Previa a la caída del Secreto mágico a nivel mundial, la Casa Isaev era conocida como una de las más viejas y puristas de los altos terrenos escandinavos. Sustentada no solo en base a una línea de poderosos y complejos herederos, entrelazados a su vez, de una forma típica y hasta ligeramente oscura con el resto de las familias antiguas mágicas, elitistas de esos lares; sino también en una grande y bien forjada fortuna, celosamente protegida por todos los miembros del apellido. Quienes, a su vez, eran celosa y fieramente entrenados para no dejar caer el linaje, en los vacíos de una herencia “débil” y sosa a nivel mágico.

Su fama los precedía, al igual que su historia; por lo que, a pesar de su poderío, el revés de la historia y los cambios en el mundo, simplemente no fueron realmente piadosos con ellos. Los Isaev fueron prácticamente arrancados de sus raíces y empujados a abandonar sus tierras, en busca de apoyo y refugio por parte de otras familias iguales a ellos. Con quienes, orgullosos no dudaron en solidificar alianzas, en vista a la posible extinción de los de su clase.

Es así, que, en las proximidades del 2440, los únicos descendientes de la cabeza principal de los Isaev, habían desposado a las, igualmente, únicas herederas de otra familia purista que se las había apañado para sobrevivir limpia en su línea, en una Inglaterra lúgubre y complicada.

En un principio, ambas líneas familiares, parecían congeniar y mantener un soporte sólido entre ellos; empero, cuanto más se encrudecía la vida para los magos y Griffith — la cabeza de los Isaev y padre de Casey y Finley — dejaba entrever su envejecimiento y cansancio, cierto recelo comenzó a carcomer los cimientos del pequeño grupo filial.  

Casey había desposado a Ivy, la menor de las hijas de los Di Santis; mientras que Pía — quien originariamente debía haber contraído nupcias con el mayor de los Isaev — fue entregada a Finley, en vista de que el mayor había caído perdidamente enamorado de Ivy. Esta situación, a pesar de haber sido ligeramente atípica, fue aceptada por ambas cabezas familiares; sin embargo, al corazón de Pía, no fue más que una especie de total humillación, gestándose finalmente en él, la envidia y el desprecio tanto hacia su hermana como hacia su querido y por derecho merecido Casey.

Dicho revés emocional, aunque austero e incluso casi fantasmal, poco a poco fue minando la relación entre ambos hermanos y hermanas; Pía, había logrado entregar a Finley un hijo varón, mientras que Ivy y Casey — legítimos herederos de la línea Isaev —  habían visto su cuna vacía por varios y varios años. Ante esta situación y el estado de salud de Griffith, Pía insistía en que Finley tomase la regencia de la familia, y por ende su hijo. Sin embargo, el viejo amañado, se mantenía férreo en aguardar hasta su último aliento. No era de extrañar, que el mismo hubiese desarrollado cierta afinidad con su hijo mayor y su respectiva esposa, al haber sido ellos, quienes compartieran mayor tiempo con él, en medio de sus batallas y cruzadas.

A la entrada del verano del 2443, en medio de una revuelta tremenda, donde la seguridad de los Isaev y Di Santis cayó por los suelos; Ivy perdió la vida de una forma terriblemente trágica y cruel, quedando Casey sumido en la desolación y el dolor.  Para aquel momento, y con dichos eventos en desarrollo, las aspiraciones de Pía parecían ir tomando forma y lugar finalmente; más ni bien el invierno de 2446 fue tocando cerniéndose sobre los cielos, la locura se apoderó de ella, pues al dintel de lo que sería su hogar, un terriblemente cambiado Casey, acompañado de una mística y maldita Ivy – veela, aparecieron sin más. Ambos, cargados de ira y profundos deseo de venganza y sentimientos de traición; pues creían, aseguraban que tanto Griffith como el resto de la familia, los habían abandonado en medio de su propia tragedia a manos de quienes, malditos, su vida habían tomado.  

Para aquel entonces, Ivy llevaba al vientre lo que en pocos meses después sería conocido como Belphoebe.

Las rencillas en la familia no pudieron más que empeorar, ni bien la pequeña semi veela nació. Las bases, los conceptos acerca de la pureza de los Isaev – Di Santis, seguía siendo cuestión marcial; sin embargo, Griffith, no pudo evitar caer presa de la dulzura de su nieta y de su ya conocido favoritismo hacia su hijo mayor e Ivy, quien, tras haber vuelto a la vida en su forma sobrenatural, no solo había embravecido aún más su espíritu de lucha, sino que emocionaba en demasía el casi apagado fuego del viejo y orgulloso mago luchador.  Dejó que Belphoebe viera la luz como un Isaev legítima, y restituyó su confianza y herencia sobre los hombros de Casey. Desplazando así, a Finley y descendencia, nuevamente a la segunda línea de heredad.

No obstante, dicha decisión no permaneció por mucho tiempo, pues en medio de un par de circunstancias bastante sospechosas, tanto Casey como Ivy perdieron la vida; quedando finalmente una Belphoebe de apenas dos años de edad, al cuidado de Finley y Pía.

Tras los tumultuosos eventos, en los cuales las fuerzas mágicas lograron hacerse con la dirección de NeoPanem; la descendencia sobreviviente de los Isaev, bajo la tutela de un ya casi apagado Griffith, emigró hasta la nueva nación mágica, en la cual afanosos buscaron reforjar el protagonismo y la elegancia de lo que alguna vez, cientos de años atrás un Isaev representaba en la comunidad mágica.

Durante dicho periodo, la infancia de Belphoebe, trascurrió de una forma bastante extra y para nada agradable. Pía, muy a pesar de que tanto marido y suegro aceptasen a la pequeña como una sangre pura Isaev, no lograba concebirla como tal; y se mostraba completamente reacia a que el resto de los magos conocieran la realidad de la niña — para aquel entonces había sido declarada hija de Finley y Pía ante los desconocidos — por lo que se las había arreglado para que, a nivel social, fuese declarada un fina y orgullosa sangre pura, al igual que su verdadero hijo y el resto de los Isaev.

Con la vigilancia de su marido y suegro a la nuca, Pia, se encargó de que Belphoebe fuera formada como una respetada hechicera, con una educación de punta, al igual que su hijo, aunque no le permitió asistir a ninguna institución de carácter público, por obvias razones. No obstante, a pesar de ser considera por la niña como su madre, nunca demostró afecto alguno hacia la misma, sino más bien desprecio y recelo; el cual no dudaba en exponer, ni bien la oportunidad se le presentase, y su marido y suegro no lo notasen.  

Teatro que finalizó, cuando la pequeña arribó los 16 años y la verdad acerca de sus orígenes llegó. Entre en uno de sus tantos arrebatos, Pía terminó por revelarle que una criatura como ella jamás sería tan siquiera digna de recostarse a su regazo; mucho menos haberse formado en su matriz; y que, si seguía ostentando el apellido Isaev y gozando de todos los beneficios que aquello conllevaba, no era más que por la fragilidad y estupidez de Griffith. Dejó a la vista de la joven, todas y cada una de las pocas pertenencias de Ivy y Casey, e inmediatamente procuró con ellas acabar. Siendo únicamente detenida, por un indignado y avergonzado Finley.

La confrontación, así como las siguientes acciones de la bruja, terminaron por quebrar la escasa y frágil estabilidad de la semi veela, quien finalmente, en un instintivo y agresivo poder arrebato, la realidad de lo que a su sangre guardaba, dejó escapar.

Aquel incidente, así como los otros que siguieron, confirmaron a Finley sus resquemores. Él, al igual que su padre, había desarrollado un profundo afecto para con su sobrina; sin embargo, conocía de los sentimientos de su esposa, por lo que presionó a su padre con respecto a la educación de la menor, tornándola un tanto más severa y oscura, a la par que la apartada de la misma Pía — Finley mudó a Pía y a su hijo al Distrito 2, quedando Belphoebe con Griffith en el Capitolio —. La carga horaria de estudios mágicos e idiomáticos que la niña llevaba, se triplicaron, así como la diversidad de maestros que desfilaban en su habitación. Si bien, todos los Isaev, sujetos a las nuevas épocas, eran educados de una manera sólida, Griffith jugó un papel crucial en la de Belphoebe; volviéndola mucho más severa que cualquiera de los de su edad, asegurándose de que la jovencita comprendiera su peculiaridad, así como la de su familia, y lo que un simple error le podía costar.

A pesar de que las sombras adornaban constantemente la vida de la niña, existía un atisbo de luz en todo el asunto; pues entre los miembros de su familia, había un pequeño niño con quien la semiveela había desarrollado un lazo muy especial y particular: Bastian, el único hijo de Pia.

Belphoebe, aún cargada con sus excentricidades y secretos, era siempre bienvenida junto a Bastian, y de hecho apreciaba pasar sus veranos y hasta inviernos con el chico, a quien en cierto modo había idealizado y adorado desde la primera vez. Compartiendo con éste prácticamente todos sus secretos, temores, enfados y hasta oscuros pensamientos. Motivo por el cual, no era para nada raro, verlos enfrascados en sus cosas, completamente alejados del resto. Una dupla inseparable y peligrosa.

Cuando la niña obtuvo la edad suficiente para que su formación académica fuese más específica, Griffith logró que Belphoebe asistiera a Royal; institución en la que se destacó en las áreas de Venenos y Pociones, Defensa contra las Artes Oscuras, Transformaciones y Encantamientos; convirtiéndose así en una prominente postulante al área de medicina.

Tras Bastian, la joven mestiza logró su egreso de Royal, yendo a parar sin dudas algunas como Sanadora bajo la Regencia del Ministerio de Salud; abocándose principalmente a las heridas provocadas por Hechizos — muy a pesar de que su gusto en la universidad, se decantaba por los venenos y pociones —

Junto a Bastian, y sostenida por la educación y el mundo en el que le ha tocado vivir, enarbola un espíritu fiero y dispuesto a probarse a sí misma y a los demás, manteniendo un rostro bastante altivo y “purista” en la sociedad mágica, posicionándose en un estatus que según ella no solo es un lugar perfecto para una bruja maldita como ella, sino la verdadera cuna de su yo verdadero y el futuro escenario para su batalla final.