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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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2 participantes
KAAN BOWMAN
To keep the body in good health is a duty…
otherwise we shall not be able to keep the mind strong and clear
otherwise we shall not be able to keep the mind strong and clear
Kaan nació en el Distrito 5, hijo de una madre y un padre magos. El padre los abandonó después de dejar embarazada a su mamá, para perseguir a una mujer rica del Distrito 4. A pesar de eso, ella cuidó a su hijo con mucho amor y cariño, porque era la luz de su vida.
Desgraciadamente, cuando Kaan cumplió los 5 años, su madre enfermó gravemente, a causa de las malas condiciones en las que vivían. Su último deseo, antes de morir, fue que su hijo creciera sano y fuerte.
Durante unos días, el chico anduvo solo por las calles de la ciudad, en búsqueda de comida, o un lugar para dormir. Finalmente, encontró a una señora vendiendo sandías y a pesar de que le pidió una de regalo, ella ignoró su petición, y en vez de dársela, empezó a interrogarlo acerca de su familia, lo que provocó que, al no darle las respuesta que esperaba, avisara a los servicios sociales, los que finalmente le encontraron y llevaron a un orfanato, sin su sandía.
A pesar de que Kaan ya no se encontraba solo, las condiciones en las que estaba el orfanato tampoco eran muy buenas, así que no era especialmente una mejora. Eso a él no parecía importarle mucho, y solo pensaba en maneras de hacerse grande y fuerte, para hacer feliz a su madre, ya que a pesar de ya no poder verla, siempre permanecería en su corazón. Rápidamente, hizo varios amigos con los que jugaba a menudo, y a quienes ayudaba incondicionalmente, porque como decía su madre "Es importante ser siempre agradecidos y cuidar lo que tenemos". Conforme pasaba el tiempo, más se daba cuenta de que la comida que recibía en el orfanato no sería suficiente para crecer sano, así que optó por al menos hacerse fuerte, por lo que a los 11 años, comenzó a buscar trabajos que requerían de mucha fuerza, sobre todo relacionados con la construcción. De esta forma, pensó, podría matar dos pájaros de un tiro: se haría grande y fuerte, y quizás algún día conseguiría suficiente dinero para comprarse una sandía.
Cuando cumplió 14 años, por fin había ahorrado el suficiente dinero para comprarse su tan deseada sandía. Tardó mucho en juntar el dinero, porque a menudo lo engañaban y no le pagaban como habían acordado, sin embargo, Kaan, libre de malicia, seguía cayendo en el mismo fraude una y otra vez. Le compró la sandía a la única vendedora del Distrito, y la disfrutó como nunca. La mujer descubrió que era el mismo chico que años atrás había encontrado solo; le recordó al escuchar la historia que el muchacho le contaba mientras comía, y le dio mucha pena descubrir que otras personas se estaban aprovechando de él. Por eso, de buena fe, le ofreció su primer trabajo decente, construyendo una tienda en la que pudiera vender su fruta en condiciones, a cambio de un sueldo justo y de poder comerse, además, algunas de sus frutas favoritas.
Evidentemente, Kaan aceptó con entusiasmo, y comenzó a trabajar ese mismo día.
Poco a poco, ganó popularidad en el Distrito, ya que por su buen físico y experiencia, eran un gran constructor. La tienda de la vendedora de sandías, quedó muy bien hecha en poco tiempo, y los demás vecinos, comenzaron a ofrecerle trabajos en distintas obras nuevas y antiguas, o arreglando los hogares con desperfectos provocados por el tiempo. Esto llevó a que a sus 16 años, todo el que vivía cerca del orfanato, conociera al muchacho mago que construía casas con sus propias manos, sin usar una gota de magia. A pesar de tener tanto trabajo, no ganaba demasiado dinero, porque quienes lo contrataban, eran trabajadores humildes como él y cuando eran personas buenas, solía hacer los trabajos gratis, especialmente si eran personas muy mayores. Sin embargo, muchas veces le pagaban con comida, y mientras se tratara de algo al menos un poco saludable, Kaan era feliz. A pesar de eso, no podía dejar de imaginar lo que sería poder comer cosas mejores, y tener un lugar más limpio donde vivir, en el que al menos, las posibilidades de morir por alguna enfermedad fueran menores.
Cuando salió del sistema y tuvo que vivir por su cuenta, algunos de los ciudadanos le ayudaron a encontrar un lugar cuya renta pudiera pagar. Empezó a ir algo ajustado entre los gastos extra que antes no tenía (vivienda y comida) y las ayudas que a veces daba al orfanato en el que había vivido con la esperanza de que las cosas fueran mejor para los otros niños. Tuvo que reducir sus gastos, especialmente en la alimentación, viéndose obligado a comer menos sano de lo que estaba acostumbrado.
Es consciente de que necesita un trabajo más rentable para mejorar su calidad de vida, y ha pensado mucho en mudarse de distrito, pero el miedo de que otras personas se aprovechen de él, como sucedía cuando era más pequeño, le genera dudas; eso sumado a su apego por los habitantes del pueblo, le ha metido en un bucle en el que pese a sus ganas cambiar las cosas, no se atreve a irse del distrito.
Desgraciadamente, cuando Kaan cumplió los 5 años, su madre enfermó gravemente, a causa de las malas condiciones en las que vivían. Su último deseo, antes de morir, fue que su hijo creciera sano y fuerte.
Durante unos días, el chico anduvo solo por las calles de la ciudad, en búsqueda de comida, o un lugar para dormir. Finalmente, encontró a una señora vendiendo sandías y a pesar de que le pidió una de regalo, ella ignoró su petición, y en vez de dársela, empezó a interrogarlo acerca de su familia, lo que provocó que, al no darle las respuesta que esperaba, avisara a los servicios sociales, los que finalmente le encontraron y llevaron a un orfanato, sin su sandía.
A pesar de que Kaan ya no se encontraba solo, las condiciones en las que estaba el orfanato tampoco eran muy buenas, así que no era especialmente una mejora. Eso a él no parecía importarle mucho, y solo pensaba en maneras de hacerse grande y fuerte, para hacer feliz a su madre, ya que a pesar de ya no poder verla, siempre permanecería en su corazón. Rápidamente, hizo varios amigos con los que jugaba a menudo, y a quienes ayudaba incondicionalmente, porque como decía su madre "Es importante ser siempre agradecidos y cuidar lo que tenemos". Conforme pasaba el tiempo, más se daba cuenta de que la comida que recibía en el orfanato no sería suficiente para crecer sano, así que optó por al menos hacerse fuerte, por lo que a los 11 años, comenzó a buscar trabajos que requerían de mucha fuerza, sobre todo relacionados con la construcción. De esta forma, pensó, podría matar dos pájaros de un tiro: se haría grande y fuerte, y quizás algún día conseguiría suficiente dinero para comprarse una sandía.
Cuando cumplió 14 años, por fin había ahorrado el suficiente dinero para comprarse su tan deseada sandía. Tardó mucho en juntar el dinero, porque a menudo lo engañaban y no le pagaban como habían acordado, sin embargo, Kaan, libre de malicia, seguía cayendo en el mismo fraude una y otra vez. Le compró la sandía a la única vendedora del Distrito, y la disfrutó como nunca. La mujer descubrió que era el mismo chico que años atrás había encontrado solo; le recordó al escuchar la historia que el muchacho le contaba mientras comía, y le dio mucha pena descubrir que otras personas se estaban aprovechando de él. Por eso, de buena fe, le ofreció su primer trabajo decente, construyendo una tienda en la que pudiera vender su fruta en condiciones, a cambio de un sueldo justo y de poder comerse, además, algunas de sus frutas favoritas.
Evidentemente, Kaan aceptó con entusiasmo, y comenzó a trabajar ese mismo día.
Poco a poco, ganó popularidad en el Distrito, ya que por su buen físico y experiencia, eran un gran constructor. La tienda de la vendedora de sandías, quedó muy bien hecha en poco tiempo, y los demás vecinos, comenzaron a ofrecerle trabajos en distintas obras nuevas y antiguas, o arreglando los hogares con desperfectos provocados por el tiempo. Esto llevó a que a sus 16 años, todo el que vivía cerca del orfanato, conociera al muchacho mago que construía casas con sus propias manos, sin usar una gota de magia. A pesar de tener tanto trabajo, no ganaba demasiado dinero, porque quienes lo contrataban, eran trabajadores humildes como él y cuando eran personas buenas, solía hacer los trabajos gratis, especialmente si eran personas muy mayores. Sin embargo, muchas veces le pagaban con comida, y mientras se tratara de algo al menos un poco saludable, Kaan era feliz. A pesar de eso, no podía dejar de imaginar lo que sería poder comer cosas mejores, y tener un lugar más limpio donde vivir, en el que al menos, las posibilidades de morir por alguna enfermedad fueran menores.
Cuando salió del sistema y tuvo que vivir por su cuenta, algunos de los ciudadanos le ayudaron a encontrar un lugar cuya renta pudiera pagar. Empezó a ir algo ajustado entre los gastos extra que antes no tenía (vivienda y comida) y las ayudas que a veces daba al orfanato en el que había vivido con la esperanza de que las cosas fueran mejor para los otros niños. Tuvo que reducir sus gastos, especialmente en la alimentación, viéndose obligado a comer menos sano de lo que estaba acostumbrado.
Es consciente de que necesita un trabajo más rentable para mejorar su calidad de vida, y ha pensado mucho en mudarse de distrito, pero el miedo de que otras personas se aprovechen de él, como sucedía cuando era más pequeño, le genera dudas; eso sumado a su apego por los habitantes del pueblo, le ha metido en un bucle en el que pese a sus ganas cambiar las cosas, no se atreve a irse del distrito.
Su varita pertenecía a su madre, y antes de ella, a su abuela. La guarda con mucho cuidado.
Su fruta favorita es la sandía, porque según su madre te hace crecer sano y fuerte.
Es feliz mientras pueda proteger a la gente que quiere, y tenga un lugar en el que comer sano y dormir bien.
Era bastante malo en la escuela.
Es muy ingenuo.
No entiende mucho el panorama político actual, pero no apoya que los rebeldes ataquen a las personas que solo quieren vivir tranquilas.
Su fruta favorita es la sandía, porque según su madre te hace crecer sano y fuerte.
Es feliz mientras pueda proteger a la gente que quiere, y tenga un lugar en el que comer sano y dormir bien.
Era bastante malo en la escuela.
Es muy ingenuo.
No entiende mucho el panorama político actual, pero no apoya que los rebeldes ataquen a las personas que solo quieren vivir tranquilas.
08
03
06
03
03
06
03
Kaan Bowman
24/08/2454
Distrito 5
Civil
Sangre pura
Choi Soobin
24/08/2454
Distrito 5
Civil
Sangre pura
Choi Soobin
Kaan
Kaan Bowman
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