OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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The Mighty Fall
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Phoenix D. Langdon
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Little bróðir — 0.1
Syver A. Nygaard
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The Mighty Fall
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Recuerdo del primer mensaje :
Un pedazo de paraíso. Es así la forma en la que describen este sitio. Aunque la gente se inventa muchos nombres estúpidos para lugares extraños. Mi mirada se va directa al suelo mientras avanzo por lo que parece ser un parque. Todos estos sitios me recuerdan las cosas que echo de menos, el olor a gasolina y grasa de motor del seis, el ruido constante de los coches en pruebas de la fábrica de montaje, los gritos de las personas de alrededor, incluso echo de menos los castigos en el colegio.
Ser un vencedor solo trae desgracias, dolores, malos recuerdos y una sensación de vacío que me recorre el alma. Ahora mismo estoy dando un paseo por el distrito más calmado de toda aquella isla y aún así quiero salir corriendo. Hace semanas que no consigo que las voces se callen, desde mi intento de fuga de éste sitio no solo me he ganado un localizador a tiempo completo ubicado en mi nuca, sino una pulsera irrompible de mentalmente desorientado y una desazón terrible. No saldré de aquí. Nunca... nunca volveré a casa con mi abuela... nunca más de una vez al mes.
Ahora pasaré el resto de mi vida intentando ayudar a niños a salir de la arena, porque a pesar de que yo acabo de cumplir 16 años y muchos de los tributos sean incluso mayores que yo, todos me parecen unos niños. Yo he madurado de golpe, la vida me ha obligado a hacerlo, es por eso que ya no puedo incluirme dentro de las esperanzas de futuro. Un futuro que si antes tuve y me pertenecía, ya no me pertenece.
Me dejo caer en el suelo en un sitio al azar fuera del camino que recorría sin rumbo. Doblo mis piernas lo suficientemente alto como para que pueda mantener mis brazos sobre las rodillas apoyados pero al mismo tiempo que mis dedos lleguen al suelo. Arranco hierbajos uno por uno con la mente en blanco. Me he hartado de pensar, me he hartado de buscar una solución a todo ésto porque no la tiene.
Un pedazo de paraíso. Es así la forma en la que describen este sitio. Aunque la gente se inventa muchos nombres estúpidos para lugares extraños. Mi mirada se va directa al suelo mientras avanzo por lo que parece ser un parque. Todos estos sitios me recuerdan las cosas que echo de menos, el olor a gasolina y grasa de motor del seis, el ruido constante de los coches en pruebas de la fábrica de montaje, los gritos de las personas de alrededor, incluso echo de menos los castigos en el colegio.
Ser un vencedor solo trae desgracias, dolores, malos recuerdos y una sensación de vacío que me recorre el alma. Ahora mismo estoy dando un paseo por el distrito más calmado de toda aquella isla y aún así quiero salir corriendo. Hace semanas que no consigo que las voces se callen, desde mi intento de fuga de éste sitio no solo me he ganado un localizador a tiempo completo ubicado en mi nuca, sino una pulsera irrompible de mentalmente desorientado y una desazón terrible. No saldré de aquí. Nunca... nunca volveré a casa con mi abuela... nunca más de una vez al mes.
Ahora pasaré el resto de mi vida intentando ayudar a niños a salir de la arena, porque a pesar de que yo acabo de cumplir 16 años y muchos de los tributos sean incluso mayores que yo, todos me parecen unos niños. Yo he madurado de golpe, la vida me ha obligado a hacerlo, es por eso que ya no puedo incluirme dentro de las esperanzas de futuro. Un futuro que si antes tuve y me pertenecía, ya no me pertenece.
Me dejo caer en el suelo en un sitio al azar fuera del camino que recorría sin rumbo. Doblo mis piernas lo suficientemente alto como para que pueda mantener mis brazos sobre las rodillas apoyados pero al mismo tiempo que mis dedos lleguen al suelo. Arranco hierbajos uno por uno con la mente en blanco. Me he hartado de pensar, me he hartado de buscar una solución a todo ésto porque no la tiene.
Doy leves golpes en el suelo con mis dedos mientras checo el resto de aparatos. Le miro durante un momento y me encojo de hombros con algo de fastidio, ni siquiera sé porque he dicho lo que he dicho, puede que porque en el fondo me da pena, si yo estuviera en su lugar también estaría bastante perdido... de por sí ya lo estoy. - Sí que lo tengo - No insisto en el hecho de que Jolene es de MI propiedad porque ya he hurgado en la herida lo que yo creo suficiente. Suelto un suspiro y dejo caer mi cabeza, ni siquiera sé porqué de alguna manera me alivia haber soltado aquello. A Jolene la he perdido tantas veces en tan poco tiempo que si pasa una vez más, creo que voy a morirme. Me llevo una mano al pecho cuando un pinchazo me agobia, a veces creo que todo se basa en el desespero de perderla más que en lo que realmente siento por ella pero después de todo ¿qué sabré yo? si no tengo ni idea de qué es lo que se supone que debo senti.
Dejo de toquetear cables cuando se sienta en el suelo, sentándome sobre mis propias piernas antes de llevar mi vista hacia él. - Sal un rato, aprovecha para comprar todo lo que te he pedido - Un respiro, eso es lo que necesita, de todas maneras todos lo necesitamos de vez en cuando. Hago una leve mueca para dejar claro que me es complementa indiferente que me deje allí solo durante un rato mientras vuelvo a mi labor de organizar la radio. A pesar de que no le hace mucha gracia mi sugerencia termina por aceptarla asegurando de hacerme saber que no lo hace porque yo se lo digo sino porque a él le da la gana.
Pasan varias horas antes de que regrese y ni siquiera sé si alegrarme o molestarme. Estoy desesperado por salir de allí, estoy desesperado por volver a ver la luz del sol, pero por muchos intentos que haga me queda mucho tiempo todavía. Agarro las cosas que ha comprado y empiezo a trabajar, exactamente 22 horas después está todo montado y funcional. - Sinceramente... espero que no te arrepientas de ésto - Y sinceramente también espero que no arrastre a Jolene con él. Me levanto del suelo con las mejillas llenas de grasa y las piernas y manos de pelusillas que me voy quitando por el camino conforme subo las escaleras. - Yo nunca he estado aquí - Es mi despedida antes de salir al exterior e irme del lugar.
Dejo de toquetear cables cuando se sienta en el suelo, sentándome sobre mis propias piernas antes de llevar mi vista hacia él. - Sal un rato, aprovecha para comprar todo lo que te he pedido - Un respiro, eso es lo que necesita, de todas maneras todos lo necesitamos de vez en cuando. Hago una leve mueca para dejar claro que me es complementa indiferente que me deje allí solo durante un rato mientras vuelvo a mi labor de organizar la radio. A pesar de que no le hace mucha gracia mi sugerencia termina por aceptarla asegurando de hacerme saber que no lo hace porque yo se lo digo sino porque a él le da la gana.
Pasan varias horas antes de que regrese y ni siquiera sé si alegrarme o molestarme. Estoy desesperado por salir de allí, estoy desesperado por volver a ver la luz del sol, pero por muchos intentos que haga me queda mucho tiempo todavía. Agarro las cosas que ha comprado y empiezo a trabajar, exactamente 22 horas después está todo montado y funcional. - Sinceramente... espero que no te arrepientas de ésto - Y sinceramente también espero que no arrastre a Jolene con él. Me levanto del suelo con las mejillas llenas de grasa y las piernas y manos de pelusillas que me voy quitando por el camino conforme subo las escaleras. - Yo nunca he estado aquí - Es mi despedida antes de salir al exterior e irme del lugar.
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