OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Aparecemos en casa de mi prima pequeña, de Annie. Cargo con Zoey a cuestas, en mis brazos, para picar a la puerta de mi familia. — ¡Annie! — grito, teniendo la intención de que reconozca mi voz y me abra ya. Espero que mi tono denote urgencia, porque así es realmente. Tarda cerca de un minuto en abrirme y, en cuanto lo hace, entro corriendo para dejar a la capitoliana en la pequeña habitación de invitados de la casa. — ¿Dónde está Elle? — espeto, moviendo la cabeza de un lado a otro en busca de mi prima mayor. Me responde que está en la cocina, esperándome, que ha llegado justo cuando yo picaba a la puerta y que por eso ha tardado un poco más en abrir. — Gracias, enana. — termino de colocar a la Campbell bien en la cama y veo cómo la pequeña se va hacia la cocina para avisar a nuestra prima. Me siento en una esquina de la misma cama, esperando a que entre por la puerta. De vez en cuando me aseguro de que tenga pulso. — Elle... — saludo, prácticamente en un susurro, mientras me levanto de la cama cuando la veo entrar.
Me acerco a ella con la intención de explicarle lo que ha sucedido en la playa del Capitolio. — Al principio hemos discutido, no preguntes por qué. Después, cuando hemos arreglado las cosas, se ha desmayado. — no quiero decirle que hemos discutido por su hermano, eso empeoraría las cosas, bastante tiene ya de por sí. Ahora me siento terriblemente culpable por haber discutido con Zoey... No se lo merecía. Creo que tiene por aquí bastantes cosas de medicina para poder mirar qué le pasa, pero es que no me quería arriesgar a llevarla a Europa, sigue siendo una desconocida para nosotros por mucho que Alec la quisiera. A lo mejor se chivaría de algo que viera si la lleváramos. — Era la novia de tu hermano. — eso sí que veo conveniente decírselo, aunque ni siquiera sé si ella sabía que él estaba con alguien. Le dejo espacio para que se acerque a ella para que la pueda mirar a su antojo para inspeccionarla, y me dejo caer en un sillón de una esquina, evitando mirar.
Espero con toda mi alma que haya sido debido a los nervios por lo de Alec más la discusión que he provocado yo por imbécil. No tengo perdón ni consideración. Ahora mismo me siento como si fuera un insensible por haber hecho eso. Si hay alguien ahí arriba, más le vale que no le pase nada a Zoey. ¿No tiene bastante con haberse llevado a mi primo?
Me acerco a ella con la intención de explicarle lo que ha sucedido en la playa del Capitolio. — Al principio hemos discutido, no preguntes por qué. Después, cuando hemos arreglado las cosas, se ha desmayado. — no quiero decirle que hemos discutido por su hermano, eso empeoraría las cosas, bastante tiene ya de por sí. Ahora me siento terriblemente culpable por haber discutido con Zoey... No se lo merecía. Creo que tiene por aquí bastantes cosas de medicina para poder mirar qué le pasa, pero es que no me quería arriesgar a llevarla a Europa, sigue siendo una desconocida para nosotros por mucho que Alec la quisiera. A lo mejor se chivaría de algo que viera si la lleváramos. — Era la novia de tu hermano. — eso sí que veo conveniente decírselo, aunque ni siquiera sé si ella sabía que él estaba con alguien. Le dejo espacio para que se acerque a ella para que la pueda mirar a su antojo para inspeccionarla, y me dejo caer en un sillón de una esquina, evitando mirar.
Espero con toda mi alma que haya sido debido a los nervios por lo de Alec más la discusión que he provocado yo por imbécil. No tengo perdón ni consideración. Ahora mismo me siento como si fuera un insensible por haber hecho eso. Si hay alguien ahí arriba, más le vale que no le pase nada a Zoey. ¿No tiene bastante con haberse llevado a mi primo?
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Cuando recibo llamadas de urgencia, suelen ser para ir a visitar a alguien a su casa. Alguien que, estando en Hogsmeade o, antes de que lo destruyeran, en Londres, había tenido algún problema en casa y necesitaba mi atención. En esos casos yo preparaba mi bandolera, metía dentro todo lo que creía poder necesitar e iba todo lo rápido que podía. Sin embargo, cuando he recibido el mensaje de Riorden, hasta me he asustado. No suele pedirme nada, y menos algo como que lo deje todo y vaya al once. Estando en el hospital, veo que lo mejor será ir. Después de la muerte de Alec, lo último que quiero es no poder estar ahí cuando un Weynart tenga problemas. Llamo a gritos a Essie, que aparece enseguida, y le pido que se haga cargo del paciente con el que estaba yo porque tengo que atender unos asuntos urgentes. Le doy un abrazo a mi prima y voy enseguida a por mis cosas. Cojo mi bandolera tras llenarla con distintos aparatos y medicamentos, pongo mi bata, y me enfundo en un abrigo grueso para luego ir a por el traslador que me dejará en mi casa.
Llego a la cocina y veo que Annie me espera. Orgullosa, le doy un abrazo a la pequeña cuando llaman a la puerta. Le digo que vaya a abrir cuando oigo la voz de Riorden. Me saco el abrigo y lo dejo colgado en la entrada, yendo luego con mi bandolera a la habitación de invitados, donde Annie me indica que espera Riorden con una chica rubia. Lo de la chica hace que arrugue la nariz, pero sin embargo entro a la habitación. Mi mirada se centra en mi primo y se me hace un nudo en la garganta. Sigue pareciéndose mucho a Alec, y eso me trae recuerdos que no necesito despertar ahora mismo - Riorden - musito, en el mismo tono, sin ser capaz de dirigirle una sonrisa.
Miro a la chica que está en la cama con una ceja alzada y luego a mi primo de nuevo, esperando una explicación lógica a todo esto. Arrugo la nariz cuando empieza a hablar. No es que me interese mucho lo que le pueda pasar, no sé quién es, pero se ve a la legua de donde es. Y luego me dice de quién se trata - ¿La novia de Alec? - digo, con un hilo de voz. No sabía que Alec estuviera con nadie, pero sí sé cómo era Alec. Si quiso estar con esta chica era por una razón. Aparto un mechón de pelo rubio del rostro inconsciente de la chica con un gesto tierno, mirándola. Ha perdido a un ser querido como yo, como Riorden, como Annie. Me levanto, en silencio, y vuelvo a los pocos minutos con un paño húmedo, poniéndoselo en la frente. Abro mi bandolera y me pongo la bata de doctora, tomándole el pulso a la chica - Vamos a despertarla... - digo, con un tono de voz suave. Abro un estuche que tengo con algunos frascos que me proporcionan los alquimistas que se ocupan de ello, sacando una botellita del tamaño de mi pulgar con una poción de color anaranjado dentro de ella. Abro la boca de la chica y dejo caer dos gotas en su lengua. Merlín dijo que esto funcionaría. Espero que sea así.
Llego a la cocina y veo que Annie me espera. Orgullosa, le doy un abrazo a la pequeña cuando llaman a la puerta. Le digo que vaya a abrir cuando oigo la voz de Riorden. Me saco el abrigo y lo dejo colgado en la entrada, yendo luego con mi bandolera a la habitación de invitados, donde Annie me indica que espera Riorden con una chica rubia. Lo de la chica hace que arrugue la nariz, pero sin embargo entro a la habitación. Mi mirada se centra en mi primo y se me hace un nudo en la garganta. Sigue pareciéndose mucho a Alec, y eso me trae recuerdos que no necesito despertar ahora mismo - Riorden - musito, en el mismo tono, sin ser capaz de dirigirle una sonrisa.
Miro a la chica que está en la cama con una ceja alzada y luego a mi primo de nuevo, esperando una explicación lógica a todo esto. Arrugo la nariz cuando empieza a hablar. No es que me interese mucho lo que le pueda pasar, no sé quién es, pero se ve a la legua de donde es. Y luego me dice de quién se trata - ¿La novia de Alec? - digo, con un hilo de voz. No sabía que Alec estuviera con nadie, pero sí sé cómo era Alec. Si quiso estar con esta chica era por una razón. Aparto un mechón de pelo rubio del rostro inconsciente de la chica con un gesto tierno, mirándola. Ha perdido a un ser querido como yo, como Riorden, como Annie. Me levanto, en silencio, y vuelvo a los pocos minutos con un paño húmedo, poniéndoselo en la frente. Abro mi bandolera y me pongo la bata de doctora, tomándole el pulso a la chica - Vamos a despertarla... - digo, con un tono de voz suave. Abro un estuche que tengo con algunos frascos que me proporcionan los alquimistas que se ocupan de ello, sacando una botellita del tamaño de mi pulgar con una poción de color anaranjado dentro de ella. Abro la boca de la chica y dejo caer dos gotas en su lengua. Merlín dijo que esto funcionaría. Espero que sea así.
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Los dolores y los malestares nunca han sido algo que me defina, y lo cierto es que me molesta que últimamente estén tan presentes. Los dolores de cabeza me han perseguido desde el episodio en la Arena, pero ¿desmayarme? ¿Hasta ahí estaba llegando? Si el imbécil de... Riorden, sí así se llama, no me hubiera sacado de mis casillas nada de esto hubiera pasado. Siento un ligero cosquilleo en las manos y quisiera moverlas pero no me responden, aunque ello no evita que lo intente varias veces, muy a mi pesar. Noto unas manos que me llevan de un lado a otro y quisiera gritar que no me tocara nadie, fuera las manos de mí, pero claro, no puedo moverme y tampoco hablar.
Un leve cosquilleo entonces me recorre la cara y abro los ojos lentamente, parpadeo un par de veces seguidas para aclarar mis ojos, parece que tuviera una fea nube delante de los ojos que no me dejara ver con claridad, giro el rostro hacia un lado y le veo. -¿Alec...?-susurro lentamente sin poder creermelo del todo, tiene que ser una alucinación yo le vi mo... Vuelvo a la posición anterior cerrando los ojos con fuerza y tomando un bocanada de aire que me sienta como una patada en el estómago, hago un guiño de dolor. Es el chico de esta noche, Zoey. me recuerdo a mí misma muy a mi pesar. Trago saliva lentamente al girar el rostro y ver a una chica con una bata de médico, y me giro hacia él alarmada. -¿Eres idiota o qué?-le grito con las leves fuerzas que tengo -no me puedes traer a un médico en el Capitolio ellos te...-me quedo a medias de la frase al ver que este sitio no se parece en nada a una habitación de un hospital del capitolio, podría ser cualquier cosa menos eso. Me incorporo pero vuelvo a caer sobre la cama cuando prácticamente todo se mueve a mi alrededor y me den las arcadas de nuevo. ¿He comido algo en mal estado o qué? -¿Dónde estoy?-les grito a ambos, a ella no la conozco y a él practicamente tampoco pero mis palabras van sobretodo hacia Riorden que es el que me ha traido a este lugar cuando yo estaba inconsciente.
Un leve cosquilleo entonces me recorre la cara y abro los ojos lentamente, parpadeo un par de veces seguidas para aclarar mis ojos, parece que tuviera una fea nube delante de los ojos que no me dejara ver con claridad, giro el rostro hacia un lado y le veo. -¿Alec...?-susurro lentamente sin poder creermelo del todo, tiene que ser una alucinación yo le vi mo... Vuelvo a la posición anterior cerrando los ojos con fuerza y tomando un bocanada de aire que me sienta como una patada en el estómago, hago un guiño de dolor. Es el chico de esta noche, Zoey. me recuerdo a mí misma muy a mi pesar. Trago saliva lentamente al girar el rostro y ver a una chica con una bata de médico, y me giro hacia él alarmada. -¿Eres idiota o qué?-le grito con las leves fuerzas que tengo -no me puedes traer a un médico en el Capitolio ellos te...-me quedo a medias de la frase al ver que este sitio no se parece en nada a una habitación de un hospital del capitolio, podría ser cualquier cosa menos eso. Me incorporo pero vuelvo a caer sobre la cama cuando prácticamente todo se mueve a mi alrededor y me den las arcadas de nuevo. ¿He comido algo en mal estado o qué? -¿Dónde estoy?-les grito a ambos, a ella no la conozco y a él practicamente tampoco pero mis palabras van sobretodo hacia Riorden que es el que me ha traido a este lugar cuando yo estaba inconsciente.
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Mi mente va totalmente ajetreada, hasta el punto en el que me pregunto qué narices pinto aquí y me cuestiono mi sentido común y lealtad hacia mi bando por haber sido tan imbécil de haber traído a una pija mimada capitoliana, por mucho que ésta fuera muy adorada y amada por Alec. Creo que a él también le escaseaba el tener constancia de lo que hacía con sus actos y, probablemente, muchísimo más que a mí. — ¿Eh? — hablo desconcertado, sacudiendo la cabeza para mirar a mi prima. — Ah, sí, era su novia, sí. — digo, y omito decir la parte de las raíces de la susodicha, cosa que me cuesta bastante no hacer. Otra carga más de conciencia por no decírselo. De todas formas, ella misma se delata al nombrar el hospital capitoliano segundos después. En ese rato en el que Elle la despertaba me he dedico a observar sin decir nada, intentando aprender algo útil pero sin fijarme realmente, mirando pero sin mirar para comprender. Me revuelvo el pelo, distraído, sin dejar de mirar a las dos rubias que hay conmigo, cada una totalmente opuesta a la otra, psicológicamente hablando.
— Podrías ser agradecida por una maldita vez. — espeto, molesto, cuando nos grita, dirigiéndose más a mí que a mi prima. Me permito tomarme unos segundos para aclararle las cosas después. — Estás en el Distrito Once, en casa de mi familia... en la casa en la que vivía Alec cuando era pequeño. — entrecierro los ojos cuando termino de hablar, fulminándola con la mirada todo lo que soy capaz. No le digo que la chica que está junto a ella podríamos denominarla como su ex cuñada. No pretendo hacerle daño con mis palabras, pero me salen sin pensar, como si con sólo verla sintiera la necesidad de culparla por lo que le pasó a mi primo, cuando realmente ella no tiene nada que ver, sino que es una víctima más, como todos nosotros. — ¿Podrás saber qué tiene, Elle? — estoy deseando irme de aquí, sobretodo alejarme de la capitoliana. Si llego a saber ésto, no hubiera salido de Europa. Cuando mi primo me habló de "su novia", no me esperaba que sería alguien así. Es decir, sabía que era capitoliana y lo más principal, pero esperaba que tuviera más... ¿consideración? Realmente no sé qué esperaba pero, una parte de mí, guardaba la esperanza de que no fuera como me temía, que es como realmente es.
— Podrías ser agradecida por una maldita vez. — espeto, molesto, cuando nos grita, dirigiéndose más a mí que a mi prima. Me permito tomarme unos segundos para aclararle las cosas después. — Estás en el Distrito Once, en casa de mi familia... en la casa en la que vivía Alec cuando era pequeño. — entrecierro los ojos cuando termino de hablar, fulminándola con la mirada todo lo que soy capaz. No le digo que la chica que está junto a ella podríamos denominarla como su ex cuñada. No pretendo hacerle daño con mis palabras, pero me salen sin pensar, como si con sólo verla sintiera la necesidad de culparla por lo que le pasó a mi primo, cuando realmente ella no tiene nada que ver, sino que es una víctima más, como todos nosotros. — ¿Podrás saber qué tiene, Elle? — estoy deseando irme de aquí, sobretodo alejarme de la capitoliana. Si llego a saber ésto, no hubiera salido de Europa. Cuando mi primo me habló de "su novia", no me esperaba que sería alguien así. Es decir, sabía que era capitoliana y lo más principal, pero esperaba que tuviera más... ¿consideración? Realmente no sé qué esperaba pero, una parte de mí, guardaba la esperanza de que no fuera como me temía, que es como realmente es.
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Mi medicina no tarda en hacer efecto y veo como la chica rubia parpadea, confusa. Mira a Riorden y susurra el nombre de mi hermano, haciendo que con eso yo note como si me acabaran de clavar una daga en el corazón. "No", tengo ganas de decirle, "no es Alec, no es el chico que te quería, no es mi hermano. Es mi primo, Riorden, el que te ha traído aquí, que se parece a Alec de una forma que hasta duele. Pero no, no es él, y créeme que lloro cada noche por mi hermano". Pero no. Me quedo callada, con el paño húmedo en la frente de la chica. Sin embargo me levanto de repente cuando oigo como le habla a Riorden. Me dan ganas de reírme. ¿Médico del Capitolio, yo? Por favor. Dejo que Riorden hable por mí y le explique la situación, respirando hondo en todo momento y tratando de no perder la calma. Riorden me ha traído a una niña pija del Capitolio. No, no es eso lo que me sorprende. Es que Alec estuviera enamorado de una niña pija del Capitolio. Me repito que, si estaba con ella, sería por algo, así que simplemente le dedico una pequeña sonrisa a la rubia.
Me cuesta dirigirme a ella, pero lo consigo, no sin esfuerzo - ¿Cual es tu nombre? Yo me llamo Elle. Soy... La prima de Riorden - hablo con voz suave. Habiendo estado a punto de decir "la hermana de Alec", me alegro de haberlo sustituido por "La prima de Riorden". Por cómo está la chica, intuyo que ya está teniendo suficientes disgustos. No es que me agrade precisamente la idea de tener en casa a una completa desconocida que encima es del Capitolio y no parece muy amigable, pero tengo que hacerlo por él. Por mi hermano. Miro a Riorden y esbozo una pequeña sonrisa, asintiendo con la cabeza ante su pregunta. Confío bastante en mis dotes intuitivas y llevo tiempo diagnosticando enfermedades e identificando síntomas, creo que me las arreglaré con la Capitoliana. Sin quitarle el traje de la frente y obligándola a tumbarse y a estarse quieta, miro a la chica - A ver... No te muevas mucho, ¿vale? Y no le grites a Riorden, agradécele haberte traído aquí en vez de haberte dejado tirada inconsciente por ahí - musito - Ahora... ¿Podrías describirme como te encuentras? - le dedico una sonrisa amable y en cierto modo protectora. No puedo evitarlo. Me sale, sabiendo que la chica tenía el corazón de mi hermano ganado.
Me cuesta dirigirme a ella, pero lo consigo, no sin esfuerzo - ¿Cual es tu nombre? Yo me llamo Elle. Soy... La prima de Riorden - hablo con voz suave. Habiendo estado a punto de decir "la hermana de Alec", me alegro de haberlo sustituido por "La prima de Riorden". Por cómo está la chica, intuyo que ya está teniendo suficientes disgustos. No es que me agrade precisamente la idea de tener en casa a una completa desconocida que encima es del Capitolio y no parece muy amigable, pero tengo que hacerlo por él. Por mi hermano. Miro a Riorden y esbozo una pequeña sonrisa, asintiendo con la cabeza ante su pregunta. Confío bastante en mis dotes intuitivas y llevo tiempo diagnosticando enfermedades e identificando síntomas, creo que me las arreglaré con la Capitoliana. Sin quitarle el traje de la frente y obligándola a tumbarse y a estarse quieta, miro a la chica - A ver... No te muevas mucho, ¿vale? Y no le grites a Riorden, agradécele haberte traído aquí en vez de haberte dejado tirada inconsciente por ahí - musito - Ahora... ¿Podrías describirme como te encuentras? - le dedico una sonrisa amable y en cierto modo protectora. No puedo evitarlo. Me sale, sabiendo que la chica tenía el corazón de mi hermano ganado.
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Me quedo tumbada y muy quieta, cada vez que me muevo es como si todo a mi alrededor se movieran también y no tengo muy claro donde pisar. Cierro los ojos con fuerza y respiro profundamente de nuevo, y esta vez, sorprendentemente, el aire no hace que me maree si no que consigue que me tranquilice un poco y me de cuenta de donde estoy ahora mismo. Miro hacia ambos lados levemente a un lado está Riorden, retiro la mirada levemente porque tiene la manía de siempre gritarme o tratarme mal sin nisiquiera conocerme, cosa que hace que me den ganas de golpearlo con lo primero que pille a mano, y al otro lado una chica rubia, la observo unos segundos, tiene cara de ser una buena persona... Vuelvo a cerrar los ojos incómoda. Si yo estoy incómoda no quiero ni saber lo que piensan ellos o como están... una capitoliana en casa de una familia rebelde, esto se supone que no debería pintar bien en absoluto. Asiento lentamente por lo que dice Riorden pero sin abrir los ojos en ningún momento, ¿para qué? ¿Para verle y pensar en todo lo que he perdido? No, prefiero no hacerlo. -Lo siento... no quería gritaros...-susurro a duras penas apretando los ojos y apretándo las manos contra mi rostro. No, no voy a llorar delante de dos desconocidos, no voy a hacerlo.
Abro los ojos y observo el techo de la habitación en silencio. -Me llamo Zoey... ojalá nos hubieramos conocido en otras circunstancias...- susurro sin poder evitarlo pero después me muerdo la lengua -perdón, no quería decir eso-intento enmendarme rápidamente pero ya lo había dicho, y lo pensaba, nunca me había callado las cosas, ¿por qué lo tenía que hacer ahora? Miro a ambos frunciendo el ceño, seguro que me ha sentado algo mal o algo por el estilo, no creo que sea nada de qué preocuparse. -Nadie sabe que he salido, no sabrían donde estoy... y tampoco sería algo tan triste, al menos no para mí.-digo seria, cierro los ojos porque la luz me molesta. Si no le hubiera visto no habría pasado nada, él ha sido el que me ha trastocado y me ha hecho encontrarme mal por sus palabras, estoy bien, todo es su culpa. Suspiro cansada ante su pregunta pero al final acabo asintiendo con la cabeza. -Es... como un leve malestar, como si fuera a pillar un resfriado, solo que tengo nauseas, todo se mueve a mi alrededor...- me encojo ligeramente de hombros. -Supongo que habré comido algo en mal estado o será... por lo días de estar encerrada en casa, no estoy segura.- Sí, ella es el médico y debería decir que es lo que le parece a ella pero le digo lo que yo opino, solamente espero que no le moleste. -Se me pasará con un poco de reposo.-digo abriendo los ojos y dirigiéndole una leve mirada a Elle.
Abro los ojos y observo el techo de la habitación en silencio. -Me llamo Zoey... ojalá nos hubieramos conocido en otras circunstancias...- susurro sin poder evitarlo pero después me muerdo la lengua -perdón, no quería decir eso-intento enmendarme rápidamente pero ya lo había dicho, y lo pensaba, nunca me había callado las cosas, ¿por qué lo tenía que hacer ahora? Miro a ambos frunciendo el ceño, seguro que me ha sentado algo mal o algo por el estilo, no creo que sea nada de qué preocuparse. -Nadie sabe que he salido, no sabrían donde estoy... y tampoco sería algo tan triste, al menos no para mí.-digo seria, cierro los ojos porque la luz me molesta. Si no le hubiera visto no habría pasado nada, él ha sido el que me ha trastocado y me ha hecho encontrarme mal por sus palabras, estoy bien, todo es su culpa. Suspiro cansada ante su pregunta pero al final acabo asintiendo con la cabeza. -Es... como un leve malestar, como si fuera a pillar un resfriado, solo que tengo nauseas, todo se mueve a mi alrededor...- me encojo ligeramente de hombros. -Supongo que habré comido algo en mal estado o será... por lo días de estar encerrada en casa, no estoy segura.- Sí, ella es el médico y debería decir que es lo que le parece a ella pero le digo lo que yo opino, solamente espero que no le moleste. -Se me pasará con un poco de reposo.-digo abriendo los ojos y dirigiéndole una leve mirada a Elle.
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Sin decir nada, me levanto de la esquina de la cama en la que estaba sentado y le dirijo una última mirada a las dos chicas que, de una forma u otra, ambas tienen conexión conmigo, ya sea de forma directa o indirecta. Salgo de la habitación para dirigirme al baño y despejarme un poco, necesito hacerlo. Una vez ahí, abro el grifo y me lavo la cara, en un vano intento por despejarme. No me sirve de nada, estoy igual o incluso peor que cuando he venido. Apoyo los brazos en la pica durante un par de minutos, mirando mi reflejo en el espejo, ese reflejo que tanto se parece a mi difunto primo que hasta da escalofríos. Sólo hay unas pocas diferencias que apenas son notables. Prácticamente sin darme cuenta, termino transformándome con mi metamorfomagia hasta el punto de que esas diferencias dejan de existir y soy una copia de Alec. En un acto reflejo, le doy un puñetazo al cristal y algunos de los trocitos que saltan por los aire van a parar a mi muñeca, incrustándose en ésta. Ahora al menos ya no veo mi reflejo convertido así con la magia, ya no puedo atormentarme a mí mismo. También entiendo por qué Campbell se puso así cuando me transformé antes delante de ella. A lo mejor sí le ha perjudicado eso en estar así ahora.
Murmuro un reparo para que los trocitos del espejo se junten y vuelvan a formarse. No puedo dejar ésto así, Annie podría entrar y hacerse daño, además de que me preguntarían que por qué está roto. Aún así, la herida de mi muñeca sigue ahí, ahora mismo no caigo en ninguna manera básica para curarme, únicamente me echo un poco de agua por encima y salgo del baño para volver con Elle y Zoey. La imagen de la última me recuerda a mi primo por el hecho de saber que una vez mantuvieron una relación amorosa, que se querían, y no precisamente poco. — Ya veo que estás despierta del todo, capitoliana. — entro justo para ver que la chica ya está despierta totalmente, no como antes que no lo estaba del todo, y que le explica los síntomas que tiene a mi prima. Me dejo caer esta vez en una silla mientras las miro a ambas. No sé cómo tengo tan poco aguante, quienes tendrían que estar realmente afectadas son ellas, cuando yo voy de víctima en mi interior. Soy el hombre, debo ser fuerte. Ruedo los ojos para mí mismo, entrelazando las manos sin apartar la mirada. No presto atención a lo que hablan, estoy ahí físicamente pero como si no estuviera en lo demás.
Murmuro un reparo para que los trocitos del espejo se junten y vuelvan a formarse. No puedo dejar ésto así, Annie podría entrar y hacerse daño, además de que me preguntarían que por qué está roto. Aún así, la herida de mi muñeca sigue ahí, ahora mismo no caigo en ninguna manera básica para curarme, únicamente me echo un poco de agua por encima y salgo del baño para volver con Elle y Zoey. La imagen de la última me recuerda a mi primo por el hecho de saber que una vez mantuvieron una relación amorosa, que se querían, y no precisamente poco. — Ya veo que estás despierta del todo, capitoliana. — entro justo para ver que la chica ya está despierta totalmente, no como antes que no lo estaba del todo, y que le explica los síntomas que tiene a mi prima. Me dejo caer esta vez en una silla mientras las miro a ambas. No sé cómo tengo tan poco aguante, quienes tendrían que estar realmente afectadas son ellas, cuando yo voy de víctima en mi interior. Soy el hombre, debo ser fuerte. Ruedo los ojos para mí mismo, entrelazando las manos sin apartar la mirada. No presto atención a lo que hablan, estoy ahí físicamente pero como si no estuviera en lo demás.
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En un momento dado, Riorden solo se levanta y se va. Me quedo algo perpleja, aquí está pasando algo que yo me estoy perdiendo, y odio esta sensación. ¿Cómo pretenden que diga qué le pasa a Zoey si apenas sé qué está ocurriendo en esta situación? Me limito a centrarme en Zoey y cojo un par de cojines, poniéndoselos en la espalda para que pueda sentarse y estar cómoda a la vez. Veo su inseguridad al hablar y esbozo una sonrisa conciliadora - Tranquila, Zoey, no has dicho nada malo. A mi también me gustaría haberte conocido en otras circunstancias, pero esta es la que nos ha brindado la vida, así que vamos a limitarnos a ver qué te ocurre - dejo una caricia leve en su mejilla, diciéndome a mi misma que no debería ser tan cariñosa con alguien del Capitolio, pero simplemente no lo puedo evitar. Hay algo que me impulsa a tratar a la chica con delicadeza, y no, por ahora no voy a hacer nada para evitarlo - Y tranquila, te llevaremos a casa cuanto antes. Intentaremos que nadie se de cuenta de lo que ha pasado aquí, creerán que has ido a dar un paseo... Y tú lo confirmarás. No puedes decir que has estado aquí - añado, con una mueca en el rostro.
Riorden vuelve a entrar cuando Zoey empieza a describir su malestar y voy memorizando los síntomas poco a poco, mientras mi cabeza le da vueltas a una única idea - Sí, tal vez se te pasará con un poco de descanso - digo, pero estoy segura de que no. Miro a mi primo y me mordisqueo el labio inferior antes de hablarle con cautela - Riorden, ¿puedes ir a ver como está Annie? Zoey va a tener que quitarse la camiseta para que la revise y dudo que le haga mucha gracia que estés aquí. Te avisaremos cuando termine - le digo. Es mentira, por supuesto que lo es, y me da igual que se de cuenta. Ahora mismo solamente necesito que salga de esta habitación para poder hablar con calma con Zoey. Si lo que se me pasa por la cabeza es cierto, entonces lo más probable es que tengamos un problema.
Riorden vuelve a entrar cuando Zoey empieza a describir su malestar y voy memorizando los síntomas poco a poco, mientras mi cabeza le da vueltas a una única idea - Sí, tal vez se te pasará con un poco de descanso - digo, pero estoy segura de que no. Miro a mi primo y me mordisqueo el labio inferior antes de hablarle con cautela - Riorden, ¿puedes ir a ver como está Annie? Zoey va a tener que quitarse la camiseta para que la revise y dudo que le haga mucha gracia que estés aquí. Te avisaremos cuando termine - le digo. Es mentira, por supuesto que lo es, y me da igual que se de cuenta. Ahora mismo solamente necesito que salga de esta habitación para poder hablar con calma con Zoey. Si lo que se me pasa por la cabeza es cierto, entonces lo más probable es que tengamos un problema.
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Aunque no me gustara, y jamás lo que reconocería era como si algo se encogiera dentro de mí cuando Riorden se levantó y se largo sin decir palabra alguna. Frunzo el ceño pero finalmente cierro los ojos con fuerza para retirar todo pensamiento de mi mente, todo sentimiento, para no pensar en donde me encuentro. Al lado de una chica que es, otra Weynart para variar, médico, pero que yo no sé si es verdad o no pero me tengo que fiar porque no me queda otra, ¿qué puedo hacer? ¿Salir corriendo? Me acomodo con los cojines que me ofrece, quedando entonces sentada y entrelazo las manos sobre mis piernas en completo silencio, me encojo de hombros por lo que dice y observo la habitación en la que me encuentro con cierto interés que pierdo en apenas unos segundos, no puedo centrar mi cabeza en hacer tantas cosas y sobre todo al tener los colores como entremezclándose dolorosamente. Asiento lentamente con la cabeza en cuanto menciona el hecho de que no puedo decir donde he estado. -Entiendo, no te preocupes por eso.- susurro mientras me muevo levemente sobre la cama con cierto nerviosismo.
Riorden vuelve y miro hacia otro lado, juego con mis manos sobre mis piernas mientras escucho las palabras que dice. Ya lo sabía, es solamente que me he encontrado mal, demasiadas emociones en unas horas no han sido precisamente buenas, y eso es todo, no hay que preocuparse, me pondré bien en poco tiempo si dejo de ver y de pensar en todo lo que tiene que ver con Alec, eso sería lo mejor... aunque también lo más difícil. Frunzo el ceño levemente cuando dice que Riorden se vaya, ella misma acaba de decir que todo está bien, ¿sacarme la camiseta? ¿Qué? Mi corazón empieza a ir a mil por hora, me incorporo más apoyando los codos sobre mis piernas y respirando profundamente un par de veces para ver si de ésta forma puedo regular los latidos de mi corazón. No tienes nada, no tienes nada, no tienes nada. Me repito mentalmente un millón de veces, será algo rutinario por si acaso tengo algo leve, pero nada importante, no me puede pasar otra cosa mala hoy, no, por favor.
Riorden vuelve y miro hacia otro lado, juego con mis manos sobre mis piernas mientras escucho las palabras que dice. Ya lo sabía, es solamente que me he encontrado mal, demasiadas emociones en unas horas no han sido precisamente buenas, y eso es todo, no hay que preocuparse, me pondré bien en poco tiempo si dejo de ver y de pensar en todo lo que tiene que ver con Alec, eso sería lo mejor... aunque también lo más difícil. Frunzo el ceño levemente cuando dice que Riorden se vaya, ella misma acaba de decir que todo está bien, ¿sacarme la camiseta? ¿Qué? Mi corazón empieza a ir a mil por hora, me incorporo más apoyando los codos sobre mis piernas y respirando profundamente un par de veces para ver si de ésta forma puedo regular los latidos de mi corazón. No tienes nada, no tienes nada, no tienes nada. Me repito mentalmente un millón de veces, será algo rutinario por si acaso tengo algo leve, pero nada importante, no me puede pasar otra cosa mala hoy, no, por favor.
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En el rato en el que me quedo sentado en la silla, me dedico a juguetear con mis dedos, intentando distraerme, y en parte lo consigo. No quiero mirarles, en su mirada está el dolor y la tristeza de haber perdido a alguien a quien querían, y eso me recuerda constantemente que yo también lo he perdido. ¿Estará en mis ojos ese dolor reflejado? No quiero demostrar lo que siento, eso me pertenece a mí y a nadie más, los demás no tienen por qué saber la catástrofe que hay en mi interior. Nunca he sido bueno demostrando mis sentimientos, y la mayoría de veces, cuando alguien me pregunta, consigo escaquearme. Con el tiempo uno aprende a crearse una burbuja a su alrededor, a actuar. Recuerdo que la primera vez que tuve que ponerlo en práctica fue hace unos meses, al ser tributo especial; desde entonces he ido perfeccionando mi burbuja hasta como es ahora. Así que, cuando Elle me dice que salga, no lo dudo ni un segundo; me levanto, evitando mirar la herida de la muñeca. No puedo mirarme mis heridas sin sentir náuseas; ver mi propia sangre me marea.
Salgo sin decirles nada a ninguna de las dos, y cierro la puerta tras salir para dejarme caer al lado de ésta, en la esquina. ¿Qué le pasará? No he prestado atención a los síntomas que iba describiendo, no podía hacerlo porque, si lo hubiera hecho, habría terminando montándome mi propia película sobre lo que le está pasando cuando realmente yo sé lo justo de medicina. Siempre he sido igual en ese sentido; incluso antes de saber la mitad de algo, ya me estoy montando en mi cabeza a qué puede llevar eso. Y lo odio. Es demasiado molesto inquietarse por algo que es probable que termine siendo lo contrario de lo que temes. Gruño, enfadado con mi forma de ser, mientras me abrazo las piernas y apoyo la barbilla en las rodillas, esperando el momento en que la puerta se abra y me indiquen qué le pasa a la capitoliana, la cual únicamente me trae quebraderos de cabeza desde nos hemos visto en la playa.
Salgo sin decirles nada a ninguna de las dos, y cierro la puerta tras salir para dejarme caer al lado de ésta, en la esquina. ¿Qué le pasará? No he prestado atención a los síntomas que iba describiendo, no podía hacerlo porque, si lo hubiera hecho, habría terminando montándome mi propia película sobre lo que le está pasando cuando realmente yo sé lo justo de medicina. Siempre he sido igual en ese sentido; incluso antes de saber la mitad de algo, ya me estoy montando en mi cabeza a qué puede llevar eso. Y lo odio. Es demasiado molesto inquietarse por algo que es probable que termine siendo lo contrario de lo que temes. Gruño, enfadado con mi forma de ser, mientras me abrazo las piernas y apoyo la barbilla en las rodillas, esperando el momento en que la puerta se abra y me indiquen qué le pasa a la capitoliana, la cual únicamente me trae quebraderos de cabeza desde nos hemos visto en la playa.
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Cuando Riorden se levanta y sale, no puedo evitar fijarme en su muñeca, en la sangre que corre por ella, y hago una mueca. Voy a tener que curarle eso, pero no ahora, ahora no es el momento. Miro a Zoey, levantándome para asegurarme de que la puerta está cerrada, y con un gesto de mano le quito importancia a la tensión del momento - Tranquila, no vas a tener que quitarte la camiseta. Era solo una excusa para que Riorden se fuera un momento y nos dejara solas - le digo, en un tono de voz suave y conciliador, mientras me siento delante de ella - Y perdona su comportamiento, normalmente no suele ser así. Bueno, nunca ha sido la alegría de la huerta, pero... Han pasado demasiadas cosas últimamente. Ya sabes - me quedo en silencio unos instantes y luego le tomo la mano, sonriéndole un poco. No paro de repetirme en mi cabeza que, aunque sea una capitoliana hasta la médula, cosa que no es difícil de ver, mi hermano se enamoró de ella. Es especial, sin lugar a dudas. Y, si no estoy equivocada, va a ser todavía más especial, para todos nosotros.
Respiro hondo, clavando mis ojos en los suyos, y me permito esbozar una sonrisa de lado que deja entrever mi incomodidad ante lo que estoy a punto de hacer - Antes que nada, quiero que seas consciente de que no les pregunto esto a las novias de mis hermanos normalmente - oh, sí, muy aguda, Elle. Intenta hacer un comentario en broma en este momento, es lo mejor que podías hacer. Vaya ideas las tuyas - Bueno, lo mejor será ir al grano - le suelto la mano y me levanto, mirándola unos instantes mientras me mordisqueo el labio inferior. No sé qué es lo que me da más miedo, si su reacción a la pregunta, o la respuesta que pueda darme - ¿Tú te acostaste con mi hermano, Zoey? - y ya está. Tan sencillo como eso.
Respiro hondo, clavando mis ojos en los suyos, y me permito esbozar una sonrisa de lado que deja entrever mi incomodidad ante lo que estoy a punto de hacer - Antes que nada, quiero que seas consciente de que no les pregunto esto a las novias de mis hermanos normalmente - oh, sí, muy aguda, Elle. Intenta hacer un comentario en broma en este momento, es lo mejor que podías hacer. Vaya ideas las tuyas - Bueno, lo mejor será ir al grano - le suelto la mano y me levanto, mirándola unos instantes mientras me mordisqueo el labio inferior. No sé qué es lo que me da más miedo, si su reacción a la pregunta, o la respuesta que pueda darme - ¿Tú te acostaste con mi hermano, Zoey? - y ya está. Tan sencillo como eso.
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Miro la puerta cerrada cuando Riorden sale por ella y arrugo la nariz. Todo amabilidad es éste chico, me muerdo el labio inferior y dirijo entonces la atención hacia Elle encogiéndome de hombros levemente por sus palabras, es comprensible que esté así, pero, bueno, todos lo estamos pasando mal y no por ello nos ponemos de malas con todo el mundo con él hace, su forma de superar las cosas, en mi opinión, no es acertada en absoluto. -Entiendo... Sabes, -miro hacia la puerta de nuevo un tanto confusa y enfadada conmigo misma, bajo la mirada hacia nuestras manos y respiro profundamente -me gusta tenerle cerca.-muevo la cabeza hacia ambos lados. -Es decir, me espanta mirarlo y... ver a Alec, pero a la vez me tranquiliza porque, podría pensar simplemente que es él, que no se ha ido...-esbozo una pequeña y amarga sonrisa en mis labios sin atreverme a levantar la mirada de la cama.
En mi mente algo hace 'click' por lo que dice: las novias de mis hermanos... No es simplemente un familiar de Alec es su hermana. Cierro los ojos, aún sin levantar la cabeza, con fuerza. No puede estar pasando ésto, no puedo estar ahora mismo con ella. No es que habláramos de nuestras respectivas familias precisamente... pero no puedo ni imaginar como me sentiría yo si uno de mis hermanos muriera así. Me sobresalto un poco cuando se separa de mí entrelazo las manos sobre el regazo pensativa. Me he centrado más en el hecho de que es su hermana que de lo demás que me ha dicho. -¿Qué?- digo inmediatamente después de que formule la pregunte, no pienso una respuesta, no pienso nada simplemente la observo con gesto de incredulidad hasta que reacciono y me bajo de la cama, puesto que el mareo medio que se me ha pasado, apoyándome con la mano en ésta aún. -¿Qué clase de pregunta es esa? No te voy a contestar a esa tontería, a ti no te importa.- contesto seca. No me conoce de nada y ¿va con esas preguntas? No me lo puedo creer, no, si va a ser verdad cuando dicen que nunca te fíes de un rebelde. Se ganaba mi confianza con palabras bonitas y gesto de comprensión para preguntar ese tipo de cosas. Frunzo el ceño molesta. -Me voy.- me separo de la cama para dirigirme hacia la puerta.
En mi mente algo hace 'click' por lo que dice: las novias de mis hermanos... No es simplemente un familiar de Alec es su hermana. Cierro los ojos, aún sin levantar la cabeza, con fuerza. No puede estar pasando ésto, no puedo estar ahora mismo con ella. No es que habláramos de nuestras respectivas familias precisamente... pero no puedo ni imaginar como me sentiría yo si uno de mis hermanos muriera así. Me sobresalto un poco cuando se separa de mí entrelazo las manos sobre el regazo pensativa. Me he centrado más en el hecho de que es su hermana que de lo demás que me ha dicho. -¿Qué?- digo inmediatamente después de que formule la pregunte, no pienso una respuesta, no pienso nada simplemente la observo con gesto de incredulidad hasta que reacciono y me bajo de la cama, puesto que el mareo medio que se me ha pasado, apoyándome con la mano en ésta aún. -¿Qué clase de pregunta es esa? No te voy a contestar a esa tontería, a ti no te importa.- contesto seca. No me conoce de nada y ¿va con esas preguntas? No me lo puedo creer, no, si va a ser verdad cuando dicen que nunca te fíes de un rebelde. Se ganaba mi confianza con palabras bonitas y gesto de comprensión para preguntar ese tipo de cosas. Frunzo el ceño molesta. -Me voy.- me separo de la cama para dirigirme hacia la puerta.
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Aprieto los labios cuando dice que le espanta mirar a Riorden porque ve a Alec pero que a la vez la tranquiliza por un motivo que me parece, aunque duela reconocerlo, horroroso. Porque Alec se ha ido, todos lo sabemos bien, y cuanto antes lo acepte menos doloroso será para ella. Me callo mis comentarios y simplemente me quedo de brazos cruzados. Porque llega un momento en el que una ya no sabe qué tiene que hacer. Porque lo que me ronda por la cabeza no creo que vaya a hacerle gracia a nadie. Porque necesito que Riorden esté mejor. Porque tengo a mi familia afectada por la muerte de mi hermano a manos del Capitolio en sus estúpidos juegos y no puedo hacer nada para remediarlo. Y yo estoy aquí, con hermanos pequeños de los que cuidar, con un hermano mayor que a saber donde tiene la cabeza la mayor parte del tiempo, con un amor que sé que es jodidamente difícil, por no decir imposible, con un trabajo que mantener, y tratando de hacer más trabajo del que realmente puedo hacer.
Me froto las manos y levanto ambas cejas al ver su reacción ante mi pregunta. No me esperaba lo contrario de una refinada y elegante señorita del capitolio, por no decir una chica asquerosamente pija del sitio en el que condenaron a muerte a Alec. Cuando se levanta, no puedo reprimir una risotada. Me levanto yo también, quedándome delante de la puerta barrándole el paso, y sonrío - No, no te vas, señorita - me quedo quieta, imperturbable, dejando un par de segundos de silencio para pensar en cómo decirle lo que tengo que comunicarle - Voy a ser clara, chiquilla. No creo que me veas cara de pervertida sexual que se preocupa por saber las veces que se acostó si hermano muerto con una u otra chica. Dicho esto, creo que está bastante claro que si te he preguntado que si te acostaste con él es porque tus síntomas, bonita, viendo que no te pasa nada más, son un posible símbolo de embarazo - me sorprende la frialdad de mi propia voz, pero hay veces en que o la uso o nadie se toma en serio lo que digo - Ahora, muchacha... ¿Sigues queriendo irte o prefieres quedarte a escuchar lo que tengo que decirte? - levanto una ceja, mirándola fijamente, esperando una respuesta coherente por su parte.
Me froto las manos y levanto ambas cejas al ver su reacción ante mi pregunta. No me esperaba lo contrario de una refinada y elegante señorita del capitolio, por no decir una chica asquerosamente pija del sitio en el que condenaron a muerte a Alec. Cuando se levanta, no puedo reprimir una risotada. Me levanto yo también, quedándome delante de la puerta barrándole el paso, y sonrío - No, no te vas, señorita - me quedo quieta, imperturbable, dejando un par de segundos de silencio para pensar en cómo decirle lo que tengo que comunicarle - Voy a ser clara, chiquilla. No creo que me veas cara de pervertida sexual que se preocupa por saber las veces que se acostó si hermano muerto con una u otra chica. Dicho esto, creo que está bastante claro que si te he preguntado que si te acostaste con él es porque tus síntomas, bonita, viendo que no te pasa nada más, son un posible símbolo de embarazo - me sorprende la frialdad de mi propia voz, pero hay veces en que o la uso o nadie se toma en serio lo que digo - Ahora, muchacha... ¿Sigues queriendo irte o prefieres quedarte a escuchar lo que tengo que decirte? - levanto una ceja, mirándola fijamente, esperando una respuesta coherente por su parte.
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La observo en completo silencio con el ceño fruncido, con ganas de gritarle que desaparezca de mi vista, que me importa más bien poco lo que me tenga que decir pero claro, ¿qué le puedo decir? Estoy en el distrito once y además en su casa por lo que quedaría demasiado mal que le gritara que saliera de mi camino en su propia casa. La arruga de mi ceño se vuelve más profunda, cruzo los brazos sobre mi pecho sin decir palabra alguna. Abro la boca para recriminarle algo pero finalmente la cierro de nuevo mordiéndome la mejilla por dentro con gesto serio. La verdad es que no me gusta ir hablando de mi vida con nadie y menos con una persona que acabo de conocer y en la que, ni siquiera, confío. Si cree que voy a hablarle de lo que hacía o dejaba de hacer con su hermano va lista, se puede esperar sentada por que no voy a decir ni una palabra con respecto al tema. Tamborileo con los dedos sobre mi antebrazo impaciente porque me deje que me vaya, me está reteniendo contra mi voluntad y o me deja irme o se va a buscar un problema cuando vuelva al Capitolio y le comente 'sin querer' a alguien de una casa donde viven rebeldes. Muevo la cabeza hacia ambos lados levemente y me quedo mirando a un lado regañándome a mí misma por mis pensamientos.
Ruedo los ojos ante su comentario y dejo escapar un suspiro de cansancio. Parece que al final el mejor plan habría sido quedarse en casa y no salir, total, tampoco es que fuera últimamente la persona más alegre del mundo. Vuelvo la mirada hacia ella cuando termina de hablar, es como si me acabaran de echar un balde de agua fría por encima. Parpadeo un par de veces sin creer lo que está diciendo hasta que me 'recompongo' y carraspeo. -Estás de broma, ¿no?- digo entonces con gesto serio e intentando parecer tranquila. No podía ser, simplemente me encontraba mal y ya está, aunque... cierro los ojos con fuerza intentando retirar de mi mente lo que pasó en mi casa en el Capitolio. Abro los ojos y doy un par de pasos hacia atrás apoyándome de nuevo en la cama y tragando saliva. -Supongo que no pierdo nada escuchándote,-digo-y mi nombre es Zo-e-y. Yo me he aprendido el tuyo.- murmuro el final de mala gana. ¿Cómo puede saber eso solo con unos síntomas? Ahora ha sembrado la duda en mi cabeza y no paro de darle vueltas. Aprieto las manos convirtiéndolas en puños y respirando profundamente. -¿Qué pasa si me acosté con tu hermano? Puedes estar equivocada con eso de que puedo esatr embarazada, ¿no crees?- Síntomas, síntomas... puede ser una gripe y ya, como le gusta liar las cosas a los médicos.
Ruedo los ojos ante su comentario y dejo escapar un suspiro de cansancio. Parece que al final el mejor plan habría sido quedarse en casa y no salir, total, tampoco es que fuera últimamente la persona más alegre del mundo. Vuelvo la mirada hacia ella cuando termina de hablar, es como si me acabaran de echar un balde de agua fría por encima. Parpadeo un par de veces sin creer lo que está diciendo hasta que me 'recompongo' y carraspeo. -Estás de broma, ¿no?- digo entonces con gesto serio e intentando parecer tranquila. No podía ser, simplemente me encontraba mal y ya está, aunque... cierro los ojos con fuerza intentando retirar de mi mente lo que pasó en mi casa en el Capitolio. Abro los ojos y doy un par de pasos hacia atrás apoyándome de nuevo en la cama y tragando saliva. -Supongo que no pierdo nada escuchándote,-digo-y mi nombre es Zo-e-y. Yo me he aprendido el tuyo.- murmuro el final de mala gana. ¿Cómo puede saber eso solo con unos síntomas? Ahora ha sembrado la duda en mi cabeza y no paro de darle vueltas. Aprieto las manos convirtiéndolas en puños y respirando profundamente. -¿Qué pasa si me acosté con tu hermano? Puedes estar equivocada con eso de que puedo esatr embarazada, ¿no crees?- Síntomas, síntomas... puede ser una gripe y ya, como le gusta liar las cosas a los médicos.
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Cuando se sienta de nuevo en la cama asiento levemente con la cabeza. Me apoyo en la puerta y trato de calmarme mientras planifico mis ideas. Escucho sus palabras y asiento lentamente con la cabeza repetidas veces, antes de empezar a hablar. - De acuerdo, Zoey. Pongamos que te vas de aquí. Vuelves a tu casa, al Capitolio. Te encuentras de nuevo con tu armario lleno de ropa bonita, con tu familia que te quiere muchísimo, con tus cosas, tus amigos, tu vida, tu paraíso de compras, avox, habitaciones lujosas y una vida envidiable. Ahora pongamos que yo tengo razón y que pasan los meses, y empiezas a encontrarte con un bonito bombo que ni los vestidos holgados que tanto te gustan pueden disimular. Ves que yo tengo razón, y... ¿Qué haces? - levanto una ceja, mirándola, al formular esta pregunta retórica dirigida más al aire que a ella -. Supongo que has tenido más suerte de la que crees encontrando a Riorden si realmente estás como parece que estás. No creo que a tus padres les hiciera mucha gracia saber que su niñita se ha quedado embarazada de un chico que ya no está entre nosotros. No puedes descartar la posibilidad, Zoey, es todo lo que te digo. No es seguro, pero es probable, por lo que estás diciendo - respiro hondo.
Voy andando hacia la bolsa donde llevo todo mi material y la abro, rebuscando entre todo lo que la llena mientras sigo hablándole a Zoey - Ahora, por favor, ¿podemos ir al baño para terminar ya con toda duda existente? Creo que es un buen momento para utilizar esto - levanto la mano al encontrar lo que buscaba, sacándola de mi bolsa, y le enseño una caja de cartón blanca con dibujos rosas - Es un test de embarazo. Ve al baño y hazlo, no es difícil. En la caja va la explicación. Si da negativo, te vas a casa, nos olvidamos de ti y te olvidas de nosotros. Si da positivo, creo que vas a necesitar más ayuda de la que crees - me encojo de hombros y le tiendo la caja. Es su decisión hacerlo o no, pero si quiere quitarse a los Weynart de encima tanto como parece, va a tener que hacerlo.
Voy andando hacia la bolsa donde llevo todo mi material y la abro, rebuscando entre todo lo que la llena mientras sigo hablándole a Zoey - Ahora, por favor, ¿podemos ir al baño para terminar ya con toda duda existente? Creo que es un buen momento para utilizar esto - levanto la mano al encontrar lo que buscaba, sacándola de mi bolsa, y le enseño una caja de cartón blanca con dibujos rosas - Es un test de embarazo. Ve al baño y hazlo, no es difícil. En la caja va la explicación. Si da negativo, te vas a casa, nos olvidamos de ti y te olvidas de nosotros. Si da positivo, creo que vas a necesitar más ayuda de la que crees - me encojo de hombros y le tiendo la caja. Es su decisión hacerlo o no, pero si quiere quitarse a los Weynart de encima tanto como parece, va a tener que hacerlo.
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Frunzo el ceño escuchando sus palabras. No tiene ni idea de lo que habla que es mi vida pero supone cual es por el hecho de ser del Capitolio. Cruzo los brazos sobre mi pecho mirándola, entonces, con gesto serio. Si fuera verdad... simplemente me podría deshacer del bebé, ¿no? No sería la primera que lo hiciera, y tampoco la última, para esconderlo de su familia. Giro el rostro hacia otro lado enfadada conmigo misma. No podría hacer eso... pero tampoco me puede estar pasando ésto. ¿En qué momento se me ocurrió hacerlo así? Me dan ganas de golpearme la cabeza con lo primero que pille a mano por lo idiota que puedo ser en ocasiones. -Si tengo una familia que me quiere tanto como tú dices, ¿no crees que lo respetaría? ¿No crees que se alegraría porque su hija sea feliz? En éste caso no es así, no puedo estar embarazada, no puedo estarlo.- le digo haciendo hincapié en cada palabra -da igual si es de una persona... que ya no esté entre nosotros o de una que si lo esté. Soy una Campbell, no tienes idea de lo que eso significa, ¿verdad? Si estuviera embarazada no podría tenerlo aunque quisiera.- aprieto las manos en mis costados temblándome. Parece que solo importa lo que yo piense pero, ¿que haría si lo estuviera? Me muerdo el labio inferior incómoda por el solo pensamiento.
Entrelazo las manos sobre mi regazo retorciéndolas pensativa. Solo necesito un no, por favor, solo esa palabra. Jamás había deseado más que me dijeran que no a algo, pero esto lo necesitaba de verdad. Vuelvo la mirada a ella que me tiende una cajita, las miro a ambas y me levanto enfadada cogiendo la caja. Cuanto antes veamos el resultado antes me podré ir a casa y darle en el cara demostrándole que está equivocada, que ha metido la pata hasta el fondo asustándome de esa mala manera. -Tanto si da negativo como si es positivo me olvidaré de todos vosotros, mi única conexión con vosotros era Alec, y ya no está. - me giro y me dirijo hacia el baño cerrando la puerta de un portazo detrás de mí y sentándome después. Abro la caja y frunzo el ceño abriendo las instrucciones, las ojeo y después abro la bolsita plateada y observo la tira que hay dentro en silencio. Respiro profundamente y cierro los ojos intentando tranquilizarme. Termina con ésto de una buena vez. Hago lo que pone en las instrucciones y luego me levanto arreglándome la ropa, lo dejo encima del lavabo y me lavo las manos rodando los ojos. Me aliso la camiseta y salgo con la tira en la mano. -Pone algo de esperar cinco minutos.- me apoyo de nuevo en la cama observando fijamente la tira. Noto como si el corazón se me fuera a salir del pecho, me está empezando a doler la cabeza de nuevo. Tengo que saberlo ya.
Entrelazo las manos sobre mi regazo retorciéndolas pensativa. Solo necesito un no, por favor, solo esa palabra. Jamás había deseado más que me dijeran que no a algo, pero esto lo necesitaba de verdad. Vuelvo la mirada a ella que me tiende una cajita, las miro a ambas y me levanto enfadada cogiendo la caja. Cuanto antes veamos el resultado antes me podré ir a casa y darle en el cara demostrándole que está equivocada, que ha metido la pata hasta el fondo asustándome de esa mala manera. -Tanto si da negativo como si es positivo me olvidaré de todos vosotros, mi única conexión con vosotros era Alec, y ya no está. - me giro y me dirijo hacia el baño cerrando la puerta de un portazo detrás de mí y sentándome después. Abro la caja y frunzo el ceño abriendo las instrucciones, las ojeo y después abro la bolsita plateada y observo la tira que hay dentro en silencio. Respiro profundamente y cierro los ojos intentando tranquilizarme. Termina con ésto de una buena vez. Hago lo que pone en las instrucciones y luego me levanto arreglándome la ropa, lo dejo encima del lavabo y me lavo las manos rodando los ojos. Me aliso la camiseta y salgo con la tira en la mano. -Pone algo de esperar cinco minutos.- me apoyo de nuevo en la cama observando fijamente la tira. Noto como si el corazón se me fuera a salir del pecho, me está empezando a doler la cabeza de nuevo. Tengo que saberlo ya.
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