La verdad es que cuando me mudé al 9 no esperaba tener que seguir estudiando. Dejé el Royal lo hice convencida de mis habilidades mágicas y tecnológicas y dispuesta a trabajar, no a estudiar. Pero ahora, con la Academia, cuanto más estudio, más me doy cuenta de lo mucho que me queda por aprender. Paso una página del libro de mecánica. En mi mente circula la información a la velocidad de la luz. Por suerte para mí, siempre he tenido facilidad para este tipo de aprendizaje. Todo lo que sean números, fórmulas, programación... Entra en mi cabeza con rapidez, y para quedarse. Pero, ¿debería estar dejando de lado la hechicería? Al fin y al cabo sí, soy útil con el trabajo que hago, pero no quiero perder habilidad en algo que me es natural como la magia.

Siento, por primera vez en mucho tiempo, que necesito consejo. No quiero acudir a Amber, porque suficiente lío tendrán con la partida de Kendrick. Con su huida, o como queramos llamarle. Sea como sea, siento que mi prima apenas pasa por casa, y lo último que quiero hacer es molestarla con nimiedades. Aunque para mí son cosas con gran importancia, para ella tal vez sea un estorbo ahora mismo porque, obviamente, tiene la mente puesta en otras cosas. Supongo. Tampoco es que esté compartiendo mucho nada de lo que está pasando en el consejo ahora que ya no está Ken a mando.

Así que opto por hacer algo que jamás había hecho antes. Supongo que en mi tiempo en el Royal jamás tuve suficiente confianza con ningún docente como para tratar de entablar alguna conversación que no contemplara estrictamente lo académico, pero quiero creer que aquí las cosas son distintas y que alguien podrá ayudarme. Vago por los pasillos de la academia hasta que veo, a lo lejos, a Sophia cargando un par de carpetas. Es una buena opción. Es profesora mía, soy muy buena en su materia, supongo que eso ayudará. Acelero el paso mientras me acerco a ella, tratando de llamar su atención —¡Sophia!— llego donde está y miro a mi alrededor, con algo de duda en mi tono de voz. Bueno, si me manda a la mierda iré a darle la chapa a Mimi con el tema, pero realmente me iría bien charlar con alguien con más... Perspectiva educativa —¿Te pillo muy ocupada?— me apresuro a preguntar, sin querer ser una molestia —Me gustaría hablar un rato, pero si tienes mucho lío puedo esperar...— aseguro, cruzando los brazos.

Me invade un sentimiento de alivio cuando dice que no tiene nada urgente que hacer y me ofrece ir con ella a la sala de profesores o meternos en alguna clase vacía. En este distrito a veces da la impresión de que todo el mundo está muy ocupado, y más después de lo ocurrido con Ken, así que se agradece ver que alguien está dispuesto a dedicarte unos minutos. Y más una docente. La predisposición de la gente de aquí es muy distinta a la de la gente del Royal, y cada vez lo estoy teniendo más claro, y parece que no se cansen de darme pruebas para dejármelo todavía más claro. Le hago un gesto con la cabeza a Sophia y empezamos a andar en dirección a la sala de profesores.

—Está todo bien, sí— digo antes que nada, porque ya estamos teniendo suficientes sustos en el distrito como para ir con mensajes que pueden dar pie a pensar que ha pasado algo malo. La última vez que yo recibí una noticia con urgencia, dejando de lado las circunstancias en las que la recibí, fue la de la huida de Ken. Y sé que al claustro de profesores no debe de haberle sentado especialmente bien, puesto que, además de ser el líder del consejo en el nueve, era un alumno —Simplemente estoy hecha un lío, y siento que si no lo comento con alguien mi cabeza va a estallar— aclaro, algo agobiada solamente de pensar en todo lo que se está acumulando en mi mente estos días —Es decir, se trata de algo relacionado con los estudios y las salidas laborales, por eso estoy aquí— puntualizo, con una media sonrisa, como queriendo decirle que no es que esté hecha un lío por cuestiones sociales o personales.

Aunque algo personal sí es. Es decir, es mi forma de ver el distrito y el mundo y mi participación en todo esto. Llegamos a la sala de profesores y compruebo con una sonrisa aliviada que no hay nadie y tendremos intimidad. Prefiero exponerle mis dudas y miedos solamente a Sophia porque es, al fin y al cabo, la profesora que más confianza me inspira. Me siento en una de las sillas que hay y la miro. No quiero andarme con rodeos, tengo un caos mental demasiado grande como para no querer exponerlo todo de golpe —Soy de las pocas magas que está haciendo la especialización en tecnología— suelto, mirándola —¿Crees que eso es desaprovechar capacidades? Es decir, la mayoría de magos optan por Hechicería. Es mejorar en algo que tienen innato. Y yo... Se me dan bien todas las asignaturas de ciencias, y puedo desempeñar bien mi trabajo, pero... No lo sé. Tengo muchas dudas últimamente— digo, con un suspiro. Tendría que haberme preparado mejor mi forma de exponer todo esto, pero los pensamientos salen de mi mente sin orden alguno.

Lo que dice me hace levantar la mirada hacia ella con algo de duda. Hacer cosas a parte de la guerra es algo que suena surrealista, en la situación actual. Y sí, puedo tener charlas con amigas, pasear, incluso hacer escapadas furtivas al once... ¿Pero no hago todo eso pensando siempre en la guerra? ¿En el enemigo y los ataques probablemente inminentes? Cuando llegué al nueve no lo hice buscando una vida normal, eso ya lo tenía en el dos y en el colegio. Lo hice buscando algo que me ayudara a entender más toda la situación, y que me asegurara que podía ayudar en momentos de necesidad. Lo hice buscando seguir el ejemplo de mi prima, alguien destacable en este distrito. Pero, en el fondo, desde mi parte más racional, sé que Sophia tiene razón, y que la guerra no lo es todo, ni siquiera para exiliados y fugitivos que escapan del gobierno y que viven en el nueve o son nómadas por el país.

La miro con curiosidad cuando me habla de Cale y Colin. Cale Ballard y Colin Weynart, conozco sus nombres y les he visto varias veces -al fin y al cabo, cuando no estoy en la academia estoy trabajando codo con codo con Mimi, y son áreas que se rozan-, pero creo que jamás he interactuado demasiado con ellos —Oh, ¿de verdad?— pregunto, mirándola ante el ofrecimiento de hablar ella misma con Cale. Mi cabeza se está moviendo en señal de asentimiento antes de que yo misma pueda procesarlo, pero sonrío un poco —Me gustaría, la verdad. Me gustaría mucho. Si no es molestia para él...— es decir, ¿poder entrenar el combate? ¿Dónde tengo que firmar? Quiero mejorar y ellos son la vía más directa a eso, así que ni loca diría que no.

Habla, entonces, de la tecnología que tienen los aurores. Esbozo una pequeña sonrisa y asiento, mirándola —Cuando estudiaba en el Royal estuve trabajando en el Ministerio. Como ayudante. Estaba con el hombre que ideó y diseñó los trajes de absorción, ¿sabes? Al principio los hacía para su novia, creo, porque era auror, hasta que se dieron cuenta de que eran más útiles y... Bueno. Ya sabes— ahora es un objeto que sirve y del que se han hecho muchas réplicas, algunas incluso usadas por rebeldes. Riley realmente tenía mucho talento —Tal vez algún día puedo llegar a idear algo tan útil como eso— comento, encogiéndome de hombros. Aprovecho para enlazar con su otra pregunta, con una mueca de inseguridad cuando me pregunta por la especialización —Bien. Creo que bien. Todavía me queda mucho por aprender, pero siempre he tenido buena mano con los ordenadores y la tecnología en general, así que me apaño bien— le digo, sin querer entrar mucho en el tema, porque hace que las inseguridades exploten dentro de mí. ¿Realmente tengo potencial para eso, o simplemente es algo que se me daba bien y ahora, simplemente, se me sigue dando bien? ¿Estoy avanzando?

Esbozo una gran sonrisa cuando me asegura que no será problema. Y de repente la idea me da un poco de vértigo, porque supone entrenar con las personas más entrenadas del distrito. Literalmente. Creo. Pero a la vez me emociona. Es decir, seguro que puedo aprender muchísimo de él. Con él —Muchísimas gracias, Sophia, de verdad. Es genial. Eres genial— digo, con algo de emoción en la voz. Pero no quiero esconderlo, realmente me hará un gran favor y no me importa que vea cuanto me importa. Me froto las manos, contenta, con la mente yéndome ya a mil por hora mientras pienso en todo lo que tendré que hacer antes de ir a entrenar con ellos. Buscar ropa de deporte que abrigue. Practicar con la varita, aunque sea haciendo cosas de casa. Asegurarme de que no me he vuelto, de repente, una inútil con los hechizos. Lo que sea.

Levanto la mirada hacia ella cuando plantea que siga con el trabajo que hizo Riley. Que lo adapte a mí, que piense alguna modificación o algo que pueda serle útil. Tal vez debería probarlo. Tal vez debería dedicarle más horas a pensar en cosas así, que pueden resultar útiles de verdad, que a darle vueltas a mi propia inutilidad. Respiro hondo y asiento con la cabeza —Tienes toda la razón— le concedo, una vez más. Me río entre dientes, casi avergonzada por la situación —¿Por qué no he venido a hablar contigo antes?— me río, con las mejillas encendidas. Me froto las manos otra vez. Sí. Podría hacerlo. Ideas nunca me han faltado, solamente me ha faltado la confianza en mí misma como para llevarlas a cabo y hacer algo de provecho. Porque creo que la capacidad la tengo, también.

Asiento de nuevo, dándole la razón en todo lo que dice. Ya era de mis profesoras favoritas, pero ahora es mi favorita del todo. Sin lugar a dudas. Me levanto con energía renovada y le dedico una amplia sonrisa —Quedo a la espera de que me digas dónde tengo que encontrarme con la gente de seguridad— le digo, contenta —Y de verdad, muchas gracias. No puedes hacerte a la idea de todo lo que me has ayudado— le aseguro, con una sinceridad que me traspasa los poros.