Nicholas o Nick como le gusta que le llamen a él nació el segundo día del comienzo de la primavera en un año que se aventuraba soleado y lleno de alegría y vitalidad. Era el segundo hijo en su familia, el primer niño y alguien que pronto despertó todo el cariño en su familia. Era un bebé juguetón, muy risueño y que una vez aprendió a gatear se convirtió en un pequeño bicho imparable. Si sus padres se despistaban un solo segundo, el bebé desaparecía de su vista.

Pero dentro de aquello, en parte, era su hermana mayor quien tenía el poder de controlara  su hermano. Este veía a Freya como una heroína, aquella que podría salvarle de todos los problemas y todos los males. Para él, su hermana era la mejor y por eso la seguía a todos lados sin dudar nunca. Si Freya quería ir a un sitio, el pequeño Nick la seguía a trompicones. Y por las noches no eran pocas las veces que aparecía en mitad de su cuarto, se metía en la cama de ella sin preguntar y le pedía por un cuento antes de dormir. Y si, muchas eran las veces que se quedaba allí dormido con ella.

Pero los tiempos felices no duraron mucho en aquella familia. Los padres de ambos niños eran aurores, unos que aparentemente luchaban y lo daban todo por el país y la seguridad de este. Sin embargo... ver de cerca lo que sucede, la guerra, te muestra que no todo es blanco o negro y que la compasión puede ser lo mejor o tu perdición.

Una noche trajeron a un esclavo herido. Pronto despertó la curiosidad de Nick, quien con un pequeño cachorro que aún no tenía nombre se acercó corriendo a ver al recién llegado. Sus padres trataron de apartarle de aquel chico, con el miedo de que su hiperactivo hijo pudiese hablar más de la cuenta. Pero Nick era muy escurridizo y cuando menos se lo esperaban volvía a estar con aquel chico que se llamaba Ciel.

Freya estaba asustada y preocupada, pero Nick no comprendía por que, si Ciel le caía muy bien. Era muy simpático y estaba asustado pero sabía muchas cosas guais. Incluso enseñó a Nick como hacer chispas con dos piedras o como partir una nuez con otra y solo usando las manos. Parecía magia... pero no lo era!

Por desgracia, Ciel se fue a los pocos días y un triste Nick se quedó con la única compasión de llamar a su perro como aquel chico. Claro que aquel inocente y joven chico no se dio cuenta de que aquello fue lo que destrozaría toda su familia. Un día fueron llamados desde el colegio al despacho del director. Nick no recuerda mucho de aquel día, solo mucha gente hablándoles, coger ropa, Ciel ladrando extrañado. Pero en todo aquello, Nick no se separó ni soltó la mano de su hermana en todo ese tiempo. Tenía miedo y no entendía nada, solo junto a ella se sentía seguro.

Pero hasta aquella seguridad se evaporó de sus manos. Cuando al poco tiempo de estar allí vinieron unos familiares a recogerle. Nick solo hacía preguntar por que Freya no venía con ellos. Volvía a no comprender nada y eso no le gustaba. Estuvo preguntando por Freya durante mucho tiempo, hasta que poco a poco sus tíos le convencieron de que Freya no le quería ver por que ya no le quería por no haber ayudado a sus padres. Y Nick era pequeño y estaba asustado y al ver que Freya no le hablaba en el cole ni por ahí, ni venía a verle, ni nada pues... terminó por aceptar que aquellas palabras eran verdad.

Y desde entonces, poco a poco, fue de alguna forma recuperando su vida. Recuperó el gusto por hacer travesuras, por meterse en líos y conseguir que la gente le gritase. Sus tíos ya no sabían que hacer con él para evitar más problemas, pero Nick solo sabía divertirse seguido de aquel perro que se había convertido en su mayor y único apoyo. Incluso con todo lo que sucedía en el país, el niño solo se dedicó a crecer y ir a lo suyo. Había sufrido mucho de más pequeño y solo quería vivir una vida normal. él no tenía culpa de nada, pero por desgracia eso no importaba. Y aunque fuese un trasto, sus notas eran bastante decentes, no las mejores, pues le aburría hacer los deberes, pero si suficientes.