The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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The Mighty Fall
Ambientación
Prisioneros de Alcatraz



Un día después de la busqueda de las varitas nuestros prisioneros despiertan en un lugar oscuro, sucio y humedo. Se oye el gotear del agua y el chocar del mar con las paredes de roca que los rodean. No saben en dónde se encuentran, y sus cuerpos le piden factura por los combate del día anterior ya que no se les ha dado atención médica. Los dos vencedores han abandonado sus anteriores cuerpos, que habían sido transformados por la poción multijugos, y despiertan en sus ropas rasgadas y pieles amallugadas.

Dos agentes de paz cuidan las puertas de las celdas día y noche.

Se ha metido a los tres prisioneros en diferentes celdas interconectadas solo por agujeros en las paredes que hacen casi imposible el poder hablar entre ellos. Hay un banco en cada una de las celdas pero está tan oxidado que parece que en cualquier momento puede caer ante el mínimo peso. Una ventana con barrotes fuertes de acero les hace imposible salir, y aunque pudieran, su celda se encuentra en el piso más alto del edificio de piedra. Están atrapados y condenados a una muerte segura, o incluso a algo peor, a un infierno en vida.


• Este post es solo para los rebeldes capturados y los miembros del capitolio que deseen postear (hasta un máximo de tres que serán los primeros tres que posteen) y que hayan participado durante la trama.

• La misión de los segundos es interrogar a los sospechosos para sacarles información sobre los rebeldes (queda a gusto de los propios usuarios sobre cómo enfocarlo). Solo Stephanie M. Black puede dejar a los rebeldes en libertad una vez haya sido interrogados; así que una vez hayan terminado vuestros roles con el sospechoso elegido debéis dejarlo en la celda y marcharos.

• Jolene W. Yorkey, Jeremy Mills y Ginnifer Mamello son los 3 rebeldes capturados. Los tres primeros miembros del capitolio que entren deben especificar el rebelde con el cual están interactuando. No repitáis.

• El efecto de la poción multijugos no desaparecerá hasta el segundo turno de cada sospechoso.

• Si alguien tiene dudas sobre como enfocar sus post que pregunte a la administración.
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Invitado
Invitado
Escucho a lo lejos un pequeño piqueteo y me tardo mucho en entender que es el sonido de las gotas de agua tocando el suelo. Tengo los ojos cerrados y quisiera dejarlos así por lo que resta de mi vida, al menos así no tengo que enfrentar la realidad que se presenta ante mí cuando me acomodo con la espalda contra la pared y la mirada en aquel cuadro oscuro construido en rocas.

No tengo la fuerza para levantarme así que me arrastro y miro a mi alrededor. Una puerta de acero tapa la entrada y la única luz que alcanza a iluminar esta celda es la de la luz de la luna, que es tan escasa que da lo mismo. Lanzo un quejido y miro mis piernas, están sangrando por las mordidas de la araña, cuando me levanto el pantalón me doy cuenta de que me ha quitado un pedazo completo de piel en la derecha, eso solo hace que lance otro quejido de dolor y me despeine el cabello, manchandomelo con sangre también.

No tengo una puta idea sobre atención médica, solo sé que si no salgo de aquí pronto la herida de mi pierna se infectará. En el mejor de los casos terminaría con la pierna amputada, y en el peor, terminaría muerto. Ninguna de las dos opciones suena bien.

No tengo un espejo pero sé que aún sigo en el cuerpo de aquel inocente del tren. Me pregunto si seguiré así por más tiempo y espero que sí. Comienzo a formular estrategias en mi mente, sé que tengo que negarlo todo, de otra forma estoy jodido. Pero ni siquiera sé si las mentiras puedan sacarme de aquí. Encuentro un pequeño hoyo en la pared que nos separa al otro prisionero y a mí. Miro por él, aunque es tan pequeño que solo veo sombras, y en una de esas logro ver una cabellera rubia que me alerta. Grito el primer nombre que se me pasa por la cabeza, sabiendo que puedo estar mal.-¡JOLENE!-Y cuando logro ver más allá me doy cuenta de que no es Jolene. Me llevo las manos a la cabeza frustrado. No he sido el único idiota que quedó atrapado.

Ahora estamos a dispocisión del capitolio. Desearía haber muerto.
Anonymous
Invitado
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Tenia puesto un elegante traje que claramente era muy notorio de quien se trataba, una cinta naranja de presidente con el logo del Capitolio regia autoridad en aquella asquerosa prisión, escuchaba los gemidos de dolor de algunos prisioneros mientras se subía a la torre mayor con un ascensor que no era muy gratificante a decir verdad. Los guardias de paz a mi lado miraban al frente, mi sonrisa creció enormemente al ver como las puertas se abrieron, me entregaron las llaves de la celda donde estaba la pelirroja, sentía mas bien añoraba que fuera la persona que pensaba que era, sabia de la magia mejor que nadie y anoche mismo leí un libro sobre pociones, ella debía ser, sentía que mi corazón me lo gritaba, cuando abrí la celda los guardias pasaron primero, ala moribunda mujer le pusieron grilletes en las manos para que al despertar no intentara hacerme nada. Tome entre mis manos una grabadora de voz junto con algunos papeles, una mesa fue colocada en aquel lugar, tome asiento para escribir sobre la mesa algunas cosas referentes a la descripción actual de la mujer en cuestión. El grito de alguien a lo lejos percato mi atención, ¿donde había escuchado esa voz antes?, no le hice caso e pase la mirada a mis redacciones.

En mi mente venían recuerdos de la batalla, mi muto que era el inferí de mi propia hija muerta seguía mis ordenes pero algo hizo que se detuviera, mis poderes eran enormemente fuertes con aquella magia, a menos que el amor por algo se manifieste, si Erígone me daba esperanzas, quiere decir que puede caber la posibilidad de que mi hija usara la poción multijugos o tal vez no sea ella pero de todas formas no descartaría esa posibilidad.-Guardias salgan, que nadie entre, a menos claro que sean Stephanie o James.-se miraron asintiendo, salieron e cerraron la puerta con seguridad, se quedaron tres de ellos en la puerta para custodiar que nadie entrara ademas que los otros dos que estaban ahí hacia guardia con los demás en las otras dos celdas. Me quede en silencio para ver a la chica en el suelo, me levante de mi asiento sin prender aun el grabador, solo lo haría cuando sea necesario, después de todo no la quería muerta en un sitio como este; si la quería ver muerta seria en una gran pelea conmigo, la fuerza de ambos diría quien sobreviviría por ende mi hija saldrá en libertad en el caso de que esta chica sea mi hija de no serlo entonces me temo que se quedara aquí, morirá aquí y nadie jamás lo sabrá.-Despierta.-le pedí para volver a tomar asiento en mi silla.-

Mire aquella prisión en silencio, me daba cuenta que no era nada higiénica, podría presentar ante el senado una petición de restauración para este lugar, daba ya demasiado asco aunque si somos sinceros, la pestilencia de gente que venia a esta prisión merecían estos estados así que me lo pensaría en algún tiempo libre, en su defecto, nunca. Tome la pluma que estaba usando para escribir en un pergamino, la luz en aquel sitio era muy escasa por ende mire a todos lados para asegurarme que nadie me estaba mirando, alce mis manos cerrando los ojos y las llamas apagadas se hicieron mucho mas vivas que antes por que mi poder pese a no estar refinado podía hacer cosas pequeñas como esas. Pase la vista a la joven cuando empezó a moverse en el suelo, me levante de donde estaba sentado para pararme junto a mi silla, ella no podría llegar a mi por los grilletes que sujetaban a su mano, me quede en silencio con las manos ambas juntas como si rezara a la altura de mi mentón, parado en forma recta mientras en mis ojos brillaba la curiosidad.-Eso es, despierta, deja que vea esa hermosa carita.-comenta divertido, pero a la vez sádico, si era ella entonces en mis ojos destellaría la furia.-
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Stephanie M. Black
Fugitivo
Entro a la zona con uno de esos trajes elegantes que no pegan allí pero si pegan conmigo. La falda negra poco más arriba de las rodillas, una camisa elegante de botones blanca y una chaqueta a juego con el resto del conjunto. En los pies unos zapatos a tiras con tacones de más de diez centímetros y el cabello cayendo hasta la cintura en una especie de ondas irregulares. Es más que obvio que vengo de una de esas reuniones que no pueden esperar y requieren una cara al público que no suele gustarme poner pero hoy las cosas han cambiado mucho. Detrás de mi viene Kirtash con su habitual traje negro y gafas oscuras que ha tenido que quitarse por la oscuridad de aquel lugar.

Me detengo frente a la celda de Jeremy escuchando a ratos la voz de Teseo varias celdas más allá, cruzo una mirada con mi guardaespaldas antes de esbozar media sonrisa e ingresar. El nombre de Jolene se escapa de sus labios y por alguna extraña razón tengo un presentimiento extraño. - Jolene ¿eh? - Se me vienen un par de nombres a la cabeza que están relacionados con esa chica, y no sé porqué tengo la certeza de poder eliminar suficientes nombres para encontrar a la persona que tengo delante.

Kirtash avanza hacia él y lo inmoviliza en un instante dejándolo boca abajo en el suelo antes de que tres agentes de la paz más ingresen en la celda, se ubiquen cerca de la pared con las manos enlazadas a la espalda y cierren la reja. Doy un paseo de lado a lado, tan lento que casi parece que solo estoy esperando. - Has osado adentrarte en un lugar que me pertenece. ¿Sabes cómo me sienta eso? - Y ahí está, esa postura tan de víctima que tan bien se meda.
Stephanie M. Black
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Invitado
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Escucho pisadas llegar a la celda al otro lado de mí. Me arrastro con dificultad y busco desesperadamente algún hueco en la pared, uno que me deje ver quién se encuentra allí, pero no veo nada, no hay ningún hueco. Solo piedras regulares que se alinean perfectamente. Le doy un golpe a la pared con el puño, logrando que se me irrite y me duela, pero ya he llegado al punto en el que la adrenalina no me deja sentir mucho. Me arrastro hacia un monticulo de rocas en la esquina de la celda y grito, como si mi vida se fuera en ello, por que es lo único que puedo hacer ahora.-¡DEJALA EN PAZ!-No debí dejarla venir, no debí traerla, esto no debería estar pasando. A Jolene no puede pasarle nada.

Escuho pequeños susurros pero estoy tan debil por la falta de sangre que ni siquiera logro concentrarme lo suficiente para saber qué es lo que dicen. Poco tiempo después, otros pasos, más sonoros, como de tacones que golpean el suelo, llenan el silencio armonioso de este lugar. Ni siquiera tengo que ver su rostro para saber quién es. En un abrir y cerrar de ojos ya su guardaespaldas me ha tirado con la cara en el suelo y los dos agentes de paz han entrado a mi celda. Stephanie me ha encontrado, y a pesar de la voz de victima que está fingiendo sé que lo disfruta como un niño en navidad.

Sólo para completar esta miserable situación, comienzo a sentir aquellas burbujas de la poción de nuevo, y sé que me estoy convirtiendo en mí mismo. En Jeremy Mills. Forcejeo inutilmente, a pesar del dolor, pero las fuertes manos del guardaespaldas no me dan otra opción más que la de quedarme tendido en el suelo.

Miro hacie Stephanie con odio, el mayor odio que he sentido alguna vez en mi vida, ¿Por qué todo se resume a esto? Ella siempre ha tenido mi vida en sus manos, nuestra historia parece planeada y no una simple casualidad. Desde los juegos hasta este momento, y sé que no acaba aquí. Esto no va a acabar conmigo teniendo una muerte tranquila como en mi sueño, esto es mucho peor.-No me podría importar menos.-Escupo las palabras con enojo hacia su rostro y forcejeo otro tanto. "Ya no importa, ya nada importa".
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Stephanie M. Black
Fugitivo
Su grito pidiendo por la vida de la chica que apenas ha empezado a sufrir me hace reír. Avanzo a su alrededor dejando una distancia de seguridad, no porque tenga miedo en realidad de que pueda hacerme algo porque Kirtash no le dejará y porque añadido a eso puedo con él sin esfuerzo, sino porque hoy no me siento por la labor de dejar que escoria como él me ponga un solo dedo encima, y mucho menos la mugre que le rodea.

Me detengo cuando Kirtash me avisa de que pasa algo, se aleja por inercia mientras su piel se cubre de burbujas antes de que el efecto de la poción desaparezca y rebele a la persona que hay debajo. Me muerdo el labio con una cierta satisfacción. - Lo sabía. Ni siquiera sé porqué por un momento se me pasó Anderson Looper por la cabeza - Me burlo de él con toda la crueldad del mundo, porque siempre que puedo me encanta soltarle puyas, tener la situación bajo control. Eso me produce una sensación tan sublime cómo si me drogase. - Pero en fin... siempre he creído que es demasiado cobarde para hacer algo así... tú en cambio... - Me relamo los labios y agacho con las piernas muy juntas y mis brazos alrededor de éstas a poco más de 20 centímetros de él.

Suelto un par de risas de superioridad casi evidentes. - Oh si... tu eres en cambio el típico chico capaz de morir por una posibilidad inútil y casi inexistente - Llevo mi mano hacia su mejilla, mis dedos fríos chocan contra el calor de su piel probablemente provocado por los esfuerzos de intentar librarse momentos antes. El agarra de Kirtash se hace mas fuerte y de una sola presión le hace volver al suelo. - Y has visto cosas que yo quiero saber - Al principio acaricio su mejilla con mi dedo antes de enterrar mi uña gradualmente aumentando la fuerza. - Dime el precio que le pones a lo que sabes Jeremy Scott Mills

Stephanie M. Black
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El solo nombre de Looper me parece totalmente desubicado, ni siquiera había pensado en él, ni siquiera se me había ocurrido que el está de vuelta en casa y que Katie está sola. No lo pienso por que estoy muy ocupado tratando de proteger mi trasero, así que me importa muy poco lo que diga Stephanie sobre Anderson en este momento, me importa menos de lo que me importa si traigo puesta la camiseta azul o la morada. Ni siquiera tengo pensado mencionarle a Stephanie sobre Jolene, que es lo único que puede importarme en este momento.

Miro a la castaña, que se ve como un angel entre toda la sangre y humedad del lugar, blanca como la nieve e inocente, totalmente lo opuesto a lo que es. Irónico. Sus manos se ensucian con mi rostro y se sienten frías, un frío que me llega hasta los huesos y me hace sentir enfermo. Quiero que me deje de tocar, no se siente bien, es casi como si pudiera traspasarme con su mano, llegar a lugares muy vulnerables. Y cuando menos me lo espero su uña me abre una rasgadura en el rostro que estoy seguro que me ha comenzado a sangrar.

Rechino los dientes y suelto un pequeño jadeo de entre ellos. Alejo mi rostro aunque ya el daño está hecho, sigo forcejeando todo el tiempo, hasta que encuentro imposible la posibilidad de escaparme.-Ese nombre te queda muy grande, lindura.-Muevo la cabeza hacia un lado por el ardor, el único sonido que logro escuchar con perfección es el de mi propia respiración ir y venir. Tomo una decisión. No puedo traicionarlos.-Prefiero que me mates, gracias.

Miro a mi izquierda, a la celda de la otra prisionera, intentando escuchar algo de lo que pasa allí dentro, pero no se escucha nada. Probablemente ni siquiera ha despertado, espero que no lo haya hecho para que no escuche todo el jaleo que se está armando en mi celda.

Y sé que es mi final, sé que me matarán, que harán conmigo lo que se les de la gana. En mi interior ruego por que lo hagan rápido, por que no quiero sufrir más y por que ya he tenido suficiente de la vida. Me posiciono mentalmente en ese sueño en el que Jolene y yo moriamos, y me digo a mí mismo que aquella muerte, aunque demasiado prematura, hubiera sido la ideal. Pienso en todas las cosas que no pude hacer, los momentos que no pude tener, pienso... en un precio.

La parte más difícil es darme cuenta de que no tengo uno. No pienso vivir con esa carga el resto de mi vida, por que podré ser idiota pero no soy un traidor.
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Stephanie M. Black
Fugitivo
Suelto una risa cuando acepta morir porque el comentario de su nombre me trae sin cuidado. Larga vida en mi trabajo me ha demostrado que la gente solo dice gilipolleces cuando está a punto de morir, especialmente aquellas en las que te ruegan por una vida que luego desperdician. - El caso es que los muertos no le sirven a nadie - No soy precisamente alguien que haga gala de esa frase, sin embargo siempre que la gente ha dejado de ser útil para mi, he perdido todo mi interés en ella y ellos toda la protección que yo pudiera haberles dado.

Su mirada me rebela las pocas ganas que tiene de hablar y de alguna forma eso hace que aquello cobre repentinamente un interés más alto que antes.- ¿Donde está Jolene? Preguntabas por ella... ¿está aquí verdad?... la hemos cogido - Ahogo una risa muy cruel todavía con mi mano agarrando su cabello con tal fuerza que más que solo juguetear con su cabello siento que se lo estoy arrancando. Apoyo mi mano contra el suelo, aquella chica de la última vez con un síndrome por la limpieza ha desaparecido y en su lugar, una yo más propia de mi misma ha salido a la luz, y que probablemente él solo conozca de haberla visto por la televisión. - Hagamos un trato. Yo la dejo ir, y tu me dices lo que quiero saber - Mis labios se acercan a sus oídos, o más bien es su cabeza la que levanto del suelo para que se acerque a mi. - Sabes que puedo hacerlo - Añado con un regocijo interior que me pone de muy buen humor y que lleva un doble sentido específico. No se trata de que pueda dejarla ir solamente, se trata de que también puedo matarles a ambos si no me salgo con la mía. - Su vida a cambio de información - No menciono la suya en ningún momento incluso cuando no parece importarle que se la quite, porque él mismo me dice más de lo que cree. Piensa morir para protegerla, lo que hace mucho más fácil lo de manipularle ahora que Jolene está secuestrada también. - Eres un chico difícil porque lo tuyo nunca ha sido el dinero. Por suerte yo tengo algo que tu quieres... y eso nos deja con la posibilidad de un intercambio equivalente -

Suelto su cabello y por la presión que ejerce Kirtash sobre su cuerpo su cabeza vuelve a caer bruscamente contra el asfalto de la celda. Me levanto, me sacudo las manos que han quedado mugrientas y levemente ensangrentadas por el suelo y la propia piel del rubio. - ¿quien es el líder? - Mi voz empieza siendo calmada, pero conforme continúo con las preguntas se torna violenta y frívola. - ¿Cómo se llama y dónde está? -
Stephanie M. Black
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Jolene W. Yorkey
Mentor
No recuerdo el momento exacto en el cual todo se tornó oscuro. Puedo sentir la fría piedra contra mi piel, la humedad de las paredes, el goteo del techo, el frío colándose por mi piel... y sin embargo sé que estoy viva, que mi corazón sigue latiendo y, por algún motivo, no me han aniquilado. En cuanto intento moverme, noto que mis manos llevan algo helado en las muñecas. Mis párpados pesan, pero en cuanto logro abrirlos, me fijo en los grilletes que me sujetan y sé que estoy metida en el mayor aprieto de mi vida. Soy tan idiota.... ¿Por qué no me quedé en casa? ¿Por qué acepté seguir a Jeremy? Yo y mi estúpida necesidad de cuidar de las personas que me rodean. Algún día eso me va a condenar.

La voz masculina que retumba en la habitación logra helarme la sangre sin necesidad que caiga en la resolución de que se trata de la de mi padre, aunque a juzgar por el mechón colorado que cae sobre mis ojos, todavía no soy yo y no puede saber que he fallado a su petición de detener a los rebeldes. Intento moverme, pero el cuerpo me duele como si me hubiesen dado una paliza en todas partes y, de todos modos, al tener las manos atadas mucho no puedo lograr. Me dedico a buscar una salida con los ojos, aunque sé que no va a servir de nada.

¿Dónde están los demás? ¿Dónde está Jeremy? ¿Estará vivo o habrá muerto? La idea me hace estremecer, en especial porque lo he perdido de vista en medio del desastre y temo por él. Bueno, si ha muerto al menos está mejor que yo ahora mismo. Si me asesinan, mi muerte va a ser lenta y dolorosa y honestamente, no esperaba eso para él. El problema es que a las personas que tengo fuera de aquí, les espera lo mismo que a mí en cuanto sepan que la que se encuentra en la celda es Jolene Yorkey.

Sé que no puedo retrasarlo más y mis ojos, que no son los míos, van hacia los de mi padre. Casi puedo ver en ellos el reconocimiento y un gemido de angustia se escapa de mis labios, porque le he fallado y al hacerlo, le he fallado a todos. - ¿Qué es lo que quieres? - pregunto, intentando que la voz no se me rompa - ¿Una confesión? Pues, mejor olvídalo. No pienso abrir la boca. - Una parte de mí, la que recuerda que alguna vez lo he llamado "papá", es la que evita que le escupa en la cara.
Jolene W. Yorkey
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Invitado
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Suelto un suspiro cansino. Si no piensa matarme ¿Entonces qué? Sigo con mis dudas, preferiría ser asesinado rápidamente, pero no se lo digo. Tal vez si se lo digo podría aprovecharse de ello. Sus manos se enroscan en mi rubio cabello e intento no mirarla a los ojos, por repulsión más que por miedo, no puedo temerle a alguien que se tan indefenso. Su voz, en cambio, su voz es algo que si me traumatiza, que me llena de odio y dolor. Esa voz que solo oigo en mis pesadillas, en la arena, aquí, siempre cuando estoy a punto de morir.

No digo que sí, por que no estoy seguro de que la chica a mi lado realmente es Jolene. No tengo la menor idea de quién es. Pero tampoco quiero que muera por mi culpa. Hago ciertas muecas cuando el jalón de cabello se convierte en dolor en vez de roce, me sorprende notar que esta no es la misma Stephanie delicada que conocí en su oficina. Miro sus piernas delgadas apoyarse en el suelo y me pregunto ¿Qué habrá cambiado? ¿Es este su otro rostro?

Estoy a punto de soltarle que Jolene no es lo que quiero, que lo nuestro acabo, que yo he decidido alejarme de ella. Pero decir eso es una tontería, Jolene no ha dejado de importarme, no creo que deje de importarme nunca, solo hemos dejado de hablar, solo nos hemos distanciado para resolver los problemas emocionales en los que estamos metidos. Esta no es la primera vez que me amenazan gracias a la rubia, esta no es la primera vez que corre peligro por mi culpa. Algo en mi interior desea encontrar una poción secreta que me haga olvidarla para siempre, que me haga olvidar todo. Es un deseo que enciende la llama.

¿Por qué debo confiar en tí? ¿Cómo sé que no terminarás matandonos a los dos?-Niego con la cabeza y me río amargamente.-No me engañas, Stephanie, tu no eres una chica de palabra.-La miro de arriba a abajo.

"Piensa Jer, piensa", me digo una y otra vez. Necesito un plan, necesito pedirle algo, necesito subir las apuestas.-Va a tener que ser más caro que eso.-La miro a los ojos decidido.-Quiero que nos dejes ir a los tres, sanos y salvos, nos dejas ir y te diré cómo hemos llegado al capitolio, sólo eso. Pero primero quiero que la dejes ir a ella.

Pienso en lo que sé. Hago las cuentas, hago el recuento, lo que sé no los guiará a ninguna parte, lo que sé es solo una cuarta parte de lo que sucede. Sí, tal vez sea una pista, pero ¿Qué tan malo puede ser que le diga que tienen trasladores ilegales? ¿Acaso pueden encontrarlos de esa forma? No tengo la menor idea. Ni siquiera sé el nombre de el lider real de la resistencia. Parte de mí desea que asesinen al idiota del discurso agradable, no me caen mal los magos pero tampoco me agrada que discriminen a los muggles. Si algún día alguien nos tiene que gobernar, no quiero que sea el idiota con el ego mágico hasta el cielo.

Tampoco me veo a mí mismo deseando la muerte de alguien, pero desde hace tiempo no me siento como Jeremy Mills, recuerdo el momento en el sotano con Anderson, cuando le apunté con el arma, y los sueños. Tal vez... realmente solo he estado descubriendo una parte escondida de mí mismo. Tal vez el real Jeremy Mills si está dispuesto a sacrificar algunas vidas.

La miro de nuevo.-Eso o nada.
Anonymous
Invitado
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Note que se despertó por ende camine hacia ella tomando la silla que estaba detrás del escritorio para sentarme cerca de ella sujetándola de los pelos para levantarla como si fuera nada, observe sus ojos, sentía que no era mas que un mero disfraz, ponerse la piel de otro para ocultarse, eso se llama cobardía, el verdadero rebelde se muestra tal cual es y nunca pero nunca se oculta. Estos eran un par de mocosos que no tenían nada que hacer, deberían solo quedarse en sus casas y ser alguien en la vida, escucho los gritos de Steph en la otra sala por ende me doy una idea de que el que esta con ella podría ser alguno de los pimpollos que mi hija ama aunque tal vez se hayan escapado.-El inferí se negó atacarte, ¿sabes lo que significa eso?, que no eres lo que me muestras por fuera.-me levanto de la silla para patearla contra la pared soltando los pelos de la colorada.-

-Erígone no atacaría jamás a un miembro de su familia ni siquiera a mi, eso significa que tu eres mi familia, eres tu..¿no Jolene?.-sonreí con satisfacción, aunque lo negara si la poción fue tomada en la pelea o momentos antes entonces no faltaba mucho para que se le rompiera el disfraz a la blanca nieves. Suspire mientras golpeaba la puerta, esta se abrió para dejar entrar a una dama con un elegante vestido negro pero su rostro daba miedo, dejo sobre la mesa una pequeña caja de madera cerrada, sonrío de manera seca para salir de allí cerrando la puerta. Abrí la caja pasando apenas mi mano por ella, la misma dejo ver tres frascos de diferentes colores, tome la del medio, las otras las usaría si esta chica se negaba a cooperar.-Veamos..-destape la botellita, tome de los pelos a la chica y abriendo su boca a la fuerza hice que se tragara el contenido, la solté fuerte contra el piso, estaba enojado, decepcionado, me sentía terrible si ella era mi hija por que me vería afectado.-¿Eres Jolene Yorkey?, ¿Viniste a pelear para buscar las varitas?,¿Sabes quien es el líder?.-pregunte prendiendo la grabadora, me sonreí mientras la miraba.-

El veritaserum era la poción de la verdad, los magos solían usarla para que los detenidos en la antigua prisión de Azkaban dejaran salir lo que nunca dirían, sin embargo el Capitolio mantiene una amplia cantidad de Veritaserum escondida para usos especiales como estos. Observe como si la piel de la chica tuviera alteraciones que no eran comunes, sonreí de lado para sentarme con calma en la silla que tome, estaba claro que tenia razón, si ella supiera que en mi sangre corría la magia entendería por que me di cuenta de que ella era Jolene, solo que no lo sabría a menos no por ahora.-¿Por que hiciste esto?, ¿acaso no te dije que mataría lo que mas amas si te atrevías a traicionarme?, ordenare que traigan a Lyon al Capitolio, contigo no tardara en ser un rebelde mas.-dije prendiéndome un cigarrillo mientras la miraba.-
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Stephanie M. Black
Fugitivo
Chasco la lengua ante su sagaz pregunta, he de admitir que muchas personas creen comprender mi complejo mundo, pero también se equivocan en ello. Yo soy de todo menos una persona predecible, es lo que tiene tener a mil personas encerradas en una sola. - ¿confiar en mi? - No puedo evitar reírme. Me giro sobre los enormes tacones con un movimiento seco de modo que mi cabello sigue su curso y se acomoda elegantemente sobre mi hombro mientras mis manos permanecen enlazadas a la espalda. - Oh querido Jeremy, sobrestimas la confianza. Y si quieres un consejo, no te fíes de nadie - La idea es realmente tentadora, las muertes de las personas que no sirven para nada nunca viene mal. Pero ese es el asunto: Que no sirven para nada.

Vuelvo sobre mis pasos hacia él agachándome de nuevo y haciendo un gesto hacia Kirtash para que mengue un poco su agarre. - En eso te equivocas. Eres demasiado ingenuo para entenderlo, pero estamos en la era donde el conocimiento es economía - Muevo mis dedos, acariciándolos entre sí y llevando mi mirada a éstos donde puedo sentirlos ásperos por el polvo de todas las cosas que he tocado en los últimos diez minutos. - La gente tiene información y utiliza esa información para conseguir cosas. ¿Lo pillas? - Puntualizo eso último. - Si tú me das a mi lo que yo quiero saber, yo te doy lo que tu pides a cambio. Es así de fácil. Y eso querido mio, no es tener palabra... se llaman negocios -

Dejo aquella postura incómoda para reincorporarme viendo a Kirtash alejarse de Jeremy para que pueda moverse a gusto, pero suficientemente cerca para volver a bloquearlo si se le pasa por la cabeza intentar cualquier estupidez. - Me estás pidiendo la vida de tres personas a cambio de lo que sabes - Ahogo una risa en medio de una especie de suspiro del cual detrás hay un leve atisbo de burla. - Ya veremos si la información que posees al respecto vale la vida de tres personas -
Stephanie M. Black
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Jolene W. Yorkey
Mentor
Mis ojos siguen los movimientos de Teseo, que se acerca a mí de un modo amenazador que logra hacerme encoger en mi sitio. Ni se molesta en responderme; yo me centro en las voces que vienen de más allá sin poder comprender lo que están diciendo, pero pasan a importarme poco y nada en cuanto me toma del cabello para levantarme el rostro, sacándome un quejido de dolor. En cuanto me recuerda el inferi de Erígone, la imagen de mi hermana sobre mí dispuesta a matarme hace que el corazón se me estruje. Pero no quiero demostrarlo, no puedo hacerlo, porque sino van a descubrirme y todo se irá a la mierda. Pero entonces él lo dice, él lo sabe....y todo puede irse a la mierda.

En cuanto afloja el agarre, lanzo un suspiro de alivio que es reemplazado por un chillido en cuanto me patea, haciendo que choque contra la pared y me retuerza hacia delante, intentando respirar bocanadas de aire que ayuden a mi cuerpo. Lo escucho, pero soy incapaz de responder, tanto por el dolor como por el shock. ¿Cómo es que, si sabe que soy su hija, me está tratando de esta forma? Pero claro, él nunca se ha hecho famoso por ser un buen padre. Noto mi respiración entrecortada y un dolor estomacal que, algo me dice, no tiene nada que ver con su patada ni los nervios. Una mujer ingresa y yo busco la piedad en ella, pero no parece existir así que vuelvo a cerrar los ojos intentando serenarme, centrarme. Tengo que salir de aquí, averiguar si Jeremy está vivo, llevarlo conmigo lejos, en lo posible también a Andy, porque también lo amenazaron...

No logro ver lo que hace en cuanto mis párpados se abren, porque se encuentra de espaldas a mí, aunque escucho el choque de botellas y la mujer ya se ha marchado. En cuanto se voltea hacia mí, alcanzo a ver una pequeña botella con un líquido transparente antes de que vuelva a jalarme del cabello y echar mi cabeza hacia atrás. Intento resistirme y sacudo la cabeza, pero el líquido cae sobre mi garganta de manera obligada. Es como el agua, pero sé exactamente que a él no le preocupa mi sed. En cuanto mi cuerpo vuelve a golpear el suelo, mi cabeza me da vueltas y siento que todo se afloja. De golpe, los nervios han desaparecido, todo se ve gris y siento que no puedo hacer otra cosa que hablar.

¿Soy Jolene Yorkey? Que pregunta más estúpida y fácil de responder - Sí, soy Jolene Yorkey, del distrito 8 - todo el mundo lo sabe, todo el mundo me reconoce. Él mismo seguro lo hace ahora que el cabello que cae sobre mi rostro comienza a ponerse liso y rubio, y mi ropa vuelve a quedarme grande poco a poco. Sus preguntas continúan y mi cerebro tarda en reconocerlas - Vinimos por las varitas, habían tantos rebeldes, pero no conocía a casi ninguno. No sé quien es el líder. Yo no iba a venir. Escuché el mensaje por la radio, pero yo no lo descubrí. Me arrastraron...

Es la verdad, la más pura verdad. Yo solamente seguí a Jeremy, porque él toco mi puerta y yo lo seguiría hasta el fin del mundo. Su amenaza me es familiar y sacude un recuerdo en mi interior, haciendo que se me escape un quejido de dolor, aunque no se trata del físico. Algo húmedo recorre mis mejillas...¿son lágrimas? - No puedes lastimarlos. Lyon nunca se te unirá. Te odia, Teseo Yorkey, te odia como todos te odiamos. Te odia porque tú nos odiaste primero...
Jolene W. Yorkey
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El discurso de Stephanie me entra por un oído y me sale por otro, estoy tan adormecido por el dolor que no puedo pararme a tratar de entender qué es lo que quiere decir. Lo que saco de todo aquello es que quiere que primero le diga lo que sé por que esa es la naturaleza de un negocio. Paro de forcejear y la miro merodear por la habitación con las manos unidas, me da asco, me da rabia, y quiero matarla. Pero la miro a los ojos y digo lo que tengo que decir para salir de aquí.

Los rebeldes están usando trasladores ilegales, hasta donde sé solo tienen uno, por alguna razón no hacían más de un viaje a la vez. Así es como han llegado al capitolio.-Oigo en la habitación de al lado voces que suben el tono por cada palabra que mencionan. Si solo pudiera salir de aquí y llevarme a Jolene... -Y el lider... bueno, creo que ya lo conoces. Se llama August.-Pensar en ese hombre de actitud bochornosa me hace sentir enfermo. Casi estoy gustoso de mencionar su nombre por que nunca me dio buena espina. Por que deseo que se deshagan de él.-No tengo idea de cuál sea su apellido.

Escucho unos cuantos gritos del otro lado que mencionan un nombre que no logro descifrar. Aquella voz se parece a cada segundo más a la de Jolene, pero bien puede ser mi imaginación jugandome una mala pasada. No sería la primera vez.

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Stephanie M. Black
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Acepta... y por un momento me planteo el que me esté ofreciendo información falsa respecto a ello, sin embargo mientras habla mi mirada se posa sobre sus ojos, esos que tienen reflejado el miedo de perder a esa rubia que le cambió por otro. No lo entiendo, por mucho que lo intento no me cabe en la cabeza cómo puede seguir protegiéndola después de todo lo que ha pasado entre ellos. Frunzo el entrecejo cuando menciona a August y niego. - Te equivocas - Vuelvo a empezar a andar a su alrededor del mismo modo que un león acecha a su presa. - Él era una marioneta. Mía - Recalco lo de mía con cierto orgullo, tal que podría decirse que la sola idea de admitir que alguien me pertenece de esa manera me regocija. - Y le seguisteis sin pensar. Cómo un montón de ovejas sin daros cuenta de que os llevaba hacia un precipicio. -

Dejo de meter el dedo en la yaga porque no es precisamente lo que quiero, hasta que para de hablar. Mantengo el silencio un rato y alzo una ceja. - ¿Eso es todo lo que tienes? - Mi voz se nota realmente decepcionada. - No creo que sepas lo que significa negociar - Llego mi mano hacia su rostro apretando con los dedos indice y pulgar en su mejilla respectivamente a cada lado. - Eso no vale la vida de tres personas. Dime ahora lo QUE QUIERO SABER! - A medida que avanza la frase mi voz se hace más aguda, más fuerte, más irritada y desesperada como la de una niña caprichosa que no obtiene lo que quiere. También aumenta al mismo tiempo la fuerza que ejerzo con los dedos sobre su mejilla hasta el punto de enterrrale las uñas. - O te juro por mis huesos que las vuelo a ambas en pedazos -
Stephanie M. Black
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Estoy cansado, angustiado, pero más que nada harto de tener que ver el rostro sin emociones de Stephanie Black. Así que decido darme por vencido por que no voy a contarle nada más y no sé qué es lo que quiere. Creo que el límite de información que podía darle ya cruzó la línea y no hago más que encogerme de hombros y aceptar el destino de los tres sobre mis hombros.-Entonces hazlo.-Le respondo cínico.-Vuelanos en pedazos y ya no tendrás tu tan deseada información.

Estoy decidido a aceptar lo que sea que venga después de aquellas palabras, a morir, a ser el culpable de que dos personas inocentes mueran, sabiendo que puede ser Jolene la que esté a mi lado en aquella celda, es eso o vivir sabiendo que me odia por haber sido el traidor que arruinó el futuro de este país. Y prefiero mil veces morir calcinado hasta los huesos que llevar otra carga tran grande sobre mis hombros.

En un intento estúpido de salvar al menos la vida de la rubia le revelo uno de los secretos que me ha costado el pase directo a la muerte.-¿Quieres saber quién los guío a todos al capitolio? ¿Quién concentró a toda esa gente?-Parte de mí mismo se siente culpable por haber sido parte de ello, por haberlos guíado a una trampa, por haberlos herido. Y estoy de acuerdo si decide matarme por que lo merezco. Entonces me doy cuenta de que yo tengo la culpa de que Jolene esté aquí y recuerdo las palabras de Anderson, de todos aquellos que alguna vez me dijeron que me arriesgaba demasiado, que estaba metiendome en cosas más allá de mi entendimiento, y les doy la razón pero a la vez me digo que no podría haber sido de otra forma. La miro a los ojos y abro un poco los labios para dar un último respiro antes de contarle.-Yo fui. Yo mandé las trasmisiones.

Con el dolor escrito por todas partes de mi cuerpo engancho mi mirada en la suya esperanso su reacción. Pienso que probocarla para que me mate rápidamente es mi mejor opción y le meto un poco de cizaña a la situación.-Apuesto a que ahora de verdad me quieres volar en pedazos, ¿O no Steph? Apuesto a que por primera vez hay algo que no puedes controlar.
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Stephanie M. Black
Fugitivo
Es increíble la manera en la que me habla, ese modo que tiene de fingir que las cosas no le importan cuando lo hacen tremendamente. Siempre quiere dar el pego de que es capaz de morir por ideales que no comprenden porque los rebeldes son magos, cómo lo soy yo, cómo lo es papá, esta guerra ni siquiera es la suya pero él se está mojando hasta las costillas. Suelto un suspiro sin soltar sus mejillas, quiero enterrar mis uñas en él, hacerle daño, hacerle hablar, pero si algo me han enseñado nuestras conversaciones que parecen volverse una costumbre es que él no cede al daño físico, toda su vida se basa en lo mismo, siempre le ha importado una mierda morir, especialmente desde que le mandé a los juegos y habría dado su vida por que Jolene saliese de allí.

Llega un punto en el que mis uñas están tan enterradas en su carne que puedo sentir la piel romperse. - La información que tienes tú puedo conseguirla en otra parte - El asunto de todo esto es que no todos los sitios donde puedo encontrarla son tan manipulables como él. Le suelto cuando una leve gota de sangre inunda mi uña y la limpio sobre su camisa porque me niego a tener cualquiera de sus porquerias sobre mi. - Hay algo que estás olvidando... siempre... - Chasco la lengua y me separo de él dirigiéndome hacia la puerta. - Los mandaste allí porque August te lo ordenó. Y a lo mejor para entonces estabas inconsciente pero él trabajaba para mi - Especifico lo de mi de la misma manera que si estuviera hablando de un objeto que me he comprado esa misma mañana. - Nada ocurre a mis espaldas permanentemente. Y nadie sigue vivo si a mi no me da la gana que lo haga - Un solo gesto de mis manos basta para que los dos agentes de la paz agarren a Jeremy de los brazos y le arrastren fuera de prisión lanzándole por la puerta como si fuera un borracho expulsado de un bar. Minutos después hacen lo mismo con Ginnifer.

En cuanto paso por la celda de Jolene me detengo lo justo y necesario para ver el interior. Una mirada se cruza momentaneamente con Teseo y me giro sobre mis pasos desapareciendo al final del pasillo. La libertad de aquella rubia la voy a dejar en sus manos porque para desgracia de Jeremy Mills, la información que fingió poseer como si fuera verdad no vale ni siquiera su vida. Pero eso es algo que él no sabe... al menos todavía.

Avanzo por los pasillos de la carcel realmente irritada. Papá debe estar que echa humo por la cabeza y detesto cuando violan con tanta facilidad mis brechas en la seguridad. - ¿Por qué simplemente no les matas? - Las palabras llegan a mi oído suavemente desde mi espalda a la izquierda donde Kirtash está parado esperando a que el dirigible venga a por nosotros. Me giro para mirarle lo justo y necesario y luego le sonrío. Todo el foco de su mirada debajo de aquellos lentes negros está sobre mis labios. - Porque hay peores formas de torturarlo que simplemente matarlo - Esbozo una sonrisa, pero no las falsas de siempre sino las reales, las que salen de lo más profundo de mi cuando tengo un plan en la cabeza que se desarrollará en un terreno donde todas las cosas ocurren como yo quiero que lo hagan. - Además los juegos están por comenzar y el distrito siete no tiene mentor - Aquello denota gran ironía, una burla a lo que realmente significa ser mentor.

El dirigible se detiene lo justo para recogernos a ambos y tras subir a lo alto desaparecemos en el aire rumbo al capitolio.
Stephanie M. Black
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-Tu nunca entenderás mis decisiones. Él fue el único que se molesto en acercarse a mi para entenderme, él fue el único que se merecía mi atención por que mis hijas eran una inútiles. Lyon sabia que me marcharía pero creo que hizo bien su trabajo callándose la boca, entonces no puedes decir que no vendría conmigo cuando en realidad, no es tan inocente como crees en todo esto.-dije mientras la miraba llorar, gire la cara por que no podía soportar las lagrimas eran clara muestra de debilidad pero al mismo tiempo muy dentro de mi, tenia sentimientos, era mi hija pero no podía dejarme guiar por ello, no ahora cuando las cosas están en su mejor esplendor.-No te odio, solo tu piensas que te odio por que deje a la familia, si te odiara sentenciaría tu muerte ahora mismo.-le dije para que pensara bien antes de decirme cosas que no eran ciertas, no la odiaba pero tampoco la amaba, era una cosa bizarra de entender.-

-Mis padres me obligaron a casarme con tu madre, por que ella había quedado embarazada de Erígone, no tuve alternativa, no la amaba, jamás la ame. Pero los años me cegaron y nacieron tu y Lyon. El único que se acerco a mi era mi hijo varón. Erígone era una arpía, merecía morir, yo mismo me encargue de que la mataran pero nunca dije que debía morir así, dije discreción no mutilación.-comente para que quedara en claro que yo no fui el que ordeno que ella muriera de esa forma, pero el muto no se controlo y las cosas terminaron de manera horrible. Me senté en la silla delante de ella, saque un pañuelo de mi ropa para lanzárselo, así se secaría las lagrimas.-¿Por qué no solo te quedaste donde estabas?. Tenias que salirte para que te vean los agentes de paz, tenias que meterte con los rebeldes para caer aquí delante de mi. Yo por mi haría una vida normal, pero te ensañas en vengarte de algo que paso hace mucho años. De nada sirve matarme o intentar dañarme, aunque muera lo que amabas no regresara.-dije suspirando agotado de tener que pasar por misma cosa muchas veces.-

-Ponte estable, ordenare tu liberación.-me levante de la silla para apagar la grabadora, saque la cinta, me acerque a la ventana lanzándola por el vacío donde estaba seguro nadie la hallaría. Metí una cinta nueva a la misma para cerrar el dispositivo que grababa la conversación. Mire la nada, cerré la caja de las pociones para ordenar a los guardias de paz que se llevaran todo menos el expediente. Nos dejaron solos de nuevo, me acerque a ella.-Jolene, esta es mi ultima oportunidad, la ultima que te doy para que hagas bien las cosas, hija.-si la llame hija, algo que ni ella hubiera pensado escuchar algún día.-Si fallas de nuevo, decretare tu ejecución inmediata.-sin mas la mire a los ojos.-¿Entendido?, ¿o también quieres que ordene la ejecución de tu madre?.-
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Jolene W. Yorkey
Mentor
No sé donde estoy ni quien soy exactamente. Es mi padre el que me habla, el que da su discurso intentando explicar cosas que no necesitan explicación porque han ocurrido hace años y para mí, él solamente quiso dejarnos. Siempre va a ser así, no importa lo que intente decirme. ¿Por qué vine? Ya se lo dije, por seguir a Jeremy. Yo puedo estar del lado de los rebeldes, desear que esto acabe de una vez, pero no pensaba poner en riesgo la vida de las personas que amo. No puedo perderlos como perdí a Erígone.

En cuanto me ordena ponerme estable, unos agentes de la paz ingresan para llevarse archivos y quitarme los grilletes, por lo que me pongo de pie con lentitud, sintiendo las piernas temblando. Algo me golpea y noto un pañuelo, que tomo con unas manos temblorosas que ya reconozco como las mías, para después llevarlo a mis ojos, limpiando unas lágrimas que ya ni recuerdo haber soltado. Su amenaza no provoca el efecto deseado en mí, tal vez porque no estoy en mis cabales o tal vez, porque no me importa que me maten. Sin embargo, en cuanto la amenaza va directo a mi madre, frunzo el ceño, parpadeando. No puedo amenazarlo, porque la honestidad ahora es el punto fuerte de mi persona; no puedo mentir y decirle que no tengo miedo. Pero hay una verdad que no puede quedarse callada - No puedes tocarla. Sabes muy bien que yo buscaré matarte en caso de que hagas algo contra los míos.

Alguien me da un empujoncito y noto que es uno de los agentes. Mis manos se cierran con fuerza alrededor del pañuelo que contiene el perfume de mi padre y le echo una última mirada de veneno. No lo he visto durante años y ahora lo veo continuamente para recordarme que es una amenaza para mí y mi gente. Y sin embargo, me ha perdonado la vida dos veces. Algo me dice que no va a haber una tercera. Una cosa es segura, y la medito mientras me guían fuera de la Isla de Alcatraz, hacia mi fingida libertad: si doy un paso en falso, todos los que me importan mueren. Y si hay alguien que puede detener a mi padre, soy yo misma.
Jolene W. Yorkey
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