La noticia de que Seth será apresado en menos de siete días ya debe haber recorrido de cabo a rabo todo el país. Hay una parte de mi satisfecha por eso, pero no es la parte que intenta darle un castigo a su propio hijo sino la que está poniendo a prueba algo que intenta romper en pedazos. Es por eso que cuando al encender la televisión escucho el veredicto del juicio, salgo de mi despacho directa al cuarto de Seth, donde sé que no está porque debe seguir en los juzgados. De hecho, es exactamente lo que quiero. Que no esté. Para cuando abro la puerta de la forma más silenciosa posible, Benedict aún está sentado en la cama con la vista clavada en la televisión, seguramente intentando procesar lo que acaba de oír en las noticias. — El arte de la guerra es un libro muy útil. ¿Sabes? A pesar de ser un libro muggle — la última palabra sale de mis labios con evidente asco. Hago un gesto con mi mano, como quien le indica a una persona que no hace falta que por educación, se levante a recibirte, aunque probablemente todo su movimiento e impulso no fuera provocado por el supuesto respeto que debería tenerme, sino por la sorpresa de verme. — ¿Alguna vez lo leíste? —dispuesta a joder su vida, pero no porque aprenda algo, que lo hará; sino porque quiero algo de ti

Las luces todavía se mantienen tenues en la habitación que mantengo casi a oscuras, si no fuese porque la tele está encendida, así que dudo mucho que alguien venga a fastidiar cuando parece que el lugar está vacío; en especial, porque aprendí a mantener el volumen bajo. Los pantalones grises que llevo puestos están bastante arrugados, pero estoy seguro de que se debe a que no dejo de hacer bolitas con las puntas cada vez que me pongo nervioso, y ahora mismo puedo afirmar que lo estoy. Seth es un idiota, sí, pero esa parte en el fondo de mí que sabe que no es del todo culpable no puede dejar de amargarse con todo lo que está pasando. Mi primer impulso al escuchar el veredicto es levantarme y apagar la tele, pero en cuanto intento dar el envión, la puerta se abre, y yo me quedo quieto como si las sombras fuesen a protegerme. Obviamente no lo hacen, porque Jamie habla y, por el tono despectivo de su voz, sé que es a mí. Me quedo estático, medio parado medio sentado, y me pregunto si ella puede escuchar mi palpitar tan acelerado como yo lo oigo. Intento recordar ese libro en mi mente pero no lo ubico, así que niego lentamente con la cabeza, hasta que termino de incorporarme por completo – No, señora – aseguro en un murmullo, y bajo la vista a mis pies, mientras no sé dónde poner las manos. Acabo escondiéndolas detrás de mi espalda - ¿Necesita que haga algo? No iba a demorarme con la televisión, lo juro.

Odio cada vez que pone ese tonito condescendiente. Es el único esclavo en esta casa al que se le nota. Una risa ahogada se ahoga en mi garganta mientras avanzo por la habitación hacia la cama de mi hijo, ignorando su pregunta. — Una de las cosas que te enseña ese libro, es a dejar una vía de escape al enemigo. Si no la dejas, ellos se ven arrinconados y en ese momento, ya no tienen nada que perder. Lo cual provoca que se vuelvan estúpidamente peligrosos y mortales. — Explico, con un tono de voz que adopta alguien para explicarle a un bebé porqué comer mierda del suelo está mal. Al mismo tiempo, paso mi mano delicadamente por la seda que recubre la cama, quitando las arrugas que mi propia comodidad, hizo en la tela. — ¿Sabes porqué los Black están muertos?... — Sé que mi propia explicación da respuesta a aquella pregunta retórica, así que simplemente le doy tiempo para que hile las cosas por si mismo antes de continuar. — ... exacto. No soy de errores como esos. Y sé que te tengo acorralado. — Adopto un tono dulce al hablar, con un cariño y condescendencia que no tengo para con él, pero que se me da bastante bien fingir. — Así que por eso estoy aquí. Quiero darte una vía de escape. Te cambiaré los 25 años de vida que Seth perderá por TÚ culpa, por algo que solo sabes tú. — Durante todo el tiempo, he estado más entretenida con la seda que con él, pero al acabar, alzo la mirada con una ligera sonrisa cruzándome la cara. — Y se acabó toda esta pesadilla. ¿Te crees que me siento a gusto tratando a mi hijo de esa forma? — Al finalizar aquella frase, mi tono se transforma en uno de total arrepentimiento. — Solo quiero saber a donde fuiste tras escapar de la Isla de los vencedores aquella noche. Cómo sobreviviste. Cuántos sois. Dónde estáis — Intento por todos los medios mantener el tono neutral, como si fuera un mal trato para mi. Pero en las dos últimas palabras, en lo que realmente me interesa de toda esta cuestión, esa emoción contenida aflora en un suspiro.

La experiencia de ser hijo y esclavo me ha valido el aprender que, cuando alguien te habla con tono empalagoso, significa que en pocos minutos sacará su arsenal pesado. Intento mantener mi respiración calma para no delatarme y me atrevo a levantar los ojos, observándola de soslayo entre mis mechones de flequillo como se mueve por la habitación, tan concentrada en la cama como si de verdad eso fuese importante. Entonces, llega esa pregunta que hace que parpadee y arquee mis cejas, aunque ella se apresura a hablar antes de que le dé la obvia respuesta. De inmediato, doy un paso atrás; no asustado, o apresurado, pero sí que deja en evidencia que ella tiene razón. Dejar que Seth se pudra por mi culpa no es tentador, pero sí lo es decirle a su madre que es una basura que sé que lo dejaría hacerlo aunque finja que no. Por instinto me paro más derecho, a pesar de que me gustaría fundirme con la pared, y sin saber cómo comienzo, niego varias veces con la cabeza, porque ella no es así. Jamie no va a dejar que nos salgamos con la nuestra, y yo no puedo dejar que se salga con la suya porque eso significa cagarla hasta el fondo y traicionar al catorce. Yo no puedo hacer eso – Eh… yo… - los balbuceos son algo que sé que odia, así que vuelvo a bajar la mirada mientras me remuevo en mi sitio – Vagué. Eso solo. Mi perra vino conmigo y… - diablos, había carteles, lo recuerdo – Y Amelie. Tratamos de encontrar a mi familia – en parte es verdad – pero no… nosotros solo… - me relamo los labios al sentir la garganta seca y vuelvo a mirarla, cerrando mis dedos nerviosos alrededor de los puños de mis mangas para no delatarme – Me separé de ella poco antes de que me encuentren… lo juro… no sé dónde está… - y lo peor de todo, es que sé que no va a creerme.

Odio cuando balbucea y debe notarlo en mi gesto de irritación porque deja de hacerlo casi ipsofacto. O a lo mejor simplemente es que le ha quedado claro de nuestros antiguos encuentros. Sus palabras suenan falsas, no importa cuanto empeño pusiera en ellas; solo consiguen hacerme soltar un suspiro. — Tu perra — Repito con un tono de voz monocromático. Por un segundo, solo un segundo, aquello me hace gracia, especialmente cuando recuerdo que la persona que le acompañaba al salir de la isla, era la chica con la que ganó. No recuerdo a su perra. Da igual, me importa una mierda su maldita perra. — Tu familia tampoco estaba — Que me mienta me molesta, porque estaba bastante segura de que cedería fácilmente. Debería estar grabando esto. Es la prueba de que Seth se equivoca después de todo ¿no? A Benedict le da igual que se pudra en la cárcel. En el fondo le importa más su propio culo.

Pero una vez más, me recuerdo que no estoy aquí por eso. — Alguien la tuvo que encontrar y no fuimos nosotros — Es una acusación sutil de que evidentemente, la tuvo que encontrar él. Y llevar. ¿A donde? No lo sé. Eso es lo que quiero saber. — Escapas tú... y de repente, toda tu familia y cientos de personas desaparecen en la oscuridad, como si los borraran del mapa, ¿y tú me dices que solo estabas, "vagando por ahí"? — A pesar de que intento evitar el sarcasmo en la voz, se me acaba notando en las últimas palabras que además, acompaño con dos gestos de mi mano simulando las comillas. — Estabas demasiado lejos para simplemente estar vagando por ahí — Dejo caer la acusación, aunque intento que pase lo bastante desapercibida que puedo. — Además, no considero a mi equipo de aurores tan inepto como para ser incapaces de localizar a alguien que solo va "dando tumbos" — Sigo con el sarcasmo. Y esta vez, al volver a hablar, soy más directa. — Donde estuviste todo este tiempo.

Al menos puedo decir que la cara de desconcierto es verídica; no puede acusarme de la desaparición de otros ciudadanos, cuando sé que hay cientos de esos desaparecidos que no tienen nada que ver conmigo. No recuerdo que en el catorce fuéramos tantos, aunque tengo que admitir que hace meses que no estoy allí y que las cosas, quizá, cambiaron un poco. ¿Qué sé del resto del mundo, además de lo que veo en la televisión o me cuenta Seth? Poco y nada. No puedo evitar sentirme vagamente ofendido cuando cree que soy tan estúpido de "solamente ir dando tumbos" cuando era sabido que todos me buscaban vivo o muerto, porque creo que por lógica cualquiera intentaría esconderse donde sea, pero reprocharle eso no me parece una opción inteligente.

- ¿Tan inepto? - intento que no suene como una burla, pero no me contengo y termino bajando la mirada, picando mis labios con cierto nerviosismo en los nudillos. Puede que ella no lo sepa, pero en mi opinión, los aurores son en exceso básicos - yo... ¡no lo sé! Intentamos ir hacia el mar, aunque nunca supimos para que lado estábamos yendo... Amy pensó... - hago una mueca. Los límites siempre fueron tentadores y me encontraron bastante al borde. ¿Por qué ninguno de ellos fue inteligente y siguió buscando? - pensamos que el mar sería una opción. Que Europa era mejor que... - levanto los ojos hacia ella, sabiendo que va a decir. Ellos vienen de allá. Ellos creen que esto es lo mejor - ... le juro que eso es todo lo que sé.

Y hasta yo me creería, porque ella no puede sentir la tensión de mis músculos, ni mis latidos acelerados, ni el aire que se contiene en mi pecho.

Una sonrisa bastante sarcástica aparece en mis labios retándolo a que se defienda de ese inepto y me de la excusa perfecta para reventarle la cara a golpes, pero me decepciona lo fácil que el tipo y solo deja escapar ese ligero tono de burla que no me pasó desapercibido. Si no sale por las buenas de su boca, tendrá que ser por las malas. Quiero que me de una excusa pero ¿no será su palabra contra la mía? puedo inventar lo que me de la gana, inventarme esa excusa en vez de esperar a que me la de.

Mantengo el silencio mientras las palabras salen de sus labios y sacudo la cabeza. - ¿Llegar a europa nadando era tu plan? - Me saca de quicio pero no se nota porque en ese instante suelto una carcajada levantándome de la cama sacudiendo la cabeza. - ¿Tu crees que soy imbécil? Estoy intentando hacer un trato contigo. Estoy intentando sacaros de la mierda en la que os habéis metido- No, de hecho, en la que HAS metido tú a mi hijo por matar a una persona cuyo valor no vas a poder pagar ni matando a los tuyos. ¿No podías estarte quietecito? Era simple. Ser invisible. No ser un problema - Enumero las dos cosas, pero mientras las palabras salen de mi boca me acerco cada vez más hasta donde está, acabando por verme obligada a usar mi varita cuando cada paso que yo doy, le hace retroceder.

Enredo su cuello entre una cuerda invisible que aprieta lo bastante como para cortar el aire, pero no del todo. - Estabais demasiado lejos del mar. A donde fuisteis. ¡A DONDE! no estábais vagando por ahí, ¡NO TENGAS ESE DESCARO CONMIGO! ¡¿QUÉ ES ESE SITIO? ¿CUÁNTOS SOIS?! - Entre más tiempo pasa sin responderme o diciéndome lo que no quiero oír, aprieto las cuerdas de su cuello hasta que finalmente le dejan sin aliento. Me planteo dejarlo correr, soltarle porque muerto no me sirve de nada; pero está claro que vivo tampoco está siendo útil, Seth no está y... esta sería una manera bastante fácil de acabar con el problema.

Podría haberme explicado. Decirle que robar un bote era una opción, cualquier excusa, pero entonces ella se levanta y todas mis ideas tontas se evaporan de un sopetón mientras retrocedo, sabiendo que de alguna manera la he cagado; y puede que piense que es un idiota, pero nunca quise tanto tener a Seth al lado como hasta ahora, o a mi papá. Papá habría hecho algo, como hacerme sentir más seguro. Apenas llego a ver su varita antes de que la cuerda se me enrede en el cuello y me levante, sintiendo como el aire empieza a terminarse dentro de mi garganta. Como acto reflejo me llevo las manos a la misma, tratando de soltarla, mientras mis pies patalean y mis ojos se ponen húmedos.

-Yo no... - sé que no va a parar. Y la soga aprieta cada vez más, y puedo sentir el suelo cada vez más lejos, mientras estoy seguro de que, si ella quiere, va a dejarme colgar hasta morirme. No sé cuantas veces balbuceo cosas que no entiendo, hasta que noto el ardor de la soga transformarse en ese dolor tan insoportable, que por un momento, mi cerebro parece bloquearlo. Abro y cierro la boca como un pez fuera del agua, hasta que no lo tolero - ¡... no sé el lugar! ¡No he ...! - trato de tomar algo de aire, tironeando un poco para separar la zona de la cuerda que ajusta mas mi piel de la misma - ¡No sé el camino de regreso! La gente se oculta... son muchos pero...- arrugo la nariz. Eso es todo lo que sabrá de mí, en parte porque no pienso decirle más, en parte porque la falta de oxígeno ya llega a mi cerebro y me hace explotar la cabeza - ¡eso es todo, lo juro!

Hay un instante en el que me da exactamente igual la información que suelta porque no tiene ningún valor para mi. Hasta que dice "no sé el camino de regreso". Hilo todas las frases inconexas por los jadeos mientras se retuerce, deseando que todo esto acabe de una vez de la manera más fácil para todos. Con él muerto, Seth dejará de oponerse a nada de esto. Diré que se suicidó. Me creerá. Ni siquiera me doy cuenta de lo mucho que estoy perdiendo el juicio a gran velocidad.

Saco dos cosas en claro. Hay un lugar. Y son bastantes. "No sé el camino de regreso". Miente. Ni siquiera me importa si realmente dice la verdad o no. Nunca he estado tan cerca de los traidores como ahora. - ¿Dónde? - Pregunto soltando el agarre de su cuello. - ¡¿DÓNDE?! - Pero todo lo que sale son excusas. No recuerda el camino. Es todo lo que sabe. La ira se apodera de mi y explota como un vendaval arrasando todo a su paso. Repito la misma pregunta miles de veces, lanzando una oleada de magia que lo impulsa hacia atrás y hace chocar contra los objetos bruscamente. Una vez por cada ¿Donde? que él no responde. Mi voz se transforma en un grito exigente y luego en una rabia incontenible que se oye por todo el castillo. La puerta se abre bruscamente cuando Ben trastabilla por cuarta vez contra el sillón que está cerca del balcón y Sean aparece consternado incapaz de meterse entre medias sin entender lo que pasa.

Hasta que mi magia nuevamente impulsa a Benedict hacia atrás haciéndolo chocar contra la ventana. Por la lejanía se salva de caer, pero eso no pasará una segunda vez. - ¡DÓNDE! - Ya ni siquiera es una pregunta, es una demanda. Cuando estoy a punto de lanzarlo por la ventaja, el cuerpo de Sean impacta contra el mío. Sus palabras son ecos en mi cabeza, como si hablara en otro idioma. - ¡SUÉLTAME! ACABARÉ CON ESE PEDAZO DE ESCORIA Y TODA SU MALDITA ESTIRPE. SUÉLTAME SEAN - Pero no importa lo que diga y mucho menos lo que haga para deshacerme de su agarre. Intenta calmarme, que así no se hacen las cosas, que Seth no me lo perdonará. En ese momento ni siquiera me importa. Él gana. Es más grande, siempre lo fue. Me arrastra fuera de la habitación y mis gritos se pierden por el pasillo.

Solo necesitaba un impulso más y él me habría dicho dónde estaba ese supuesto sitio. Sé que aprecia lo bastante su vida como para haber largado la lengua. Solo uno más. Solo uno más.