Lo que más me gusta de la academia es su campus. Hay cierto encanto en las hojas del otoño sobre el césped que se mantiene verde, algo que me hace pensar que el mundo no es tan gris y húmedo como pensaba cuando vivía encerrado entre las paredes del mercado de esclavos. Octubre ha iniciado hace pocos días y el espíritu de la festividad de Halloween parece haberse despertado, porque he oído a algunas chicas en los pasillos conversar sobre lo que piensan utilizar para la fiesta en casa de vaya a saber quién y, siendo sincero, tampoco me importa demasiado. Elegir la especialización en leyes no es algo de lo que me arrepienta y al mismo tiempo acepto que me consume demasiado tiempo, así que no es como que pueda andar pensando en fiestas ahora mismo.

Resulta que no soy tan mal estudiante como pensaba y tengo que admitir que la ayuda de Meerah durante todos estos meses como profesora particular sirvió de algo. He reducido mis horas en las prácticas de seguridad a dos veces por semana para poder estar al día entre los estudios y mi empleo como mesero, el cual es una prioridad ahora que tengo que ayudar a mantener una casa. En más de una ocasión tengo que pellizcarme a mí mismo. ¿Cómo es posible que esta sea mi vida ahora? Quiero decir… Cuando tengo un instante para pensarlo, cuando puedo dejar de lado toda la parte macabra de la guerra y la cantidad de amigos que hemos perdido… ¿Cómo es que mi existencia ha cambiado tanto? No solo por la libertad, sino también por lo que he hecho con ella. Por los amigos que he conseguido, por poder verme con un hermano que creí perdido.

Supongo que esto es lo que la gente dice que es la felicidad, a pesar del alto costo que he pagado por ella.

Pero volviendo… El receso es lo mejor que me puede pasar después de largas horas y antes de una última clase, por lo que la sombra de uno de los árboles más grandes del paisaje es el mejor sitio para resguardarse de un sol que aún pica un poco a pesar de la brisa. Mantengo la espalda apoyada contra el tronco en lo que jugueteo con el cigarrillo que he sacado de mi bolsillo, en lo que tanteo en busca de un encendedor. No, no lo encuentro, de modo que alzo los ojos en busca de ayuda y me centro en la figura rubia a poca distancia — ¡Beverly! — le llamo, agitando una mano para que pueda verme en lo que me doy cuenta de que no está sola — ¡Desireé! ¿Tienen fuego? — para que no entiendan mal mi pregunta, les enseño el cigarrillo apagado entre mis dedos — O una varita que me haga el favor, da igual.

Volver a clases era algo que nunca creí que pasaría, incluso cuando nos reencontramos con los adultos y Alice me siguió pasando algunas cosas, en mi mente ya me veía más como una curandera. Sobretodo porque aun no me dejaba operar a nadie, al parecer "era muy joven para tener un cuchillo cerca de un órgano vital de alguien a quien quería salvar". Mujer de poca fe.

Pero allí me encontraba de nuevo, aunque esta vez compartía el salón con gente que estaba aprendiendo lo mismo que yo, tenía libros y ni hablar de una escuela como Merlín manda. Extrañaba un poco la simplicidad del 14.

Cuando salí al descanso la vi a Desireé y me acerqué a hablarle, no eramos exactamente amigas aún pero era parte del grupo ya y habíamos tenido nuestra primera aventura peleando con zombies, además por lo que sabía estábamos en el club de salud juntas con Syv.

- Hola - la saludo con una sonrisa e iba a preguntarle si ella ya había podido operar a alguien cuando Jim me llamo la atención - Tengo ambas cosas porque uno nunca sabe - le respondo acercándome mientras saco la varita de mis botas.

Lo había visto hacer en xoxo witch y me pareció super genial, además botas en otoño quedaban divinas con una minifalda y remera larga.

- Pero la varita no se apaga, aunque como estudiante de salud mi consejo es que no fumes - prendo su cigarro, solo podía darle el consejo - ¿Qué te parece la escuela hasta ahora? ¿No es una experiencia increíble?

Estaba acostumbrada a ir a clases ya. Cuando vivía en el 12 tenía que ir al Prince sí o sí, incluso después de venir al distrito 9 tomé clases, el curso de verano y me encapriché con aprender medicina, de modo que empecé a casi vivir en el hospital para absorber lo que pudiera. Pero debo admitir que después del descanso perdí un poco el ritmo, la rutina, además, siempre es raro empezar clases sin conocer a casi nadie, y como ahora estoy en una especialización, me encuentro en ese caso. Ya pasé por lo de la chica nueva antes de que empezaran los cursos en la academia, así que no me resulta tan raro como antes, es más, por un lado presenta una ventaja, puedo casi iniciar de 0. Por otro, me siento algo sola, es decir, seguro veré caras conocidas en los descansos o algunas de mis clases, pero no es lo mismo. Probablemente si Syv no se hubiese ido a artes estaría con ella en lugar de caminando con la cabeza gacha y sin hablar con nadie, aunque esta vez me he prometido esforzarme un poco más, así que cuando la rubia camina en mi dirección no puedo sentir sino alivio.

— Hola Beverly, ¿Cómo llevas el inicio de clases? — Le pregunto con curiosidad. Sé que ambas nos estábamos enfocando a medicina antes de que empezaran los cursos, y aunque aún no le toca especialidad, seguro nos veremos en clase. Además, no hemos tenido muchas ocasiones para hablar así que esta es una buena oportunidad. Aunque la respuesta nunca llega, y en cambio mis oídos captan una voz mucho más grave, la de Jim. Beverly le ofrece la varita enseguida y enciende el cigarrillo y yo sólo me le quedo mirando, sin alcanzar a sacar la mía. — Concuerdo con Beverly, ya sabes, estudiante de medicina. — Le digo medio en broma. — ¿Qué especialización estás tomando? — No sé mucho de él, lo único que sé es que no está conmigo en el área de la salud. Mis ojos pasan de él a la rubia cuando ésta habla. — Increíble, sí... — Murmuro en tono neutro al escuchar la pregunta para Jim. La verdad es que prefiero estar aquí que en el Prince, pero a veces me preocupa un poco no terminar de adaptarme.

La sonrisa evidencia que no me esperaba una respuesta diferente por parte de Beverly, a quien he conocido desde un inicio como la persona indicada cuando de fumar se trata, aunque estoy seguro de que en su caso poco tiene que ver con el tabaco — Oh, vamos… — insto con clara diversión — De entre todas las cosas a las cuales nos enfrentamos, sería una cruel ironía que me mate el cigarrillo — muevo el mismo entre mis dedos en una clara invitación a que lo encienda de una vez. A su segunda pregunta respondo con un encogimiento de hombros — Es increíble porque jamás creí que tendría la oportunidad de estudiar — admito — Pero no tengo idea de como consigo mantenerme de pie la mitad de los días, si les soy honesto. Aunque prefiero esto mil veces antes de seguir trabajando en la casa de Leblanc o cualquier otro mago — la rutina también era terrible y, en ese entonces, no lo hacía por gusto.

Para cuando el cigarro ya se encuentra echando humo, lo llevo a los labios y mis ojos se fijan en la castaña de la ecuación. Jamás he tenido mucha relación con Desireé, pero las amigas de mis amigos son mis amigas — Leyes — respondo en lo que se me escapa el aspecto de chimenea entre los labios — Siempre me han dicho que se me da bien discutir y creí adecuado hacerlo una profesión. Ya saben, para cuando nos toque reclamar por los derechos de los muggles… Si es que alguna vez nos dan la posibilidad — no puedo imaginarme a Powell aceptando un evento de ese estilo en el Wizengamot, pero al menos formarme en historia, sociedad y derecho me dará los fundamentos necesarios como para exponer mi punto de vista y convencerme de que no me estoy equivocando.

Sujeto el cigarrillo entre mis labios en lo que les hago un ademán con la mano para invitarles a tomar asiento conmigo, que la compañía no es algo que pueda descartar — Salud, ¿eh? — clavo la mirada en el perfil de Desireé, que no sé si es pálida por default o hay algo en todo esto que la pone incómoda — ¿La estás pasando bien o todo esto te ha sobrepasado? Han sido demasiados cambios para muy poco tiempo — no sé si a ella va a funcionarle, pero le tiendo el cigarro en ofrecimiento.

- Se le llama asesino silencioso por una razón - le respondo a Jim y sonrio a Desireé en complicidad - Agradece que no esta Echo Duane, ahí si te cuestionarias como sigues vivo - me rió de mi chiste interno que lamentablemente no hay con quien compartirlo

Desireé le consulta a Jim sobre su especialización y no puedo evitar tener un poco de envidia, es cierto que estuve casi dos años sin educación propiamente dicha pero estoy igual de capacitada que todos mis amigos, pero porque soy de las menores así que "debo cumplir con los años correctamente". Mejor pienso en cosas positivas.

- Definitivamente puedo verte como un abogado, como en la novela "Entre la ley y el amor" - no pude evitar hacer un sonido de emoción. Hace mucho que no hago un reporte de una, la historia sobre una abogada que se debate entre cumplir con su deber o arriesgar todo por salvar a un rebelde con corazón de oro. Era practicamente la historia de Meerah y Jim, tendría que contarle a Hero.

Vuelvo a la realidad con la pregunta de Jim a Desireé, que ahora que lo pienso si la escuche pero me metí tanto en mi ensoñación pero casi olvido preguntarle. Que mala amiga estoy siendo.

- ¿Necesitas ayuda con alguna materia? - le consulto, tenía entendido que podía ser estresante si tenías expectativas de buenas notas. Mamá me había explicado que estas solo eran formalidades que realmente no servian para la vida real, así que nunca me había interesado ser la mejor en aquellas materias que no me gustaban - ¿O alguien te molesta? - pregunto horrorizada - ¿A quién golpeamos? - apenas la conocía pero ya me caía bien y me parecía muy bella, así que mataría por ella.

Sonrío de vuelta a Beverly aunque no me río con el chiste que no logro captar. Volteo entonces a ver a Jim para saber si es cosa mía o si él tampoco entendió. Asumo que es el segundo escenario así que me quedo callada mientras habla, sintiendo gotas de culpa en mis adentros. Siempre estoy quejándome internamente por la vida que llevé y nunca me detuve a pensar en que probablemente ellos lo han tenido más complicado. Jim por ejemplo al ser humano, Beverly al venir del 14. Bien, en este momento haré un pacto conmigo misma para dejar de ser tan aguafiestas todo el tiempo. Asiento con la cabeza sonriendo de lado al escuchar sus motivos. Tal vez habría terminado en el mismo camino para pelear por los derechos de criaturas mágicas si no se los hubieran regresado ya. Aunque lo dudo. — Suena bien, aunque yo no tendría la cabeza para ello. Puedo recordar síntomas y pociones, pero dame historia y me hago bolas sola. — Lo cual resulta bastante vergonzoso pero cierto, soy demasiado despistada con lo que sucede a mi alrededor, ni siquiera mencionar con lo que ya ha sucedido.

— ¿Qué novela es esa? — Pregunto con curiosidad. No soy fan de las lecturas románticas, no crecí con ellas y sólo conozco el amor de una madre a su hija y hacia amigos. Aunque no puedo decir lo mismo de Beverly, quien se queda embelesada dentro de sus propios pensamientos. Me parece bastante divertido y al mismo tiempo tierno, pero no puedo llegar a relacionar actitudes así conmigo misma, al menos no en temas de romance. Volteo a ver a Jim cuando habla y asiento lentamente con la cabeza. Estoy a punto de responder a ambas preguntas cuando Beverly vuelve a la realidad y esta vez me hace reír, terminando por agitar las manos en forma de negación. — Por el momento no hay nadie a quien golpear, gracias. — Le aseguro y tomo el cigarrillo que ofrece Jim viéndolo sin llevármelo aún a la boca. La verdad es que nunca he fumado y no creo que sea algo saludable, justo acabamos de decirle que no lo hiciera pero ahora que lo tengo enfrente me da algo de curiosidad. Sé que permite liberar estrés pero... No lo sé.

— Estoy bien hasta ahora. En el 12 era todo más complicado y solía ser difícil confiar en la gente. — El Prince era diferente pero usualmente no era bien visto ante los demás venir del norte y tener un lican en la familia — Así que al inicio no sabía muy bien cómo hablar con los demás, pero estar en el hospital ayudó bastante. Aunque no me molestaría no despertar en medio de un ataque de zombies en el futuro. — Me encojo de hombros y me llevo por fin el cigarrillo a los labios, ¿Cómo se supone que se hace esto? Sin pensármelo mucho trato de imitar las acciones previas de Jim, que me llevan a sentir ardor en la garganta y terminar tosiendo de forma exagerada.

Menos mal que Desireé hace la pregunta, porque no puedo evitar mirar a Beverly con los ojos entornados y una sonrisa de medio lado que deja bien en claro que no sé de que novela está hablando y no estoy seguro de querer enterarme — Lo sé, tengo aspecto de galán televisivo — la broma sarcástica arrastra un falso tono de ego y hasta aprovecho la situación para apartarme un rizo de la frente de la manera más dramática que se me ocurre. Lo que sea para no ponernos en detalles románticos que no tengo ganas de explicar, en especial porque tampoco creo que tenga mucho que decir. Al contrario de la creencia popular, no es como que mi vida amorosa tenga algo de sustancia.

— Bueno… Cuando llegue el momento de golpear a alguien, solo tienes que decirnos. Beverly puede ser muy intimidante — mi intento de aligerar el ambiente es un chiste amable, de esos que señalo con una sonrisa suave. En vista de que tengo los dedos libres del cigarro, recargo mi peso contra el tronco y cierro los ojos en un claro intento de relajarme antes de seguir con mi rutina, en lo que mis oídos siguen atentos a las palabras que salen de la boca de Desireé — He estado en el doce. No es un sitio en el cual me hubiera gustado crecer, pero supongo que es mejor que nada — con “nada” está claro que me refiero al mercado, un sitio tan húmedo y sucio que te obliga a madurar antes de tiempo, no de la forma que uno querría en absoluto — Con inferis o no, este es el primer sitio en el cual podemos estar medianamente tranquilos y acceder a una educación todos juntos. Es más de lo que hubiera pedido hace tan solo un año atrás.

La tos de Desireé me obliga a abrir los ojos de sopetón. Me estiro hacia delante para alcanzar a golpear con cuidado su espalda, delgada incluso para mi mano flacuchenta — ¿Estás bien? — inquiero — Intenta pasar el humo con cuidado y no aspirar de golpe, eso jamás sabe bien. ¿Alguna vez fumaste o estamos siendo una pésima mala influencia? — sí, meto a Beverly dentro del saco, al fin y al cabo fue ella la que encendió el cigarrillo.

- Uff es una de mis novelas favoritas y por un tiempo considere ser abogada como la heroína Margaret, pero deje ese sueño cuando mamá me dijo que los abogados usan ropa aburrida, luego te la alcanzo - le dije a Desireé - Frank es un rebelde que estaba perdido en el mundo y enojado con este por su difícil niñez pero debajo de su exterior duro en realidad hay un alma sensible y buena, y esto se ve cuando conoce a Margaret, quien es la niña dorada de la ciudad, y se enamora de su
humildad y compasión. Pero entonces lo quieren culpar de un crimen que no cometió y Margaret debe probarlo, pero a medida que lo conoce entiende que es alguien honesto y empático y que su problema es que no confía en los demás - suspiro de solo recordar las escenas románticas, aunque imaginarlo a Jim en el lugar de Frank no era tan fácil porque siempre lo pense con más carne - Realmente es un excelente libro, buscaré si hay otra copia para ti Jim.

Me quedo más tranquila de que no necesito recurrir a la violencia para ayudar a Desireé, por un lado nadie la molesta y por otro tampoco es que disfrute lastimar a alguien. Aunque el sarcasmo de Jim no era necesario pero le sigo el juego sonriendo orgullosa.

- Ni lo dudes - le digo.

Escucho ambas experiencias del 12 e iba a decir que yo la había pasado bastante bien cuando llegamos después de haber atravesado un desierto, pero decido guardármelo porque el sufrimiento no es una competencia. Todos aquí tuvimos experiencias bastantes desagradables, algunos por más tiempo que otros, pero lo importante es que encontramos un refugio, un lugar al que llamar hogar.

- Lo que vivimos es lo que nos hace quien somos - digo pensativa y cruzando los brazos - Pero tampoco nos tiene que limitar quienes podemos ser, así que espero que sigamos mejorando y podamos vernos como la familia que ya siento que somos - extiendo una mano para colocarla sobre el hombro de Desireé y la otra sobre el brazo de Jim porque el vago esta recostado y no alcanzo.

Y tan bello momento se ve interrumpido porque Desireé empieza a toser, ¿fui tan empalagosa? Ah no, fue el cigarrillo que le paso Jim.

- Oh no me digas que nunca fumaste, y yo regalándote hierbas para tu cumpleaños - comento horrizada, nunca me considere mala influencia. Tal vez lo era, tal vez era Frank y no Margaret como creí.

Alcanzo a asentir con la cabeza antes de que Beverly empiece a dar su reseña de la novela que me esforzaré por leer si me la presta. No parece ser de mi estilo, pero quien sabe, tal vez termino poniéndola en mi top 5. — Suena... interesante. — Respondo escuetamente regresando la mirada hacia Jim, en busca de otras palabras para complementar las mías. — ¿Pero entonces Jim sería Margaret o sería Frank? — Sonrío de lado. No he leído la novela pero por la descripción que da Beverly no sé si podría imaginármelo encarnando a ninguno, aunque tampoco es que lo conozca de mucho.

El sentimentalismo de Beverly me conmovería en otro momento de no ser porque el cigarrillo se pasea por mi boca. Aunque aprecio bastante el comentario y el hecho de que me incluya dentro de su grupo de amigos. Sé que no es lo mismo que con los demás porque ellos llevan tiempo conociéndose y han vivido muchas cosas juntos, pero si de algo sirve, espero alcanzarlos algún día. Como quiera, la mano de la rubia se cae de mi hombro debido a los movimientos generados por mi tos y las palmadas de Jim. — Estoy bien, estoy bien, gracias. — Comento con lo que encuentro de voz poniendo la mano que tengo libre sobre mi pecho. Me toma un par de segundos extra volver a la normalidad y cuando ha pasado el momento de bochorno le regreso el cigarro a Jim. — Creo que no sirvo para esto. — Aunque alcanzo a soltar una risa seca, que más parece servir para aclararme la garganta que para burlarme de mí misma. — Nunca había fumado. — Confieso rascándome la nuca con la mano izquierda. — Fue un buen experimento... — Murmuro algo apenada. — Y sí Beverly, creo que tendrás que enseñarme a hacer velas porque ya comprobamos que de fumadora me muero antes de terminar el primer cigarro. —  Bromeo, sintiendo las mejillas un poco más calientes que antes. Por supuesto que esto iba a terminar así, pero al menos servirá para devolverle el color a mi cara.

A pesar de que hace tiempo que nos conocemos, a veces la sinceridad de Beverly me parece un poco abrumadora, quizá porque no estoy acostumbrado a que me incluyan dentro de un plan familiar junto a un montón de personas que se conocen hace una eternidad. Supongo que por eso Desireé pone la cara que pone, aunque no estoy seguro de que ese sea el motivo por el cual se pone a toser como una chimenea.  Espero que mis palmadas no la sacudan demasiado, se me escapa una vaga risa en lo que oigo como Bev se espanta al verse como la mala influencia y me limito a aceptar el cigarrillo de vuelta — ¿Velas de marihuana? — es lo único que consigo entender de cómo va la relación, aunque sospecho que no tiene nada que ver con nada.

Con una nueva calada, apoyo la cabeza contra la corteza del árbol una vez más pero en esta ocasión mis ojos están clavados en los rostros de ambas — La primera vez que fumé tenía… ¿Once? ¿Doce años? — si lo digo de esa manera sé que suena demasiado precoz, pero no es nada extraño si consideramos de dónde vengo — Y creo que me atraganté en varias ocasiones hasta que aprendí a pasar el humo como corresponde, así que no te avergüences de ello. Es perfectamente normal en el arte de hacerte mierda los pulmones. Aún así, si no quieres la hierba que te regaló Beverly… Puedes venir a mi casa y fumarla conmigo cuando quieras.

Jugueteo con lo que queda del cigarro entre mis dedos, seguro de que la calada que acabo de darle ha sido lo suficientemente profunda como para consumir una buena porción con rapidez — Además… ¿Qué es de la época escolar sin un poco de rebeldía? — no es que me ande excusando pero ellas son aún más jóvenes que yo — Si existe un momento de probar cosas nuevas, es este. No es como que tenga mucha experiencia, pero visto desde afuera me parece un desperdicio el quedarse siempre en el molde.

- Bueno, en este caso sería Margaret, pero cuando esta cierta rubia se vuelve Frank - digo sonriendo un poco, se que no debería molestar a Jim con Meerah pero no puedo evitarlo.

Me hace sentir un poco mal que Desiree se haya sentido presionada a fumar por mi regalo y ahora en vez de Frank me sentía como el villano de la novela.

- Tranquila, ya arreglamos un día y te enseño, o también podes usar las hierbas en la comida, pero mejor estoy con vos - le sugiero, lo único que me faltaba era que se accidentara ahora - Y otras hierbas para relajarse - le contesto a Jim, el cannabis no era lo único que servía - Oh, ¡Mi primera vez fue a los 12 también! - levanté una mano para que la chocara conmigo - Y también tosí mucho, incluso lo sigo haciendo de vez en cuando, así en serio no te preocupes o te niegues a otra oportunidad - le aseguro a Desireé - si queres, claro - aclaro por las dudas - Y no me dejen afuera, yo también quiero unirme si se juntan - me quejo haciendo puchero.

Me quedo pensando en lo que dice Jim sobre la rebeldía y probar cosas nuevas, realmente estaba probando cosas nuevas y técnicamente había sido algo rebelde toda mi vida negándome a entrenar correctamente o siguiendo más mi naturaleza que aceptando la imposición social de los pro magos. Todos eramos rebeldes ya en ese caso.

Paso de preguntar a qué se refiere con "cierta rubia", pues no tengo dicha confianza con Jim y no me gustaría incomodar a nadie, pero se me escapa una sonrisa con lo de Margaret. Supongo que tiene sentido. A decir verdad me siento un poco celosa de la cercanía entre ellos, e incluso con el resto de sus amigos. Si bien me he acercado más y más a las personas aquí, aún no alcanzo ese nivel, cosa que me hace preguntarme si alguna vez lo haré. Supongo que debo ser más paciente. O amable. No lo sé.

Al final logro reírme un poco por la situación con el tabaco, las velas y la hierba, nunca me creí ver conflictuada por este tipo de cosas, así que tiene cierto nivel de gracia. — ¿Como en brownies? — Le pregunto a Beverly. Todos sabemos de la aplicación del cannabis en éstos, aunque por mi cuenta nunca los he probado. — Velas de... Las hierbas que me dio Beverly por mi cumpleaños. — Le respondo a Jim después de Bev. Mentiría si dijera que supe identificar todo lo que me dio. Claro, la marihuana ahí estaba, ¿Pero lo demás? Mmm nop, simplemente no supe qué era todo lo que venía en el paquetito, cosa que resulta un vergonzoso tomando en cuenta que soy del área de la salud, una debería saber estas cosas por si a caso, ¿No?

Me quedo en silencio escuchando los relatos de su infancia-adolescencia con los cigarrillos. No los miro con sorpresa, en el 12 se aprecian ese tipo de cosas, aunque yo nunca pasé por ello, mamá fue muy aprehensiva hasta que tuve como 15 años y para ese punto ya estaba resignada a no tener etapa de rebeldía. — Bien, eso suena bien. Pueden enseñarme a fumar o hacemos unos brownies, lo que atente menos contra mi vida. — Les sonrío. — Creo que nunca me llegó esa etapa, era más bien la aburrida del salón. — Me encojo de hombros. Tampoco es que el Prince me gustara mucho. — Pero nunca es muy tarde para empezar, ¿No? — Aunque tal vez la siguiente vez no buscaré fumar con tanta desesperación. — Al menos puedo tachar de mi lista de cosas por hacer el probar un cigarro. —

No puedo evitarlo. Las palabras de Beverly hacen que mis ojos rueden tan rápido que, por un momento, creo que puedo ver el interior de mi nuca. Sé lo que muchos dicen, Sage ha tenido la decencia de dejármelo bien en claro cuando se hartó de cubrirme las espaldas y, a estas alturas, me sorprende que Hero no ande golpeando mi puerta para pedirme explicaciones honestas — Si hablas de Meerah… No, no es mi novia y tampoco hay nada romántico entre nosotros. ¿De acuerdo? — no estoy mintiendo, lo que tenemos es meramente físico y ni siquiera hemos tachado todo el tablero — ¿Por qué me pondría de novio justo cuando tengo la oportunidad de conocer a cientos de personas con libertad por primera vez en mi vida? — arqueo las cejas con gracia en lo que me llevo el cigarrillo a los labios. Eso es algo que no entiendo de mis amigos. A ver, respeto la decisión de Kendrick y Sage de tener novia, pero… ¡Hay toda una escuela nueva para experimentar! Y no es como si nadie mirase a nadie, así que yo lo veo como un total desperdicio.

— ¿Las velas tienen olor a marihuana? ¿Puedes colocarte con eso? — sí, sigo abiertamente confundido. Aún así, no me demoro en chocar de forma estruendosa la mano que Beverly coloca en el aire con una vaga risa — Lo de los brownies es una buena idea, podemos pedirle a Sage que los cocine por nosotros — al menos, con él sabemos que no vamos a terminar vomitando u ocupando todos los baños de la casa — No creo que seas la aburrida de la clase, Dezzie. ¿Puedo llamarte así? — me apresuro a añadir en medio de mi intervención — No todos tenemos los mismos intereses y creo que, para querer juntarte con las personas desastrosas que somos nosotros, eres bastante cool.  No todo el mundo corre a medianoche a ayudar a los heridos de un ataque de inferis — la sonrisa que le dedico, aunque sutil, es meramente apreciativa. En este lugar, allí donde se juntan todos los renegados por una sociedad que no supo tomarnos, la compañía jamás debe ser rechazada. Al fin y al cabo, nos tenemos el uno al otro.

- Perdón, solo estaba bromeando - hago una mueca mientras me disculpo con Jim, supongo que ya tendría suficiente al vivir con Hero - Y con respecto a conocer más gente, solo asegúrate de ser responsable física y emocionalmente - le pedí - Aun cuando es un encuentro de una sola vez, a nadie le gusta sentirse usado o como una cosa.


Pasando al tema drogas, supongo que el brownie era la opción más conocida luego de hacer un cigarrillo. Me sentía una profesora con alumnos tirando respuestas ya dichas muchas veces.

- Si, el brownie es una opción, pero también puede ser pizza, galletas, tartas, manteca, caramelos, flan e incluso helado - fui nombrando mientras contaba con los dedos - Aunque aún no he probado esa receta porque en el 14 era imposible de hacer y solo conocía el hielo saborizado, pero creo que tengo la receta por algún lado - trate de exprimir mi memoria para recordar donde era que la había leido y como iba, pero solo recuerdo el título y me distraigo con la pregunta de Jim - Claro que las velas sirven para colocarse, solo que en menor medida que consumir la marihuana directamente, por eso las suelo recomendar más relajar si quieres tomar un baño o calmar el ambiente - mamá solía hacer eso cuando practicábamos yoga - También se puede hacer crema o aceite para dormir profundamente, el cannabis es una planta maravillosa ¿no les parece?

Solo pensar en el futuro cuando tuviera mi propio estudio y la gente viniera a mí en busca de remedios naturales para sentirse mejor, me daba una pequeña corriente de emoción y no podía evitar la sonrisa idiota.

- Como dice Jim - coincido con mi amigo cuando le explica a Desireé que es cool a su manera - Además, ¿qué puede ser más rebelde que vivir en el 9 y asistir a la escuela aquí en vez de ir al Prince? El resto son detalles - digo desestimando el fumar o drogarse.

Me callo un momento, mientras hablan de la novia-no-novia de Jim, Meerah. No soy de las personas que se espantan y hacen un drama por ese tipo de cosas, así que solo me encojo de hombros. — No suena a un buen tiempo para ponerse de novio. — Comento tratando de unirme a la conversación. Con todo lo que pasa en cuanto a política siento que sería peligroso para el corazón tener ese tipo de lazos. O tal vez solo soy una cobarde que nunca ha tenido pareja y por eso piensa así. Bueno, nunca he tenido un novio formal, solo el tipo de "novio" que se tiene a los 13 años y con el que duras tres semanas, máximo un par de meses, antes de cortar.

La lista de comida a la cual ponerle marihuana me marea por un momento, ¿En verdad hay tantas recetas? —  Entonces yo voto por brownies y helado. — ¿A quién no le gusta el helado? No opino acerca de los efectos recreativos del cannabis pero asiento con la cabeza a lo que dice Beverly. — En el 12 solo la usábamos para cosas medicinales, así que sí, es una gran planta. Cuando quieran también se las enseño. — Cuando la medicina es más cara que la hierba en el mercado, una aprende a sacarle el mayor provecho.

Arrugo la nariz con el apodo de Jim pero asiento con la cabeza, sería la primera vez que me llaman así pero meh, aunque "Dezzie" suena gracioso, ¿No es como el nombre que le pones a una vaca? — Oh, ni me recuerdes esa noche. — Contesto a Jim, aun tengo las imágenes de muertos y heridos metidas en el fondo del cerebro. — Pero gracias, supongo que tan aburrida no soy. — Les sonrío. —  Créanme, estar aquí es mejor que estar en el Prince. — Alzo los ojos por un segundo. No tengo los mejores recuerdos de ese lugar. Sí, era divertido aprender magia, pero a veces habían diferencias muy marcadas entre los distritos del norte y los demás.

No estoy seguro de querer preguntarle a Beverly cómo es que sabe tanto sobre cómo terminar drogado y tampoco me parece educado el querer averiguar si vive con marihuana en el organismo, lo que ciertamente podría explicar cientos de sus actitudes. Me conformo con asentir con la cabeza para aceptar la información que nos regala — Leí por ahí que las hierbas están relacionadas con los medicamentos naturales, es verdad — le concedo a Desireé — Así que sí, supongo que podremos probar brownies sin sentirnos culpables al respecto. El fin de semana deberíamos intentarlo — no es como si tuviéramos algo mejor que hacer.

Esa noche no es para recordar, es un buen punto. Aún puedo sentir el olor a podredumbre pegado en la retina y, a pesar de que las semanas siguientes fueron una pesadilla constante en base a estar dentro del hospital, aún se sienten cercanas por culpa de las alucinaciones con las cuales tuvimos que lidiar todos aquellos que acabamos enfermos. Han pasado semanas, pero creo que a nadie se le ha quitado el mal sabor de lo que sucedió esa noche.

— El Prince no suena tan mal. Peor debe ser el Royal — es un comentario al azar, sin mucho entusiasmo. Estoy acostumbrado a oír las quejas de todo el mundo dentro de NeoPanem cuando, la gran mayoría, la tuvo relativamente fácil cuando recuerdas que no vivieron su vida dentro de un montón de paredes oscuras. No los culpo, es sencillo caer en la desesperación de la mierda que uno conoce. Jamás podrás lamentarte por lo que no fuiste capaz de ver, no cuando tu vida no te ha llevado por esos senderos.

Con un suspiro de desgano, tironeo mi mochila y me pongo de pie con algo de torpeza. Con una última calada, apago el cigarrillo contra el tronco del árbol y acabo guardando la colilla, aún tibia, dentro de mi bolsillo para arrojarla en el tacho de basura más cercano — Como sea... Lamento informarles, señoritas, que tengo que dejarlas. El deber me llama — anuncio — Supongo que nos veremos por ahí, que nos queda pendiente lo de los brownies. Cuento con ustedes.

Asiento cuando todo se define en brownies, ya tendría oportunidad de enseñarles sobre otras delicias y con otras drogas, ya verían.

- Supongo que todo depende quien seas y qué ideología tengas - comentó respecto a las escuelas, Hero me había contado sobre sus años de escuela y realmente sonaba como la mejor novela adolescente, sobretodo cuando salía con aquel deportista pero al final se quedó con el rebelde, tan romántico - Lo bueno es que ahora estamos experimentando la escuela nosotros también - le guiño el ojo a Jim. Lo observó mientras se prepara para irse y apaga el cigarrillo - Nos vemos después - lo saludo y me giro a Desiree - Y quedamos dos, arreglemos luego un día para que te enseñe a hacer velas o comida especial.