The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Freya Hellbound
Hopefully the pain will go away


Nacida un febrero diecisiete años atrás, Freya creció con una familia amorosa y... un poco diferente. Si bien sus padres fueron magos que se vieron beneficiados con la toma del poder de los suyos, nunca estuvieron por completo de acuerdo con el régimen establecido contra los no-mágicos. Quizá fuera que su trabajo como aurores los había hecho ver cosas con las que no estaban de acuerdo, fuera lo que fuera, la chica no terminaba de entender la congruencia de sus actos y pensamientos.

Freya creció sin mayor problema, atendiendo a la escuela de hechicería, jugando con su hermano menor, aprendiendo cosas de su mamá y de su papá. Todo parecía ir muy bien, eran una familia cualquiera: Peleaban un poco a veces, convivían los domingos, salían de viajecitos por el país, visitaban a sus respectivas familias... Freya incluso se llevaba bastante bien con su tía, la hermana de su madre, profundizando bastante en sus vínculos con ella y sus primos. No fue hasta después de su cumpleaños número once que su vida dio un giro de ciento ochenta grados, cuando su padre volvió a casa con un esclavo.

Ahora sí que la chica estaba perdida, no solo por el esclavo en su puerta, sino por las heridas del mismo, ¿Si sus padres habían tenido que capturar a un esclavo no tendrían que dejarlo en custodia o algo así?, ¿Por qué llevarlo a su casa? La respuesta no tardó en llegar: Su padre, quien estuvo en una misión para cazar esclavos fugitivos, había tenido la compasión suficiente de ayudar a un mozo joven cuando fue gravemente herido.

La chica no sabía qué pensar, por supuesto que eso les traería problemas y... ¿No iba en contra del gobierno hacer algo así?, ¡¿Y si los descubrían?!  Pero su madre la calmó, le dijo que todo estaría bien.

Esa fue la mentira más grande.

El chico estuvo con ellos apenas tres noches, tras las cuales sus padres lo dejaron marchar. Se prometieron que sería algo de una sola vez, que habían sido cuidadosos. Pero no lo fueron, al menos no lo suficiente.

Freya aún recuerda el nudo que sintió en el estómago cuando la llamaron a ella y a su hermano a la oficina del director en la escuela. Algo había pasado en casa. No hubo muchas explicaciones, todo pasó rápido. La ahora adolescente intentó ponerse en contacto con su amada tía, no había respuesta. Lo siguiente que supo es que alguien de servicios sociales los recogió y llevó a casa para que agarraran ropa y algunas cosas de la casa, y de sus padres... no volvió a saber nada.

Su hermano corrió mejor suerte que ella al ser adoptado por su familia paterna. Ella, en cambio, buscó ayuda con su familia materna, pero tras el escándalo que supuso el descubrir lo que habían hecho sus padres, la negaron por completo. Así fue como la chica acabó un par de meses en un hogar temporal hasta que una familia la adoptó: Se trataba de una vieja amiga de su madre a quien no veía desde los ocho años. La chica nunca entendió por qué mostrar tal bondad si tenía años sin contacto con ellos, pero no la cuestionó, solo siguió la corriente de las cosas.

Al inicio Freya deseaba ver a su hermano todo el tiempo, le dolía la separación, al final, era la única familia que le quedaba, al menos la única familia que le queda y la quería. Pero sus familiares no se la dejaron fácil, ya que rechazaban a la chica y le prohibían tener contacto con él, aparentemente ella ya estaba podrida, por supuesto, a esa edad seguramente estaría contagiada de las ideas de sus padres. El chico tenía salvación, ella no.

Le rompió el corazón en mil pedazos escuchar tal cosa de su familia.

Como sea, los años pasaron. Freya siguió adelante, se esforzó. buscó sacar buenas calificaciones, no dar problemas, agachar la cabeza. A veces veía a su hermano en la escuela, buscaba no molestarlo, no darle problemas, pero la verdad es que la chica se moría de ganas por hablarle. Lo intentó un par de veces, luego desistió, a los quince años. Tras eso tuvo muchas crisis emocionales que fueron sanando poco a poco con ayuda de su mejor amiga: Liv.

Liv era una chica tranquila del distrito uno, vivía con su padre y su hermano mayor, Leni. Las chicas tenían mucho en común, quizá no sus historias, pero sí su sufrimiento: la madre de Liv también estaba muerta. No era lo mismo pero era cercano a lo que sentía, y Liv la aceptaba aún sabiendo todo lo que había pasado. Incluso cuando los juegos fueron reestablecidos con el nombre de su amiga en las urnas. Irónicamente, Liv y Leni también aparecían en las urnas, ¡Algo más para entenderse!

Por supuesto que Freya no solo se entendió con Liv, sino también con Leni, quien se convirtió, más temprano que tarde, en su primer novio. La pareja de adolescentes se querían mucho, para Freya era un alivio encontrar normalidad en sus días con ellos. Aunque todo cambió tras el último ataque rebelde en el distrito uno.

Freya esperó a tener noticias de sus amigos, pero no hubo nada, días más tarde recibió lo primero: la familia de Liv había decidido quedarse en el uno y dar una oportunidad a la ideología rebelde. Leni incluido.

Freya se sintió devastada. Lo comprendía, claro que lo hacía, pero, ¿Por qué? Ella misma pensó en escapar, Leni se lo pidió, Liv también. Y lo pensó mucho. Tanto que tiene un plan para irse, quizá en un mes o dos estará lista para hacerlo, después de poner en orden algunas cosas.


De sus padres conserva: Una álbum de fotos, la camisa favorita de su papá, la sortija de compromiso de su mamá.

Claro que extraña a su hermano y le gustaría convencerlo de escapar juntos, aunque le da miedo que los años le hayan hecho olvidarla. Ella misma siente que una parte de sí misma lo olvidó

Suele tener ataques de pánico antes de dormir al recordar lo que le pasó a sus padres.

Agradece que la amiga de su madre la haya ayudado, incluso adoptó su apellido a petición de la misma, pero no han congeniado mucho, por ello la mayor parte de las tardes se la pasaba en casa de Liv.

Aún no sabe lo que le gustaría estudiar.



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Freya Hellbound
6 de febrero del 2455
Distrito 2
Civil
Bruja sangre mestiza
Freya Allan

Freya
Freya Hellbound


Anonymous
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Ambientación

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