OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
Cierre de Temas
The Mighty Fall
Registro General
Erik Haywood
It's a matter of blood [0.4]
Laurence B. Dickens
The Langdons [0.2]
Phoenix D. Langdon
Band of Blood [2.4]
Phoenix D. Langdon
Family with no name — 0-4
Birdie É. Barlowe
Little bróðir — 0.1
Syver A. Nygaard
Williams, Ezra Avery
The Mighty Fall
Gallagher, Cillian Brennan
The Mighty Fall
ÚLTIMOS
TEMAS
TEMAS
Muggles & Squibs
5000 G
5000 G
Extranjeros
4000 G
4000 G
Miembros de Defensa
5000 G
5000 G
Estudiantes
4000 G
4000 G
Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
01.09¿Quieren crearse un nuevo personaje? Aquí pueden encontrar las búsquedas de nuestros usuarios.
31.03No olviden revisar sus MP y pasar por el boletín oficial para ponerse al día con los sucesos de Neopanem.
31.03¡Hay nuevas habilidades disponibles! Podrán leer más sobre ellas aquí.
31.03Estudiantes, ¡los estamos buscando! Pasen a revisar nuestra nueva búsqueda Aquí.
2 participantes
Algunas hojas ya cayeron a causa del otoño, así que nuestras pisadas se escuchan mucho más sonoras que de costumbre porque, en algunas zonas del bosque, el suelo se ha cubierto de los colores rojizo y anaranjado, así que es básicamente imposible evitarlas. A pesar de que estamos mucho más que lejísimo del distrito más cercano, seguimos saliendo con cuchillos escondidos entre las ropas, la capa de invisibilidad y Gigi, quien olfatea las plantas como si su hocico fuese una especie de detector de hierbas venenosas; es mitad de la tarde, de modo que el sol ya no fastidia y la luz se encuentra perfecta como para tener una visión acertada. Sophia carga con la canasta (en la cual tiramos la capa invisible para poder movernos más cómodos), mientras que yo jugueteo con una lanza improvisada por Echo entre mis manos, lo suficientemente larga como para alcanzar los frutos más altos; esa es nuestra misión de hoy. El señor Dawson nos ha hecho una lista de las hierbas y frutas que nos pueden ser de utilidad, además de que Arleth quiere montarse una pequeña enfermería, de modo que Soph y yo fuimos los voluntarios para la tarea. Y me gusta, porque hace siglos que no hago nada a solas con mi mejor amiga.
Voy delante, siguiendo con la mirada a mi mascota, que va de acá para allá unos metros más adelantada que nosotros, y Sophia cierra la marcha, aunque no hablamos demasiado. Como ahora crecí y yo soy el más alto, me encargo de tomar las frutas bajas de una hilera de manzanos, y se las voy pasando hasta que creo que tenemos una cantidad considerable. Intento sonreírle un poco, aunque por algún motivo, no me demoro en desviar la mirada, aferrarme más a la lanza y seguir el camino - ¿no te recuerda a los días de picnic en casa? - acabo por preguntarle, pateando una pequeña roca. Nunca hablamos del distrito cuatro, en parte porque yo ya apenas recuerdo como era vivir ahí y por otro lado también porque estoy seguro de que le duele mucho. A decir verdad, ya casi nunca hablamos. Desde que nos encontramos, hace un mes atrás o algo así, Soph y yo nos limitamos a compartir la información que sabíamos y luego, no pudimos ser nosotros mismos porque ahora hay más gente a nuestro alrededor, especialmente Cale, Eowyn y Ava; incluso Amelie, que generalmente anda sola haciendo la tarea que le haya tocado con tal de no hablar con nadie, se volvió una compañía más frecuente que Sophia. No sé como decirle que extraño que seamos solamente nosotros dos, en parte porque siento que va a pegarme una patada en las pelotas si llego a decir algo, así que me limito a lo básico.
El sol se cuela entre las ramas de los árboles, creando un ambiente tan cálido y tranquilo que tengo el impulso de tirarme sobre el pasto a dormir una siesta. En lugar de eso me paro sobre un tronco caído, y alzo la lanza con ambas manos para pinchar una fruta enorme, verde y, aparentemente, muy jugosa de uno de los árboles; me cuesta, pero al final lo consigo y no puedo hacer otra cosa que relamerme cuando la quito de la punta, haciendo que su líquido de aroma dulzón se salga por el agujero - ¿quieres que lo comamos nosotros? Nos lo merecemos - ya no pasamos tanto hambre como antes pero tampoco podemos decir que tenemos comida para tirar al techo; igual la miro con complicidad, apoyo la lanza contra el tronco y me bajo de un saltito, llevando el agujero de la fruta a mi boca y bebo el jugo que se me chorrea un poco por los costados. No tengo idea de lo que es, pero es delicioso. Tras un par de tragos se lo paso a Sophia y me limpio con el dorso de la mano, ensuciando un poco la manga de mi chaqueta, la cual es como tres tallas más grande que yo porque la encontré en una casa del distrito 14 - puede ser nuestro secreto... como en los viejos tiempos - me gustaría poder rogarle que necesito ocultarle cosas al mundo que solamente ella sepa. Eso me haría sentir un poco más cómodo.
Voy delante, siguiendo con la mirada a mi mascota, que va de acá para allá unos metros más adelantada que nosotros, y Sophia cierra la marcha, aunque no hablamos demasiado. Como ahora crecí y yo soy el más alto, me encargo de tomar las frutas bajas de una hilera de manzanos, y se las voy pasando hasta que creo que tenemos una cantidad considerable. Intento sonreírle un poco, aunque por algún motivo, no me demoro en desviar la mirada, aferrarme más a la lanza y seguir el camino - ¿no te recuerda a los días de picnic en casa? - acabo por preguntarle, pateando una pequeña roca. Nunca hablamos del distrito cuatro, en parte porque yo ya apenas recuerdo como era vivir ahí y por otro lado también porque estoy seguro de que le duele mucho. A decir verdad, ya casi nunca hablamos. Desde que nos encontramos, hace un mes atrás o algo así, Soph y yo nos limitamos a compartir la información que sabíamos y luego, no pudimos ser nosotros mismos porque ahora hay más gente a nuestro alrededor, especialmente Cale, Eowyn y Ava; incluso Amelie, que generalmente anda sola haciendo la tarea que le haya tocado con tal de no hablar con nadie, se volvió una compañía más frecuente que Sophia. No sé como decirle que extraño que seamos solamente nosotros dos, en parte porque siento que va a pegarme una patada en las pelotas si llego a decir algo, así que me limito a lo básico.
El sol se cuela entre las ramas de los árboles, creando un ambiente tan cálido y tranquilo que tengo el impulso de tirarme sobre el pasto a dormir una siesta. En lugar de eso me paro sobre un tronco caído, y alzo la lanza con ambas manos para pinchar una fruta enorme, verde y, aparentemente, muy jugosa de uno de los árboles; me cuesta, pero al final lo consigo y no puedo hacer otra cosa que relamerme cuando la quito de la punta, haciendo que su líquido de aroma dulzón se salga por el agujero - ¿quieres que lo comamos nosotros? Nos lo merecemos - ya no pasamos tanto hambre como antes pero tampoco podemos decir que tenemos comida para tirar al techo; igual la miro con complicidad, apoyo la lanza contra el tronco y me bajo de un saltito, llevando el agujero de la fruta a mi boca y bebo el jugo que se me chorrea un poco por los costados. No tengo idea de lo que es, pero es delicioso. Tras un par de tragos se lo paso a Sophia y me limpio con el dorso de la mano, ensuciando un poco la manga de mi chaqueta, la cual es como tres tallas más grande que yo porque la encontré en una casa del distrito 14 - puede ser nuestro secreto... como en los viejos tiempos - me gustaría poder rogarle que necesito ocultarle cosas al mundo que solamente ella sepa. Eso me haría sentir un poco más cómodo.
Últimamente he estado de un muy mal humor. Bueno, más bien he estado con un humor cambiante, cuando estoy con papá estoy lo más feliz que puedo, aunque es casi imposible debido a las circunstancias, creo que sólo no quiero hacer que olvide la familia que solíamos tener en el distrito cuatro; cuando me quedo al lado de Ava trato de sonreír y hacer como si no pasara nada, lo cual no es tan difícil porque Ava es una ternura, excepto por la última parte, claro; pero simplemente no puedo controlar mi mal humor a ratos. Estoy contenta con que hayamos encontrado el distrito 14, sí, estoy más tranquila ahora que tenemos un lugar más o menos estable en el cual quedarnos, también, pero no dejo de pensar en que tal vez algún día alguien nos encuentre y tampoco puedo dejar de lado el mal sabor de boca que me deja ver a Eowyn suspirando por Ben y a Ben suspirando por Amelie, aunque de la primera no estoy muy segura puesto que me he dado cuenta de que no es algo personal con mi mejor amigo, supongo que me desagrada menos que cuando trató de pelear con Echo. Así que a ratos estoy bien y a ratos estoy mal, la mayor parte del tiempo resulta tan difícil para los demás como para mí entenderme, aunque sé que en el pensamiento de todos como respuesta a las actitudes que a veces mostramos Cale, Ben, Eowyn y yo sólo hay una palabra: Adolescentes. En fin, me siento culpable por quejarme internamente de tantas cosas cuando seguramente hay alguien peor que yo, pero no puedo evitarlo.
Nos hemos establecido de alguna forma, y mientras algunos abastecen el pequeño distrito, los demás desempeñan otras funciones, excepto Coco, que aunque trate de ayudar, es mejor que se preocupe por su panza y alimentar bien al bebé que en cualquier momento podría nacer. No somos tantos pero tenemos muchas necesidades y me gusta pensar que no soy una inútil y que puedo hacer algo por los demás, así que cuando hay algo de lo que pueda ocuparme me ofrezco como voluntaria, así como lo hacen Ben o Cale o Amelie o cualquiera de nosotros. Papá siempre está en contra de que vaya sin él, aunque más bien pienso que está en contra de que me ofrezca como voluntaria para hacer cualquier cosa; sin embargo, últimamente ha estado tan ocupado que lo deja ir más fácilmente, o simplemente se dio cuenta de que he crecido, además de que sabe que es necesario, así que hoy sólo se limitó a darnos a Ben y a mí una lista con algunas hierbas útiles. Ben va adelante y Gigi nos lleva más ventaja mientras juega de aquí a allá y sirve de una especie de guardia que abre la marcha. El camino es silencioso, y es que, no sé de qué hablar con Ben, digo, debería tener de qué porque seguimos siendo mejores amigos, pero simplemente no hay nada. Hasta que rompe el silencio y entonces quiero golpearlo con la fruta que me acaba de dar. Me irrita un poco pensar en que ya no puedo volver más al cuatro, al fin y al cabo ahí están todos mis malditos recuerdos, pero igual sé que Ben está intentando hacer que las cosas se relajen, así que me limito a asentir, aunque sé que no me ve y no encuentro ningún parecido. Es necesario tratar de sobrellevar las cosas o verlas desde otro ángulo, no quiero que crezca una barrera entre nosotros. - Bueno, con excepción de que si estuviéramos en un picnic Gigi se comería la mitad de la comida, tú la otra mitad y yo me guardaría los postres, podrían parecerse un poco. - Y bueno, justo ahora no es que podamos comernos toda la comida que recolectamos. El recuerdo de los días más tranquilos en el distrito me golpea un poco, solíamos ser Ben, Mel y yo de pequeños, luego sólo fuimos Ben y yo, aunque únicamente en sus visitas. Luego nada.
Seguimos caminando hasta que detecta una fruta enorme y yo un arbusto con bayas que bien podríamos comer en el desayuno... o en un par de horas. Arranco las suficientes y un poco más y las meto en una bolsa a parte para luego guardarla. Para cuando volteo Ben ya se ha bajado del tronco y tiene una fruta más grande que una toronja agarrada con las manos. Tiene esa mirada de cómplice, como cuando robamos el pastel que su mamá hizo cuando recién nos conocimos o escapé de casa el día que me presentó a Seth. Me gustaría devolvérsela, de verdad me gustaría. - Deberíamos guardarla para los d... - Entonces me quedo viendo como es que el jugo se escurre de la fruta mientras lo toma y me llega un ligero aroma fresco y dulce causando que mi estómago ruja en respuesta. He aprendido a ignorar mi hambre y a compartir la comida con los demás, pero se ve tan rico... - Bien, un traguito no mata nadie, ¿No? - Estiro las manos para tomar la fruta pero el suéter se cae por mis brazos provocando que suelte un bufido. No es que me quede precisamente largo, pero sí ancho y el cuello es amplío así que se me resbala, provocando que las mangas se estiren por encima de mis manos, creo que perteneció a alguna abuelita por el tamaño, muy cómodo, excepto para hacer excursiones. Me lo acomodo y tomo la fruta para después beber de ella. Definitivamente valió la pena. Volteo a ver a Ben devolviéndole por fin la mirada de complicidad. - Los viejos tiempos suena genial. -
Nos hemos establecido de alguna forma, y mientras algunos abastecen el pequeño distrito, los demás desempeñan otras funciones, excepto Coco, que aunque trate de ayudar, es mejor que se preocupe por su panza y alimentar bien al bebé que en cualquier momento podría nacer. No somos tantos pero tenemos muchas necesidades y me gusta pensar que no soy una inútil y que puedo hacer algo por los demás, así que cuando hay algo de lo que pueda ocuparme me ofrezco como voluntaria, así como lo hacen Ben o Cale o Amelie o cualquiera de nosotros. Papá siempre está en contra de que vaya sin él, aunque más bien pienso que está en contra de que me ofrezca como voluntaria para hacer cualquier cosa; sin embargo, últimamente ha estado tan ocupado que lo deja ir más fácilmente, o simplemente se dio cuenta de que he crecido, además de que sabe que es necesario, así que hoy sólo se limitó a darnos a Ben y a mí una lista con algunas hierbas útiles. Ben va adelante y Gigi nos lleva más ventaja mientras juega de aquí a allá y sirve de una especie de guardia que abre la marcha. El camino es silencioso, y es que, no sé de qué hablar con Ben, digo, debería tener de qué porque seguimos siendo mejores amigos, pero simplemente no hay nada. Hasta que rompe el silencio y entonces quiero golpearlo con la fruta que me acaba de dar. Me irrita un poco pensar en que ya no puedo volver más al cuatro, al fin y al cabo ahí están todos mis malditos recuerdos, pero igual sé que Ben está intentando hacer que las cosas se relajen, así que me limito a asentir, aunque sé que no me ve y no encuentro ningún parecido. Es necesario tratar de sobrellevar las cosas o verlas desde otro ángulo, no quiero que crezca una barrera entre nosotros. - Bueno, con excepción de que si estuviéramos en un picnic Gigi se comería la mitad de la comida, tú la otra mitad y yo me guardaría los postres, podrían parecerse un poco. - Y bueno, justo ahora no es que podamos comernos toda la comida que recolectamos. El recuerdo de los días más tranquilos en el distrito me golpea un poco, solíamos ser Ben, Mel y yo de pequeños, luego sólo fuimos Ben y yo, aunque únicamente en sus visitas. Luego nada.
Seguimos caminando hasta que detecta una fruta enorme y yo un arbusto con bayas que bien podríamos comer en el desayuno... o en un par de horas. Arranco las suficientes y un poco más y las meto en una bolsa a parte para luego guardarla. Para cuando volteo Ben ya se ha bajado del tronco y tiene una fruta más grande que una toronja agarrada con las manos. Tiene esa mirada de cómplice, como cuando robamos el pastel que su mamá hizo cuando recién nos conocimos o escapé de casa el día que me presentó a Seth. Me gustaría devolvérsela, de verdad me gustaría. - Deberíamos guardarla para los d... - Entonces me quedo viendo como es que el jugo se escurre de la fruta mientras lo toma y me llega un ligero aroma fresco y dulce causando que mi estómago ruja en respuesta. He aprendido a ignorar mi hambre y a compartir la comida con los demás, pero se ve tan rico... - Bien, un traguito no mata nadie, ¿No? - Estiro las manos para tomar la fruta pero el suéter se cae por mis brazos provocando que suelte un bufido. No es que me quede precisamente largo, pero sí ancho y el cuello es amplío así que se me resbala, provocando que las mangas se estiren por encima de mis manos, creo que perteneció a alguna abuelita por el tamaño, muy cómodo, excepto para hacer excursiones. Me lo acomodo y tomo la fruta para después beber de ella. Definitivamente valió la pena. Volteo a ver a Ben devolviéndole por fin la mirada de complicidad. - Los viejos tiempos suena genial. -
Icono :
Una sonrisa genuina y muy parecida a las que solía dedicarle cuando éramos niños se me escapa cuando ella agarra la fruta casi, casi sin reprochar, así que cuando tengo las manos vacías, trato de limpiarme el pegote del jugo contra la chaqueta. Me demoro un momento en descubrir que sus ojos son tan cómplices como los míos, lo que me hace arquear las cejas con diversión - sabía que te gustaría - le digo simplemente, y acabo tomando otra vez la lanza. Doy un sobresalto al escuchar como se parte una rama encima de nuestras cabezas, sintiendo el instinto alerta luego de meses y meses de ser un fugitivo, pero cuando levanto la vista solamente veo a una ardilla que se detiene en seco un instante porque cree que saltaré sobre ella. En realidad, podría hacerlo, pero no se me antoja cazar un animal que solamente va a servir para alimentar, como mucho, a tres de nosotros. Sería un desperdicio.
Tal como me enseñaron a hacer en mis entrenamientos hace tanto tiempo, hago girar la lanza entre mis dedos, notando como al dar vueltas ésta me echa algo de aire en la cara, pero es un movimiento casi natural que hago porque, a decir verdad, no sé que se supone que debo hacer ahora además de seguir la marcha, algo que no se me antoja - extraño tus pastelitos - digo nomas en un murmullo involuntario, y detengo el juego de mi lanza para poder ver mejor sus ojos - ¿crees que podrías hacerlos si conseguimos los ingredientes? Estoy seguro de que hasta a Amelie le gustarían... - en cuanto suelto esas palabras, casi me arrepiento; no es que las haya visto mucho juntas, pero Sophia nunca parece cómoda cuando Amy está cerca. Algo me dice que le frusta saber que tengo otra amiga muy cercana, pero a decir verdad, ella y yo nos conocemos hace tantos pero tantos años que cualquier chica que venga luego no podría ocupar su lugar. Doy por sentado que lo sabe, porque sería tonta si no lo pensara. Además... mi relación es muy diferente con cada una de ellas.
Gigi me distrae de mis intentos de mantener una charla normal cuando regresa hacia mí y choca su cabeza contra mi mano, buscando caricias que yo le doy detrás de las orejas, bajando la vista hacia ella. Eso me da tiempo - ¿Quieres seguir un poco más? Creo que ya estamos muy lejos, pero no hay muchas frutas cerca del catorce. Deberíamos probar ir un poco más hacia el norte... ¡hasta podríamos luego dibujar un mapa de nuestras zonas descubiertas! ¿Qué dices, eh?
Tal como me enseñaron a hacer en mis entrenamientos hace tanto tiempo, hago girar la lanza entre mis dedos, notando como al dar vueltas ésta me echa algo de aire en la cara, pero es un movimiento casi natural que hago porque, a decir verdad, no sé que se supone que debo hacer ahora además de seguir la marcha, algo que no se me antoja - extraño tus pastelitos - digo nomas en un murmullo involuntario, y detengo el juego de mi lanza para poder ver mejor sus ojos - ¿crees que podrías hacerlos si conseguimos los ingredientes? Estoy seguro de que hasta a Amelie le gustarían... - en cuanto suelto esas palabras, casi me arrepiento; no es que las haya visto mucho juntas, pero Sophia nunca parece cómoda cuando Amy está cerca. Algo me dice que le frusta saber que tengo otra amiga muy cercana, pero a decir verdad, ella y yo nos conocemos hace tantos pero tantos años que cualquier chica que venga luego no podría ocupar su lugar. Doy por sentado que lo sabe, porque sería tonta si no lo pensara. Además... mi relación es muy diferente con cada una de ellas.
Gigi me distrae de mis intentos de mantener una charla normal cuando regresa hacia mí y choca su cabeza contra mi mano, buscando caricias que yo le doy detrás de las orejas, bajando la vista hacia ella. Eso me da tiempo - ¿Quieres seguir un poco más? Creo que ya estamos muy lejos, pero no hay muchas frutas cerca del catorce. Deberíamos probar ir un poco más hacia el norte... ¡hasta podríamos luego dibujar un mapa de nuestras zonas descubiertas! ¿Qué dices, eh?
Sonrío como no lo había hecho en meses, todos hemos estado atascados en la situación que nos tocó vivir: escapar, escondernos, salir a conseguir comida, volver a escondernos y escapar otra vez; añadiendo además nuestros propios problemas, creo que lo único que me hacía falta era poder respirar con tranquilidad y sonreír, resulta más fácil con gente alrededor, y aún más si Ben está aquí. Un ruido me alerta y casi me hace tirar la bolsa con la fruta, lo cual casi hago de no ser porque cuando volteo mis ojos sólo encuentran a un pequeño roedor con cola esponjosa, que, muy probablemente me hubiera resultado adorable antes, pero que ahora veo como una fuente de alimento, no tan fuerte como si fueran al menos cuatro de ellas y pudieran alimentarnos a todos, aunque creo que Coco podría comerse una sola. Ben la deja irse pero yo aún puedo dejar de imaginármela en mi plato. Maldición. Sorbo de nuevo por el huequito de la fruta tratando de menguar mi hambre o al menos engañar a mi estómago por otro rato y se la paso a Ben cuando deja por la paz la lanza para que él pueda beber de ella también. Casi no le queda nada de jugo, tal vez cuando esté vacía podamos cortarla y comer la pulpa.
Sonrío de nuevo con cierto orgullo ante el comentario de Benedict, y estoy a punto de responder que sí a su pregunta cuando añade a Amelie a su frase. Me gustaría poder quitarle la fruta de las manos, entonces podría dar un trago para disimular mi molestia, o simplemente golpearlo en la cabeza por ser tan estúpido a veces. Mmmm... me inclino más por la segunda opción, de verdad no entiendo cuán tarados pueden ser los hombres. Me limito a sonreír de manera forzada y contestar con un "tal vez" y un "sí, podría hacerlos, seguro le encantarán" muy vagos antes de que Gigi, la perrita salvadora de momentos incómodos, llegue y pida cariñitos. Antes creí que iba a ser un problema, ahora estoy agradecida que esté con nosotros, no sólo porque llegara en el momento exacto en el que podría haber golpeado a Benedict, sino porque sería un humano sin corazón si no lo estuviera.
Después de unos segundos surge otro comentario que me hace alzar las cejas y asentir. - Es una buena idea, sería útil cuando los demás vengan, así sabremos donde buscar exactamente. - La idea es atractiva, mucho más porque así me distraigo y me olvido de mis ganas momentáneas de querer patear algo. Aunque bueno, tal vez se preocupen si tardamos más de la cuenta en volver... Oooo tal vez nos hagan una estatua conmemorativa cuando regresemos con más comida. Sí, claro. A pesar del pensamiento de los demás preocupándose, termino adelantándome un poco y mirando nuestras opciones. - Bien, entonces al norte. - Esta vez camino yo adelante mientras Ben y Gigi se quedan jugando atrás, hasta que esta última se da cuenta de que me he robado su puesto y se coloca enfrente, entonces me detengo por un par de segundos para quedar a la altura de Ben. - Debimos haber cazado a esa ardilla. Tal vez hayan más adelante, probablemente no sólo una... - Comienzo diciendo para Ben pero mi voz disminuye hasta convertirse en una plática conmigo misma, que estoy segura se sigue escuchando muy bien porque no hay nadie más con nosotros. Me detengo un momento cuando encuentro un par de plantas parecidas a las que describió mi padre. - ¿Crees que éstas sirvan? -
Sonrío de nuevo con cierto orgullo ante el comentario de Benedict, y estoy a punto de responder que sí a su pregunta cuando añade a Amelie a su frase. Me gustaría poder quitarle la fruta de las manos, entonces podría dar un trago para disimular mi molestia, o simplemente golpearlo en la cabeza por ser tan estúpido a veces. Mmmm... me inclino más por la segunda opción, de verdad no entiendo cuán tarados pueden ser los hombres. Me limito a sonreír de manera forzada y contestar con un "tal vez" y un "sí, podría hacerlos, seguro le encantarán" muy vagos antes de que Gigi, la perrita salvadora de momentos incómodos, llegue y pida cariñitos. Antes creí que iba a ser un problema, ahora estoy agradecida que esté con nosotros, no sólo porque llegara en el momento exacto en el que podría haber golpeado a Benedict, sino porque sería un humano sin corazón si no lo estuviera.
Después de unos segundos surge otro comentario que me hace alzar las cejas y asentir. - Es una buena idea, sería útil cuando los demás vengan, así sabremos donde buscar exactamente. - La idea es atractiva, mucho más porque así me distraigo y me olvido de mis ganas momentáneas de querer patear algo. Aunque bueno, tal vez se preocupen si tardamos más de la cuenta en volver... Oooo tal vez nos hagan una estatua conmemorativa cuando regresemos con más comida. Sí, claro. A pesar del pensamiento de los demás preocupándose, termino adelantándome un poco y mirando nuestras opciones. - Bien, entonces al norte. - Esta vez camino yo adelante mientras Ben y Gigi se quedan jugando atrás, hasta que esta última se da cuenta de que me he robado su puesto y se coloca enfrente, entonces me detengo por un par de segundos para quedar a la altura de Ben. - Debimos haber cazado a esa ardilla. Tal vez hayan más adelante, probablemente no sólo una... - Comienzo diciendo para Ben pero mi voz disminuye hasta convertirse en una plática conmigo misma, que estoy segura se sigue escuchando muy bien porque no hay nadie más con nosotros. Me detengo un momento cuando encuentro un par de plantas parecidas a las que describió mi padre. - ¿Crees que éstas sirvan? -
Icono :
Sophia me da la razón, pero aunque quiero seguirla para que sigamos nuestro camino, Gigi me entretiene un buen rato porque no hace otra cosa que empujarme para que juegue con ella y me trata de lamer las manos manchadas de pegajoso jugo. Da igual, porque cuando se da cuenta de que Soph le lleva mucha ventaja, ladra y sale disparada para volver a tomar el puesto de guía; me quito sus babas contra la ropa y avanzo tras ellas, cortando la enorme fruta que ya casi no tiene nada de jugo, de un modo algo torpe con la punta de la lanza, tratando de que el mango de ésta no se quede enganchado en ninguna rama ni nada así.
- No quería matarla - respondo con cierta vergüenza, y es que después de todo lo que pasamos, lo más normal es que debería saltar sobre cualquier cosa que puede ser alimento, pero creo que muchas cosas cambian luego de que vas a los juegos. Pasaron casi dos años, pero la idea de quitarle la vida a otro ser vivo una vez más me suena un poco extraño, produciéndome sensaciones que todavía no logro comprender. Incluso cuando se me presentaron ideas de si mataría o no a alguien que nos ponga en peligro, he llegado a dudarlo. ¿Lo haría? ¿Volvería a ser ese Benedict que tanto odio? Ni siquiera me doy cuenta de que Sophia se detuvo hasta que choco contra ella, y asomo la cabeza por su hombro para ver la planta que me señala - creo que sí, déjame ver - arrojo los trozos cortados de la fruta dentro de la bolsa, sacudo la lanza para quitarle los restos y luego, sin más, saco la lista arrugada de mi bolsillo para echarle un vistazo. Ni siquiera sé por que yo llevo la lista, si ella es la responsable entre nosotros dos. Tardo en encontrar lo que busco, pero acabo asintiendo - eso creo... y si no lo son, de todas formas pueden servir. Ni siquiera sé qué hierbas quiere Arleth para sus remedios; no entiendo un carajo de eso - admito. Todavía no me decido qué es lo que pienso de los Ballard, si tengo que hablar con franqueza. Ava está bien, es una niña, pero hay algo sobre Arleth y Cale que no termina de cuadrarme. Ella parece muy pegada a mi padre y a Echo, mientras que él... es extraño, pero cuando está con nosotros me hace sentir incómodo porque, ya que, no lo conozco. Los únicos amigos hombres que he tenido fueron Seth y Alex, pero Cale no se parece en nada a ellos.
Sophia parece llevarse mejor con ellos, y eso hace que la mire de reojo mientras trato de no mostrarme tan interesado en esos detalles - ¿qué opinas de Cale? - pregunto con falsa naturalidad, empezando a arrancar algunas hierbas para evitar mirarla a ella. No me gusta que hable mucho con él; a veces creo que me está robando a mi mejor amiga y se supone que somos inseparables, incluso cuando fuimos separados mucho tiempo - parece un poco... diferente a nosotros.
- No quería matarla - respondo con cierta vergüenza, y es que después de todo lo que pasamos, lo más normal es que debería saltar sobre cualquier cosa que puede ser alimento, pero creo que muchas cosas cambian luego de que vas a los juegos. Pasaron casi dos años, pero la idea de quitarle la vida a otro ser vivo una vez más me suena un poco extraño, produciéndome sensaciones que todavía no logro comprender. Incluso cuando se me presentaron ideas de si mataría o no a alguien que nos ponga en peligro, he llegado a dudarlo. ¿Lo haría? ¿Volvería a ser ese Benedict que tanto odio? Ni siquiera me doy cuenta de que Sophia se detuvo hasta que choco contra ella, y asomo la cabeza por su hombro para ver la planta que me señala - creo que sí, déjame ver - arrojo los trozos cortados de la fruta dentro de la bolsa, sacudo la lanza para quitarle los restos y luego, sin más, saco la lista arrugada de mi bolsillo para echarle un vistazo. Ni siquiera sé por que yo llevo la lista, si ella es la responsable entre nosotros dos. Tardo en encontrar lo que busco, pero acabo asintiendo - eso creo... y si no lo son, de todas formas pueden servir. Ni siquiera sé qué hierbas quiere Arleth para sus remedios; no entiendo un carajo de eso - admito. Todavía no me decido qué es lo que pienso de los Ballard, si tengo que hablar con franqueza. Ava está bien, es una niña, pero hay algo sobre Arleth y Cale que no termina de cuadrarme. Ella parece muy pegada a mi padre y a Echo, mientras que él... es extraño, pero cuando está con nosotros me hace sentir incómodo porque, ya que, no lo conozco. Los únicos amigos hombres que he tenido fueron Seth y Alex, pero Cale no se parece en nada a ellos.
Sophia parece llevarse mejor con ellos, y eso hace que la mire de reojo mientras trato de no mostrarme tan interesado en esos detalles - ¿qué opinas de Cale? - pregunto con falsa naturalidad, empezando a arrancar algunas hierbas para evitar mirarla a ella. No me gusta que hable mucho con él; a veces creo que me está robando a mi mejor amiga y se supone que somos inseparables, incluso cuando fuimos separados mucho tiempo - parece un poco... diferente a nosotros.
Me quedo viendo la planta con detenimiento al igual que Ben. Después de unos pocos segundos llego a la conclusión de que soy tan útil en esto como él detectando plantas medicinales, no sé mucho al respecto pero creo que podría pedirle a Arleth que me enseñe un poco, quién sabe, a lo mejor resulto ser buena enfermera... Bien, creo que por el momento soy mejor recolectando comida, seguramente terminaría perjudicando a los demás si le pregunto a Arleth si puedo ayudarla en la enfermería que quiere hacer. Miro la planta otra vez y asiento. - La próxima vez preguntaré un poco más antes de salir. - Yo tampoco entiendo mucho de ésto, para mí las plantas son iguales porque tienen hojas y tallo, aunque sé que no todas sirven para la mismo y algunas pueden resultar peligrosas. Después de unos minutos viendo la planta con detenimiento, siento que es suficiente y reparo más en los otros arbustos y árboles, buscando algún indicio de frutas o bayas, mientras tanto dejo a Ben tratando de identificar si es o no es una de las plantas que necesitamos. Al final terminan llamando mi atención unas pequeñas flores que crecen alrededor del árbol más cercano, tienen pétalos color lila y no son lo más extraordinario que he visto, pero creo que a Ava podrían gustarle, así que, sin pensarlo mucho, arranco un par y las pongo a un costado de mi bolsa, procurando que sus pétalos no se maltraten.
Me quedo viendo la zona alrededor de nosotros mientras Ben arranca algunas hojas de la planta. - ¿Crees que funcione? - Me agacho al lado del lugar donde Gigi se ha sentado a esperarnos y la acaricio. - Me refiero al distrito, ¿Crees que vayamos a estar bien? - No puedo evitar preguntar al respecto, supongo que muy adentro todos nos detenemos a pensar en eso al menos una vez al día. Me paro y me acerco a donde está Ben y arranco también algunas hojas, sacando después una bolsa donde podamos guardarlas y no se revuelvan con lo demás.
La siguiente pregunta de Ben me desconcierta un poco. No he hablado demasiado con Cale, contando que los primeros días que pasamos juntos procuraba mantenerme alejada de él y Echo por habernos apuntando con armas a la cabeza. Después de eso fue un poco más tranquilo y al tener la misma edad resulta un poco más fácil hablar, pero nuestras conversaciones eran muy banales acerca de cómo se usa una navaja o si Echo ronca cuando duerme. No es que seamos muy buenos amigos, pero tampoco nos llevamos mal. - Es muy reservado pero no me cae mal. - Volteo a ver a Ben y luego regreso mi vista a las plantas. Y se me ocurre una idea. - De hecho me agrada, creo que es interesante. - No tengo nada que perder intentándolo, ¿No? - Ahora que lo pienso seguramente Arleth le habrá enseñado algo, podría venir con nosotros la siguiente vez. - Tanteo hablando con la misma naturalidad de hace un rato pero viendo de reojo a Ben varias veces. - Incluso podrían gustarle mis pastelitos. -
Me quedo viendo la zona alrededor de nosotros mientras Ben arranca algunas hojas de la planta. - ¿Crees que funcione? - Me agacho al lado del lugar donde Gigi se ha sentado a esperarnos y la acaricio. - Me refiero al distrito, ¿Crees que vayamos a estar bien? - No puedo evitar preguntar al respecto, supongo que muy adentro todos nos detenemos a pensar en eso al menos una vez al día. Me paro y me acerco a donde está Ben y arranco también algunas hojas, sacando después una bolsa donde podamos guardarlas y no se revuelvan con lo demás.
La siguiente pregunta de Ben me desconcierta un poco. No he hablado demasiado con Cale, contando que los primeros días que pasamos juntos procuraba mantenerme alejada de él y Echo por habernos apuntando con armas a la cabeza. Después de eso fue un poco más tranquilo y al tener la misma edad resulta un poco más fácil hablar, pero nuestras conversaciones eran muy banales acerca de cómo se usa una navaja o si Echo ronca cuando duerme. No es que seamos muy buenos amigos, pero tampoco nos llevamos mal. - Es muy reservado pero no me cae mal. - Volteo a ver a Ben y luego regreso mi vista a las plantas. Y se me ocurre una idea. - De hecho me agrada, creo que es interesante. - No tengo nada que perder intentándolo, ¿No? - Ahora que lo pienso seguramente Arleth le habrá enseñado algo, podría venir con nosotros la siguiente vez. - Tanteo hablando con la misma naturalidad de hace un rato pero viendo de reojo a Ben varias veces. - Incluso podrían gustarle mis pastelitos. -
Icono :
Me gustaría poder acordarme de las cosas que aprendí en el centro de entrenamientos para las plantas, pero quedaron tan aguadas en mi memoria que me ponen la cosa bastante complicada. Agarro uno de los brotes de la planta y lo arranco, poniéndome de cuclillas y lo examino de cerca. No parece ser venenoso, aunque tampoco estoy seguro de si es una planta más, pero da igual. La pregunta de Sophia hace que desvíe la mirada del cosito este a cualquier otro punto que tenga delante, mientras pienso la respuesta que al final, sale sin que la arme previamente en mi cabeza - Vamos a estar bien. Estamos todos juntos y nadie nos buscará allí... seguramente nos den por muertos a estas alturas - no sé si es un consuelo para ella o para mí mismo, pero intento sonar seguro y tranquilo. Igual Sophia me conoce lo suficiente como para saber que solo quiero calmarla.
"No me cae mal". Eso no me dice mucho, y acabo rodando los ojos sin que ella pueda verme; he sacado mi cuchillo, asi que me encuentro cortando las plantas desde el tallo y lanzándolas dentro de la canasta con firmeza, mientras la escucho totalmente calladito con los labios bien apretados. La imagen mental de Cale interrumpiendo en nuestros momentos íntimos entra de sopetón, y por un instante me imagino como sería la cosa si él estuviera aquí y ahora con nosotros, formando parte de un grupo que no quiero que nadie toque. Antes éramos Mel, Soph y yo, luego Mel murió y Seth vino en su lugar. Siempre hay un tercero, pero esos terceros significan mucho para mí, mientras que Cale... no es mi hermano, no es mi amigo, y no me interesa que lo sea. Además creo que no le caigo bien.
Dejo salir un "meh" y muevo un poco los hombros de manera indefinida, cortando un tallo con más fuerza de lo normal - creí que usaríamos esto para volver a ser nosotros dos - digo con obvio mal humor, aunque intento sonar amable. Termino con la planta, me guardo el cuchillo y me pongo de pie, tomando la canasta y se la paso con un poco más de brusquedad de la que esperaba - ¿Vas a invitarlo entonces a comer pastelitos con nosotros? - mi pregunta suena un poco atacante, pero le mantengo la mirada y muerdo mi labio inferior para no sonar demasiado... ¿fastidioso? ¿Celoso? ¿Es esa la palabra que estoy buscando? - supongo que seremos muchos si va Amy... y también podríamos decirle a Eowyn, ya que estamos. Sería cruel dejarla afuera - quizá, la idea de que la chica que reclama ser mi novia venga con nosotros le fastidia lo suficiente como para acepte que seamos solo nosotros dos y... ¿por qué estoy haciendo tantos planes por algo que debería ser tan simple?
"No me cae mal". Eso no me dice mucho, y acabo rodando los ojos sin que ella pueda verme; he sacado mi cuchillo, asi que me encuentro cortando las plantas desde el tallo y lanzándolas dentro de la canasta con firmeza, mientras la escucho totalmente calladito con los labios bien apretados. La imagen mental de Cale interrumpiendo en nuestros momentos íntimos entra de sopetón, y por un instante me imagino como sería la cosa si él estuviera aquí y ahora con nosotros, formando parte de un grupo que no quiero que nadie toque. Antes éramos Mel, Soph y yo, luego Mel murió y Seth vino en su lugar. Siempre hay un tercero, pero esos terceros significan mucho para mí, mientras que Cale... no es mi hermano, no es mi amigo, y no me interesa que lo sea. Además creo que no le caigo bien.
Dejo salir un "meh" y muevo un poco los hombros de manera indefinida, cortando un tallo con más fuerza de lo normal - creí que usaríamos esto para volver a ser nosotros dos - digo con obvio mal humor, aunque intento sonar amable. Termino con la planta, me guardo el cuchillo y me pongo de pie, tomando la canasta y se la paso con un poco más de brusquedad de la que esperaba - ¿Vas a invitarlo entonces a comer pastelitos con nosotros? - mi pregunta suena un poco atacante, pero le mantengo la mirada y muerdo mi labio inferior para no sonar demasiado... ¿fastidioso? ¿Celoso? ¿Es esa la palabra que estoy buscando? - supongo que seremos muchos si va Amy... y también podríamos decirle a Eowyn, ya que estamos. Sería cruel dejarla afuera - quizá, la idea de que la chica que reclama ser mi novia venga con nosotros le fastidia lo suficiente como para acepte que seamos solo nosotros dos y... ¿por qué estoy haciendo tantos planes por algo que debería ser tan simple?
No me gusta pensar que alguien pueda creernos como muertos, pero si eso salva el cuello de todos los que estamos aquí, por mí está bien. Aprecio lo que hace Ben al tratar de calmarme, sólo espero que tenga razón y que de verdad vayamos a estar bien, no podría tolerar tener que volver a huir por meses, escondiéndome en los peores sitios que encontremos o quedándome despierta incluso un día completo mientras caminamos buscando un lugar para quedarnos, mucho menos podría tolerar que me separen de las personas que más quiero, que en este caso vienen a ser papá y Ben, ellos son todo lo que tengo ahora. - Sí, lo más seguro es que no busquen tan lejos... - Termino de complementar para sentirme más segura dentro de mi burbuja, resguardándome, tanto en sus palabras como en las mías. Tal vez nos estemos mintiendo y algún día terminen por encontrarnos, pero mientras tanto, me preocuparé por llevar algo de comer y plantas y seguir adelante todo lo que pueda.
Corto varias hojas pero al final lo dejo solo haciéndolo y me recargo en el tronco de un árbol. El comentario de Ben me golpea un poco, no creí que fuera a pensar que de verdad Cale entraría en medio de nosotros dos, no es que esté buscando un reemplazo de mejor amigo, y no lo quiero. - Aún podemos serlo. - Murmuro de manera torpe sintiéndome el ser humano más terrible por haber dicho cosas de forma intencional para hacerlo enojar un poco. La canasta y su mirada vienen como respuesta y me hace alzar las cejas y fruncir la boca. - Tú vas a invitar a Amelie, ¿No? - Contraataco, por decirlo de cierta manera, esta vez un poco más consciente de lo que estoy diciendo. Por un momento mis ojos se desvían de los suyos sintiéndome mal y a la vez atrapada, ¿Por qué empezamos a discutir para empezar? ¿Por Cale? No, no sólo es por eso, tal vez no debí tantear mi suerte diciendo que lo iba a invitar a comer de los pasteles, de los que por cierto, aún no tenemos ningún ingrediente y que no es seguro se vayan a preparar, pero tampoco me gusta la imagen de Amelie al lado de Ben, o Ben al lado de Amelie, es lo mismo. Sé cuánto significa para él y creo que eso es algo de lo que más me hace sentir así, no quiero que nadie me robe a mi mejor amigo...
- Por supuesto, sería cruel, cómo podríamos dejar afuera a "tu novia". - De no ser porque tengo la canasta en las manos me cruzaría de brazos, pero como no es así, me limito a recargar mi peso sobre una rodilla doblándola ligeramente y poniendo una muequita en mi boca, esta vez me quedo viendo fijamente a Ben y no me atrevo a apartar la mirada. No quiero discutir con él, mucho menos después de habernos arreglado, pero siento que no habrá marcha atrás después de esto, al menos no hasta que nos calmemos un poco.
Corto varias hojas pero al final lo dejo solo haciéndolo y me recargo en el tronco de un árbol. El comentario de Ben me golpea un poco, no creí que fuera a pensar que de verdad Cale entraría en medio de nosotros dos, no es que esté buscando un reemplazo de mejor amigo, y no lo quiero. - Aún podemos serlo. - Murmuro de manera torpe sintiéndome el ser humano más terrible por haber dicho cosas de forma intencional para hacerlo enojar un poco. La canasta y su mirada vienen como respuesta y me hace alzar las cejas y fruncir la boca. - Tú vas a invitar a Amelie, ¿No? - Contraataco, por decirlo de cierta manera, esta vez un poco más consciente de lo que estoy diciendo. Por un momento mis ojos se desvían de los suyos sintiéndome mal y a la vez atrapada, ¿Por qué empezamos a discutir para empezar? ¿Por Cale? No, no sólo es por eso, tal vez no debí tantear mi suerte diciendo que lo iba a invitar a comer de los pasteles, de los que por cierto, aún no tenemos ningún ingrediente y que no es seguro se vayan a preparar, pero tampoco me gusta la imagen de Amelie al lado de Ben, o Ben al lado de Amelie, es lo mismo. Sé cuánto significa para él y creo que eso es algo de lo que más me hace sentir así, no quiero que nadie me robe a mi mejor amigo...
- Por supuesto, sería cruel, cómo podríamos dejar afuera a "tu novia". - De no ser porque tengo la canasta en las manos me cruzaría de brazos, pero como no es así, me limito a recargar mi peso sobre una rodilla doblándola ligeramente y poniendo una muequita en mi boca, esta vez me quedo viendo fijamente a Ben y no me atrevo a apartar la mirada. No quiero discutir con él, mucho menos después de habernos arreglado, pero siento que no habrá marcha atrás después de esto, al menos no hasta que nos calmemos un poco.
Icono :
- Claro. Si yo no la hago hacer sociales, pues entonces se quedaría sola - todos saben que Amy no es justamente la clase de persona que se metería entre un grupo de adolescentes para intentar un poco de vida social, por eso solamente habla de verdad conmigo o con los adultos. Supongo que ahora me estoy dando más cuenta de los años que me lleva, porque con nuestras edades se nota mucho más que antes. Es molesto y gracioso a la vez darme cuenta de que ni siquiera me importa. Lo que sí me llama la atención, es la actitud defensiva de Sophia, y en cuanto arrastra los celos al hablar de Eowyn, no puedo contener una sonrisa burlona, aunque no sea nada propio de mí. Quiero decir, es Sophia, y entiendo que fuimos amigos durante mucho tiempo, pero ahora mismo creo que debe saber que si ella quiere andar juntándose con Cale, yo no voy a quedarme atrás.
- ¿Por qué te importa? Tú tienes a Caaaale - arrastro la A para usar un tono empalagoso, rodando un poco los ojos ante el pensamiento asqueroso que se me forma en la cabeza de ellos dos juntos - a quien, si vamos al caso, has visto mucho más que a mí en el último tiempo. Seguro se hicieron íntimos, ¿no? Por eso quieres invitarlo - las acusaciones me salen solas y ni siquiera me doy cuenta hasta que me escucho a mí mismo, pero por algún motivo, no me detengo - tal vez no está tan mal. Él no es rarito, y tiene pinta de un tipo normal y de esos que le gustan a las niñas, a que sí... seguro eso te encanta.
Se me escapa una mueca de asco y agarro la lanza, raspando el tronco más cercano con ésta como para hacer algo que no sea mirar a Sophia, porque soy consciente de que mi respiración se ha acelerado y mis mejillas se tornaron rojizas - ya sé que fui una compañía de mierda estos últimos dos años, pero no es mi culpa. ¿Cómo querías que...? ¡Lo intenté! ¿De acuerdo? ¡De verdad que quería que todo siga como antes, pero tú no estabas ahí, sino Amelie! - no me doy cuenta cuando comienzo a gritar, y Gigi gira la cabeza hacia nosotros, obviamente tensa. No recordaba estos pensamientos amargos, no desde hace mucho...
- ¿Por qué te importa? Tú tienes a Caaaale - arrastro la A para usar un tono empalagoso, rodando un poco los ojos ante el pensamiento asqueroso que se me forma en la cabeza de ellos dos juntos - a quien, si vamos al caso, has visto mucho más que a mí en el último tiempo. Seguro se hicieron íntimos, ¿no? Por eso quieres invitarlo - las acusaciones me salen solas y ni siquiera me doy cuenta hasta que me escucho a mí mismo, pero por algún motivo, no me detengo - tal vez no está tan mal. Él no es rarito, y tiene pinta de un tipo normal y de esos que le gustan a las niñas, a que sí... seguro eso te encanta.
Se me escapa una mueca de asco y agarro la lanza, raspando el tronco más cercano con ésta como para hacer algo que no sea mirar a Sophia, porque soy consciente de que mi respiración se ha acelerado y mis mejillas se tornaron rojizas - ya sé que fui una compañía de mierda estos últimos dos años, pero no es mi culpa. ¿Cómo querías que...? ¡Lo intenté! ¿De acuerdo? ¡De verdad que quería que todo siga como antes, pero tú no estabas ahí, sino Amelie! - no me doy cuenta cuando comienzo a gritar, y Gigi gira la cabeza hacia nosotros, obviamente tensa. No recordaba estos pensamientos amargos, no desde hace mucho...
Ruedo los ojos cuando comienza a molestar con Cale de nuevo y suelto un bufido. Alzo las cejas cuando dice que probablemente seamos íntimos al mismo tiempo que mi cara se calienta y, predigo, empieza a ponerse de un color rosa que no tardará en convertirse en rojo, lo que no sé es si es por vergüenza o enojo. - Demasiado, no tienes idea de cuánto nos hemos acercado en todo ese tiempo. - Es mentira, y una que tal vez después me cueste mucho, pero que no puedo evitar decir al sentir este nudo en mi estómago y garganta. Si tan sólo no hubiera mentido en primer lugar no estaríamos peleando justo ahora. Soy una estúpida. Pero una estúpida que termina de enojarse en cuanto escucha el siguiente comentario. - ¡¿Qué?! - Mis ojos se abren a la par de mi boca y me le quedo viendo con cierta indignación. - ¿A qué demonios te refieres con "rarito"? ¿Crees que esas cosas me importan? No me interesa si el tipo es normal o raro, o como quieras llamarle, y no, no me encanta. Además a mí... - No me di cuenta de en qué punto comencé a hablar tan alto, pero cuando me doy cuenta de ello, y lo que voy a decir, aprieto la mandíbula. - Eres un tonto. -
Mis manos se cierran con más fuerza alrededor de la canasta y tengo ganas de darme la vuelta y regresar al 14, quiero estar sola un rato. Pero no lo hago, es como si mis pies tuvieran un adherente al piso, uno que no está dispuesto a disolverse hasta terminar con ésto, sea lo que sea que es. - Nunca dije que fueras una compañía de mierda. - Mi voz no suena tan alta como antes y trato de mantenerme así pero siento que las palabras se me atragantan de poco a poco en la garganta. En un punto Ben explota y doy un paso hacia atrás, aún con la mandíbula apretada. - ¡¿Crees que no lo sé?! ¡Perdón por no haber estado al lado! Siempre me recuerdo lo poco que he hecho, ya sé que sólo tuviste a Amelie, yo tampoco quería dejarte solo pero, ¿Qué mas podía hacer? ¡Te veía pocas veces y estabas fuera la demás parte del tiempo! - Apenas hablábamos por teléfono, cada vez que iba al cuatro nos veíamos, a veces no, a veces sólo una vez. - ¡Lo siento!, ¿Sí? ¡Perdón! - ¿Por qué comenzó todo esto? No quiero seguir peleando.
Mis manos se cierran con más fuerza alrededor de la canasta y tengo ganas de darme la vuelta y regresar al 14, quiero estar sola un rato. Pero no lo hago, es como si mis pies tuvieran un adherente al piso, uno que no está dispuesto a disolverse hasta terminar con ésto, sea lo que sea que es. - Nunca dije que fueras una compañía de mierda. - Mi voz no suena tan alta como antes y trato de mantenerme así pero siento que las palabras se me atragantan de poco a poco en la garganta. En un punto Ben explota y doy un paso hacia atrás, aún con la mandíbula apretada. - ¡¿Crees que no lo sé?! ¡Perdón por no haber estado al lado! Siempre me recuerdo lo poco que he hecho, ya sé que sólo tuviste a Amelie, yo tampoco quería dejarte solo pero, ¿Qué mas podía hacer? ¡Te veía pocas veces y estabas fuera la demás parte del tiempo! - Apenas hablábamos por teléfono, cada vez que iba al cuatro nos veíamos, a veces no, a veces sólo una vez. - ¡Lo siento!, ¿Sí? ¡Perdón! - ¿Por qué comenzó todo esto? No quiero seguir peleando.
Icono :
Sé que casi he ganado cuando veo el cambio de color en su cara, pero lo que sigue a continuación me provoca una seguidilla de emociones completamente anormales que ni siquiera soy capaz de enumerar. No hago más que muecas burlonas, casi como si la imitara con irritación por lo bajo, mientras ella habla, hasta que se le ocurre insultarme - sí, es probable que sea un tonto - digo nomas, del modo más gruñón que soy capaz. Sé que es infantil, pero ahora mismo solamente quiero actuar como el niño caprichoso que nunca me doy el gusto de ser. Quiero quejarme, patalear, enojarme e incluso patear todas las piedras y ramas que pueden llegar a cruzarse en mi camino, como si el último tiempo de maduración nunca hubiera ocurrido. Y Sophia parece correr por mi mismo camino. Ella grita, se queja, se pone tensa y hasta suelta un montón de disculpas que, aunque en el fondo las tomo y siento verdaderas, el orgullo me hace mirar hacia otro lado con tal de no encontrarme con ella.
- Como digas - le respondo en un gruñido entre dientes, conteniendo en parte mi aliento - es que a veces siento que ya no somos lo que éramos antes. Y quiero decir... es obvio. Melanie murió, Alex murió... ¿cómo se supone que volveríamos a ser lo que éramos cuando ya nada se mantiene igual por más de dos putas semanas? - remarco el insulto para demostrar mi irritación, alzando los brazos un poco antes de dejarlos caer, haciendo que choquen contra mis costados. Gigi me ladra, casi como si intentara callarme la boca, pero yo opto por ignorarla - te quiero, porque eres mi amiga, pero creo que tú eras más amiga del Ben anterior al Ben actual y es... ugh - no sé como expresarme, ni sé como bajar el tono de mi voz y eso hace que me pase las manos por el cabello, tirando un poco de éste y haciendo que se dispare en todas direcciones - ¡Y no sé como arreglarlo y...! ¡YA CÁLLATE GIGI! - le espeto, pero ella no lo hace, sino que me ladra a mí, le ladra al aire y su sonido retumba entre los árboles, espantando a un par de pájaros cercanos.
- Como digas - le respondo en un gruñido entre dientes, conteniendo en parte mi aliento - es que a veces siento que ya no somos lo que éramos antes. Y quiero decir... es obvio. Melanie murió, Alex murió... ¿cómo se supone que volveríamos a ser lo que éramos cuando ya nada se mantiene igual por más de dos putas semanas? - remarco el insulto para demostrar mi irritación, alzando los brazos un poco antes de dejarlos caer, haciendo que choquen contra mis costados. Gigi me ladra, casi como si intentara callarme la boca, pero yo opto por ignorarla - te quiero, porque eres mi amiga, pero creo que tú eras más amiga del Ben anterior al Ben actual y es... ugh - no sé como expresarme, ni sé como bajar el tono de mi voz y eso hace que me pase las manos por el cabello, tirando un poco de éste y haciendo que se dispare en todas direcciones - ¡Y no sé como arreglarlo y...! ¡YA CÁLLATE GIGI! - le espeto, pero ella no lo hace, sino que me ladra a mí, le ladra al aire y su sonido retumba entre los árboles, espantando a un par de pájaros cercanos.
No es mi intención insultarle, pero de alguna forma las palabras salen de mi boca y se forman en torno a nosotros. Me gustaría poder hacer algo para corregir todo esto, detener el pleito y seguir como antes, pero mi orgullo y dignidad no me lo permiten, además, creo que ambos nos estábamos, y aún estamos, guardando varias cosas. Por un momento siento el impulso, de nuevo, de darle la espalda e irme, pero sé que hacer eso no mejorará absolutamente nada, así que me quedo con la boca en forma de mueca, la postura algo torcida mientras dejo caer mi peso sobre una de mis rodillas, el ceño fruncido y la cara roja. Creí que por fin de todo este tiempo estando juntos, y a la vez no, podríamos volver a ser los mejores amigos que éramos antes, pero veo que todavía hay mucho por arreglar, ¿Por qué no todo vuelve a ser como hace tiempo y ya? Sería más fácil y menos doloroso.
Me quedo sorprendida con la facilidad en que suelta los nombres e Melanie y Alex y posteriormente agrega un "murió" que me trae un mal sabor a la boca. Entonces dejo de apretar la canasta y fruncir el ceño y cambio mi expresión por otra, que no denota del todo un gesto de molestia, pero sí de consternación. Gigi comienza a ladrarnos, supongo que siente la tensión que está flotando alrededor de nosotros, pero aún así, no le presto mucha atención y sigo escuchando todo lo que tiene para decirme, sin abrir la boca para hacer ni un solo comentario al respecto. Vuelvo a fruncir el ceño cuando con el siguiente comentario y esta vez sí hablo. - No hay un "Ben anterior" o un "Ben actual", y aunque los hubiera, soy tan amiga de uno como del otro. Todo esto... AGH, estamos peleando por estupideces, ¿Podemos parar, por favor? - Le espeto de mala gana y subiendo el tono de mi voz conforme termino de hablar. Con todos los ladridos de Gigi es difícil concentrarme en otra cosa para decir y creo que es lo mismo para Benedict porque la calla. Volteo a ver a la cachorrita con mala cara hasta que reparo en el hecho de que nos ladra y luego a la nada y simplemente no se calla. - ¡Gigi basta! -
Me quedo sorprendida con la facilidad en que suelta los nombres e Melanie y Alex y posteriormente agrega un "murió" que me trae un mal sabor a la boca. Entonces dejo de apretar la canasta y fruncir el ceño y cambio mi expresión por otra, que no denota del todo un gesto de molestia, pero sí de consternación. Gigi comienza a ladrarnos, supongo que siente la tensión que está flotando alrededor de nosotros, pero aún así, no le presto mucha atención y sigo escuchando todo lo que tiene para decirme, sin abrir la boca para hacer ni un solo comentario al respecto. Vuelvo a fruncir el ceño cuando con el siguiente comentario y esta vez sí hablo. - No hay un "Ben anterior" o un "Ben actual", y aunque los hubiera, soy tan amiga de uno como del otro. Todo esto... AGH, estamos peleando por estupideces, ¿Podemos parar, por favor? - Le espeto de mala gana y subiendo el tono de mi voz conforme termino de hablar. Con todos los ladridos de Gigi es difícil concentrarme en otra cosa para decir y creo que es lo mismo para Benedict porque la calla. Volteo a ver a la cachorrita con mala cara hasta que reparo en el hecho de que nos ladra y luego a la nada y simplemente no se calla. - ¡Gigi basta! -
Icono :
Parar.
Hace mucho tiempo que quiero parar, pero parece que el tiempo solamente se acelera y no me lo permite. La miro con tanta frustración, como si estuviese intentando arreglar solo con la vista las piezas de un rompecabezas que ya no entiendo - ¿Cómo quieres que pare? - acabo preguntándole, un poco confundido en mi propia pregunta. Porque no sé que clase de respuesta puede darme; dudo que tenga una. Creo que al final, esto es lo que va a quedar de los niños del cuatro. Algunos muertos, otros sin saber como seguir viviendo. Tal vez Sophia ya no puede ser mi mejor amiga porque ya no somos iguales. Tal vez, ahora debería solamente relacionarme con gente como Amelie, porque ella ya está dañada, mientras que Soph todavía conserva una enorme parte de su humanidad. Ella sigue siendo la niña que yo conocí hace casi diez años, mientras que yo... bueno, yo no estoy seguro.
Los ladridos de Gigi hacen que gruña y me gire hacia ella, dispuesto a golpear el suelo con mi pie para ver si eso la intimida lo suficiente, pero la perra continúa ladrando hacia mí, luego hacia los arbustos y parece girar en círculos, inquieta. Casi como si un viento gélido hubiese soplado en mi nuca para ponerme alerta, mis músculos se tensan y no puedo hacer otra cosa que sentir un leve cosquilleo desagradable en la boca del estómago; con mi cuerpo quieto en su sitio, mis ojos siguen el camino de las aves que han abandonado un árbol cercano, cortando el silencio que hasta hace pocos segundos, solo nosotros estábamos interrumpiendo. Y no sé qué es lo que me hace reaccionar.... pero consigo sacar la capa de invisibilidad de la canasta y, con manos tan ágiles como no hubiese imaginado, la lanzo sobre Sophia, quien se pierde de la vista justo en el momento en el cual creo escuchar como una rama se rompe a mis espaldas.
Intento aferrarme otra vez a la lanza, pero ésta vuela de mis manos por un estallido de luz y yo me echo hacia atrás, casi chocando contra Gigi, quien parece haberse vuelto loca. Sus ladridos se mezclan entre gruñidos que apenas logro escuchar bajo el sonido de mi acelerado corazón y mis manos se estirar en el aire, tratando de empujar a Sophia aunque no consigo verla, cuando siento un golpe que me hace arder la espalda y caigo al suelo a unos cuantos metros. No sé quien me ha atacado, pero reconozco ese efecto; no son heridas cuerpo a cuerpo, sino que es magia... y la magia hace meses es una mala señal.
Me giro en el piso y comienzo a arrastrarme, notando como cada parte de mi cuerpo duele por la paliza, pero igual trato de encontrar la lanza porque sé que el cuchillo no va a servirme de mucho en esta situación. Escucho como Gigi se lanza contra alguien y un grito furioso corta el aire, mezclado con los gruñidos de mi mascota, aunque de inmediato todo es interrumpido por su peso muerto y su gemido canino de dolor cuando cae entre las hojas del suelo - ¡GIGI! - el grito me sale involuntario y giro la cabeza, tratando de verla, pero a esta distancia solo veo una mata de pelos en el suelo. Que solo esté inconsciente, que solo esté inconsciente....
Hace mucho tiempo que quiero parar, pero parece que el tiempo solamente se acelera y no me lo permite. La miro con tanta frustración, como si estuviese intentando arreglar solo con la vista las piezas de un rompecabezas que ya no entiendo - ¿Cómo quieres que pare? - acabo preguntándole, un poco confundido en mi propia pregunta. Porque no sé que clase de respuesta puede darme; dudo que tenga una. Creo que al final, esto es lo que va a quedar de los niños del cuatro. Algunos muertos, otros sin saber como seguir viviendo. Tal vez Sophia ya no puede ser mi mejor amiga porque ya no somos iguales. Tal vez, ahora debería solamente relacionarme con gente como Amelie, porque ella ya está dañada, mientras que Soph todavía conserva una enorme parte de su humanidad. Ella sigue siendo la niña que yo conocí hace casi diez años, mientras que yo... bueno, yo no estoy seguro.
Los ladridos de Gigi hacen que gruña y me gire hacia ella, dispuesto a golpear el suelo con mi pie para ver si eso la intimida lo suficiente, pero la perra continúa ladrando hacia mí, luego hacia los arbustos y parece girar en círculos, inquieta. Casi como si un viento gélido hubiese soplado en mi nuca para ponerme alerta, mis músculos se tensan y no puedo hacer otra cosa que sentir un leve cosquilleo desagradable en la boca del estómago; con mi cuerpo quieto en su sitio, mis ojos siguen el camino de las aves que han abandonado un árbol cercano, cortando el silencio que hasta hace pocos segundos, solo nosotros estábamos interrumpiendo. Y no sé qué es lo que me hace reaccionar.... pero consigo sacar la capa de invisibilidad de la canasta y, con manos tan ágiles como no hubiese imaginado, la lanzo sobre Sophia, quien se pierde de la vista justo en el momento en el cual creo escuchar como una rama se rompe a mis espaldas.
Intento aferrarme otra vez a la lanza, pero ésta vuela de mis manos por un estallido de luz y yo me echo hacia atrás, casi chocando contra Gigi, quien parece haberse vuelto loca. Sus ladridos se mezclan entre gruñidos que apenas logro escuchar bajo el sonido de mi acelerado corazón y mis manos se estirar en el aire, tratando de empujar a Sophia aunque no consigo verla, cuando siento un golpe que me hace arder la espalda y caigo al suelo a unos cuantos metros. No sé quien me ha atacado, pero reconozco ese efecto; no son heridas cuerpo a cuerpo, sino que es magia... y la magia hace meses es una mala señal.
Me giro en el piso y comienzo a arrastrarme, notando como cada parte de mi cuerpo duele por la paliza, pero igual trato de encontrar la lanza porque sé que el cuchillo no va a servirme de mucho en esta situación. Escucho como Gigi se lanza contra alguien y un grito furioso corta el aire, mezclado con los gruñidos de mi mascota, aunque de inmediato todo es interrumpido por su peso muerto y su gemido canino de dolor cuando cae entre las hojas del suelo - ¡GIGI! - el grito me sale involuntario y giro la cabeza, tratando de verla, pero a esta distancia solo veo una mata de pelos en el suelo. Que solo esté inconsciente, que solo esté inconsciente....
Uno de los mejores inventos de mi jefe, son los crups. No sé de donde sacó la idea pero pueden seguir rastros y localizar olores y ruidos a kilómetros de distancia. De eso estaba convencido los primeros días, ahora, cuando me paso semanas enteras lejos de casa, me molesta bastante. No suelo pasar tanto fuera, y siempre empaco menos comida de la que necesito. Nos pasa a todos, y todos vamos molestos. Esta vez somos un pequeño grupo de cinco personas, encabezadas por los perros que van a unos 50 metros de distancia por delante, y luego de mi jefe y el resto de nosotros. Más de uno arrastramos los pies, yo el primero, y me encorvo porque me pesa cada célula del cuerpo.
De repente, los perros se ponen a ladrar avisando de algo, y la reacción de todos es inmediata. Echamos a correr a gran velocidad sacando las armas para ponernos inmediatamente en posición defensiva. No soy el primero en llegar, pero desde la lejanía puedo ver cómo vuelan los hechizos, que distingo por las luces que despiden desde nuestro lado, y que impactan contra distintas zonas del bosque; algunos en personas, algunos en un perro, algunos en los árboles y arbustos. En medio de todo el caos localizo a la persona culpable de tanto jaleo. Es un chiquillo, y una perra que cae en el suelo fundida cuando uno de los hechizos que ni siquiera iba dirigido para ella, impacta contra su cuerpo.
Lo veo caer al suelo por un hechizo perdido y después arrastrarse, así que lanzo unas cadenas que atan sus manos a la espalda, y luego sus piernas. Ninguno de nosotros ha conseguido reconocerlo hasta que estamos cerca, mientras se retuerce en el suelo. - Queda detenido por traición al gobierno de Jamie Niniadis - Soy el primero que tiene voz para decir algo. Acabamos de capturar al enemigo público número 3; eso significa que todo este vieja ha valido la pena, porque nos van a pagar su peso en oro. Estoy de repentino buen humor. Los murmullos se extienden alrededor y las órdenes no tardan en venir. El jefe es quien agarra al muchacho para ponerlo en pie, mientras se resiste, y lo arrastra mientras nos ordena volver a casa.
Uno de mis compañeros con la especialidad suficiente, arranca uno de sus zapatos para hacer un traslador. Empiezan las bromas, empiezan las risas., los comentarios sobre lo mal que huele cierto objeto al que tenemos que aferrarnos. Me uno a ellas mientras agarro a mi perro en brazos, al mismo tiempo que toco el traslador que nos saca de allí.
Nadie se preocupa por la perra; todo el mundo supone que está muerta. Nadie se preocupa tampoco por la niña oculta bajo la capa de invisibilidad; porque ninguno de nosotros sabe que existe. El bullicio se apaga, y el bosque vuelve a quedar en silencio.
De repente, los perros se ponen a ladrar avisando de algo, y la reacción de todos es inmediata. Echamos a correr a gran velocidad sacando las armas para ponernos inmediatamente en posición defensiva. No soy el primero en llegar, pero desde la lejanía puedo ver cómo vuelan los hechizos, que distingo por las luces que despiden desde nuestro lado, y que impactan contra distintas zonas del bosque; algunos en personas, algunos en un perro, algunos en los árboles y arbustos. En medio de todo el caos localizo a la persona culpable de tanto jaleo. Es un chiquillo, y una perra que cae en el suelo fundida cuando uno de los hechizos que ni siquiera iba dirigido para ella, impacta contra su cuerpo.
Lo veo caer al suelo por un hechizo perdido y después arrastrarse, así que lanzo unas cadenas que atan sus manos a la espalda, y luego sus piernas. Ninguno de nosotros ha conseguido reconocerlo hasta que estamos cerca, mientras se retuerce en el suelo. - Queda detenido por traición al gobierno de Jamie Niniadis - Soy el primero que tiene voz para decir algo. Acabamos de capturar al enemigo público número 3; eso significa que todo este vieja ha valido la pena, porque nos van a pagar su peso en oro. Estoy de repentino buen humor. Los murmullos se extienden alrededor y las órdenes no tardan en venir. El jefe es quien agarra al muchacho para ponerlo en pie, mientras se resiste, y lo arrastra mientras nos ordena volver a casa.
Uno de mis compañeros con la especialidad suficiente, arranca uno de sus zapatos para hacer un traslador. Empiezan las bromas, empiezan las risas., los comentarios sobre lo mal que huele cierto objeto al que tenemos que aferrarnos. Me uno a ellas mientras agarro a mi perro en brazos, al mismo tiempo que toco el traslador que nos saca de allí.
Nadie se preocupa por la perra; todo el mundo supone que está muerta. Nadie se preocupa tampoco por la niña oculta bajo la capa de invisibilidad; porque ninguno de nosotros sabe que existe. El bullicio se apaga, y el bosque vuelve a quedar en silencio.
2 participantes
No puedes responder a temas en este foro.