The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Los días pasan con una rapidez asombrosa, los moretones que Jared me causa cada vez que entrenamos van desapareciendo y van siendo reemplazados por otros en otros sitios. A estas alturas después de todo lo que ha pasado ni siquiera me molesto en ello, ¿que tengo moretones en la piel? ¿Que más da? llorando por ellos no me van a desaparecer y menos a dejar de doler. Así que simplemente me limito a ignorarlos aprovechando las horas que paso con los calmantes que Allen me da cada vez que voy a su hospital para que arregle lo que mi tío estropea en mi, para que me llene de vendajes por todas partes y tras ésto regreso a casa, saco el Skate y doy un paseo hasta que cae la noche o hasta que Jared se acuerda de que existo y va a buscarme.

Así son todos los días de mi vida desde que vivo en éste sitio. No sé como considerarlo. Mi madre está en coma, a mi casi me matan más de 3 veces, sufrí durante lo que fueron casi dos semanas una enfermedad que casi me mata y que además contagió a Allen y ahora no paro de recibir palizas porque según mi tío Jared quiere prepararme para un posible ataque e intrusión del capitolio en nuestro territorio. Ahora además hablo de los rebeldes como nosotros, y no como ellos.

Esa tarde tras dar un paseo por el parque que tiene la mitad de los árboles quemados, me paso por el distrito comercial andando con el Skate bajo el brazo y las costillas ligeramente doloridas aún recuperándose de la última vez que me las rompieron. El distrito 11 ha cambiado bastante desde que vivimos aquí, las personas que se unieron a la rebelión ahora son parte de nosotros, y algunos incluso conservan sus tiendas intactas, pero las demás que quedaron abandonadas porque pertenecían a personas que se marcharon, han sido saqueadas. Me meto en una de esas con la esperanza de encontrar algo que sirva como piscina, sino una piscina de verdad; mi tío Andrew me tenía una en el patio trasero de la casa para los días en los que más hacía calor, me quedaba demasiado pequeña, ni siquiera sé si alguna vez cupe entero en ella, pero sentarse dentro con los pies fuera y la espalda apoyada en uno de los lados era suficiente para pasarme fresco el resto de la tarde.

Quizá tenga suerte y encuentre algo más grande, aunque con encontrar una de ese tamaño me conformo. El verano viene pronto y no me gusta pasar calor. Dejo el Skate en la entrada apoyado contra la pared para poder moverme con más libertad. El interior está hecho un caos y muchas de las estanterías se han caído al suelo o bien se han quedado en diagonal peligrando con caer pero sin hacerlo. Voy con cuidado de no mover nada que pueda provocar que todo eso me acabe aplastando porque ya tengo bastantes heridas en el cuerpo como para añadir unas que podrían matarme, y cuando llego al almacén empiezo a rebuscar entre las cosas. No hay casi nada, se lo han llevado todo, pero la mayor parte de la gente en situaciones como la que estamos ahora opta por llevarse cosas que le servirían para algo. Intento decirme eso varias veces para convencerme de que nadie puede haber tenido la idea de robarse una piscina, e incluso cruzo los dedos.

Un golpe suena cerca de la entrada, en la zona que he dejado atrás y hace que me gire bruscamente. Las cosas están ubicadas de forma muy irregular por lo que me es imposible tener una visión clara de todo el lugar. - ¿Quien anda ahí? - Inmediatamente activo mis defensas, como me enseño Jared: puños en alto, espalda semi recta, un pie delante del otro y en un espacio que me permita ver a mi enemigo primero y por ende, reaccionar antes que  él.
Seth K. Niniadis
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
No soy consciente de cuanto tiempo llevamos ya aquí, ¿días?, ¿semanas?, a mí todo me parece lo mismo, ni si quiera se a qué día estamos, o que día de la semana es, no me importa. Es aburrido estar aquí, no hay nada que hacer, aunque en realidad si que lo hay. Lo único que puedo hacer para perder el tiempo es arreglar la casa en la que vivimos ahora Allen y yo, o dejarla lo suficientemente limpia como para causar una sensación de felicidad y calidez en ella, cuando al contrario es fría y solitaria. La mayoría del tiempo la casa está tan solo ocupada por mí, pues Allen está en el hospital, o haciendo yo que se que cosas. Últimamente Allen anda muy ocupado, y que queréis que os diga, no me resulta muy cómodo estar sola en la casa, es triste, vacía, y pensar que en cualquier momento puede haber un bombardeo aquí, no arregla la idea de hacerla más acogedora.

Dejando a un lado el tema de la casa, la vida en el distrito once se me hace similar a la del dos, y eso me hace sentir como en casa, pero por una parte, me recuerda a mamá y papá, ¿donde estaría ahora si ellos estuvieran vivos? No lo sé, eso es cosa del pasado, ahora estoy en el presente, debería de dejar de torturarme pensando en ellos, no van a volver, lo tengo asumido. A parte de eso, volver a hacer cosas de antes es estupendo, aunque no sea lo mismo, al menos se le asemeja.

Conseguir el distrito once para nosotros fue un faro a la esperanza, tanto, que hasta a Allen se le olvidó el tema de que me había fugado de casa y había venido aquí sin su permiso. Casi, casi se le había olvidado, pero hubo un día en el que salió el tema, y obviamente, no pude salir bien parada, le había desobedecido, pero tenía una razón, y eso le bastó para solo darme una reprimenda, que yo consideraría como nada.

Como cualquier día, yo estoy en casa, aburrida, mientras Allen está fuera, y probablemente tarde unas horas más en llegar, y si me voy un rato, no creo que note mi ausencia, hasta igual con suerte, llego antes que él de mi paseo. Por tanto, salgo por la puerta de la casa, dando un pequeño portazo para que se cierre bien, porque el cierra no va muy bien, que digamos. Es uno de los pocos días en los que decido salir de casa, me he mantenido un poco aislada de todos los demás, pero hoy no me he podido negar a salir a tomar aire fresco, al menos por un rato. Camino con la mirada baja, golpeando a las pequeñas piedras que se cruzan en mi ruta, alzando de vez en cuando la mirada para saber por donde voy, o donde me sitúo.

Acabar, no se donde acabo, lo único que puedo decir a mi favor, es que he seguido a mi instinto, y si me ha querido llevar a este lugar, será por algo. Levanto un poco la mirada para darme cuenta de que me he metido dentro de una especie de tienda abandonada, donde probablemente antes hubo una familia trabajando aquí, caída en el olvido, después de la guerra. Una familia destruida, y no será la única, ¿cuantas viviendas y tiendas estarán desalojadas por culpa de la casa? Nunca más volverán a pisar su casa, suena triste, y más vivirlo. Ahora mismo, Allen y yo estamos viviendo en una casa que seguramente antes tenía dueños, y que ahora ya no está. Sacudo la cabeza, en un intento de despejar mi mente, pero sin querer me tropiezo con un trozo de madera desperdigado por el suelo y caigo al suelo de rodillas, apoyándome con las manos, y cuando retiro mis manos del suelo, me doy cuenta de que me he clavado unos cuantos cristales que están rotos en el suelo al caer. - Qué torpe... - susurro para mí, quitando cada cristal de mi mano con fuerza, tratando de que no sangren mucho las heridas. Me limpio la sangre en la chaqueta, ya la echaré a lavar cuando Allen no mire. Al poco rato oigo una voz cerca de mí. La voz me resulta algo conocida, pero no estoy segura de quien es realmente. Camino de espaldas, intentando ver si hay alguien donde estoy yo, cuando me choco con la persona que estaba buscando. Me giro rapidamente del susto que me ha provocado el susto, pero ocultándolo cuando descubro quien es. - ¿Seth? ¿Qué haces aquí? - pregunto sorprendida mientras lo examino con cautela, sin pasar por alto cualquier detalle.
Alice D. Whiteley
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Estoy temblando un poco lo cual es tontería porque el distrito 11 es propiedad rebelde, sin embargo los últimos días Jared no para de meterme miedo, que en cualquier momento recuperarán fuerzas y nos invadirán y si no sabemos resistir acabarán con todos nosotros. ¿Y si ese momento ha llegado ahora? Toda mi vida me he estado preparando para este momento, para vivir con mi madre y con tío Jared aún sabiendo lo que eso suponía, pero jamás creí que ahora que tenía la oportunidad de formar parte de su vida me acobardara tan fácilmente. No me extraña, me intento hacer el valiente pero el problema más grande al que me he enfrentado antes es a un montón de matones en el colegio con los que podía sin pensármelo dos veces porque ninguno de ellos lleva un arma. Ahora, todos van armados, un disparo más y podrían volarme la cabeza.

Mientras pienso en eso casi puedo sentir la herida del hombro que aún está curándose, paso saliva y respiro casi tranquilo cuando veo a Alice, por suerte, antes de meterle cualquier golpe. No me gusta pegar a las chicas, eso no está bien. Bajo mis manos sintiéndome un tanto ridículo y me encojo de hombros de mala gana. - Estaba maskndasd - Acabo refunfuñando el resto de la frase mientras recupero mi ego habitual y además mi confianza en mi mismo que parecen esfumarse con mucha facilidad desde que casi me muero de tuberculosis y además me metieron un balazo que centímetros más abajo también me habría matado. Hago una mueca y vuelvo a lo mío empezando a buscar entre las distintas cosas alguna piscina, este distrito no puede ser tan pobre como para no vender una. - Busco una cosa, ahora que todo el mundo ha saqueado las tiendas me ha dado a mi también por ello - Mi tío ahora mismo me habría dado un bofetón, pero es que últimamente cualquier excusa es buena para darme.

En momentos como éste es cuando hecho a Tío Andrew de menos, le hice cosas verdaderamente horribles y jamás me levanto la mano. Supongo que me hacía falta, ahora que tío Jared no para de hacerlo tengo tanto miedo de abrir la boca que hasta he dejado de decir palabrotas y de decirle lo mucho que le odio por haberme abandonado y luego condenado a una vida que yo supuestamente quería. ¡Pues claro que la quería! Aquí está mi madre, aquí no tengo que ver a mi hermano gemelo pasando a mi lado como si yo fuera invisible porque no tiene ni puta idea de quien soy, ni tengo que ver el montón de estúpidas fotos que me recuerda que nosotros éramos tres, pero ahora solo somos dos... en realidad soy solo yo. Un niño sin padre, un niño sin gemelos, un niño abandonado por todos los Niniadis porque no parece tener la suficiente fuerza de sobrevivir en el mundo de los rebeldes.

Pateo uno de los objetos lo que desencadena que se caigan más. Me cubro la cabeza y me alejo un poco, por suerte lo que cae al final resultan ser un montón de cajas llenas de cosas hinchables que apenas pesan. - Lo siento. ¿Estás bien? - Lo que me falta ahora es matar a la medio hija del novio de mi tío, ahí sí que soy hombre muerto.
Seth K. Niniadis
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
Me quedo observando a la nada, sin mirar a Seth directamente a los ojos cuando refunfuña algo que no logro diferenciar, supongo que no quiere hablar de ello. A mi tampoco me gusta que la gente se entrometa en mis cosas, ni que me siga, o cosas por el estilo. En casa lo hacían constantemente, estaban encima de mí las veinticuatro horas del día, y eso no me gustaba para nada. Ahora con Allen es diferente, él no está atento de mí como ellos, quizás porque él no sabe lo que me pasa, y yo tampoco pienso contárselo, me quitaría la libertad, me pondría toda la atención que me pusieron mis padres, me vigilaría como hicieron ellos, no quiero eso.

Ignoro por un momento a Seth, mientras comienzo a morderme las uñas de una mano, apoyada en lo que creo que es una pared, pero al ver que se mueve por su inestabilidad, recupero la compostura y atiendo a lo que dice - ¿Puedo saber qué es lo que buscas? A lo mejor te puedo ayudar - la verdad, no creo que me responda, no le debe de gustar la gente cotilla, y puesto que yo no lo soy mucho, no debería meterme, pero me pica la curiosidad. Es raro, no me suele interesar las cosas de los demás, a no ser que tenga que ver con mi familia, o con algún tema que me interese, es más, no se que hago aquí, yo no estoy buscando nada en realidad, pero como ya mencioné antes, la curiosidad se impregnó en mí, y ahora no hay quien me la quite.

Observo como patea algunas cajas que hay en un estante, y que eso hace que se caigan más baldes justo encima de mí. Alzo un poco los brazos para taparme la cabeza con ellos, a pesar de que si me cayera la caja encima, no sentiría lo más mínimo, ni si quiera si me golpeara toda la estantería que tengo en frente me dolería. Supongo que es una ventaja, o tal vez no, no lo sé. Mamá siempre decía que el mundo sin dolor era un infierno, y que era mejor sentirlo que no. A mí, siendo lo más sincera posible, me gusta. ¿Venga ya? ¿a qué niño no le gustaría no sentir nada cuando se cae jugando y volver a levantarse como si nada? A todos, es como ser una super persona que no siente dolor, o eso me decía Rebecca, que era una superheroína que no siente dolor, y que por eso yo era especial. Durante unos años me lo creí, hasta que descubrí que no sentir dolor es como ser un pequeño bicho raro defectuoso.

- Sí, estoy bien, no me has echo daño - digo dejando esa respuesta en el aire, esperando que ese tema no siga demasiado adelante. Camino un poco detrás de Seth, siguiéndole para ver que hace o a donde va, a ver si así consigo descubrir que se trae entre manos.  
Alice D. Whiteley
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Suspiro cuando me dice que está buen y vuelvo a mis cosas, revisando las diferentes estanterías pasando mi mano por las cajas esta vez teniendo cuidado de no provocar otro derrumbe, no me apetece quedarme aquí encerrado hasta que alguien se de cuenta de que no estoy y acabe por venir a salvarme. Eso me daría complejo de damisela en apuros y no estoy por la labor de seguir golpeando mi ego de esa forma. Por inercia me llevo la mano al pecho, en el mismo lugar donde todavía puedo sentir la cicatriz de la bala que si bien ya no es tan abultada, la siento como si lo fuese. Mascullo algo en no estoy seguro que idioma exactamente (puede que le mismo con el que hablaba con mis hermanos cuando no queríamos que el resto del mundo se enterara de lo que estábamos pensando) girándome hacia Alice cuando me pregunta lo que busco.

Medito si debo decirselo, lo mismo ella también se antoja de tener una piscina y luego resulta que solo tenemos una. Igual no me gusta hacerle el feo a nadie que ha sido amable conmigo, especialmente con lo mal que lo pasé cuando estaba en la cama en el distrito 11 pensando que mi madre moriría. Ella aguantó muchas cosas de mi, palabrotas, gritos e incluso borderías, así que se lo debo. - Una piscina de esas portátiles - Me encojo de hombros como si a la larga me diese lo mismo no encontrarla. - Es para el verano. Pronto empezará a hacer calor y a mi no me gusta el calor. He pensado en que una de esas piscinas me arreglaría mucho la vida. - Volver a casa después de las palizas que me está metiendo Jared para que aprenda a defenderme, no sería tan duro.

Paso mi mano esta vez por la mejilla donde puedo sentir el último golpe que me metió todavía y que probablemente estará amoratado ya. - Podemos buscar dos si tu también quieres una. - Me muerdo la lengua antes de soltar que si encontramos solo una me la quedo yo porque fue mi idea, no creo que sea un comentario muy amable para alguien que se ha ganado que me esfuerce en que sea amable. Sigo avanzando por la trastienda esquivando las cosas que están en el suelo, viendo incluso al fondo unas de esas figurillas de cerámica que a mi madre tanto le gustaban cuando vivíamos en el seis; antes de que toda esta mierda pasara. A pesar de lo feo que parece el panorama para llegar a ella, me pongo a cuatro patas y lo intento. Más de una vez está a punto de caerme media tienda encima pero cierro los ojos, estiro la mano y ruego que alguna fuerza superior anule la diferencia que hay entre esa figurilla y yo.

Al final pasa. Mis dedos se estiran más o mi brazo se estira mas, no lo sé en realidad y no me importa; pero la figurilla está en mis manos. Salgo con cuidado y me quedo sentado en el suelo mientras la miro. Durante un instante paso mis dedos por ésta con toda la delicadeza de la que dispongo. - A mi madre le gustaban estas cosas, cuando era pequeño - Ahora que lo pienso no sé nada de ella. Me abandonó cuando tenía seis años y ahora que tengo catorce repentinamente quiere que finja que nunca me dejó. Eso resulta frustrante porque no sé como comportarme, tengo tantas cosas encontradas dentro que me es imposible elegir solo una. En un arranque de rabia tiro la figurilla en cualquier sitio y me levanto. Ya no pienso llevársela, no merece que se la lleve.

Acerco una de las cajas a una de las estanterias cuando me parece ver un dibujo azul en una de las cajas de la parte superior y hago un gesto a Alice para que venga. - Sube tu, que pesas menos
Seth K. Niniadis
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
Le observo en silencio como continúa buscando aquello que parece tener tanta ansia de encontrar. Yo, por mi parte, me acerco a una pequeña cómoda donde encima está colocado un espejo que al parecer está intacto. Me observo a mí misma en él, y también a Seth tras de mí, aún tratando de localizar lo que busca. Suspiro y me giro hacia él, pasando mi mirada por toda la sala, que apenas se mantiene en pie. Suelto una pequeña risa que no debería haber soltado pero que se me escapó, lo de la piscina me ha hecho gracia, me esperaba cualquier otra cosa, pero no una piscina portátil.  - No te preocupes, yo no siento el calor, así que no hace falta, busquemos una para ti -  digo dejando pasar esa frase por el aire, pero me paro en seco al meditar lo que acabo de decir, y a quien se lo he dicho.  - Ignora eso, vamos a seguir buscando - suspiro ante mi torpeza y me dedico a buscar  vagamente por la habitación. No es que me importe mucho que se lo haya dicho, no tengo porque contarle nada aunque  lo pregunte, y quien sabe, igual ni se ha enterado de lo que he dicho, que más da.

Me subo a sillas, a estantes con cuidado, pero no encuentro lo que Seth anda buscando, yo creo que el distrito once no es tan rico como para tener piscinas portátiles, pero yo no voy a ser la que le quite la esperanza. Eso estaría mal, al igual que cuando murieron mis padres, a lo único que yo estaba agarrada era a la esperanza, hasta que la perdí, aunque eso no importa ahora, tengo a Allen, que aunque no es mi padre ni mi madre, se comporta como si lo fuera.  - Ten cuidado, Seth, a ver si te cae media estantería encima y tengo que ir yo a ayudarte - bromeo en un tono sarcástico cuando se pone de cuatro patas y se arrastra por el suelo para coger algo. Por un momento pienso que ha encontrado su piscina, pero al ver el tamaño que tiene en su mano niego rotundamente esa idea.  Cuando me fijo mejor, veo que es una pequeña figura de cerámica que tanto como el espejo, está intacta. Sonrío al oír sus palabras, a mi madre también le gustaban, pero no tenía el lujo de comprárselas porque costaban demasiado, algunas veces, el día de su cumpleaños, papá le compraba alguna, si había conseguido suficiente dinero para ello. Cambio mi sonrisa a una mala cara cuando la lanza a saber donde, rompiéndose en pedazos. - No sé lo que te habrá hecho tu madre, pero sea lo que sea, la figura no tiene la culpa - digo un poco molesta, eso me ha recordado a mi hermano, el mayor de todos, que cuando se enfadaba comenzaba a darle patadas a cualquier cosa que veía por medio, y eso no me gustaba. Me agacho junto a la figura hecha pedazos e intento recomponerla, sin mucho éxito.

Me levanto, limpiando mis manos llenas de polvo del suelo en mi chaqueta y me acerco a donde está Seth. Espero que la piscina portátil esté ahí arriba porque si me caigo me habría caído a lo tonto. Suspiro y comienzo a intentar subir por la estantería para conseguir llegar a la parte superior, podría haber acercado una silla, pero esa idea no se me había ocurrido antes de estar ya a un nivel más alto del suelo. Cuando consigo agarrar la caja donde se supone que está la piscina, me bajo de un salto hacia el suelo. Error. La estantería comienza tambalearse hacia un lado, el lado en el que estamos Seth y yo. - ¡Muévete Seth! – le grito pegándole un pequeño empujón hacia un lado porque no parece moverse. Al final, logro que los dos quedemos a una distancia suficientemente grande como para que no nos aplaste la estantería. - Toma anda, espero que haya valido la pena - le digo cediéndole la caja en la que se encuentra la piscina. - ¿Y ahora qué? ¿Lo recogemos o…? - pregunto a lo referente de la estantería, me sentiría un poco mal pensar que esto era de alguien y nosotros solo por un capricho lo hayamos destrozado.
Alice D. Whiteley
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
La miro cuando dice que no le da calor dudando si lo ha dicho en broma o no, no conozco hasta el momento nadie que pueda decir eso, especialmente en verano. Tal vez esa gente rica que ni siquiera vivía en mi distrito y que tenía para pagar un aire acondicionado. El distrito seis no es especialmente pobre pero tampoco especialmente rico así que nosotros no teníamos, debía aguantarme todo el verano con aquella piscina hinchable que me regalaron cuando era pequeño y que empezaba a quedarme pequeña. Sin embargo tampoco soy tan tonto como para creer que ella y Allen viven en una casa que tiene uno. Estamos en el distrito 11 y si algo me enseñó la Geografía es que este distrito y el dos, son los más pobres de todo el país. En ésta casa, salvo aquella en la que vivía la alcaldesa probablemente, tienen lujos como ese. - ¿por qué no sientes calor? - pregunto cuando me dice que lo ignore porque entonces despierta mi curiosidad. - Si puedo preguntar. En fin. Tampoco te voy a obligar a decírmelo. - Ella nunca me obliga a nada, ni siquiera a que le contara lo de la piscina, de lo que por cierto se río pero decidí pasar por alto. ¿Qué tiene de gracioso? Es una idea ingeniosa después de todo ¿no?. Ahora me siento medio estúpido.

Salgo de debajo de todas esas estanterías mirando la figurilla que ella me dice que no tiene la culpa. - Ni que tuviera vida o algo así - Lo peor que le puede pasar es romperse, ¿y qué? Casi todo lo que hay en las tiendas está roto por culpa de las batallas que se libraron aquí o porque son cosas que luego rompieron cuando intentaron saquear en busca de cosas útiles para llevarse. La miro cuando la levanta del suelo y me pongo algo triste porque realmente se ha roto. No la tiré con esa intención, pero son cosas que pasan supongo, cuando tratas los objetos como si fueran basura. Pongo mis manos sobre la estantería apretándola hacia la pared cuando ella empieza a escalar por ésta, mientras sube bajo la vista al suelo y cierro los ojos con fuerza mientras deseo internamente que no se caiga y se parta algo porque entonces ya la hemos liado. El sonido de sus pies golpeando contra el suelo me hace abrir los ojos, está intacta. - Bien! - Me emocioné demasiado pronto. En dos segundos se nos cae la estantería encima y si no hubiera sido por su empujón yo no habría sido capaz de reaccionar con rapidez.

Me cubro la cabeza mientras las cosas caen y al final ninguna nos golpea. De pronto, quizá por los nervios, empiezo a reírme. - Casi nos morimos y yo riéndome. La virgen, cállame - Agarro la caja cuando me la tiende con un ligero rosa tiñendo mis mejillas de la felicidad. Sí, así soy yo, cosas tan simples como una piscina hinchable me hacen feliz. - Gracias - Me levanto para que nos marchemos mirando la estantería en el suelo cuando pregunta si la recogemos. Arrugo la nariz extrañado. - ¿Para que? Todo está destrozado de todas formas. - Mi mirada se va hacia la figurilla que yace en el suelo en varios trozos y me agacho a recogerla teniendo cuidado ésta vez en un momento de estupidez pasajera. La pego contra mi camisa como si así pudiera protegerla de todo mal mientras salimos del local. - Ahora podemos ir a casa a montarla. Hay una mujer que vive junto a nosotros que ha robado la panadería - sí, así de gracioso como suena. - Dice que ha hecho ella los pasteles y le ha dado a mi tío algunos: También podemos merendar o algo. - Mientras hablo voy caminando hacia fuera mirando de vez en cuando hacia atrás para asegurarme de que me sigue.
Seth K. Niniadis
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
Le analizo con la mirada cuando me pregunt por aquello que pedí que ignorara, tratando de descifrar algún fallo en él que decida si fiarme de él. No veo ninguna razón por la cual no contárselo, no creo que sea un chivato, no tiene pinta de ello, aunque las apariencias engañan, cómo mil veces me pudo repetir eso papá hasta que algún día le hice caso, aunque quizás aún no lo haya hecho del todo. Sonrío, pensando en una estrategia mejor. - Pues porque no, ni el frío, ni el calor, ni el dolor, ¿sabes? Cómo un superhéroe, con sus superpoderes, pues es igual que yo, esos son mis superpoderes - contesto mostrando una pequeña sonrisa en mi rostro. No es del todo la verdad, aunque en cierto modo, sí, es como un superpoder no sentir dolor de ningún tipo, o diferenciar temperaturas, a cualquier niño le hubiera gustado hacer eso, ¿no? Así lo veo yo.

Me encojo de hombros a su respuesta. - Quizás no la tenga, pero tiene valor, no se debe menospreciar las cosas así como así, y menos en estos tiempos, no creo que la figura nos hubiera servido de mucho contra la guerra, pero imagínate que eso que has tirado es un arma, digámoslo así, y se rompe, sería un arma menos en la lucha y un punto a favor del bando contrario, pues es lo mismo. - ¿tiene sentido? No lo sé. La mayoría de las veces, digo lo primero que se me pasa por la cabeza, como si son tonterías o como si no, tampoco es que sepa mucho de la vida real, tengo doce años, la guerra es cosa de mayores, y a mí me quedan unos cuantas años más para que se me considere un adulto.

Me río con él, tan solo porque me ha hecho gracia su expresión y no por otra cosa, por suerte no nos ha caído la estantería encima, si se nos llega a caer, probablemente no estaríamos riendo, ni mucho menos. - Mejor reír, que llorar, ¿no? - bromeo entre risas, mientras vuelvo a echar una mirada triste a la estantería. No es nada, lo sé, pero me siento como si hubiera invadido la intimidad de alguien, aunque no es el caso, porque es una tienda, y se supone que las tiendas están para vender y que la gente mire las cosas. - Sí, tienes razón, no importa ahora - afirmo a su teoría y me acerco a él para ayudarle con algo. - Genial, me muero de hambre - Digo, agarrando de algún modo la figurilla rota en su camiseta entre mis manos - Trae, déjame que te ayude, que estás cargando con todo - Digo asegurándome de que no falta ninguna pieza de ella, y esperando a que no se me caiga nada al suelo.

- ¿Y tú como estás, Seth? ¿Jared está haciendo algo contigo? Lo pregunto porque soy observadora, y en más de una ocasión te he visto hacer muecas de dolor, ¿o me equivoco? Además de que te está saliendo un moratón en toda la cara - se lo comento por si ni él mismo se ha percatado de ello, aunque es probable de que sí. Soy observadora, quizás demasiado, pero eso de algún modo es bueno, no me pierdo detalles que mucha gente pasaría por alto.
Alice D. Whiteley
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Lo del superpoder me parece raro, he leído en los comics sobre eso pero son solo eso, comics; se supone que en el mundo real no pasan esas cosas. Hago un par de muecas y decido creérmelo, no conozco un motivo por el que me mentiría con algo así, y aunque suene irreal ¿es que hay algo que en las últimas semanas haya escuchado que me parezca real? todo lo es, pero nada me lo parece. La guerra, los ataques al 11, la gente que ha muerto por culpa de todo eso, mi madre en coma. Todas esas cosas han pasado delante de mis narices, y aún las siento como si se tratara de una película que estoy viendo en tercera dimensión, sin que yo pueda intervenir en ella o cambiar las cosas como en otras situaciones debería estar creyendo. Si esto es real yo estoy dentro, y tarde o temprano de verdad tendré que intervenir si no quiero morir o que alguien que me importa acabe muerto. - Suena guay. Yo no tengo ningún superpoder, salvo la de cabrear gente con facilidad. - mi tío Andrew decía, cuando se enfada muchísimo, algo bastante raro, que para ser tan molesto como yo podía llegar a ser a veces, se requería de una ayuda sobrenatural.

Le paso la caja con la piscina cuando se ofrece a ayudarme con algo y protejo la figurilla con mi ropa. Yo tengo una varita en mi habitación, no suelo usarla porque no se como, pero uno de los hechizos más fáciles que conozco es el reparo así que no me resultará difícil recuperar su estado original. Salimos de la tienda teniendo mucho cuidado y cuando por fin veo la luz del sol me permito respirar profundamente. Dentro no habría podido posiblemente a causa del polvo, no soy alérgico pero siempre me pongo a estornudar cuando hay polvo en exceso.

Empiezo a caminar reduciendo un poco la velocidad dejando que se adelante algunos pasos mientras pregunta sobre mis heridas. Aprieto más la figurilla aunque me controlo, lo único que me falta es acabar por romperla tanto que al final no tenga arreglo. - Nadie me pregunta nunca por mis heridas - Tampoco me molesto mucho en cubrirlas pero como hace frío, la mayor parte de mi cuerpo está cubierto así que solo se ven las de la cara; sin embargo no se me había pasado por la cabeza que alguien pudiera darse cuenta de mi dolor por la forma de moverme, aunque no viera las heridas; o por los leves quejidos que intentaba ocultar entre suspiros. Me paso el dorso de la mano instintivamente por lo alto de la mejilla donde si bien no hay un moretón ahora mismo, lo hubo hace un par de días. - Allen cura muy bien, pero no con la suficiente rapidez. Mi tío me hace más heridas de las que él puede curar - Hago una leve mueca y vuelvo a caminar normal, intentando alcanzarla.

Mi casa está cerca, y la suya también, mi tío no es tan idiota como para elegir una casa que no estuviera cerca de la de Allen. - No es que me pegue - Excuso antes de que se piense lo que no debe, entonces me doy cuenta de que en realidad sí me pega. - O sea, me pega pero... no porque me odie. - Otra cosa de la que estoy a punto de arrepentirme de decir. Él dice que no me odia, pero a veces creo que no hay otro motivo por el que me esté pegando que no sea ese. Suspiro un poco confuso, no sé como explicar lo que pasa. Recuerdo incluso más de una vez que él la mencionara a ella como un ejemplo de lo valiente que debería llegar a ser algún día si quería luchar por mi vida. - Intenta entrenarme para sobrevivir. Me he pasado toda mi vida lejos de ésto ¿sabes? Sin guerra. En una burbuja. No sé como se supone que debo comportarme ahora que mi vida peligra todo el tiempo, o que hacer si alguien nos ataca. - Me metía en peleas todo el rato en el colegio, pero por lo que mi tío Jared hace conmigo todos los días, he aprendido que aquello no era más que un juego de niños.

Al final ella ha cargado todo el camino la caja, pero yo no me he dado cuenta hasta que hemos llegado a la puerta de casa. La abro de un empujón ¿quien cierra una puerta en un lugar donde todo el mundo parece moverse por todas partes sin importar quienes son? es como una familia muy grande distribuida en muchas casas distintas. Nadie es un extraño para nadie en éste lugar, eso es lo más raro de todo. - A veces me pica contigo - Comento sosteniendo la puerta para que pase, supongo que por su propia casa intuirá hacia donde está el patio, y una vez está dentro cierro la puerta con una patada antes de seguirla. - Dice que nunca ha visto a nadie más valiente que tú y que debería aprender.
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Consejo 9 ¾
Me quedo muy sorprendida cuando se cree lo del superpoder que antes le mencioné. - Eres la pirmera persona que se lo cree a la primera - comento en un susurro, mirándole caminar, me ha pillado por sorpresa. En el dos, cuando salía de casa a una edad más temprana para jugar con los demás niños del distrito, siempre les contaba la misma historia de mis "superpoderes", claro que ellos no se lo creían, y acababan por darme con cualquier cosa que encontraban por ahí, y me lo arrojaban hasta que por fin se dieron cuenta de que decía la verdad. Me encojo de hombros al oír que su especialidad es cabrear a la gente, no todos tienen superpoderes, siquisiera, le cambiaría mi superpoder de no sentir nada, al suyo de enfadar a los demás. - A mí no me ha cabreado - probablemente porque yo dejo pasar cosas que mucha otra gente, se toma muy en serio, aunque en realidad, no se si Seth ha dicho algo que me debería haber molestado.

Agarro la caja con la piscina portátil dentro con fuerza para que no se me caiga, es casi más grande que yo, por no decir que lo es, pero no me importa. Con cuidado de no destrozar nada más en la tienda, puesto que ya hemos destrozado lo suficente, salgo detrás de Seth. La luminosidad con la que empezó el día no parece haberse escapad oen absoluto, cosa que me molesta un poco, prefiero los días de lluvia, los nublados, aunqu ea mí no me moleste el calor, me gusta más el color del cielo nublado, que el de días como estos.

La gente no muy observadora no se suele fijar en cosas como esas, así que no me resulta extraño que nadie se lo haya preguntado hsta ahora, aunque pensándolo bien, quizás nunca se lo han preguntado para no hacerle pasar un mal rato, como exactamente estoy haciendo yo ahora mismo. - No tienes por qué contármelo si no quieres - aunque al ver que comienza a explicármelo me callo, a veces, hablar ayuda.

Sí, es cierto que Allen cura muy bien, supongo que Seth y yo lo sabemos mejor que nadie, yo principalmente por mis innumerables visitas al centro médico que le hago, no tan solo por heridas visibles, sino porque a veces me caigo, y aunque no haya sangre ni nada por el estilo, ahora mismo podría tener un hueso roto o cualquier otra cosa, y yo ni me entero. Y Seth... bueno, Seth, por lo que me está contando ahora, alguein le tendrá que curar todo lo que le hace Jared. - Yo no sabría que hacer si ahora mismo viniera alguien a atacarnos, tú sí, es bueno que tu tío Jared te quiera enseñar cosas así, es mejor estar preparado para le futuro, que no estarlo - ni yo misma me creo que hayan podido salir esas palabras por mi boca. Ha pasado poco tiempo, pero he cambiado mucho, más de lo que debería una niña de mi edad.

Me paro en seco cuando oigo esas palabras salir de su boca. - ¿Y se puede saber de dónde ha sacado todo eso? Que no sienta dolor no significa que no tenga miedo, y creéme que lo tengo, aunque no lo muestre por fuera, no se de donde ha salido eso que te ha dicho Jared. Que no me de miedo que ahora mismo venga alguien y me dispare porque no lo sentiría y lo más probable es que siguiera adelante sin ninguna dificultad no significa que por dentro no sienta miedo, todos tenemos miedo - termino de decir, volviendo a acelerar el paso y entrando por la puerta de casa de Seth, que casualmente está al lado de la mía, así que no me será difícil llegar a ella después.
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Me encojo de hombros cuando parece sorprendida porque le crea, pero dejo el tema ahí porque está más que claro que con esas palabras me ha confirmado que no se trata de un superpoder, y probablemente sea lo contrario al mismo. Está enferma. Luego le preguntaré a alguien por ahí, o tal vez ella misma se anime a contármelo alguna vez. Río suavemente cuando dice que no le he cabreado dejando la figurilla de porcelana por una de las estanterías y luego siguiéndola hasta la cocina para ayudarle con la caja que aparco en una de las esquinas. - Por ahora. Suelo tener ese don. - Pongo una actitud y una voz de estar contando un secreto mientras abro la nevera en busca de algo que pueda sacar.

Con todo lo que pasó en el once las cosas perecederas fueron las primeras que se repartieron, así que durante las primeras semanas prácticamente hemos tenido de todo. Ya se han ido acabando, aunque en casa aún quedan bastantes, a diferencia de otros sitios nosotros solo somos dos y comemos bastante poco. - ¿Quieres leche? Hay leche - Y tal vez galletas. Creo que el último paquete está en la estantería donde se guardan el azúcar, la sal y las cosas enlatadas. Si mi tío Jared no se las ha comido ya, cosa que dudo porque no parecieron gustarle mucho.

Cierro la puerta y voy dejando las cosas sobre la mesa antes de tomar asiento colando mi cuerpo entre el hueco que deja el espaldar con la mesa para luego retirar del todo la silla sin tener que tocarla con las manos, solo con la mera inercia de mi cuerpo. - ¿Cómo no sabes? - Eso me sorprende. No sé porqué había pensado que todos los niños de los rebeldes eran entrenados desde pequeños para defenderse. Supongo que me equivoqué. Que el único motivo de que yo esté siendo apaleado por Jared es realmente que necesita que sepa protegerme. Mi madre decía siempre que había 3 planes. El Plan A que consistía en evitar el problema. El Plan B, que consistía en ayudar a solucionarlo. Y el plan C, que se usaba en caso de que el A y el B fracasaran por completo, y que era una alternativa para salir de él, antes de que fuese demasiado tarde. Nunca lo apliqué a la vida real porque no estaba seguro de entenderlo. Creo que ahora tiene un poco más de sentido.

Sirvo dos vasos de leche en un vol y luego me dedico a partir la galleta hasta convertirla en trozos muy pequeños que diluyo con la leche, como si se tratara de cereales. Mientras la escucho a hablar solo puedo pensar en que suena muy madura para tener... bueno, no se cuantos años tiene, pero mide menos que yo y yo soy un poco enano para mi edad, así que probablemente sea menor que yo. Me encojo de hombros sin saber realmente porqué Jared la considera más valiente y útil que yo después de lo que me cuenta. - Tal vez por eso. Porque no te dejas llevar por el pánico. Sientes por dentro, no por fuera. Lo de fuera es lo que te mata. - Murmuro un "al menos eso creo", porque realmente no sé que se le pasa por la cabeza a mi padrino cuando nos compara y me repite tantas veces que ella es mucho más valiente que yo y más pequeña.

Bufo un poco llevándome una cucharada del menjurje que he preparado a la boca y encontrándolo tan apetecible como las mil veces anteriores que lo he preparado en la última semana. - Yo no soy nadie. Solo... solo yo. Me metía en peleas en el colegio, pero eso no tiene nada que ver con éste sitio y lo que pasa. Tal vez solo quiera restregarme que ya no son peleas de niños - Hago una pequeña mueca y acabo por arrugar la nariz. - Y deberías pedirle que te enseñe. En fin, no puedes ir por ahí sin... no saber nada. - Jamás pensé que pasaría, pero estoy repitiendo casi las mismas palabras que me dijo mi padrino antes de empezar a entrenarme. Palabras que en su momento ni siquiera le creí.
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Consejo 9 ¾
Cargo con la caja hasta la cocina, dónde Seth la deja arrinconada en una esquina. Me quedo observando la cocina dando una vuelta sobre mi misma, es casi, por no decir idéntica a la casa en la que vivimos Allen y yo. Supongo que las casas del once son todas o casi todas iguales, en el dos ocurría así, no existía diferencia ninguna, quizá aquellas que podían tener el dinero suficiente para decorarlas por fuera con algunas flores. Exceptuando la del alcalde, para mí son todas idénticas.

Me siento en una de las sillas de la mesa, y comienzo a hacer un ritmo con los dedos de mi mano en la superficie de la mesa, tengo la manía de hacer eso cada vez que estoy esperando a hacer algo. - Vale, por que no - respondo. En casa no suelo merendar, principalmente porque estoy acostumbrada a comer solo tres veces al día, y por la tarde no suelo tener hambre. Además de que a la mínima cosa que coma, me lleno, y no suelo terminarme nunca el plato de comida, cosa que Allen odia, a todo esto. Supongo que es mala costumbre del dos, donde había días en los que casi todo el mundo no probaba bocado, y llegar a tal punto, después a la hora de la comida, pues no se tiene hambre, eso era normal.

Cuando se sienta, le ayudo a servir los vasos de leche, y después me quedo observando la que está preparando con las galletas. Menudo mejunje está preparando. Pienso mientras sonrío en vez de reír, porque quedaría raro reírse sin ninguna explicación. Bebo un sorbo de leche del vaso antes de hablar. - Lo básico. Se lo básico. - me encojo de hombros. ¿Pero qué es lo básico? Ni yo misma lo sé. Mamá decía que en caso de terremoto, lo mejor era quedarse en casa, resguardados bajo una mesa o algo parecido, pero no es lo mismo un terremoto que un bombardeo.

- Lo peor que se puede hacer en momentos de guerra es entrar en pánico, supongo... No sé por qué habrá dicho eso tu tío. - murmuro esto último en un susurro y me llevo otro trago de leche a la boca, lo suficiente como para terminar el vaso por completo. Lo de fuera es lo que mata.... No siempre, supongo, hay cosas que duelen más por dentro que por fuera, gente que puede mostrar más el dolor de dentro que por fuera. No sé, cada uno es como es, cada uno tiene sus rarezas, no todos somos perfectos, nadie es perfecto en el mundo, aunque mucha gente se crea que lo es.

Suspiro dejando el vaso en la mesa, es increíble que ya esté llena, y apenas haya comido nada, más bien solo he bebido. - Yo también me metía en peleas - digo mostrando una sonrisa de oreja a oreja, aunque no es algo de lo que estar orgulloso, al menos tenemos algo en común. - Bueno... Pero él no lo hará para fastidiarte, lo hará porque te quiere, porque le importas en su vida, supongo... - pienso en Allen, y que si yo no le importara, me hubiera dejado tirada en Londres, y jamás habría hecho todo lo que ha hecho por mí.  
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Cuando dice lo básico hago una mueca. En realidad no se que es lo básico pero decido no preguntar. Me meto más cucharas de leche con galletas a la bota mientras me dice que ella tampoco sabe porqué ha dicho jared aquello. Me encojo de hombros restándole importancia, sus motivos tendrá, tal vez se pensó que diciéndome que una niña más pequeña que yo sabe más y es mejor podría picarme el orgullo. Y siendo sincero lo hizo, aunque ahora me jode un poco que me dijese mentiras. Remuevo el contenido de mi taza mientras mastico oyendo lo de sus peleas y asomando una media sonrisa en mis labios. - Eso parece típico de la escuela. Te tocan un poco la moral y no eres tolerante. - Agarro la taza y la inclino para mirar cuanto queda dentro, en un gesto casi infantil. - Lo de tolerante y eso lo decía la novia de mi tío Andrew. Es psicóloga o algo parecido, se pasaba el día estudiándome para entender porqué era tan agresivo - Me encojo de hombros. Todo eso que está saliendo de mis labios ahora mismo, son palabras suyas. - Siempre quiere respuestas coherentes para todo - Aquello era un completo fastidio, pero a veces lo echo de menos, eso es algo que tengo que admitir.

Me bebo lo que queda de leche en el vaso cuando ya no hay más galletas y limpio el bigote que queda por la leche con la manga de mi camisa de forma muy basta, sin que tampoco me importe mucho. Tras ésto me dedico a esperar a que ella también acabe mientras juego con los cubiertos solo para entretenerme. - Está enfadado por lo que le pasa a mi madre. En fin, son amigos y todo eso - Y ella está muy enferma. Tanto que a veces creo que va a morirse. Aquel pensamiento acaba con mi buen humor casi de golpe. Una mueca asoma por mi cara y dejo de sonreír, o al menos de parecer amable. - Con eso de que está en coma... tal vez nunca despierte y ni él ni yo volvamos a verla. - Para entonces, mi voz es prácticamente neutral y mi mirada está perdida en el dibujo de la taza vieja donde he merendado.

Mientras pienso en mi madre recuerdo lo último que le dije, y no es agradable. Ojalá te mueras. Si al final pasa y muere y jamás vuelvo a verla, me pasaré el resto de mi vida excusándome en que ella sabía que no iba en serio y que solo estaba enfadado con ella. Ciertamente tenía motivos para estarlo, ella estaba siempre lejos de mi y de pronto de la noche a la mañana decide arrancarme de mi mundo perfecto y a salvo para meterme en un sitio en el que no quiero estar, solo para poder estar conmigo. Pero al mismo tiempo siempre sabré la verdad. Cuando le dije que se muriera, en ese instante, de verdad deseaba que lo hiciera. Y no hay excusa que valga y que haga que pierda esa sensación de culpabilidad que me invade cada vez que me planteo la posibilidad de que aquella tarde fuese la última vez que la viese el resto de mi existencia.

Se me sobrecoge el corazón e intento disimularlo tragando saliva. - Supongo - Repito cuando dice que realmente debo importarle y que no hace todo aquello por fastidiar. En el fondo quiero creerlo. A pesar de que mi madre desapareció de mi vida cuando tenía apenas 6 años, mi tío Jared no lo hizo. - Al igual que mi tío Andrew, es como un padre para mi - Siempre venía por mi cumpleaños, a veces me contaba cuentos por las noches, y aunque jamás estará al mismo nivel que mi tío Andrew, es mi segunda opción a padre.
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Consejo 9 ¾
Asiento a lo que dice sobre el colegio porque tiene razón, a pesar de que yo no me metía exactamente en peleas del colegio puesto que mis padres no tenían el suficiente dinero como para pagarlo. De todas maneras dejo el tema del colegio apartado, no me resulta bonito hablar de ese tema, de mientras juego con el vaso a la vez que lo escucho hablar. - Yo pienso que es imposible estudiar a un niño, somos muy diferentes a los adultos, o eso creo yo. - me encojo de hombros, cada niño es un mundo, no hay por donde cogernos. Un día podemos estar de una forma que al siguiente somos todo lo contrario, claro que cada niño es diferente y estoy segura de que ninguno somos iguales, ¡como para ponerse a estudiar a un niño!

Cuando dice lo de su madre hago una mueca apenas notable pero que sin embargo dice mucho, me sentiría fatal si Seth también tuviera que pasar por algo así. Perder a una madre y a un padre es muy duro, y más a una edad tan temprana. Recuerdo lo borde que fui con Allen las primeras semanas que estuve con él, e incluso con toda la gente con la que se relacionaba y me veía obligada a relacionarme. Ahora me doy cuenta de que no se merecía aquello, y yo se lo hice pasar igual de mal, o incluso peor que yo. - Seguro que tu madre se pone bien y puedas regresar con ella, ya lo verás... Es fuerte... Se pondrá mejor - levanto la mirada hacia él y trato de sonreírle, dándole esperanza. Aunque se que no sirve de nada, por muchos ánimos que te den, nunca vas a estar mejor a menos que sepas que está bien, o eso es lo que me pasó a mí.

- Tú tío Andrew debe de ser muy bueno, o al menos eso me haces saber por el bien modo que hablas de él - comento mientras me levanto y ayudo a recoger los vasos de la mesa y las galletas. - Ya... Allen también se ha convertido como un padre para mí... - sonrío un poco. Su reacción en un principio cuando se lo pregunté fue un poco... como decirlo, extraña, se quedó paralizado e incluso se le cayeron varias cosas al suelo, pero después pareció gustarle la idea, o al menos eso pensé
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Me encojo de hombros mientras literalmente devoro la leche con las galletas. Nunca me he puesto a pensar en que sea difícil estudiar a un niño, solo pensaba en lo difícil que sería estudiarme a mi y además en que ella no tenía ningún derecho a hacerlo. Varias veces fui borde con ella sin quererlo, pero es que me fastidiaba muchísimo sus momentos de sabelotodo donde aunque yo me negase a admitirlo, acertaba bastante. - Solo espero que cuide bien de mi tío Andrew. - Ahora que yo ya no estoy. Aquello lo pienso pero no lo digo en voz alta, no se me da bien preocuparme por la gente de viva voz, todavía tengo orgullo que mantener. Dejo el vaso sobre la mesa y la cuchara encima de éste cuando dice lo de mi madre, ojalá yo pudiera pensar de esa forma tan positiva con respecto a mi madre.

No soy precisamente el dios de la buena fortuna, en mi vida no es precisamente que todo vaya como la seda. Mi hermano muere cuando soy demasiado pequeño como para protegerlo, mi madre se va, mi otro hermano acaba suficientemente enfermo como para ser enviado a una clínica para enfermos mentales y adoptado por otra familia porque no se acuerda de nosotros. Todo eso son un cúmulo de cosas que no me hacen creer en la buena suerte. De todas maneras no digo nada, solo asiento de forma ligera y lo acentúo mucho más cuando habla de mi tío Andrew. - Yo no tengo padre, pero si tuviera uno me gustaría que fuese como él. Es amable, cuida de mi incluso con la cosas horribles que a veces le he dicho... - Más de una vez he pensado que no le merezco, pero si ha aguantado todo ésto es porque realmente le importo y eso me pone más feliz que si me lo dijese él en voz alta.

Una sonrisa se me escapa de los labios pensando en ello, antes de que levante mi vista de la mesa para mirarla cuando dice lo de Allen. - No le conozco mucho, cuando voy al hospital a que me cure todo ésto está muy concentrado y enfadado con Jared. Aunque antes, cuando mi tío Jared siempre iba a verme al seis, me contaba cosas de la vida de mi madre y también de la suya - Cuando digo suya, inconscientemente junto los dos dedos índices para referirme a que hablaba mucho de él por ese motivo. - Pero por todo lo que me ha dicho, parece una buena persona. también se preocupa por mi aunque no me conozca. O a lo mejor es cómo yo, Jared le ha acabado hablando de mi mucho y parece que me conociese desde hace tiempo
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
Dejo el vaso de leche vacío en el lavadero, y cuando Seth termina el suyo lo dejo también, guardo las galletas que han sobrado en el armario de donde él las ha sacado. Me parece justo, él me invitó a merendar, así que yo por mi parte ayudo a recoger. - Claro que sí, sino, tu tío Andrew no estaría con ella, ¿no? Además, siempre puedes escribirle para saber como van las cosas... - suelto cada palabra que se me pasa por la cabeza, sin pensar si quiera en las estupideces que estoy diciendo, porque ahora que lo he dicho y lo he pensado, me doy cuenta de la idiotez que he dicho. No es que sea una idiotez comunicarse por carta, mucha gente lo hace, pero en estas circunstancias, ¿quién se va a sentar a escribir una carta, cuando uno está más preocupado por si alguien le ataca por las espaldas?

- Ya... Te entiendo, no sabes cuanto... - yo también me porté mal con Allen, le dije cosas feas y horribles que no le debería de haber dicho, a pesar de todo, él siempre estuvo conmigo y nunca me dejó, que estoy segura de que si hubiera sido otra persona lo hubiera hecho, él no lo hizo, y eso nunca se lo podré pagar. La verdad es que todos los críos tenemos esa etapa en la que nos creemos la víctima de todo, y siempre nos ponemos a la defensiva, sin importarnos lo que les decimos a los demás, o si eso les hará sufrir o no, todo el mundo ha pasado por eso.

Me río cuando dice que Allen siempre está muy concentrado cuando está trabajando, y aunque la mayoría de las veces es verdad, hay veces en las que no, y también presta atención, aunque de todas formas, nunca quiere que le molesten cuando está trabajando, por el hecho de que se puede equivocar y blablablá. La risa se disipa en el aire cuando junta los dedos refiriéndose a Allen y a Jared. ¿Qué significa eso? ¿Qué me está queriendo decir? Frunzo el ceño y ladeo la cabeza en señal de que quiero que diga algo más, para que mi cerebro trate de procesar algo con más coherencia de lo que se está imaginando, puesto que ahora, lo que está formando no tiene ni el menor de los sentidos.

El reloj de la cocina suena al marcar las diez, y yo abro los ojos como platos, sorprendida. ¿Cuánto tiempo he estado aquí? - Me tengo que ir, probablemente Allen ya haya llegado a casa - estos últimos días está llegando más pronto de lo usual, creo que Jared está metido en esto. Camino por la cocina hasta el pasillo que da a la puerta de salida, escuchando los pies de Seth detrás de mí. - Gracias... por la merienda - digo, esbozando una sonrisa después - Dale buen uso a la piscina, entonces habrá valido la pena que casi nos cayera una estantería encima - digo bromeando entre risas y salgo por la puerta, en dirección a la casa de al lado, que curiosamente es la nuestra.
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Me encojo de hombros cuando dice que si no fuese buena no estaría con ella porque he oído historias en el bar que probablemente la sorprenderían. Familias enteras que realmente eran felices juntas que se destrozan en un segundo solo porque un padre no sabe mantener sus pantalones en su sitio; hermanos que acaban compitiendo entre ellos al punto de empezar a odiarse; hijos que repentinamente se quedan sin padres. Eso es lo más frecuente hoy en día. Un montón de huérfanos pululando por todas partes. Alzo mi vista hacia Alice cuando dice que se irá con a casa ya porque es tarde y asiento ligeramente. - Vives al lado. - Exclamo de todas maneras, incluso a veces tengo la sensación de escuchar los pasos de la casa de al lado cuando Allen o ella se levantan a por algo en medio del silencio de la madrugada, donde por un momento parece que hay paz.

La acompaño hasta la puerta y me despido de ella con un simple gesto siguiéndola con la mirada mientras sale volviendo a entrar en casa y cerrando detrás de mi sonriendo de forma tardía a su comentario sobre la piscina. Claro que la amortizaré, además aunque no sienta frío o calor siempre es divertido bañarse en una piscina, aunque mida menos que nosotros. Le doy un empujón a mi peso contra la puerta para ponerme en marcha hacia el patio y me dispongo a sacar las cosas de la caja tirándolas por todos lados en lo que podría decirse que es el jardín. Después de ver que las instrucciones están en todos los idiomas menos en uno que yo entiendo decido que es hora de probar esa suerte de hombre que se supone que existe y que nos hace encajar pieza de bricolaje por obra y gracia del espíritu santo.

Escucho la puerta de la entrada cuando tito Jared entra a casa, pero apenas presto atención a lo que habla. Probablemente ni siquiera sea conmigo. Minutos después se ha echado a dormir sin comer y me ha dejado donde estaba, liado entre mil cosas en el jardín que al final, no soy capaz de montar como es debido.
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