Desde que tiene memoria, Vivianne Gallagher ha estado viviendo en la pobreza. No tiene muchos recuerdos de sus padres, que la dejaron abandonada en su cumpleaños número 4 a las puertas del orfanato del distrito 5, quedando en su memoria las palabras que le dijeron antes de irse “trajiste la desgracia a nuestras vidas cuando naciste, ojalá no haberte tenido nunca”. Aun así, ella no lloró ni se quejó en el momento en el que se dio cuenta de que no volvería a verlos, después de todo solo pasaría de un infierno a otro.

Sus años en el orfanato no fueron coser y cantar. Al ser bastante callada y recatada, los demás niños la aislaron, y al poco tiempo todos se pusieron en su contra al ser constantemente comparados con ella: “¡miren a Vivianne! ¡Deberían aprender de ella, ella si sabe comportarse!” “Vivianne ya hizo todas las tareas que se le asignó, por qué ustedes no?” “¡Dejen de quejarse por todo! Vivianne acaba de llegar y nunca ha puesto ningún pero”, comentarios que solo alimentaban el odio hacia ella cada vez más. Al principio solo eran unos cuantos empujones que le daban cada vez que alguna trabajadora no estaba mirando, pero su intensidad fue aumentando, pasando a acusaciones falsas y rumores cuando se dieron cuenta de que lo anterior no era suficiente. Cada broma pesada que le gastaban a las trabajadoras lo arreglaban para echarle la culpa a ella, destrozando la imagen de Vivianne al poco tiempo y haciendo que todas las personas del orfanato la odiaran rápidamente, consiguiendo aislarla por completo y haciéndole su vida imposible desde entonces.

Cuando empezó el colegio, todo empeoró, pues el juego de “hagámosle la vida imposible a Vivianne” se expandió por todo el lugar y la persiguió hasta el último año en el que por fin se graduó. Todo ese tiempo intentó mantener un perfil bajo, concentrándose en sacar las mejores notas y sin relacionarse con nadie.

A los 12 años empezó a trabajar para poder comprar más comida, pues en su orfanato había escasez, y, eso sumado al odio que le tenían, solían dejarle las sobras, incluso a veces ni eso. Trabajó limpiando casas desde entonces, confirmando que hacía bien al no confiar en nadie: la gente solo pensaba en su bienestar. Se hacían pasar por buenas personas que la sacarían de la miseria, pero todas eran siempre mentiras, y sacaban a relucir sus verdadero ser en el momento en el que Vivianne cometía el mínimo error. Trabajó para todo tipo de gente, y pasó por todo tipo de maltratos; ya era normal verla con moretones en distintas partes del cuerpo, pero nunca nadie se dio por aludido.

A los 17 años, al fin la echaron del sistema ,y, aunque estaba un poco agradecida al poder escapar de ese infierno, su situación empeoró, al no tener ni un techo para poder dormir.

Ahora, a sus 18 años, sigue trabajando de limpiadora en cualquier casa que le deje quedar a cambio por unos días, teniendo como único objetivo seguir sobreviviendo.