atreva a escribir las ridícula reglas luego, solo espero encontrar a alguien dispuesto a jugar conmigo.
La aclaración me vale así que asiento y levanto un pulgar. Me interesa más la parte en la que tendré vía libre para investigar y con el dinero... pues lo seguiré acumulando para comprar algo bonito algún día - Solo quiero verlo funcionar - respondo con respecto a los peros. Tampoco es que esté dejándole una bomba nuclear a los villanos más malos del mundo, es un simple invento que podría ayudar de muchas formas a muchas personas.
Los próximos segundos tienen tanta información que temo que me agarre un acv allí mismo. Guerra, rebeldes, tragedia ¿Tan podrido está el mundo ahora mismo? Pensar que yo me levanto todos los días y desayuno un jugo de naranja como si el sol estuviese brillando para todos por igual, metafóricamente - Si va a haber una guerra me gustaría meterme dentro de mi cubo y ser encerrado en algún búnker, por favor. Estoy seguro de que podría hacer el aparato de pocos centímetros para ocupar menos espacio - esa sí que es una nueva motivación y no se si lo tomará como una petición genuina, pero empezaré a prestar más atención a las noticias, solo por si acaso - Trabajo para ustedes, señor ¿A quién más podría darle mis inventos? - a los espías de antaño en los que pensaba el otro día quizás.
Recuerdo las palabras de Lara: "Resolvemos problemas que a veces la gente ni sabe que tiene". Creo que se refería a ésto, para evitar tragedias, como dice el señor Powell - Así es - coincido sintiéndome bien al respecto. Este invento ayudará a las personas - Pero a lo que me refería antes es... Si planean usarlo a lo grande, algún día, me gustaría estar allí. Quizás la imaginación de algún usuario llegue más allá que la mía - lo dudo - y le de algún uso en el que yo no había pensado. Me gustaría ver eso - aclaro con una sonrisa soñadora - ¿Algo más?
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La sonrisa se me escapa porque, justamente, la manera que tiene de describir cómo usar su invento en el ajedrez es lo que yo mismo había pensado minutos atrás. Al menos, sigue mi línea y entiende a donde quiero llegar — Lo verás funcionar, créeme. Esa parte depende de ti y estoy seguro de que no vas a echar a perder la oportunidad — si todo sale bien, podría ser un buen aparato nuevo y él debe saber que es mejor que no lo arruine porque sino nadie le dará el visto bueno en el futuro. Es su carrera la que está en juego, no la mía… al menos que todo termine en desgracia. Quizá sí tenga que darle al menos un salto de fe, aunque sea personal.
No sé por qué, pero no me río de su desesperación, sino que dejo caer la mano y asiento, casi comprensivo. Nadie quiere una guerra. Nadie quiere que los mugrosos del norte arruinen cada aspecto de nuestra vida, buscando recuperar un gobierno que desapareció hace dieciséis años. ¿No se dan cuenta de que nadie sale beneficiado? Ellos no tienen ni el número ni los recursos, nosotros no podemos mantener el orden — Confío en ti, Kavalier. Solo ruego que ningún rebelde pueda robar un invento del gobierno — hay que barajar todas las opciones, para variar — Solo debes ayudarnos a usarlos contra ellos. Hay que mantener seguros a los civiles, ya sabes — se supone que la gente del ministerio existe para que nadie dentro de NeoPanem tenga que preocuparse por nada. A mí propio modo, es lo que estoy haciendo y espero que Riley haga lo mismo.
— Me gusta que nos entendamos — esta vez, le sonrío de un modo mucho más cálido, como cualquier persona que acaba de conseguir lo que estaba buscando. Es bueno saber que personas que trabajan dentro de nuestro grupo científico tienen bien en claro lo que es mejor para todos, especialmente para ellos. En los últimos meses, he visto cientos de actitudes sospechosas, oído a miles de personas que no se merecen un ápice de confianza. Quizá Riley tiene su reputación, pero con esto puedo hacer una excepción — Como su creador, tienes todo el derecho a hacer ese tipo de peticiones. Será algo a conversar cuando el proyecto esté aceptado y en marcha, aunque también deberás pedir permiso de tus superiores. Confío en que lo harás bien.
Es la última pregunta la que me hace mirar la mesa, haciendo un repaso mental. Creo que está todo dicho y tampoco es que vaya a pedirme otra cosa para ingerir. Así que niego con la cabeza y relajo nuevamente mi postura — No por mi parte. Creo que está todo dicho. Informe en mi escritorio, conversar con la señorita Weynart, permitir el uso al gobierno… — cuento con ayuda de mis dedos para hacer una lista que es más para él que para mí y dejo caer la mano una vez más — No, creo que no hay nada más por decir. ¿Tú tienes algo más que agregar, o puedo pedir la cuenta? — por inercia, miro a mí alrededor en busca del mesero, a quien creí ver dentro del establecimiento — Hable ahora o calle para siempre, Kavalier.
No sé por qué, pero no me río de su desesperación, sino que dejo caer la mano y asiento, casi comprensivo. Nadie quiere una guerra. Nadie quiere que los mugrosos del norte arruinen cada aspecto de nuestra vida, buscando recuperar un gobierno que desapareció hace dieciséis años. ¿No se dan cuenta de que nadie sale beneficiado? Ellos no tienen ni el número ni los recursos, nosotros no podemos mantener el orden — Confío en ti, Kavalier. Solo ruego que ningún rebelde pueda robar un invento del gobierno — hay que barajar todas las opciones, para variar — Solo debes ayudarnos a usarlos contra ellos. Hay que mantener seguros a los civiles, ya sabes — se supone que la gente del ministerio existe para que nadie dentro de NeoPanem tenga que preocuparse por nada. A mí propio modo, es lo que estoy haciendo y espero que Riley haga lo mismo.
— Me gusta que nos entendamos — esta vez, le sonrío de un modo mucho más cálido, como cualquier persona que acaba de conseguir lo que estaba buscando. Es bueno saber que personas que trabajan dentro de nuestro grupo científico tienen bien en claro lo que es mejor para todos, especialmente para ellos. En los últimos meses, he visto cientos de actitudes sospechosas, oído a miles de personas que no se merecen un ápice de confianza. Quizá Riley tiene su reputación, pero con esto puedo hacer una excepción — Como su creador, tienes todo el derecho a hacer ese tipo de peticiones. Será algo a conversar cuando el proyecto esté aceptado y en marcha, aunque también deberás pedir permiso de tus superiores. Confío en que lo harás bien.
Es la última pregunta la que me hace mirar la mesa, haciendo un repaso mental. Creo que está todo dicho y tampoco es que vaya a pedirme otra cosa para ingerir. Así que niego con la cabeza y relajo nuevamente mi postura — No por mi parte. Creo que está todo dicho. Informe en mi escritorio, conversar con la señorita Weynart, permitir el uso al gobierno… — cuento con ayuda de mis dedos para hacer una lista que es más para él que para mí y dejo caer la mano una vez más — No, creo que no hay nada más por decir. ¿Tú tienes algo más que agregar, o puedo pedir la cuenta? — por inercia, miro a mí alrededor en busca del mesero, a quien creí ver dentro del establecimiento — Hable ahora o calle para siempre, Kavalier.
Esto ha salido perfecto, quedo bastante conforme con lo que hemos pactado ya que al parecer la única forma en que las cosas se vayan por el retrete es si yo meto la pata y eso no pasará, estoy muy comprometido con el proyecto así que no permitiré que un despiste arruine las cosas. Repasaré todo mil veces de ser necesario y luego de hacer el informe me pondré a retocar los últimos detalles antes de comenzar con las pruebas. Me aseguraré de que nadie explote y todos queden conformes con el resultado.
Cuando menciona el robo por parte de los rebeldes, una idea se enciende en mi cabeza e incluso sonrío del entusiasmo. Hace unas semanas tuve el mismo dilema con respecto a las escobas camufladas ¿Cómo evitar que alguien las descubra accidentalmente? - La memoria de las snitchs, así los cubos quedarían protegidos de todos los extraños y los rebeldes no podrían activarlos aunque los tuvieran físicamente - en realidad no sé por qué no aplicamos esta técnica a absolutamente todo, varitas, calzoncillos, teléfonos... Convertiría a todos los robos en inútiles actos- Me encargaré de incluirlo en el prototipo - la única chance es que haya algún traidor en el ministerio que pueda activarlo y llevarlo al norte pero eso ya no es problema mío.
Inspiro profundamente mirando todo lo que está en la mesa tal y como lo hace él, creo que no hay nada más que decir. Una buena comida, una buena charla sobre ciencia y un futuro invento que muchos dirían que es imposible ¿Qué más puedo pedir? - Solo gracias, señor - respondo dándole la mano pues creo que es lo que se hace en estas situaciones, para cerrar el trato.
Ahora solo me queda hablar con Annie pero confío en que eso no será difícil. En realidad ya le presenté el proyecto una vez como "Un plano en pañales revolucionario', seguramente estará feliz al escuchar finalmente de qué se trataba y tan poco tiempo después. Quizás pueda tenerlo listo para dentro de unas dos semanas, trabajaré hasta los fines de semana de ser necesario, solo para ver mi bebé en acción lo antes posible.
- La próxima vez le invitaré yo... Conozco un lugar en dónde venden unos nuggets de pollo fantásticos - ofrezco con la cabeza escondida entre los hombros. Después de todo, terminó robándome algunas de mis papas.
Cuando menciona el robo por parte de los rebeldes, una idea se enciende en mi cabeza e incluso sonrío del entusiasmo. Hace unas semanas tuve el mismo dilema con respecto a las escobas camufladas ¿Cómo evitar que alguien las descubra accidentalmente? - La memoria de las snitchs, así los cubos quedarían protegidos de todos los extraños y los rebeldes no podrían activarlos aunque los tuvieran físicamente - en realidad no sé por qué no aplicamos esta técnica a absolutamente todo, varitas, calzoncillos, teléfonos... Convertiría a todos los robos en inútiles actos- Me encargaré de incluirlo en el prototipo - la única chance es que haya algún traidor en el ministerio que pueda activarlo y llevarlo al norte pero eso ya no es problema mío.
Inspiro profundamente mirando todo lo que está en la mesa tal y como lo hace él, creo que no hay nada más que decir. Una buena comida, una buena charla sobre ciencia y un futuro invento que muchos dirían que es imposible ¿Qué más puedo pedir? - Solo gracias, señor - respondo dándole la mano pues creo que es lo que se hace en estas situaciones, para cerrar el trato.
Ahora solo me queda hablar con Annie pero confío en que eso no será difícil. En realidad ya le presenté el proyecto una vez como "Un plano en pañales revolucionario', seguramente estará feliz al escuchar finalmente de qué se trataba y tan poco tiempo después. Quizás pueda tenerlo listo para dentro de unas dos semanas, trabajaré hasta los fines de semana de ser necesario, solo para ver mi bebé en acción lo antes posible.
- La próxima vez le invitaré yo... Conozco un lugar en dónde venden unos nuggets de pollo fantásticos - ofrezco con la cabeza escondida entre los hombros. Después de todo, terminó robándome algunas de mis papas.
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